La joven peliblanca se encontraba sentada en uno de los muchos bancos que se repartían por una plaza circular, en cuyo centro se erigía la estatua de lo que parecía haber sido un antiguo gobernante del País del Fuego. Desde su posición se limitaba a observar a la gente en sus quehaceres diarios, le resultaba relajante seguir con la mirada al chico del reparto, a la madre que arrastraba a su chiquillo que no quería dejar de jugar con sus amigos... vidas pacíficas y alegres, con sus luces y sus sombras, pero al fin y al cabo libres.
Desde el incidente en el Valle del Fin, muchas cosas habían cambiado. Los primeros días se sentía insegura, caminara por donde caminara... las heridas, aún visibles en su espalda, le recordaban que el mundo no era tan brillante como se le había presentado. Le recordaban que el mal existe, que hay personas que lo eligen sin justificación alguna...
Mitsuki dió un sorbo a la lata de té helado que sostenía con ambas manos sobre su regazo, esperaba que el frío de la bebida le ayudase a dejar de pensar por un rato.
Se recostó con cuidado contra el respaldo del banco. El contacto de la madera sobre los vendajes de las heridas, a pesar de que la ropa se interponía entre ambas, le resultaba molesto.
Sacudió la cabeza con fuerza, haciendo que sus largos cabellos ondeasen en el viento. No era momento de dejarse atrapar por malos pensamientos, todo aquello había pasado. Y no sólo había pasado, si no que al final todo acabo bien gracias a la ayuda de otras personas. Si, sin duda esa era la enseñanza que debía de sacar de aquello. El mal no triunfaría mientras hubiese personas buenas que se interpusiesen en su camino.
Volvió a dar otro sorbo a su té y dejó que su vista recorriese en lugar. Mercaderes ambulantes y sus ofertas, ancianos corriendo tras sus nietos, esposas volviendo de la compra... personas viviendo en paz al fin y al cabo... y todo gracias a personas que habían decidido dedicar su vida a luchar por los demás. Como aquella shinobi que la salvó de los cazadores de dojutsus... como Yota o Ayame... Shiona-sama... La joven Hyuga comenzaba a entender que ser shinobi no significaba solo luchar, significaba proteger.
Esbozó una suave sonrisa ante aquella idea, ahora podía entender un poco mejor a su vieja maestra
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El país del fuego era aquel lugar que atraía a Rin desde que nació, nunca vio una razón exacta para aquello, pero le gustaba ese lugar, a parte de por su nombre imponente y a parte de que allí estuviese los dojos del combatiente, había algo que atraía a Rin a aquel lugar, seguramente era aquel sentimiento de tranquilidad que se respiraba por todas partes, aunque tranquilidad para los demás, pues el estaba allí con su maestro y no precisamente de vacaciones, había ido allí a entrenar o eso era lo que le había Shu, aunque no lo tenia muy claro, pues ya habían pasado dos días desde que llegaron a Tanzaku y solo le había visto beber te y hablar de negocios mientras le encargaba llevar un paquete a tal sitio o hacer la compra. Al principio Rin pensaba que aquello de hacer la compra seria una especie de calentamiento, pues la tendría que hacer corriendo o algo así, pero era todo lo contrario, su maestro le dio un poco mas de dinero para que el chico, tras dejar la compra en el hostal, se fuese un rato a entretenerse por la ciudad. Y así lo hizo, aunque para no resultar demasiado sospechoso dejo su capa y sus armas en el hostal al igual que su mascara.
Llevaba ya un par de horas yendo de aquí para allá, con intención de encontrar un dojo o algún lugar donde poder quemar esas energías que tenia dentro, pero no había suerte, ninguna suerte, lo único que había encontrado habían sido ancianos paseando, gente haciendo la compra y niños jugando, pero ni una sola persona corriendo o practicando algún tipo de arte marcial, lo que a Rin le ponía de los nervios, puesto que quería moverse y cansarse y sudar, lo echaba de menos.
