El acero sangrante - Versión para impresión +- NinjaWorld (https://ninjaworld.es) +-- Foro: País del Rayo (https://ninjaworld.es/foro-pais-del-rayo) +--- Foro: Costas de las Olas Rompientes (https://ninjaworld.es/foro-costas-de-las-olas-rompientes) +--- Tema: El acero sangrante (/tema-el-acero-sangrante) Páginas:
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El acero sangrante - Narrador - 9/05/2022 En aquél rincón de los mares de Oonindo, reinaba la calma. Una calma tensa. La calma que sabe que se aproxima una tormenta. No sería una tormenta como las del húmedo oeste, una vorágine rugiente y gris de truenos con una densa cortina de lluvia perenne. Tampoco como las del cálido sur, con olas cuyas crestas aspiran a acariciar las nubes y vientos capaces de arrancar las velas de un navío de cuajo. No. Sasaki Reiji, Akimichi Katsudon y el bijū de ocho colas, Gyūki, se dirigían al noreste, a una gran isla sumida casi en totalidad en la fría nieve. Allí las tormentas eran diferentes. Peligros naturales de hielo y muerte. Y ellos iban de frente a sumergirse de lleno en la peor de las tormentas que el País del Hierro había vivido en los últimos siglos. Un lector avezado se habrá percatado de que esto no tiene por qué ocurrir exactamente en el sentido literal, y aquél que ha seguido los pasos de este muchacho espadachín sabrá ya a qué tormenta me refiero. Dejad que os cuente la historia. La historia de la muerte de Sasaki Reiji, shinobi de Uzushiogakure. · · ·
—Llevamos ya unos cuantos días navegando. ¿Aún no te has acostumbrado, hombretón? Gyūki se refería a Akimichi Katsudon, que había vuelto a vomitar el desayuno. Digo esto porque es importante reseñar que esta era también la tercera vez que desayunaba. —No sabes el hambre que estoy pasando. No me entra nada. Todo lo que como, acabo tirándolo. ¿Falta mucho para llegar al Hierro? —Por lo menos tres días más. Katsudon emitió un quejido lastimero. RE: El acero sangrante - Sasaki Reiji - 10/05/2022 Por muy rápido que se moviera el Bijuu por el mar, no parecia que fuesemos a alcanzar a Yuuna de ninguna manera. Había salido solo un día antes que nosotros, pero no parecia que hubiera forma de alcanzarla. El viaje aún era largo, quizás y aunque no me gustase para nada la idea... —Quizas deberiamos parar un rato en la costa más cercana, me jode admitirlo, pero no creo que vayamos a alcanzar a Yuuna antes de que ella llegué al hierro, y seria conveniente que nosotros llegásemos en el mejor estado posible. Sobretodo por que no sabiamos lo que nos ibamos a encontrar allí, a parte de sangre y muerte, por que Yuuna se había marchado llena de ira y ganas de venganza. Era fuerte, más que yo, pero lo que temía es que esas emociones le impidieran luchar lo bien que debería hacerlo. —Así Katsudon podrá comer algo y asentar el estómago, y podemos discutir un poco el plan de como queremos entrar en país del hierro. RE: El acero sangrante - Narrador - 15/06/2022 —Quizas deberiamos parar un rato en la costa más cercana, me jode admitirlo, pero no creo que vayamos a alcanzar a Yuuna antes de que ella llegué al hierro, y seria conveniente que nosotros llegásemos en el mejor estado posible. Así Katsudon podrá comer algo y asentar el estómago, y podemos discutir un poco el plan de como queremos entrar en país del hierro. —Quizás tengas razón, Reiji-kun —asintió el Hachibi—. A veces se me olvida que no somos... la misma especie. Yo podría aguantar hasta allí. —¿Los bijū no comen? —se interesó Katsudon—. ¿Y de dónde sacan tanta energía? —El jūbi. Y el chakra en la naturaleza. Una mezcla de las dos cosas. Nos cansamos como vosotros, claro, pero es cierto que no estamos atados a vuestras... necesidades