Tiene una altura media para su edad y una complexión ágil que resalta sus músculos, fibrosos gracias al continuo ejercicio pero no abultados. No es excesivamente ancho de hombros ni de nada en general, si no más bien un poco delgado, y las facciones de su rostro son marcadamente afiladas. Su piel tiene la tonalidad característica de los habitantes del País de la Espiral: ni tan bronceada como en el País del Viento, ni tan pálida como en las regiones de la Lluvia.

La herencia de los genes Uchiha se hace patente en el color azabache intenso de su pelo, que suele llevar siempre medianamente largo y recogido en una coleta. En general, Akame proyecta una imagen bastante común, casi anodina, mas incluso para el observador menos avispado resalta el brillo inteligente y curioso de sus ojos, negros como pozos de petróleo. No es especialmente guapo, ni tampoco horrorosamente feo —a pesar de que tiene la nariz visiblemente torcida—, y podría perfectamente enmarcarse dentro de la categoría "del montón".

El Uchiha suele vestir con prendas cómodas, típicas de los ninjas de Uzushiogakure. Camisetas sin mangas, finas chaquetas de lino o tela, pantalones militares y sandalias al uso, y suele llevar su equipamiento en torno a un cinturón de cuero negro con hebilla de plata. Los días en los que el Sol aprieta especialmente se calza su kasa de paja hilvanada artesanalmente para protegerse la cabeza. Tampoco es raro verle exhibiendo algún vendaje, ya sea en sus manos, muñecas o piernas, fruto de su empeño en el entrenamiento. Producto de la rudeza que le ha conferido su trabajo de ninja es también la ligera mutilación que sufre en su oreja izquierda, de cuyo lóbulo le falta un pedazo.

Aunque no es posible fijarse a simple vista, Akame tiene un curioso tatuaje hecho con tinta negra en el pectoral izquierdo: una serpiente que se engulle a sí misma, rodeada por tres tomoe formando un círculo perfecto.