Por suerte, durante ese paseo en busca de algo que parecía imposible de encontrar, el chico rubio llego a una plaza, en la cual pudo observar a alguien muy peculiar, una chica con el pelo blanco, que destacaba entre la gente precisamente por eso, tenia el pelo de color blanco y no precisamente blanco canoso, si no blanco natural, como si se hubiese echado un cubo de pintura por la cabeza o algo parecido. Ademas de eso, esta chica también portaba una bandana en la frente, aunque para poder distinguir de que aldea era, Rin debió acercarse mas y al hacerlo, de la manera mas sigilosa que podía, descubrió que aquella chica no tenia pupilas y eso le sorprendió bastante, puesto que significaba que no podía ver, esa chica tenia que ser ciega por fuerza, pero el no sabia que hubiese ninjas ciegos, así que igual la bandana que llevaba era de mentira o algo así, esa situación le pareció bastante extraña, por lo que decidió salir de dudas y preguntárselo directamente a la peliblanca, por lo que comenzo a caminar directamente hacia ella, de frente. Aunque ahora si, al acercarse mas se dio cuenta de que eran verdaderamente aquellos ojos y el chico se quedo con una gran expresión de sorpresa en su rostro, la cual por desgracia era bastante notable si alguien si fijaba en el. Ahora mismo esa chica si que le resultaba interesante, aunque ya no se atrevía a preguntar nada, podría buscarse alguna clase de lío si lo hacia, por lo que trato de disimular que iba hacia ella y se dirigió hacia el banco, igual si fingia que iba a sentarse y se iba al poco rato se evitaría problemas.
-Disculpa¿esta ocupado?¿Te importa si me siento?-Pregunto amablemente con una leve sonrisa, señalando el banco.
La joven kunoichi disfrutaba distraidamente de su té helado en lata, observando el ir y venir de las gentes de la plaza, cuando de repente sintió esa extraña sensación de que alguien te esta observando. Dejó sus ojos pasear por la muchedumbre, buscando al posible observador. No tardó demasiado en localizar a un chico pálido, de cabellos rubio platino rozando con el blanco que parecía tener sus ojos grises clavados en los de ella, al menos por un instante. Además los pasos del muchacho le habían llevado casi a plantarse frente a ella, ligeramente escorado. Mitsuki fingió que no se había percatado, pues quizás tan sólo había sido una casualidad pero cuando el chico habló lo tuvo que descartar.
-Disculpa, ¿esta ocupado? ¿Te importa si me siento?- dijo el muchacho acompañando sus palabras de una sonrisa. La Hyuga se percató de que el chico llevaba una bandana en su brazo izquierdo, al parecer pertenecía a Amegakure.
—Oh no, puedes sentarte si gustas— respondió la de Kusabi devolviendo la sonrisa mientra se desplazaba levemente hacia su izquierda para dejar más espacio al recién llegado.
No es que en aquel momento le apeteciese en exceso tener compañía, pero no quería ser descortés con alguien que no tenía culpa de su estado de ánimo. Sabía muy bien que no era correcto pagar las inquietudes con el resto de personas, sobre todo las generadas por una misma. Sin embargo, no se sentía especialmente tranquila con alguien extraño sentado a su lado y eso sin sumarle que parecía ser también un shinobi. Tras los acontecimientos anteriores, la joven se había visto obligada a ser un poco más desconfiada, aunque tenía que reconocer que aquel chico no le resultaba sospechoso de ser un peligro y menos en mitad de la capital del País del Fuego.
La jovene Hyuga dio otro sorbo a su té mientras desviaba la mirada hacia los viandantes para distraerse, intentando no parecer incomoda mientras el chico tomaba asiento
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Rin estaba nervioso, se encontraba ante una ninja de otra aldea, la cual poseía un dojutsu y la verdad es que eso siempre intimidaba, aunque fuese una chica de lo mas dulce, o al menos eso le había parecido al chico por su respuesta, aunque ahora mismo sentía que se había metido en un lío, pero en el fondo le gustaba. Se sentó de una manera tranquila y se puso a mirar como paseaba la gente, aunque en su cabeza solo resonaba una cosa, que era preguntarle a la chica por sus ojos, se moría de curiosidad por saber mas cosas sobre sus ojos, pues de ellos se podía deducir que era una practicante del Juken, un estilo de taijutsu que le parecía la mar de interesante, puesto que no consistía en romper huesos, ni golpear con fuerza, si no en todo lo contrario. O eso le había dicho su maestro, que parecía tener en gran estima a los usuarios de este taijutsu.
