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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Aquel era un bonito día soleado, sin ninguna nube en el cielo y con una temperatura simplemente perfecta, ni frío ni calor, uno podía pasarse por las calles sin abrigos y no padecería del frío por lo que la kunoichi podría salir de casa luciendo ese atuendo azul cernido a su cuerpo que tanto le gustaba justamente por lo mucho que la favorecía, aunque la cantidad de katanas que llevaba atadas por su cuerpo probablemente no ayudaba demasiado.

Hacía poco ya que se había graduado, en comparación con otros de sus parientes que preferían mantenerse quietos por un tiempo sin hacer absolutamente nada, simplemente para vanagloriarse de su pequeño logro. Noemi por su parte prefería empezar a moverse lo antes posible ya que agotada no estaba, es decir, la academia no era nada estresante ni agotadora por lo que excusas no habían para no empezar de inmediato.

Lo malo era que el trabajo no iba a llegarle a la puerta de su casa, tendría que ir personalmente a ver a Shiona para pedirle algún encargo sencillo, después de todo era una chica sin experiencia como kunoichi así que no se podía esperar algo de gran impacto, es más, no esperaba que la hicieran salir de la aldea siquiera.

«Mientras no tenga que limpiar los baños de la academia. »Pensaba mientras cruzaba el gran puente que daba directo con el edificio donde la Uzukage trabajaba. «¿Se acordará de los nombres de todos los genins? »Pensamiento aleatorio que se le vino a la cabeza mientras ingresaba al recinto y se acercaba a la recepción para asegurarse de que aquella mujer estuviese en su despacho, sería estúpido ir directamente a la oficina, tocar la puerta por horas y que para empezar la mujer no estuviese.

De cualquier manera, Noemi ya estaba frente al escritorio sonriendo cordial a aquel empleado de turno.

—Buenos días, quería saber si la Uzukage se encontraba en su despacho. Quería solicitarle una misión. —Decía la rubia mientras desanudaba la bandana que tenía en la cintura para mostrarla. —Me llamo Sakamoto Noemi, soy genin. —Hasta donde sabía, esa era la información que se solicitaba a los que pedían misiones.
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#2
Aquel día, como el anterior, había sido especialmente perfecto. El cielo azul cubría su villa haciendo que los rayos del sol iluminasen cada tejado con mimo y calor, realzando su rojizo color, y la temperatura animaba a los más jóvenes de la academia a salir en sus entrenamientos junto con sus sensei. Era un día tan bello que incluso podía a llegar a pensar que había algo parecido a paz en su villa.

Ese pensamiento había sido tal que casi nadie de la villa -a parte de los normalmente trabajadores- había pasado por allí disfrutando de aquel sol de primavera. Volvió a subirse las gafas mientras miraba con algo de rencor el papel frente al que se encontraba. Una frase más para ese informe, y acabaría redactado.

Entonces una voz sacó a aquel hombre de sus pensamientos e hizo que sus ojos ambarinos se levantasen, mirando a la chica que acababa de llamar su atención por encima de sus gafas cuadriculadas.

Buenos días, Sakamoto Noemi. — Esperó su turno de hablar atento a la voz de la joven, y por su tono podía deducir que era un poco autoritaria, aunque no le sostuvo gran importancia, hoy era un maravilloso día. — Entiendo, espera un momento aquí. — Respondió a las demandas de la kunoichi con tono amable para levantarse tranquilamente, enrollar el informe recién acabado de redactar y estamparle un sello con una espiral grabada en rojo sangre justo en el centro; y dirigirse hacia las escaleras, perdiéndose por la larga caminata hasta lo que había tras ellas.
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#3
Puede que no se haya expresado correctamente y haya sonado un tanto demandante, ¿pero no era entendible siendo su primera vez pidiendo una misión? De cualquier manera el hombre no se lo tomó de mala manera y respondió bien, indicándole que esperase un momento seguramente porque iría a comprobar si realmente Shiona se encontraba o no en su despacho.

—Claro, le agradezco mucho. —Respondió con una sonrisa y dedicándole una leve reverencia al empleado.

Al poco tiempo Noemi ya lo había perdido de vista, tampoco tenía mucho para hacer más que mirar por un lado o por el otro sin encontrar nada interesante por lo que no tardó demasiado en tomar un mechón de su propio cabello para jugar un poco con las puntas del mismo. «¿Será muy difícil llegar a Jounin? »Se alcanzó a preguntar mientras esperaba.

Tampoco era muy consciente de qué tan fuerte eran los shinobis de dicho rango, nunca en su vida había tenido un conflicto con uno, siquiera con chuunins.
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#4
Pasados unos minutos, el hombre recepcionista bajó los peldaños con tranquilidad. Shiona se encontraba de buen humor, y en ningún momento sintió miedo al entrar a su despacho -y es que lo tenía muy a menudo desde que entró a trabajar directamente en aquel edificio- solo respeto ante la madre de todos los habitantes de Uzushio. Y al recibir un sí por respuesta ante la petición de recibir en persona a uno de sus tantos shinobi, no dudó en bajar a informarle de inmediato y que comenzase su misión.