básicas. Ahora bien, una buena siesta no viene del todo mal... Gyūki entrecerró los ojos, y de pronto, detuvo su marcha. Se quedó muy quieto, la mirada fija en el horizonte. Se extendió una extraña quietud. Fue como si el oleaje del mar se detuviera por completo unos segundos, y luego se replegara hacia un epicentro lejano. Finalmente las olas volvieron, pero con forma circular. Un fenómento harto extraño, aquél. Katsudon observaba pálido como la cera, pero no se atrevió a decir nada. Gyūki, por su parte, tensó tanto los brazos que Reiji sintió el suelo bajo sus pies elevarse ligeramente. RE: El acero sangrante - Sasaki Reiji - 19/07/2022 Instintivamente llevé la mano a la empuñadura de la espada. No había nadie a la vista, pero eso no significacaba que no hubiera nadie, y mucho menos que no hubiese peligro. La tensión de Katsudon podria pasar por normal al estar en medio del mar, pero la de Gyūki no, y tal fuera eso lo que me alarmó. —¿Qué viene Gyūki? Si. La pregunta era correcta. Sí lo que venía ponía así de tenso a Gyūki, tenia que ser algo peligroso. Sinceramente, aquello era malo, muy malo, lo peor que podía pasarnos era que nos encontraramos algo que pudiera retrasarnos más o peor aún, algo capaz de pararnos. RE: El acero sangrante - Narrador - 19/07/2022 Gyūki se mantuvo en silencio, al menos un poco más. Porque lo que venía no era algo a lo que Reiji pudiera enfrentarse con una espada. Las aguas se abombaron como si un cuenco puesto del revés las partiera. Asomaron lo que parecieran ser unas espinas de color verduzco. Luego una coraza, como la de una tortuga, pero lisa, donde esas escamas comenzaban. Bajo ella, un cuerpo rojo, de color granate, y un rostro también verde, monstruoso, pero extrañamente humano. Extrañamente familiar. Tenía el ojo derecho cerrado. El derecho, gigantesco, de esclerótica roja e iris dorado, estaba clavado en ellos. —Isobu. Entonces emergieron del mar las tres colas... ...del Sanbi. RE: El acero sangrante - Sasaki Reiji - 19/07/2022 Lo que salió del agua no era, ni de lejos, lo que esperaba que saliera de ahí. Siervos de Kurama usando suiton, un monstruo marino normalito, que se yo, estaba preparado incluso para enfrentarme a un general de Kurama, aunque esto ultimo probablemente me mataria. Pero no. Lo que salió del agua fue un Bijuu. Un maldito Bijuu. Que si, yo iba montando en uno de los más poderosos de todos, técnicamente. Pero claro ¿Era amigo o enemigo? Antes que nada, miré a Katsudon. Era fácilmente impresionable con los Bijuus, igual estaba al borde del infarto. Esperaba que no. Era un señor adulto y fuertote que podia ser tan grande como uno de ellos. Si alguien podia hacerles algo de frente, era él. Luego, le pregunté a Gyūki, sin bajar la postura de combate. Quizas una espada no hiciera nada contra un bijuu. No una espada normal. Pero aquella espada era acero Sasaki, estaba muy seguro de la calidad de mis creaciones. Además, ahora era una leyenda. Reiji, el que forjo armas para los Bijuu. —¿Está de parte de Kurama? RE: El acero sangrante - Narrador - 19/07/2022 —La última vez que hablamos, no lo parecía —declaró Gyūki, aunque había una evidente duda en su voz. —Esto no puede estar pasando. —Katsudon no lo estaba pasando bien, desde luego. Estaba blanco como la leche, y se agarraba al cuello de Gyūki como si nunca le hubiera tenido miedo. Ya saben lo que dicen. "Más vale bijū conocido..." Isobu se movió. Se agachó un poco, y pareció tomar alguien. No respondió a la llamada de Gyūki. En lugar de eso, entrecerró su único ojo y pasó la mirada entre el bijū, Katsudon y Reiji, alternativamente. Pareció suspirar y cerró el ojo. Luego, lo abrió. Y también la boca. —No parece que esté de