Rin hacia instantes que se había sentado, pero para el habían pasado ya varias horas de lo nervioso que estaba, tan solo quería pedirle que le enseñase uno de los movimientos de ese tipo de taijutsu, pero no seria lo correcto, pues era una ninja de otra aldea, y pese a no tener enemistad, no se podía confiar en ninjas de otros lugares, al menos de primeras, lo cual era una lastima según el rubio, pues si todas las aldeas se uniesen se podrían conseguir grandes logros. Tras estar un rato, el cual le pareció interminable, el chico se decidió a entablar una conversación con ella, lo suyo seria empezar con un hola o algo por el estilo, pero al parecer sus labios ya se habían adelantado y habían comenzado a hablar, era demasiado impaciente.
-Esto...me llamo Rin, de Ame y disculpa la pregunta...pero tu tienes el bakugan¿no?-Dijo el chico de una manera bastante tímida, puesto que no recordaba demasiado bien el nombre del dojutsu, no obstante trato de parecer lo mas calmado posible, pese a que en sus adentros la única pregunta que quería que le respondiesen era ¿Entrenamos un rato?
El muchacho se sentó junto a ella, apenas separados por un pequeño espacio. Ambos se limitaban a observar la plaza, en silencio. La situación era un tanto incómoda, o la menos lo era para la peliblanca que comenzaba a valorar si levantarse y marcharse de allí, pero tampoco quería parecer maleducada. Volvió a dar otro sorbo a su té, cuando la voz del chico rompío el silencio.
-Esto...me llamo Rin, de Ame y disculpa la pregunta...pero tu tienes el bakugan¿no?- El chico no se andaba por las ramas, una presentación y una pregunta directa en menos de diez palabras.
Mitsuki retiro la lata de té de sus labios lentamente, para poder girar su cabeza y mirar así al chico de cabello platino. Dudó durante unos instantes, estuvo tentada a levantarse y marcharse de allí corriendo. La última vez que alguien había reconocido sus ojos casi le cuesta la vida.
Escruto aquellos ojos gríses antes de retirar la mirada y devolverla al frente.
—Me temo que esa es una pregunta que prefiero no responder— volvió a dar un largo sorbo a su té, apurando el resto de lo que quedaba en su lata.
La joven prefería esquivar aquel interrogante, aunque sabía que su respuesta no tenía ninguna importancia. Si aquel chico había sido capaz de reconcer el Byakugan, podría deducir fácilmente por la negativa de la joven a hablar de que estaba en lo correcto.
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El chico se quedo algo cortado ante su respuesta, aunque sabia que si que lo tenia, por el hecho de que su maestro conocía ese dojutsu y se lo había enseñado algunas veces en dibujos, aunque quizás su pregunta había sido demasiado directa, la verdad es que andarse con rodeos se le daba demasiado mal, debido mas que nada a su impaciencia. El chico se alejo unos centímetros de ella, de manera disimulada, la veía incomoda y seguramente lo estaría mas aun después de su pregunta, la verdad es que todo le había salido mal pero aun así trataría de seguir indagando, aunque mejor si le demostraba antes que era totalmente inofensivo.
Coloco las manos sobre sus piernas y miro hacia estas, tratando de pensar en algo que decir que demostrase que no tenia malas intenciones, tan solo curiosidad. Finalmente, al no saber como hacerlo decidió ser totalmente sincero, con un poco de suerte le saldría bien la cosa y quizás descubriese algo mas del Juken, el cual era básicamente su objetivo.
-Esto...disculpa por lo de antes, no quiero sonar como una especie de acosador ni nada, pero es que mi maestro me hablo que de el Bakugan ese que utilizáis los de tu clan sirve para un tipo de taijutsu y yo hago taijutsu así que tenia curiosidad por saber como es todo eso...y si ves en blanco y negro, porque tiene pinta de que ves en blanco y negro.-Dijo el chico finalmente de nuevo con una sonrisa, al mismo tiempo que se dibujaba un gran rubor en sus mejillas, debido a que se sentía extraño hablando de aquello.
El chico se retiró un poco ante la tajante respuesta de la peliblanca, ella esperaba que el chico se diese por vencido y abandonase la empresa resignado. Sin embargo, nada más lejos. El rubio platino volvió a la carga, de nuevo sin ningún tipo de rodeo. Por lo visto se había empeñado en sonsacarle una respuesta y parecía no querer cesar bajo ningun concepto.