Una vez en la recepción de nuevo, se acercó a la de cabellos rubios con una sonrisa pintada en su rostro.

Sakamoto Noemi-san, Shiona-sama está esperando por usted. — Informó mientras se hacía a un lado de la escalinata. — Sabe dónde está su despacho, ¿no? Lo dejo en sus manos. — Alegó mientras se aproximaba a su mesa de nuevo para recibir a las demás personas que aparecían. — Le deseo buena suerte.

Y con un guiño de su ojo derecho, pasó su atención al señor mayor que se aproximaba a su mesa alegando algo sobre robos a su preciado huerto. Pero a él le daba igual, era un día maravilloso.
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#5
«Se abrieron las puntas… »Se lamentaba la chica mientras jugaba con un par de mechones de su cabello. «Ese tipo… Le dije que no use la navaja. »Pensó recordando el último corte de cabello y al tipo que no siguió las indicaciones que ella misma le había dado.

Pero todos sus pensamientos se verían despejados en cuanto pudo ver al hombre que la había atendido regresar y con buen semblante, por lo que la rubia se le acercó con cierta ilusión que se acentuaría más en cuanto escuchó las palabras de su superior.

—¡Muchas gracias! —Exclamaría alegremente en conjunto con una notoria reverencia ante aquel hombre y justo después de ello se encaminó al despacho de la Uzukage.

No recordaba cuándo había sido la última vez que había visto a la mujer, pero seguramente no habría sido tanto, puede que durante la ceremonia de graduación o algo similar aunque lo cierto era que no había interactuado directamente con ella y a solas por lo que algo nerviosa seguramente se mostraría al llegar a la puerta.

«Vamos mujer, solo viniste a pedir una misión. »Se decía a sí misma para alentarse a cruzar la puerta. Tras tragar saliva, decidió llamar a la puerta con unos golpes no muy exagerados y luego de unos segundos abrió lentamente la puerta para asomar la cabeza.

—Permiso… —Dijo algo tímida mientras entraba a la habitación rogando a los dioses que el recepcionista no le haya mentido. Una vez dentro cerró la puerta y se acercó un poco al escritorio, aunque a una distancia prudencial desde la cual saludaría con una reverencia. —Buenos días Uzukage-sama. —Luego de saludar Noemi hizo un momento de silencio para enderezarse completamente y luego proseguir. —Lamento importunarla, pero deseo solicitar una misión. —Concluyó esbozando una tímida sonrisa, no se comparaba con la que había mostrado momentos atrás en la recepción seguramente porque allí abajo no estaba tan nerviosa como ahora frente a Shiona.

«No te va a matar por pedir una maldita misión, además que es bueno para la aldea que los recién graduados también tomemos misiones. »Pero ni así lograba aliviar el nerviosismo que sentía.
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#6
Shiona permanecía quieta frente al gran ventanal que se alzaba a espaldas de su escritorio, sus manos reposaban en el alfeizar mientras que el viento primaveral jugaba con su largo y rojizo cabello. Tenía trabajo y estaba dispuesta a acabarlo aquella misma mañana, pero quería permitirse un poco de aire de vez en cuando. Se apartó por inercia un par de mechones que se habían posado sobre sus pestañas, entorpeciendo su vista, hasta que un par de golpes la sacaron de sus pensamientos.

Sus ojos violáceos viraron junto con su cuerpo, aunque no se alejó de la ventana quería encontrarse con aquella gennin que había pedido una audiencia con ella. Así fue como por la puerta entró una joven de cabellos dorados encontrándose cara a cara con la líder de su villa. Recelosa, la muchacha se acercó al escritorio pero Shiona no movió ni un dedo, solo la seguía con la mirada y el semblante serio, sin embargo no denotaba miedo, sino respeto.

Buenos días, Sakamoto. — Saludó con voz profunda para comenzar a moverse hacia su silla y buscar por su bien ordenado escritorio un pergamino que hace bien poco había redactado después de una petición. — No se preocupe, tengo la tarea adecuada.

»Es una misión encargada por una mujer que ha servido a nuestras filas durante mucho tiempo.

Buscó con mimo entre sus pergaminos perfectamente enrollados hasta que delineó el sello de la espiral en uno de ellos, el cual segundos más tarde tomó con delicadeza para entregárselo a la joven.



Misión rango D


Peticionario: Shinobu Tamako
Lugar: Calle del primer cerezo en flor (Calles de la Aldea)
Solicitud: Tamako, una de las más veteranas entre nuestras filas ya retirada; ha sufrido un deterioro importante en el vallado de su casa por las fuertes heladas que han ocurrido durante el frió invierno que ha azorado Uzushiogakure. Por ello ha pedido a nuestras más nuevas incorporaciones ayuda, ya que ella no se encuentra muy en condiciones para el arreglo.


Espero que todo vaya bien. — Añadió mientras se acomodaba en su silla para seguir con sus tareas.
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#7
Y allí estaba la líder de la aldea, de pie justo delante del ventanal por el que podía observar buena parte de la aldea, imponente sin siquiera hacer nada para lograrlo, ¿o era porque Noemi estaba nerviosa? Quién sabe, la cuestión era que tenía que mantener la compostura mientras estuviese frente a ella o seguramente pasaría a pensar que la rubia era una inútil que duraría muy poco en el oficio.

