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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
A cada paso que daban, y cuanto mas se adentraban por los bajos fondos de la ciudad, más diferencia veían con respecto a lo más normal y pobre de la parte civilizada. Ésta zona que caminaban no podía ni considerarse parte de la urbe. No habían mas que chozas montadas con partes de barro, algunas piedras, y en los casos más remunerados con algún que otro trozo de metal. Realmente, el termino chabolas llegaba a quedarse corto. Habían casuchas que no llegaban ni a tener las cuatro paredes, por no hablar de algo parecido a un suelo o un tejado.

«¿Cómo podrá dormir la gente bajo ésta lluvia sin un techado medio en condiciones?»

Si, éstos tipos que vivían en éstas callejuelas eran mucho mas fuerte que gran parte de los shinobis de Amegakure, al menos en lo que respecta a sobrellevar las inclemencias meteorológicas. Si no fuese por su desgraciada desdicha, muchos de ellos se podrían convertir en guerreros inabatibles.

Conforme más iban avanzando, aún peor iba quedado el suelo que mismamente iban pisando. Ya no había ni hierba, ni losas, ni tierra decente para pisar. Bajo ambas kunoichis, tan solo había fango o barro. La diferencia entre ambas palabras venía a ser de poca utilidad, pues todo era arena y agua entremezclada. Puro fastidio, que relentizaba el paso y llegaba a manchar mucho mas de lo deseado. Suerte para la chica que no había optado por traer a ese lugar sus mejores galas.

Ante la pregunta se Katomi, la Hyuuga dejó claro que tampoco tenía en expectativa dejar al niño a su suerte. No podría perdonárselo en lo que le restaba de vida, o eso decía. Cuando la chica optó por presentarse formalmente, la otra peliblanca procedió de la misma manera.

«Hyuuga... curioso...»

No era la primera chica de esa familia a la que veía, ni tampoco era la primera vez que había visto unos orbes blancos. Para cuando se quiso dar cuenta, su compañera preguntaba si tenía alguna idea de por dónde podían empezar la búsqueda, pues el lugar era mucho mas grande de lo imaginado. Ciertamente así era, el sitio era inmenso, y las huellas inexistentes bajo la perpetua lluvia.

La verdad, no tengo ni idea de por dónde podríamos buscar. Pensaba en peinar la zona, chabola a chabola, buscando algún sitio que destaque sobre el resto. Supongo que si se trata de una familia de presuntos mafiosos con bastante dinero, algo de lujos se habrán permitido. El dinero siempre atrae lujos, es algo que no pueden evitar.

»Aquí mucho lujo no hay... y si ofrezco algo de dinero a cambio de información, seguro que delatan el sitio en un abrir y cerrar de ojos.
La chica echó un vistazo alrededor, confirmando su teoría. Con un poco de dinero en juego, seguro que soltaban dónde se podían esconder esa panda de maleantes.
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#17
—La verdad, no tengo ni idea de por dónde podríamos buscar. Pensaba en peinar la zona, chabola a chabola, buscando algún sitio que destaque sobre el resto. Supongo que si se trata de una familia de presuntos mafiosos con bastante dinero, algo de lujos se habrán permitido. El dinero siempre atrae lujos, es algo que no pueden evitar—

La peliblanca parecía conocer bastante bien los gustos de aquel tipo de gente, o al menos eso podía deducir la Hyuga de las palabras de la chica.

"Creo que puede ser un buen punto de partida, ese tipo de la katana vestía bien... así que supongo que también debe de vivir en un lugar mejor que este" echó de nuevo una mirada a su alrededor

—Aquí mucho lujo no hay... y si ofrezco algo de dinero a cambio de información, seguro que delatan el sitio en un abrir y cerrar de ojos.—

—Me parece una buena idea, ese tipo de gente hace dinero a costa de las desgracias de los demás— la peliblanca parecía un tanto enfadada, aunque trataba de controlarse —Así que estoy segura de que deben de tener negocios por este lugar, si no ellos al menos su banda— Mitsuki ajustó su wakizashi bajo su chubasquero —Cualquiera de las dos posiblidades nos lleva a ellos, aunque me temo que la segunda quizás nos dé más problemas—

"Si encontramos primero a su banda... no nos quedará más remedio que luchar, dudo mucho que nos den el paradero de esos dos por las buenas" la de Kusabi era consciente de que se habían metido en una dura empresa, meterse con una familia Yakuza no era precisamente algo recomendable

—Este sitio es muy grande, creo que lo mejor sería separarnos y tratar de reunir toda la información que podamos. ¿Te parece?— Mitsuki clavó sus ojos en los de la chica, que casi se escondían tras la cortina de agua que parecía no tener ni el más mínimo deseo de cesar
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#18
La Hyuuga confirmó que le parecía una buena idea peinar la zona en busca de algo que destacase en el entorno. No sería difícil encontrar algo de lujo entre chabolas y carreteras sin asfaltar, seguro que destacaban a leguas. Pero tampoco dejó de lado la segunda opción, sobornar a informadores terciarios en busca de la ubicación directa de los tarados esos Yakuza. Sin embargo, a la chica le pareció que la segunda opción daría mas problemas, la verdad que la Sarutobi no terminó de comprenderlo. Sin embargo, la otra chica no daba tiempo a recapacitar. Sugirió de seguidas que podían recabar información por separado, y tras ello reunirse de nuevo.

Katomi se llevó la mano al mentón, y lo frotó mientras reflexionaba rápidamente. Segundos mas tarde, afirmaba con un gesto rotundo y vertical de cabeza. —Está bien, hagamoslo así. Pero deberíamos ocultar la identidad, al menos un par de ellos nos han visto.— Tras unos rápidos sellos, la de Amegakure se transformó.

Con una apariencia así no destacaremos, y podemos reunir información de manera más fácil y sin comprometernos tanto.— Argumentó la chica, que ahora calzaba el cuerpo de un hombre de mediana edad. Su rostro y prendas estaban abatidas por el desgaste, algo asemejado a lo que las rodeaba. Mas que ropas vestía harapos de color verdoso, quizás síntoma de musgo creciendo en las desgastadas telas. Tono de piel oscuro, y cabellera sucia y despeinada que llegaba hasta la cintura de manera salvaje.

Digamos.... ¿en media hora en éste mismo lugar? ¿Te parece?

Realmente se estaba tomando la situación con frialdad. Tenía en mente buscar al chico, darle una paliza al padre, y posiblemente reducir a cenizas todo lo que se atreviese a interponerse en su camino. ¿Qué mas decir? Esa situación que vivía al pequeño le recordaba de manera descarada a lo sucedido a ella con su padrastro, sin duda alguna debía rescatar al chico de esa situación que tan bien conocía ella.

Si bien su compañera aceptaba en transformarse, o simplemente aceptaba en que comenzasen la búsqueda, la Sarutobi empezaría a andar. Tomaría rumbo al oeste, como en las películas de cowboys , por tomar una dirección. Simple azar.
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