Mitsuki volvió a girar la cabeza para mirar al muchacho antes de responder
—Creo que he sido lo susficientemente explícita en mi anterior respuesta— dijo con severidad antes de agregar —Lo lamento, pero debo irme— la joven se levantó como un resorte, se dio la vuelta una vez de pie para despedirse con una reverencia —Un placer hablar contigo, Rin— para volver a girarse sobre sus talones y comenzar a alejarse con paso tranquilo, en dirección a una papelera que había justo frente al banco donde se encontraban sentados. Depósito en ella su lata de té frío y se dispuso a continuar en dirección a la salida más cercana de la plaza.
La peliblanca no tenía intención alguna de satisfacer la curiosidad de un joven desconocido que acababa de plantarse justo frente a ella, ni siquiera sus compañeros de aldeas había contemplado jamás el byakugan en activo. De hecho, estaba casi segura de que la gran mayoría no conocía ni siquiera aquel dojutsu. Por lo que mostrárlo a un extranjero quedaba totalmente fuera de lugar, además recordaba muy bien las palabras de su maestra y por su última experiencia, sabía que cuanto menos llamase la atención mejor le iría
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El chico bajo la cabeza, la verdad es que seguramente se había pasado un poco preguntándole todo aquello e insistiendo tanto en hablar de sus ojos, la verdad es que tenia que aprender a controlarse o a ser mas delicado. Simplemente no dijo nada, se sentía fatal por haber hecho que la chica se fuese, bueno o al menos eso parecía, pues acababa de despedirse de el. El rubio hizo lo mismo que ella y se levanto poco a poco, avergonzado por haber sido tan insistente, seguramente le estaría dando vueltas a aquello durante el camino hacia su hostal. No obstante el no quería que se fuese así sin mas, quería disculparse con ella, porque eso era lo que tenia que hacer, por lo que comenzó a caminar poco a poco hacia ella, pero no por detrás, si no por un lado, no fuera cosa que la fuese incomodar mas, si eso era posible.
- Señorita...lo siento mucho, de veras, permitame disculparme y prometo no hacer mas preguntas.-Musito el chico, de una manera casi inaudible, no sabia por que cuando se sentía mal hablaba con una voz muy baja.
Tras decir esto el chico se separo un poco de ella, esperando una respuesta, si ella decidía marcharse el haría lo mimo y si no pues ya se vería, pero el caso es que Rin quería que la chica lo disculpase y dejar de sentirse mal, aunque seguramente esto ultimo lo lograría nada mas su maestro le mandase a hacer tareas.
Mitsuki notó como el chico se había levantado detrás de ella, y ahora caminaba a su lado. La chica no sabía muy bien que era lo que pretendía aquel muchacho, pero desde luego, era bast ante obstinado... había que reconocérselo.
Se detuvo frente a la papelera donde arrojó la lata y su "acompañante" hizo lo propio. Dudaba como reaccionar ante el comportamiento del rubio platino, por una parte se sentía mal por haber sido tan tajante con él... pero por otra la estaba poniendo un tanto nerviosa con tanta pregunta respecto al dojutsu y para colmo, ahora la perseguía.
No acababa de decirdirse, cuando el chico habló en un susurro. Parecía nervioso y por sus palabras pudo deducir que no había hecho las preguntas con mala intención... pues si lo hubiese hecho debería ser un actor de teatro grande.
—No tienes que disculparte— comenzó la joven mientras se voletaba para quedar frente a frente con los ojos grises del chico —Siento mi comportamiento, no es mi mejor día— se disculpó la chica que se sentía culpable.
Todo lo que había pasado no podía cambiarla de esa manera y menos, convertirla en alguien que no era. Ese chico no tenía culpa, seguramente tan sólo era demasiado curioso y no se merecía que le tratase de esa forma
—Hyuga Mitsuki— hizo puna pequeña reverencia —Encantada, Rin— esbozó una leve sonrisa
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El chico sonrió levemente ante la respuesta de ella, aunque ahora sabia que tenia que controlarse mas, pues seguramente no todo el mundo fuese tan dulce como esta señorita. Rin miro los ojos de ella al escucharla continuar la frase, la verdad es que al parecer, la peliblanca también se sentía culpable, lo cual denotaba que era buena persona.
-Oh no tranquila, yo también fui bastante pesado... Musito el chico rubio al tiempo que trataba de quitarle un poco de importancia al asunto, la verdad es que al parecer ahora ambos dos estaban un poco mas tranquilos.