nuestra parte. —Gyūki, aparentemente con toda la tranquilidad del mundo, echó mano del mango de las espadas que Reiji le había forjado, y lentamente las mostró frente a sí—. Espero por vuestro bien que este acero sea tan bueno como presumes, Reiji-kun. Lo que va a suceder a continuación no os va a gustar. —Oh, por los sandwiches del almuerzo de los padres de todos los dioses, ¿no me digas que...? En efecto. El Sanbi había abierto sus fauces. Las olas a su alrededor se volvieron tan indómitas como las de una tormenta. Frente a su boca, una esfera relativamente pequeña —por la distancia— de chakra de color blanco y negro comenzaba a crecer. —Necesito que estéis completamente quietos. —Gyūki, debo hacer algo... ¡necesito hacer algo! ¡Si crezco...! —No es una lucha que pueda vencer un sólo humano. Déjame esto a mí. RE: El acero sangrante - Sasaki Reiji - 20/07/2022 —Oh, joder... Quería llegar lo mas entero posible al Hierro. Lo último que esperaba era pelear contra un bijuu cabreado, si salimos de esta, es probable que no sea enteros. Y si, a Katsudon le estaba dando algo. Normal. Katsudon no hubiese estado tranquilo aunque hubiese sido un bijuu amigable. Pero yo tampoco estaba tranquilo. Si no estaba de parte de Kurama, ¿Por que atacaba a Gyūki? ¿Podría Kurama lavarle el cerebro a otros Bijuu? ¿Quizas a los que no estaban encerrados dentro de algun humano? Joder, eso seria terrible para la libertad de los Bijuus, no estar encerrados en humano apra estar controlados por un demente. —Gyūki, esas espadas pueden cortar montañas, si lo que estas pensando hacer con ellas es lo que creo, joder, si, corta una puta bijuudama por la mitad ¿Sabes la buena publicidad que me dará eso si salimos de está con vida? Si, problemente lo mejor que sabía hacer en momentos de estrés, era irme a los temas menos importantes del mundo. Como cuando tuve que manejar un barco sin tener ni idea y me convertí en el peor pirata de los cincomil seiscientos setanta y dos mares de Oonindo. —Katsudon, confía en Gyūki, leí que los bijuus cuanto más colas, mas poderosos, si eso es verdad, tio, Gyūki seguro que puede darle unpar de golpes educativos a su hermano pequeño. Por que vaya modales, ni hola nos ha dicho. RE: El acero sangrante - Narrador - 3/08/2022 Tanto Katsudon como Gyūki quedaron en silencio. Un tenso silencio, roto por el oleaje y por el intenso zumbido de la mortífera esfera que Isobu cargaba entre sus fauces. La espera se hizo eterna, y el Hachibi no parecía moverse en absoluto. Todo sucedió en tan sólo cinco segundos. La esfera de energía salió disparada hacia ellos. Gyūki echó las manos a ambos lados de su cintura, donde llevaba atados, con un grueso cordel, los dos espadones de acero Sasaki. —Bijūgiri. Las espadas parecieron echar vapor, los filos encendidos de un chakra de color púrpura candente. Un tajo en cruz partió la bijūdama en cuatro pedazos, cada uno desviado en una dirección distinta. A sus espaldas escucharon unas terribles explosiones, el mar se agitó y hasta estuvieron a punto de caer desde los hombros de Gyūki al peligroso vaivén de Susanō. El cielo se tiñó de un color verde aguamarina durante unos segundos, cegándoles. —Veo que sigues emperrado en seguirle el juego a los humanos, Gyūki... —Isobu habló con una voz grave, rasposa—. Después de todo lo que nos han hecho. Ah, claro... lo olvidaba. A ti te trataron como una mascota, no como un esclavo. —Isobu, las palabras de padre... —¡Las palabras de padre, sí! ¡Un humano, igual que todos ellos! Escucha, Gyūki. La familia se elige. Y yo ya he elegido. —Elegiste a un tirano. —Elegí a mi hermano mayor —corrigió Isobu—. A los míos. Pero basta. No he venido aquí a charlar. He venido a