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[Unific] Un torneo indeseado - Uchiha Datsue - 26/01/2016 Datsue repasaba una y otra vez la carta que había recibido, incrédulo. ¿Un Torneo sin recompensa económica para el ganador? ¡Menuda estafa! A ese torneucho va a ir su puta madre… Era inadmisible. Una broma de muy mal gusto. Para un torneo de aquella magnitud, en la que se enfrentarían los shinobis de las tres grandes Aldeas ninja, no tener premio era como jugar al póker sin apostar dinero. O jugar al shōgi sin Rey. Vamos, un sinsentido. Cuanto más lo meditaba, más claro tenía que debía pasarse aquella invitación por el culo, literalmente. Con la ausencia de lo único que incitaría a participar, lo único que veía eran problemas: el peligro que correría en cada combate; lo agotado que terminaría; el tedio que sufriría en el viaje hasta llegar a los Dojos… Eso por no decir que, para intentar ganar, tendría que mostrar todas sus habilidades al mundo entero. Lo que va en contra de los principios básicos de todo buen shinobi. El Uchiha formó una bolita de papel con la carta y la tiró al suelo, con desdén. Luego, terminó de recorrer el kilómetro que le faltaba para llegar hasta la casa de sus padres. Cuando llegó, todo fueron sonrisas, abrazos y gritos eufóricos. Su madre le había besado en las mejillas al menos diez veces, y su padre le contemplaba desde el pasillo con una sonrisa entre orgullosa y paternal. —¡No me lo puedo creer! ¡Nuestro hijo! —exclamaba Naomi—. ¡En el torneo! —miraba a Ryouta y a Datsue de forma alterna—. ¡No me lo puedo creer! —¿Qué? —¿Cómo demonios se han enterado de la invitación?—. Pero si yo… —Todo un honor! —intervino su padre, que estaba pletórico—. La Aldea necesita esta inyección de publicidad, sin duda. Acaba de resurgir de sus cenizas, como quién dice. Este torneo le servirá para mostrarse al mundo con todo su esplendor y poder. —Y han pensado en nuestro pequeño para tan importante cometido. ¿No es maravilloso? —¡Todo un honor! —repitió como un disco rayado—. Estamos muy orgullosos de ti, hijo. Muy orgullosos. Datsue, impotente en su intento de intervenir en la conversación y sacarles del error, escuchaba estupefacto a sus padres. ¿Por qué demonios le tenía que pasar esto a él? —Que sepas que ya hemos hecho las maletas —dijo, con una sonrisa, Naomi. —Pero si no hace falta… —Claro que sí, ni una palabra más sobre el asunto —zanjó—. Voy a prepararte arroz al curry. ¡Esto hay que celebrarlo como se merece! —Por… Por supuesto —balbuceó el Uchiha—. Esto… mientras tanto voy un momento afuera. Con las prisas por querer daros la feliz noticia —Datsue casi se atraganta al decirlo—, creo que se me ha caído algo por el camino. Ahora vuelvo. *** *** ***
—Ojalá tuviésemos a Tormenta para llevarnos el equipaje. Datsue hizo una mueca de dolor. Naomi, en cambio, lanzó una mirada incendiada a su marido. —Oh, siento haberlo mencionado, hijo. —No pasa nada —respondió sin mirarle. La familia, cargada por un equipaje excesivo y con las piernas cansadas por los kilómetros recorridos, sonrieron de alegría y alivio cuando un samurai —o al menos lo parecía por su indumentaria—, les paró para pedirles que se identificasen. Eso significaba que habían llegado. —Nunca pensé que diría esto, pero… cuanto me alegro de haber llegado —murmuró Datsue. —¿Decías algo, Datsue? —preguntó su madre, mientras mostraba su acreditación al samurai. —¿Eh? No, nada, nada… |