Daruu es una persona introvertida que aprecia la tranquilidad. Suele ser amable con todo el mundo, y por lo general trata de mantener una perspectiva en positivo del mundo. Él sólo quiere vivir, no tiene grandes aspiraciones como ninja ni se apuntó por las emociones. A pesar de ello, claro que le gusta el Ninjutsu, le gusta el oficio, le gusta combatir, y entrenar, y sobretodo las aventuras, como a todo joven soñador; por supuesto el desarrollo personal y la superación... pero está en esto porque alguien tiene que hacerlo, porque se le da bien y porque nació con un don. Y qué mejor que utilizar sus habilidades para defender a los demás, ¿no? ¿Para trabajar por los intereses de su tierra? Además, es un trabajo respetable, y a algo hay que dedicarse en la vida.

Es un muchacho muy sencillo.

Algún día le gustaría hacerse cargo de la pastelería de su madre, o formar una pizzería. A Daruu le encantan las pizzas, casi todas, excepto las que llevan pescado. Odia el pescado. Quizás esto cuente como aspiración, quizás si tuviese que ser algo diferente a un ninja, sería pizzero. O pastelero. Una de las dos.

Le agrada cocinar, leer y dibujar, y sentarse en lugares tranquilos, dejarse bañar por la lluvia...

Odia los abusos de autoridad y a los que disfrutan con el dolor y el sufrimiento de los demás. Una cosa es que el trabajo como ninja no sea siempre limpio, y otra cosa es que te guste ensuciarte.

Daruu es un chico de una estatura y peso que se mantiene en la media para su edad. Podría pasar desapercibido, excepto por dos cosas: su pelo y sus ojos.

Siempre hay algún cantamañanas que le pregunta si no se peina. Claro que no se peina, ¡para qué va a hacerlo! Esos mechones desordenados hacia arriba y hacia la derecha no se pueden peinar.

Y sus ojos. Claro, es lo que pasa cuando desciendes de un Hyuuga, que tienes los ojos grandes y blancos y tus pupilas son imperceptibles. Bueno, eso es lo que diría alguien que no ha conocido en su vida a un Hyuuga de cerca, y menos desde que ya no se tienen que casar con sus primos. La pérdida de la pureza de sangre ha hecho que la mayoría de los Hyuuga tengan unos iris de tamaño común, como los de Daruu. Además, el blanco no suele ser un blanco puro. El de Daruu es una especie de púrpura muy pálido, que probablemente le viene de su madre, cuyos ojos sí que son de un púrpura intenso.

Bajo el ojo izquierdo, Daruu tiene un tatuaje: dos colmillos, uno blanco y el otro de color verde.

Suele vestir con ropa negra y tonos fríos, como el verde o el azul. Su uniforme como shinobi consiste en un jersey de color gris oscuro y unos pantalones negros, a los que acompaña con diversas piezas de equipo. Sobre los hombros lleva una especie de capa abrochada o poncho de tela verde y con una tira blanca, que llega hasta la mitad del pecho y tiene cuello alto. La lleva ligeramente desabrochada, y el lado donde no está la tira suele caer por su propio peso.
Del mismo color, y por orden: dos mitones largos con guantes que le cubren desde el codo hasta la punta de los dedos, dos botas altas, un portaobjetos en el muslo derecho atado con vendas y un cinturón con la placa de Amegakure atornillada y donde suele atar algunas de sus armas y objetos.

Daruu es un chico normal, inteligente y tranquilo, que gusta de momentos a soledad y en compañía a partes iguales. Durante mucho tiempo, se dedicó a ser ninja sólo por inercia: sus padres y abuelos lo habían sido, tenía un dojutsu poderoso idóneo para el oficio y se había criado en una aldea en la que un gran porcentaje de población se dedicaba al Ninjutsu. Para colmo, se le daba francamente bien.

A Daruu le gusta leer, dibujar y cocinar. De hecho, sólo la cocina supera a su interés por el Ninjutsu, y si tuviese que dejar de ser ninja a la fuerza, tiene muy claro que montaría una pizzería o tomaría el negocio de la cafetería de su madre. Adora la pizza. Odia el pescado. Aunque no llegue a tener un local, nunca dejará de perseguir el sueño de elaborar la mejor pizza del País de la Tormenta.

Es leal, y tiene bastante claro que el mundo ninja es jerárquico. No intenta luchar contra ello, pero tampoco se siente en obligación de aceptar moralmente todo lo que le ordenen, aunque tenga que hacerlo. Para él es algo muy sencillo de comprender: que tengas que ejecutar una orden no te quita el derecho a pensar que está mal.

No tolera los abusos de autoridad y el sadismo. Hay gente que disfruta matando, hay gente que disfruta con el sufrimiento de otros: esa gente es basura.

Con el tiempo, y debido a ciertas circunstancias, se sintió parado, sin futuro claro, y eso le inquietaba. Todos los demás tenían sueños, aspiraciones u objetivos. Y él no. Él quería ganarse la vida y ya está. Al principio, le parecía suficiente, pero luego le desmotivaba y sentía que no tener una fuerza que le empujase hacia arriba iba a acabar hundiéndolo en la mediocridad.

Finalmente, tras algunos encontronazos con argumentos que chocaban contra ciertas de sus ideas, Daruu encontró algo a lo que aferrarse: descubrió que no le apetecía perder, que no soportaría quedarse atrás, ser uno de esos ninja que se dedican a pasear perros y a vigilar la entrada de la villa.

Además, encontró algún que otro rival al que merecería la pena vencer en un combate, dentro de algún tiempo. Esto sólo hizo de combustible para la llama.

No es que de la noche a la mañana todo lo que movía a Daruu se hubiese transformado en una pelea, sino que más bien encontró que disfrutaba muchísimo más del Ninjutsu y de su oficio si se centraba en superarse a sí mismo y a los demás. La competitividad, o la lucha por no quedarse atrás, fue una motivación más, y la más fuerte de todas.