deteneros. Isobu embestió hacia adelante, recortando rápidamente las distancia entre ellos. Gyūki se puso en guardia, y se temió lo peor. Podía arreglárselas contra su hermano, pero no podía proteger a esos dos al mismo tiempo. Entretanto, Katsudon se puso en guardia y respiró hondo. Era evidente que tramaba algo. RE: El acero sangrante - Narrador - 10/09/2022 Pero tramase lo que tramase, llegó tarde: centrado en el embite de su hermano, Gyūki no pudo preveer que utilizaría dos de sus colas para golpear de forma brutal tanto a Katsudon como a Reiji, despegando sus pies de los hombros del Hachibi y hundiéndolos bajo las olas (100 PV). Las colas bajaron bajo el agua y se enrolla ron alrededor de sus cuerpos, atandolos en un medio en el que no podían respirar. [spoiler] RE: El acero sangrante - Sasaki Reiji - 11/09/2022 Vale. Aquello era un muro la mar de jodido de sobrepasar. Y claro, entre una cosa y otra, se me fue la cabeza por las nubes. Queria solicionar aquello dialogando de alguna manera, sin pelear, ganandome la amistad de otro bijuu. Y claro, mientras yo pensaba, el bijuu actuaba. Vaya golpe. Me iban a salir unos moretones terribles de aquel coletazo. Lo peor, es que aquella tortuga gigante con colas los estaba usando para mantenerme debajo del agua. Joder, se estaba poniendo la cosa negra, tampoco es que pudiera aguantar mucho la respiración. Era evidente que el iba a matarnos sí o sí . Cerré los ojos unos segundos. Me hubiera gustado poder respirar hondo, pero claro, bajo el agua, no podía. Pero bueno, esos segundos fueron lo suficiente para llenarme de convicción. Que no es que me faltara, pero... A la mierda las conversaciones pacifistas con los Bijuus y a la mierda todo: Iba a patearle el trasero a todos y cada uno de los putos seguidores de Kurama, a Salvar a Yuuna y a liberar el hierro. Y despues, me iba a casar, retirarme de la vida de ninja y quedarme como herrero en el hierro viendo corretear a mis hijos por la nieve. Y NADIE. NADIE. NI SIQUIERA EL SANBI IBA A INTERPONERSE EN MI CAMINO. NADIE.
Dejé que el chakra que Gyūki me habia cedido recorriera todo mi cuerpo, cubriendome con una capa de chakra violacea, que tenia cuernos y ocho colas. No pensaba conterme ni un poco. Él mismo habia buscado esta pelea, y yo se la iba a dar. Con todo lo que tenia. Literalmente. Si por algun casual a los bijuus les afectaba y me soltaba, intentaria agarrarle para que no huyera, aunque no tenia pinta de ser rápido, pero si no me soltaba... Peor para él, por que yo estaba acumulando todo el chakra que tenia de Gyūki para soltarle una bijuudama en forma de laser directa al pecho. Desde abajo. (366 PV) Esperaba que haber gastado todo el chakra de Gyūki fuera suficiente para hacerle suficiente daño como para que nos soltara a mi y a Katsudon, y se marchase por donde hubiese venido. Por alguna razón, dudaba aue fuese suficiente fuerte como apra dejarlo fuera de combate, aunque aquel laser mataria a casi cualquier humano, por no decir que quizas arrasaría una villa entera. -------------------------------------------------------------------------- PV: 110/210 CK:210/210 CK Gyūki : 0/250 Técnicas usadas: ¤ Capa de Chakra (Versión 2) y ¤ Bijūdama RE: El acero sangrante - Narrador - 29/09/2022 ¡¡ZZZZUMP!! Reiji se liberó de su prisión al mismo tiempo que Katsudon, quien había utilizado sus propios medios pese a que el espadachín no fuera consciente de ellos. Al parecer, que Reiji poseyera chakra de Gyūki fue una tremenda sorpresa para el Sanbi, quien no pudo hacer otra cosa que zafarse de su hermano mayor a tiempo suficiente para bajar la mirada y ver lo que se le venía encima... o más bien, ver lo que se le venía debajo. ¡¡SssssPLASSsssh!!
