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[Trama] A través de la tormenta - Yuki - 28/12/2016 A TRAVÉS DE LA TORMENTA
Mañana del Segundo Kazeyōbi de Bienvenida del 203
Como cada mañana, la chica de cabellos verde marino, había acudido a la casa de la señora Miyagi para llevarle la medicina que su abuela le había recetado, comprobar su estado de salud y ayudar a la hija de está en las tareas del hogar. En concreto, aquella mañana se encontraba en el patio trasero alimentando a las gallinas que pululaban libremente alrededor del gallinero y contenidas por un cercado de madera. La chica del kimono marrón, guantes del mismo color y gorro naranja chillón adoraba alimentar a aquellas aves, pues le parecía muy divertido ver la forma en la que picoteaban el suelo. Así que alistada con un pequeño cubo de culo ancho cargado de maíz, repartía el alimento lanzando puñados aquí y allá para ver como los animales corrían de un lado a otro. —¡Pita, pitas, pita!— cantaba mientras repartía el maíz —¡Comed, comed, que muchos huevos tenéis que poner!— la mayoría de la gente joven se aburriría en un pueblo como aquel, ella se limitaba a disfrutar de cosas como tan triviales como aquella —¡Así me gusta, que no quede ni un grano en el suelo!— además hoy estaba especialmente contenta, por fin el frío del invierno se había ido y podía disfrutar de la suave e inperenne lluvia de aquellas tierras —No sé como haces para tener tanta energía siempre— al volver la vista hacia el porche, encontró allí de pie a una mujer de unos treinta y tantos años, de cabellos caoba recogidos en una cola de caballo. Vestía un kimono gris de diario y sostenía sobre entre sus brazos un bañito cargado de trapos —¡Buenos días, señora Mori!— saludo con una reverencia la joven a la hija de la señora Miyagi —¡Me alegro de verla!— —No hacen falta tantos formalismos pequeña, llámame por mi nombre— pidió la mujer con una suave sonrisa —Con todo lo que nos estás ayudando ya eres como mi hermana pequeña— —¡Es un placer ayudar en lo que pueda, Midori-san!— respondió la joven alegremente mientras terminaba de volcar el recipiente con lo que quedaba de maíz —¡Ahora recogeré los huevos y después iré al huerto del señor Hotaru a por las verduras que faltan para el guiso!— —No hará falta cabeza lechuga, ya las he traído yo— Izumi se volteó al reconocer la voz de Takeshi, el hijo del señor Hotaru que tenía su misma edad. El chico apoyaba una caja llena de verduras sobre la valla del recinto de las gallinas, mientras la observaba con aquella cara de bobalicón inconfundible —¡Cabeza lechuga tu madre!— sin reprimirse ni un ápice, la peliverde lanzó con todas sus fuerzas el cubete del maíz directo a la cara del chico que sin tiempo de reacción recibió el impacto en toda la frente, lo que provocó que se cayese de espaldas y tras él la caja —¡Como me vuelvas a llamar así te vas a tener que cambiar de pueblo!— gruño la chica que hacía un momento era el más puro avatar de la felicidad en la tierra —Lo siento...— se limitó a decir el chico desde el suelo, mientras trataba de recuperarse del impacto —No creo que insultarla sea el mejor método de cortejarla, Takeshi— bromeó Midori que había observado toda la escena con total normalidad —Recoge las verduras y déjalas en la cocina por favor— pidió la mujer mientras se internaba de nuevo en la vivienda —Y tú no seas tan duro con él, Izumi, el pobre aún está muy verde— —¡Ni siquiera en sus mejores sueños tiene esté mono estúpido alguna posibilidad conmigo!— replicó la chica molesta mientras se acercaba en un par de zancadas a la valla del corral, bajo la mirada y allí seguía el chico, ahora bañado en barro —Levántate y dame el cubo, lo necesito para recoger los huevos— ordenó la peliverde con el ceño fruncido El chico movió cogió el cubo y se lo alargó desde el suelo a Izumi, que lo tomó con un fuerte tirón —¡Recoge eso!— ordenó antes de darse la vuelta con dirección al gallinero, donde se encontraban los ponederos Un rato después, al medio día
—Muchas gracias por vuestra ayuda, no sé que haría sin vosotros— agradeció Midori desde la puerta principal a los dos jóvenes que se refugiaban de la lluvia bajo una vieja sombrilla que sostenía el chico de cabellos oscuros —No tiene que agradecernos nada, solo procure que su madre siga tomando la medicina ahora que se encuentra mejor— pidió la peliverde con una sonrisa —¡Hasta mañana Midori-san!— hizo una reverencia antes de darse la vuelta para marcharse, a la que se unió su compañero —¡Hasta mañana, pequeños!— despidió con la mano desde el umbral a los chicos que ya se marchaban —¡No tardéis muchos en volver a casa, parece que hoy habrá tormenta!— Izumi levantó la mirada y pudo ver como poco a poco las habituales nubes grises se iban oscureciendo desde el este —¡No se preocupe!— respondió la chica desde la distancia mientras se internaba por la vía principal en dirección a la plaza del pueblo —¿Qué tienes que hacer ahora Izumi?