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Un descanso en el desierto - Versión para impresión

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Un descanso en el desierto - Karamaru - 21/07/2015

Era otra fría mañana en la ciudad de Uzushiogakure. Una como cualquier otra, en la que Karamaru se levantaba a las cinco de la madrugada, desayunaba, se cambiaba y se preparaba para salir a caminar unas pocas cuadras hasta el local de Lee. Siempre estaban los carromatos de la caravana frente a el, y el dueño esperaba cada día a Karamaru con una sonrisa y un abrazo. Seguía la breve explicación del destino, que el shinobi nunca prestaba atención, y luego una cálida despedida para sentarse en el último carromato, el que cerraba la fila, y veía la ciudad haciéndose cada vez mas chica mientras se alejaba en el horizonte.

Karamaru ya no estaba tan emocionado como el primer día. Los viajes se volvían repetitivos, exceptuando algunos, y estaba pensando en hacer otra cosa para conocer el continente. Tal vez viajar solo, perderse por el mundo sin saber a donde ir no era algo que le preocupaba, o tal vez quedarse en la ciudad. Llegó a pensar que podía empezar a hacer misiones y hacerse mas fuerte, pero era muy temprano para eso. O por lo menos, eso lo pensó antes de dormirse a la hora de viaje.

...

Pasaron largos días, algunos cruzando bosques y los últimos cruzando el desierto. La única vista que había era arena, y luego mas arena y por último mas arena. El calor era molesto, incluso estando en Invierno, y Karamaru para entrenar, aprovecho el atardecer para bajar del carromato y acompañarlo corriendo, enterrando los pies en la arena y yendo a la par de los bueyes que tiraban del carromato principal.

Sin embargo, eso no duraría mucho, por fortuna de Karamaru. A los pocos minutos se distinguió a lo lejos el destino, el Oasis de la Luna. Según Lee, por las noches tiene muchos turistas, y ellos eran el objetivo del pequeño grupo de vendedores de sakes.

Emocionado, el pelado lanzó un grito de alegría y so volvió a subir al carromato esperando poder encontrar gente con la que conversar. Los guardias no eran muy simpáticos y menos después de tantos días en el desierto


RE: Un descanso en el desierto - Ichiro - 25/07/2015

Era una noche calurosa en el país del viento, Ichiro se trasladaba hace un buen rato a pie junto con un gran número de turistas. Todos se dirigían al Oasis de la luna.
Los planes del shinobi eran simples, llegar, conocer el lugar, tratar de encontrar algo de valor y marcharse. Hace días que estaba en ese país y no podía dejar pasar la oportunidad de conocer tan visitado lugar. Así que junto un poco de provisiones y siguiendo a un guía turístico que salió de una ciudad cercana, se dirigió al lago acompañado por una caravana de personas.

A Ichiro siempre le había causado interés la arquitectura de otros lugares, las diferentes culturas y riquezas. Tenía un don raro de apreciar todo lo que era extranjero de su país. Esto a veces lo metía en problemas y se podría decir que los lazos con las personas eran difíciles de crear y mantener al tener una vida tan “nómade”.
Y ahí estaba una vez más, lejos de su casa, impulsado por la curiosidad de saber que tenía este lago que lo hacía tan interesante, tan especial.
Dejando las huellas marcadas en la arena, amontonándose una sobre otra en aquélla gran fila de gente esperando llegar al mismo destino. Cada vez la noche se hacía más oscura, una gran luna llena iluminaba el sendero acompañada de una cantidad de estrellas infinitas que se dejaban ver en aquel amplio cielo negro intentando brillar una más que la otra.

La noche empezaba a reflejar un poco más el invierno cuando las temperaturas cálidas comenzaron a bajar, aunque no eran calientes, ni frías eran agradables.
Ichiro aburrido de contar estrellas y escuchar charlas de sus acompañantes llenas de comentarios o temas que no le llamaban la atención, tuvo la suerte de divisar a lo lejos un montón de antorchas que indicaban una especie de entrada entre dos médanos gigantes de arena.

- Ya casi hemos llegado!

Anuncio el guía, un poco veterano y con bastón, aunque había que reconocer que tenía una voz bastante fuerte para su edad. Al escuchar estas palabras, el muchacho empezó a rebasar gente por el costado del sendero, no le importaba mucho que su calzado se llenara de arena, estaba impaciente por llegar luego de haber caminado tanto rato. Fue tan rápido como pudo y llego a alcanzar el primer grupo que estaba justo detrás del guía. Pero no se detuvo ahí y continuo. Aunque cuando intento pasar al guía este lo detuvo con su bastón

- Lento pero seguro!, el desierto guarda un montón de misterios niño.- Volteo el guía a ver el rostro de Ichiro que imprudente trato de superarlo por su lado derecho – Al desierto no le gusta que lo subestimen.

Tras una sonrisa amistosa bajo de nuevo el palo de madera, este tenía muchas escrituras y una forma de camello en la punta bien tallado aunque al parecer cómodo para sujetar y apoyarse. El shinobi volvió en si y enlenteció la marcha al par de su orientador, que prácticamente juntos llegaron a susodicho lago.


RE: Un descanso en el desierto - Karamaru - 28/07/2015

El calor sofocante ya había acabado. La caravana lleno al destino previsto y armó su campamento en las orillas del gran lago. Los siete integrantes se refrescaron y luego decidieron hacer una venta rápida para después descansar en el oasis. Después de todo, el grupo se lo merecía tras haber viajado varios días bajo el Sol.

El primer objetivo de Karamaru era un grupo de turistas que se acercaba a paso lento hacia el oasis. Era bastantes y tal vez que podía encontrar alguna persona dispuesta a tomar algún trago con o sin alcohol mientras disfrutaban de la vista y de la frescura del agua. Se acercó a la ruta en la que venía la muchedumbre y los espero cerca del agua. Desde lejos, el pelado pudo ver que venían todos detrás de un hombre anciano y un pequeño peliblanco.

«Tengo venta segura...tengo venta segura...tengo venta segura» cantaba Karamaru para sus adentros. Él que sabía que después de venderle a ese grupo de gente, se iba a poder dar un chapuzón en el lago.

Finalmente, cuando el grupo se acercó lo suficiente, Karamaru le tendió la mano al anciano y a su compañero que venían dirigiendo a la muchedumbre y les comenzó a hablar.

Buenas, bienvenidos al Oasis de la Luna. Espero que disfruten su estancia en esto pequeño tesoro escondido entre la arena. Mi nombre es Habaki Karamaru, y les traigo una oferta que seguramente le gustara al grupo. Yo también tarde varios días en llegar aquí, días que pase bajo el Sol y sobre la arena que quema los pies. Por eso, les propongo acompañar su estadía en el lago tomando algunos sakes mientras disfrutan de la frescura del agua o mientras se acuestan en la orilla bajo la sombra a descansar. Son de la mejor calidad, y pueden tomar personas de todas las edades, ya que contamos con bebidas alcohólicas y sin alcohol. Las botellas son baratas, están a solo diez ryos cada una y tenemos de los sabores mas variados. Ya no los quiero molestar más, estaré aquí al lado por si alguno se quiere acercar y comprar alguna botella o hacer alguna consulta. Perdón por la molestia y que disfruten de su estadía.

Dicho ese discurso, Karamaru dio cinco o seis pasos para su derecha y le dejé el camino libre a la gente para que pudiera pasar. Seguramente, alguien se acercaría y Karamaru ya lo notaba en la cara de algunos hombres que parecían interesados.


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