Isobu fue separado del medio que más ventaja le otorgaba, y salió disparado hacia arriba. Reiji, por su parte, se hundió hacia abajo víctima de las leyes de la física. Tardaría un poco más en llegar a la superficie, si es lo que pretendía, y si fue lo que pretendió, sin duda presenció una de las batallas más cortas pero más emocionantes de toda la historia de Oonindo. De una escala sin precedentes. Gyūki tenía la boca abierta. Cargaba una esfera de chakra gigantesca, de una escala mucho mayor a la que el Sanbi les había arrojado con anterioridad. Reiji supo en ese momento, sin ningún atisbo de duda, que aquella bijūdama tenía la capacidad de acabar con una villa entera. De Kenzou, el antiguo Morikage, se contaba que había sido capaz de detener una bomba como aquella. Pero en Uzushiogakure no había nadie como él. Quizás fuera imposible incluso sellarla. Además, esta era aún más grande que la que había lanzado Eikyū Juro. La esfera salió disparada hacia el cielo, donde se habían invertido las leyes de la naturaleza y las tortugas legendarias ahora volaban atónitas al espectáculo, y casi reconociendo ya la derrota. Cómo no iba a reconocerla, pues, viendo lo que se venía encima. Porque fue entonces... Fue entonces cuando Reiji vio al hombre más valiente de los innumerables mares de Oonindo, de pie sobre el agua, henchido de orgullo, de un tamaño colosal, más incluso que Gyūki. Katsudon estaba allí mirando al cielo con sus enormes cejas arqueadas de pura ira y esfuerzo, y blandía su bastón cuchara, que había crecido proporcionalmente. El hombretón apoyaba la cuchara en la superficie marina, y ante la atónita mirada de Gyūki, creaba su propia esfera de energía. Su propia bomba monstruosa, hecha de puras y ardientes llamas. Pero aquello era... ¡¡KATON...
Aquello era... CHŌ BAIKA
Aquello era... CHŌ
Sin alguna duda... ŌDAMA
¡Un colosal...! MEATBALL
...RASENGAN!!
Usando la cuchara como catapulta, Katsudon lanzó su particular versión de la técnica más representativa de Uzushiogakure. Reiji entendió entonces por qué Katsudon había sido la mano derecha de Hanabi. Era porque a pesar de las apariencias, quizás era tan o más fuerte que él. Un auténtico ninja de rango Kage. ¡¡¡BAUM!!