— preguntó el muchacho a la peliverde que caminaba a su lado, levemente separada —Tengo que ir a casa del Sr Ryōshi ha pedirle gusanos para Mikan, ya casi no le quedan— justo en el momento en que pronunció "Mikan", desde debajo de su gorro apareció la cabecilla de una pequeña salamandra de color naranja chillón y negra —Siempre igual, es escuchar comida y se le pasan las ganas de seguir durmiendo— —No sé que como puedes llevar siempre a ese bicho ahí metido— Takeshi torció el gesto —Pues lo mismo pensará Mikan de porque camino contigo— replicó la peliverde mientras le sacaba la lengua en forma de burla a la vez que la salamandra —No te lo tomes así, solo era una broma— se disculpó el muchacho —Ya lo sé tonto— sonrió mientras se separaba del chico al llegar justo al centro de la plaza del pueblo —Nos vemos más tarde— la chica salió corriendo hacia la derecha, en dirección a la casa del pescador que se encontraba junto al puente al este de Bakku. No tardó mucho en llegar hasta ella, apenas la separaban dos pares de casas y unos trescientos metros del centro del pueblo. Era una pequeña edificación de una sola planta, construida enteramente en madera a unos diez metros del puente. Su fachada estaba compuesta por una pequeña puerta remendada, una ventana y un porche en el que apenas cabían un par de sillas y un expositor donde había varias cañas puestas. Izumi con solo mirara aquel estante, sabía que el sr Ryōshi no estaba en casa pues faltaba su vieja canasta y su caña favorita —Vaya, habrá ido a pescar— se lamentó la chica que se acerco hasta el borde de la casa desde donde se podía ver una escalera que llevaba hasta la orilla del río que cruzaba bajo el puente unos metros más abajo. El anciano pescador había construido en la ladera una escalera de madera que bajaba hasta la orilla —Tampoco esta aquí, quizás en el otro lado— se acercó corriendo hasta el puente para mirar por encima de la barandilla, pero hoy no estaba cerca de casa "Me tocará esperar un rato, ya es casi mediodía" la peliverde se apoyó sobre la barandilla y se quedó mirando el discurrir del río que hoy venía un poco más crecido de lo habitual. Alzó la mirada al cielo, dirección este y pudo ver como las nubes negras se iban acercando poco a poco al poblado "Midori-san va a tener razón, parece que hoy habrá tormenta" Izumi se quedó allí apoyada, esperando la vuelta del anciano pescador para no volverse a casa con las manos vacías. RE: [Trama] A través de la tormenta - Karamaru - 2/01/2017 «Y pensar que en algún lugar de esta tierra debe de haber alguien festejando el fin del invierno» Karamaru estaba en el porche de su casa de madera, tendido sobre una silla grande del mismo material con una taza de té. Cómo era de esperar en Amegakure, el calor del Sol nunca llegaba en su plenitud y, a pesar de haber terminado el fresco invernal, la temperatura no subía mucho. Era temprano en la mañana y por suerte para el calvo, se podía estar fuera sin necesidad de abrigos. O por lo menos para él que podía resistir climas un poco más salvajes. Más allá del clima y de la temperatura, el calvo sabía que era día de entrenamiento. Tenía planeado ir a la costa, a la playa. Sin embargo, se encontraba con un problema mayúsculo. A pesar de ser la playa de Amenokami su lugar favorito por su densa e inmersiva niebla, en los momentos de tormenta o próximos a ella era imposible entrenarse en ese lugar. La cantidad de niebla aumentaba demasiado cómo para poder ver siquiera a unos pocos metros. «Supongo que tocará ir a ese pequeño pueblo. Cómo tantas otras veces» Desde las primeras veces que tuvo que desviarse de su lugar habitual de entrenamiento Karamaru encontró un pequeño asentamiento agrícola y pesquero. Unas cuantas casas de madera y lugar de cultivo con una simpática población. Era un lugar que solía visitar a menudo, ya que en Ame solían ser frecuentes las tormentas, y además, ya más de una cara recordaba. Varias eran las personas que podía saludar al cruzarse por las calles del poblado de ida y de regreso. Hoy toca Bakku. Si señor. El calvo le dio un último y largo sorbo a su taza, vaciandola por completo, y estiró los músculos dando un pequeño bostezo y haciendo crujir un poco la madera con sus movimientos. Volvió a internarse dentro de su casa donde se terminó de vestir con su ropa diaria y armó de comida y agua la mochila cuadrada marrón que solía portar a sus espaldas. Cerró todas las ventanas, la puerta al salir, y se dirigió a paso lento al poblado. No fue un recorrido especialmente largo, solo era llegar hasta el río e ir a contracorriente subiendo la pendiente. En varios lugares encontró sectores con barro, causados por la larga lluvia, que pudo evitar sin problemas. Poco a poco se fue acercando y con solo un par de horas de viaje pudo divisar el puente que cruzaba el río y marcaba la posición del pueblo. Al fin, llegué, El calvo ya estaba ansioso, como la mayoría de veces, de empezar su entrenamiento diario. Era verdad que las playas le quedaban más cerca y era menos tiempo de viaje. Cada vez que iba hacia Bakku pensaba en que ya tendría que estar entrenando. Karamaru llegó al puente y dobló a un costado para subir por una pequeña escalera de madera que subía la ladera no sin antes dejarle un "Buenos Días" y una sonrisa a la mujer peliverde que se encontraba sobre la estructura contemplando el paisaje. |