Por unos instantes Rin se limitó a observarla, la verdad es que se notaba que la chica no estaba en su mejor momento, pues transmitía esa sensación, lo que al rubio le supo muy mal, por lo que decidió hacer que la chica se evadiese un poco de sus problemas, aunque no sabia muy bien como, pues el lo hacía entrenado, pero seguramente la peliblanca no tuviese el mismo estilo de vida, ya que parecía bastante delicada.
-Bueno...si no estas en tu mejor momento podemos ir a hacer algo, no se, para distraerse o algo así ¿Has comido ya?-Pregunto el chico sonriente, lo segundo que mas le gustaba a el era comer, igual que a mucha gente, así que supuso que a ella también el gustaría y que comiendo se distraería un rato de todos sus problemas.
Aquel rubio platino no parecía ser una mala persona, algo impulsivo quizás o al menos eso le había parecido a Mitsuki. La verdad es que estaba aconstumbrada a tratar gente con ese rasgo, era más habitual de lo que muchos pensaban. Lo único diferente es que el motor de esa impulsividad no era simpre la curiosidad como en el caso de Rin, generalmente eran cosas más banales.
El chico pareció aceptar las disculpas de la Hyuga quitándole importancia. Ahora ambos jóvenes parecían bastante más tranquilos, aunque la peliblanca no terminaba de estar cómoda. Hoy era un día de esos que uno preferiría estar solo y tranquilo, a poder ser encerrado en su habitación y cubierto por una manta. Sin embargo la situación de Mitsuki era bastante diferente, y debía actuar en consecuencia. El peliplatino no tenía culpa nada.
-Bueno...si no estas en tu mejor momento podemos ir a hacer algo, no se, para distraerse o algo así ¿Has comido ya?-
Mitsuki clavó en el joven sus blanquecinos ojos y sonrío levemente ante la propuesta del joven. Le parecío un gesto de lo más amable, algo que no se esperaba si debía de ser sincera.
—La verdad es que no como nada desde el desayuno— respondió la chica —Y ahora que lo dices creo que me vendría bien tomar algo, el camino de vuelta a mi aldea es largo, así que acepto tu proposición— la chica se llevó la mano hasta su mejilla, para rascarse con suavidad sobre una de las las rayas de su rostro
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Rin sonreía levemente, al parecer la cosa ya estaba mas calmada y sin duda eso era una buena señal, y por si fuera poco encima iban a comer, lo cual era una gran noticia porque a Rin se le había olvidado desayunar, así como almorzar, ya que estaba demasiado centrado en seguir entrenando.
Tras verla sonreír y escuchar su respuesta, al tiempo que reía suavemente al ver como rascaba su mejilla, pues le pareció un gesto de lo mas adorable, la cogió del brazo, suavemente y comenzó a caminar hacia uno de los restaurantes que había visto mientras iba a la plaza, le había parecido un lugar curioso, pues estaba en una esquina y no sobresalía demasiado,pero la comida olía muy bien.
-Por aquí señorita Mitsuki-Dijo el chico mientras caminaba, a pasos agigantados para poder llegar cuanto antes al pequeño restaurante-Bueno espera-Continuo diciendo mientras se paraba en seco- ¿Tu sabes de algún restaurante? Es que yo si, pero si prefieres ir a otro...-Termino de decir el rubio con una leve sonrisa, la verdad es que era un poco impulsivo, debía pensar mas la cosas.
—Por aquí señorita Mitsuki—
Apenas había terminado la peliblanca de aceptar la oferta del pequeño de Amegakure, cuando esté la agarro por el brazo sin previo aviso. Mitsuki se sorprendió un poco, pues hasta hace un momento el chico se había mostrado bastante dubitativo. Sin embargo, de buenas a primeras se había mostrado con una resolución bastante impresionante. De hecho, ahora mismo, la estaba arrastrando por toda la plaza y la de Kusabi no sabía muy bien como debía de reaccionar. Es más, ni siquiera sabía hacia donde se dirigía, pero parecía tenerlo muy claro.
Antes de que la peliblanca pudiese quejarse, se encontraba frente un pequeño restaurante en una de las esquinas que daba a la plaza. El chico estaba apunto de entrar cuando se detuvo en seco, volviéndose hacia ella. Al parecer, Rin acababa de darse cuenta de que casi no le había dado opción a su acompañante a la hora de elegir y ahora parecía un poco contrariado.