Las dos esferas colosales chocaron la una contra la otra, y liberaron un estallido de llamas y de energía que convirtió a lo que había sido una de las Nueve Bestias con Cola en cenizas. Pero la onda de choque llegó pronto hacia nuestros héroes, que se vieron sumergidos —gracias a los dioses— bajo las aguas de un océano revuelto y furioso. Reiji trató de respirar, abrió los ojos y vio a Katsudon, alejándose, mucho más delgado que lo recordaba... e inconsciente. Tarde o temprano, él también acabaría por cerrar los ojos. Sintió el agua entrando en los pulmones... ...todo se volvió tan negro como la noche. · · · Noche. Era de noche. Reiji despertó tosiendo agua. Pronto tuvo que darse la vuelta para no ahogarse. Escupió agua, sal y arena, y tras unos minutos se dio cuenta de que se encontraba solo. Solo, y completamente desprovisto de equipamiento. Cuando la vista volvió del todo, encontró su espada, y el resto de sus pertenencias, un poco más allá. Pero no había rastro de sus compañeros. Aparentemente estaba en una playa. Frente a él, el océano. Tras él, cocoteros y otro mar, esta vez de vegetación. Ni rastro de Katsudon y Gyūki. Tampoco de Isobu, afortunadamente. ¿Estarían bien? RE: El acero sangrante - Sasaki Reiji - 5/10/2022 Todo se iba al garete. Todo lo que había avanzado, ahora lo estaba retrocediendo. Y si, era culpa de un Bijuu, pero al contrario de lo que haria ciert Morikage, no pensaba meterlos a todos en el mismo saco. Puto Isobu, ojala le costase siglos volver a aparecer. Por lo menos habia recibido au merecido, y Gyūki con una Bijuudama lo bastanre potente para arrasar un jodido pais, y Katsudon, con una esfera gigante de fuego, del tamaño del edificio del Uzukage, lo habían mandado a dormir por una, esperaba que muy larga, temporada. Y de que había servido? De nada, por supuesto. Isobu había conseguido lo que se proponia: Joderme la existencia. Por que al final, me encontré a mi mismo en una playa, a saber en que parte de Onindo, solo. ¿Y qué? Pues que era un jodido desastre. Si, el discurso interno de salvar a Yuuna, casarme y retirarme me había quedado de maravilla pero ahora mismo no sabia ni donde cojones estaba, ni donde estaban Katsudon o Gyūki, ni sabia nada. Y cuanto más tiempo pasaba, peor, por que más peligro corría Yuuna. Que no es que no pudiera defenderse solita, al contrario, seguro que era capa de acabar con la mayoria de los ninjas de Kuurama, el problema es que la cegaba la venganza, y temia que eso la afectase en el combate. No solo queria alcanzarla para luchar hombro con hombro con ella, si no para ayudarla a sobrellevar sus emociones. Pero aquí estaba, en medio de la nada, perdido. Podia hacer muchas cosas, como llamar a gritos a Katsudon y a Gyūki, o encender fuego y hacer señales de humo, pero igual la atención que atraía no era la que queria. Tampoco es que pudiera atravesar el oceano a pata, si, podia caminar sobre el agua, pero me cansaria antes de llegar a ningún lado. Y podia hacer una balsa cortando cocoterls y usando alguna liana ¿Pero cuanto trayecto aguantaria? Seguro que Datsue era capaz de salir de allí con un parpadeo, con alguna técnica de ninjutsu super espectacular y molona, o convocando alguna criatura con alas. ¿Pero que hacia yo? ¿Agitar la espada frente al mar para ver si se habría un camino? Por un momento estuve tentado. ¿Y si pulsaba el numerito del Fuuinjutsu que me conectaba con Datsue? ¿Vendria a rescatarme? Quizás sí, pero ahora él era el Uzukage, tenia cosas mejores que hacer que preocuparse de un genin que habia dejado atras su aldea en busca de su amor. Además, aquello era personal, era algo que tenia que hacer sin molestarle. Ojalá poder convocar a Gyūki como otros ninjas lo hacian con los animales. Lo hubiese intentado si me quedase algo de su chakra, pero es que lo había gastado todo para golpear a Isobu. había merecido la pena, eso sí, ese maldito bastardo... todo aquello era su culpa. Quedarme ahí quieto y maldecirlo no iba a servir de nada tampoco. Lamentarme tampoco ayudaba. Así que, por ahora, haría lo único que podia hacer. Me levantaría, cogería mis cosas, las limpiaria un poco de arena, y caminaria