La verdad es que la de Uzushio no le importaba que no hubiese contado con ella a la hora de elegir el lugar, no conocía muy bien el lugar y al parecer el chico si. Así que siendo objetivos no tenía mucho sentido que le preguntase pues la respuesta hubiese sido <Como tú veas> o algo similar. Aún así, la joven no pudo evitar sonreír ante ese arrepentimiento tan infantil
—No soy muy buena como guía gourmet, me temo— bromeó la chica devolviendo la sonrisa con cálidez —Aunque el olor de la comida de este restaurante es genial, así que tú primero Rin. Yo te sigo— indicó la joven mientras hacia a su compañero voltearse para enfrentarlo hacia la puerta del local, que no era más que una larga tela de un material parecido a la lona de color azul y blanco, Mitsuki le empujó suavemente para que el chico pasase el arco primero mientras ella lo seguía
Poco a poco, el humor de la joven se iba recuperando y todo gracias a aquel pequeño rubio platino que se habia mostrado tan natural. A veces lo único que hace falta es encontrar buenas personas para que te alegren el día... o eso era lo que solía decir su maestra
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El chico sonrió levemente ante la respuesta de ella y después comenzó a andar hacia la puerta del restaurante, o mas bien la tela, la cual atravesó ayudado de un suave empujón de la peliblanca. Nada mas entrar su nariz se lleno de los olores de los platos que estaban sirviendo, la verdad es que todos ellos tenían muy buena pinta, seguramente habían acertado el sitio, tras entrar giro un poco el rostro, esperando a que la chica pasase, cuando esta lo hizo se acerco haca la barra y se subió a un taburete, esperando a que saliese el camarero.
-Huele genial¿Verdad Mitsu?-Comento el chico con una pequeña sonrisa en sus labios, ya podía imaginarse que iba a pedir para comer, aunque seguramente por el pediría todo lo que tenia el local.
Tras unos breves instantes salio el camarero a tomar nota, colocándose enfrente de ellos, a la otra parte de la barra, se trataba de un hombre bajito y con bastante barriga, a la par que calvo. Este sonrió y observo a ambos jóvenes con bastante tranquilidad.
-¿Que vais a tomar?-Pregunto el hombre con una sonrisa, bastante tranquila, mientras tamborileaba con aquel lapicero sobre un pequeño bloc de notas que llevaba en la otra mano.
-Yo...un plato grande de fideos y un bol pequeño de arroz, aunque este ultimo si me lo puede dejar para llevar me haría un favor.- Contesto el rubio aun con su característica sonrisa, esperando a que la peliblanca pidiese.
Una vez ambos chicos se encontraban en el interior de aquel pequeño bar, frente a la barra que ocupaba todo el fondo de punta a punta. El lugar no era más que un pequeño rectángulo ocupado por una serie de banquetas que se disponían paralelamente a la barra.
Nada más entrar, lo primero que pudo notar Mitsuki fue que la cocina estaba a pleno rendimiento pues el olor de los diferentes preparados inhundaba la estancia agradablemente.
—Huele genial¿Verdad Mitsu?—
—Sin lugar a dudas— asintió la joven a la que empezaba abrirselé el hambre ante aquel festival de olores. Ambos shinobis se acercaron hasta la barra y tomaron asiento en un par de banquetas libres que había. El sonido del movimiento de taburetes atrajó al camarero desde el interior de la cocina. Era un tipo bastante bajo, casi de la altura de los chicos, sin embargo se notaba que era bastante más mayor. El hombre sonrío al verles, lo que acentuó un poco la papada que era casi como una segunda calva. Se notaba que el hombre sentía pasión por su oficio o al menos por su producto.
Sin dilación, el hombre se dispuso a tomárles nota. Aquello era un bar pequeño y las comandas debían de ser rápidas para evitar que se formase una cola que no pudiesen manejar.
El rubio platino fue el primero, no dudó ni por un instante sobre su petición. Al parecer traía más que pensado lo que iba a comer. Mitsuki no lo tenía tan claro, pero como no quería hacer peder el tiempo se decantó por una de sus comidas favoritas: ochazuke. Era un plato bastante extendido por el mundo, pero muy típico en Kusabi por la sencillez de su preparación y la cantidad de ingredientes que se le podían añadir. Además como era caldoso venía muy bien para combatir el frío.
—Ochazuke con pescado por favor— solicitó la joven con una pequeña reverencia
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