por la playa en busca de dos cosas: Alguna pista de donde podia estar y como cojones salir de allí y de Katsudon, que con suerte, habia sido arrastrado a la misma playa en algun lugar que mi vista no alcanzaba. Lo segundo me preocupaba más que lo primero, sobretodo, por que Katsudon y el agua no se llevaban muy bien. RE: El acero sangrante - Narrador - 14/10/2022 Reiji había tenido una suerte agridulce. Por una parte, se encontraba en una isla completamente desierta —o esa es la primera impresión que tuvo, tras caminar por la playa más de media hora sin encontrarse a nadie ni con ningún rastro de civilización—. Tampoco había rastro de sus compañeros, Gyūki y Katsudon. Por otra parte, tras darle media vuelta a la isla descubrió, a grandes rasgos, dónde se encontraba. Porque Reiji ya había viajado al País del Hierro anteriormente. Por eso pudo vislumbrar, allá en la lejanía, las estériles tierras, y más allá los árboles y la gran montaña con las tres mandíbulas de lobo. Al otro lado había otra costa, mucho más lejana. Debía de ser el País del Rayo. Allí una gigantesca explosión de energía le cegó casi por completo cuando la noche se hizo de día. Debía estar librándose una gran batalla. Porque aunque Reiji lo ignoraba, en su mayor parte, la guerra contra Kurama había comenzado. Tal vez él estaba librando también esa batalla, pero de otra forma distinta. En un inadvertido frente del noreste. No había rastro de Katsudon ni de Gyūki, pero su objetivo estaba al alcance de un par de horas en barco. Reiji estaba, también, bastante seguro de poder lograrlo a pie, sorteando las olas. Pero eso conllevaría un riesgo bastante grande (Requerirá de dos tiradas de dados con tu Destreza y tu Resistencia). También podía adentrarse en la pequeña jungla de cocoteros. Tal vez encontrase algo de utilidad, pero, ¿podía permitirse el tiempo perdido? RE: El acero sangrante - Sasaki Reiji - 26/10/2022 Desde el primer momento, todo estaba saliendo mal. Muy mal. Un desastre tras otro. Queria llegar hasta el hierro lo más fresco posible, y pum, en primera instancia, encontronazo con el tres cola, que le había obligado a gastar todo el chakra aue le había dado Gyūki. Y por si fuera poco, se habían separado, y ahora no podia encontrar ni a Gyūki ni a Katsudon. Y fijate que ambos eran bastante grandes. Lo que si encontré, fue mi posición. Desde donde estaba, fui capaz de divisar las grandes montañas del hierro. Un par de horas en barco o quizas incluso corriendo entre las olas. El problema de lo segundo no era el mar bravío, pues en uzu estaban acostumbrados a caminar sobre aguas revueltas. El problema era el cansancio. Era llegar al otro lado con tan pocos fuerzas que solo fuese una carga. Había más opciones claro, podía adentrarse entre los cocoteros y explorar a ver que encontraba, pero a parte de animales salvajes y plantas ¿Que podría haber allí? Como shinobi, sabía que había animales que ayudaban a los ninjas, sin ir mas lejos, su madre era capa de invocar tigres albinos que la ayudaban, y que podían hablar. Pero por lo visto no era tan sencillo como llegar y pedirles ayuda, había que ser digno o algo así ¿Tenia tanto tiempo como para ponerse a explorar solo por si acaso? ¿Podria si quiera encontrar algo de utilidad allí? Gyūki seguro que no pero... ¿Y si Katsudon había despertado antes y se había adentrado en busca de Comida? Esa posibilidad también existía Tantas decisiones, tantas incógnitas y a la vez, tan poco tiempo. Tome aire. Y lo solté lentamente. Mire hacia el otro lado del mar, hacia el hierro. —Aguanta un poco más, Yuuna. Iré a por tí. No a salvarte, si no a luchar a tu lado, a apoyarte. Confío en tí... Confiaba en su fuerza, en su valor, en su desetraza, en su habilidad con la espada. Si alguien era capaz de luchar y salir victorioso, era ella. Por eso, con un suspiro, con una ultima mirada hacia los tres lobos, di medía vuelta y me adentré, rezando para encontrar a alguien o algo que pudiera servirme de ayuda, en aquella jungla de cocoteros. Esperaba, que de algún modo, aquello no fuera solo una perdida de tiempo, solo otra desgracia que sumar a las que ya se habían ido sucediendo. |