De cualquier manera, la pelirroja afirmó tener una buena tarea para la novata que se acercó un poco más al escritorio para poder tomar el pergamino que le tendieron.

Con la misma delicadeza con la que Shiona lo había entregado, Noemi lo tomó y desenrolló para leer lo que este ponía, no sin antes escuchar las palabras de su líder, obviamente.

—Entiendo. —Respondió cuando terminaba de leer el contenido. —Lo haré lo mejor posible. —Afirmó con una cordial sonrisa mientras volvía a enrollar el pergamino y guardarlo en su portaobjetos.

«Espero que solo esté deteriorado y no destrozado. Y que no tenga mascotas o críos molestos. »Pensó la kunoichi por un instante.

—Le agradezco su tiempo Uzukage-sama. —Comentó dedicándole una ligera reverencia a su líder. —Que tenga un buen día. —Y tras despedirse con un tono neutro, la kunoichi se dirigió a la puerta.

Si nada la detenía se retiraría del edificio en busca del mencionado lugar, la casa de Tamako que seguramente sería fácil de reconocer por el asunto del vallado, a no ser… Que todas las casas de esa calle estén en igualdad de condiciones, allí se complicará para la rubia el encontrar la casa correcta. «Por lo menos no tengo que limpiar baños. »
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#8
Después de dejar el edificio de la Uzukage, Noemi se dirigió hacia la calle señalada en el pergamino que tenía en su posesión. La calle en particular no se encontraba lejos de la zona donde se encontraba, tal vez un par de calles a la izquierda, pero eso no impedía a la kunoichi llegar en unos pocos minutos si se lo proponía.

Al llegar, encontraría una hilera de casas de una sola planta, de paredes blanquecinas decoradas con piedras en lo más bajo de las mismas, y tejados carmesí, a juego con el vallado que tenían también pintado de rojo. La calle en sí era grande y justo en frente de las casas se encontraba un pequeño parque lleno de cerezos. Lo curioso de las casas era que, aun siendo bastante pequeñas, contaban con un amplio jardín de diferentes tipos de flores y árboles, incluso los más atrevidos tenían animales: perros, gatos...

Ovejas...

Dos de las casas contaban con una oveja, sí, una oveja como animal de compañía. La primera casa tenía el vallado tristemente destrozado, en la cual si Noemi se acercaba, podría leer en la entrada Shinobu Tamako. La segunda casa, con el vallado un poco tocado pero pasable, se encontraba a dos casas más allá.
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#9
«Con un poco de suerte es una parte pequeña. »Pensaba la kunoichi haciéndose la idea de que tendría que estar trabajando madera todo el bendito día, a no ser que su suposición fuese acertada y en realidad se tratase de un par de tablones pequeños dañados, cosa que terminase en un par de horas como mucho.

Aquel día las calles se mantenían muy tranquilas, poca era la gente que pasaba pero el ambiente se mantenía bastante pacífico, no era como otros pueblos donde se sentía la tensión a cada paso que dabas y temías por tu integridad, para nada, se sentía como si nada pudiera llegar a interrumpirte o pasarte y aquellas viviendas, todas tan parecidas si bien denotaban la monotonía y simpleza del lugar, le daban cierto toque alegre a la calle.

Además de árboles y diversas flores de agradables perfumes, en ese barrio abundaban los animales, mascotas de los pueblerinos en gran mayoría y seguramente algún callejero también pero que no haría ningún alboroto, pues la paz se respiraba hasta que la rubia pudo divisar algo que rompía todo tipo de esquema posible. «¿A quién se le ocurrirá tener una oveja de mascota? »Se preguntó a sí misma en lo que se acercaba al vallado para comprobar que aquella no era la vivienda a la que tenía que hacer visita.

Lo había hecho con todas las otras casas que había pasado anteriormente solo para asegurarse de que no se la había saltado por error, además de que muchas indicaciones no tenía en el pergamino y lo que menos esperaba era que esa veterana y presunta superior fuese a tener un gusto tan particular en cuanto a fauna.

—No jodas… —Susurró para sí misma con un ligero tic en el ojo izquierdo, incapaz de concebir lo que leía.

«Vamos Noemi, es una oveja, no hacen gran cosa. »Pensaba para convencerse justo antes de recuperar el temple y adentrarse en aquel jardín pura y exclusivamente para llamar a la puerta, aunque tuvo que hacerlo con extrema delicadeza por miedo a darse más trabajo a sí misma.
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#10
Noemi, llevada por su instinto de kunoichi que quiere completar una misión cueste lo que cueste, se aventuró sobre la puerta de madera a punto de romperse para, efectivamente, romperse a su paso nada más dar las primeras zancadas hacia su destino, con un sonoro plaf, las cuatro placas de madera que conformaban la puerta del vallado cayeron al suelo dejando una nube de polvo como manta para su eterno sueño.

La oveja, por otro lado, se asustó ante el estruendo, haciendo que su cabeza cubierta la mayoría de lana se levantase inmediatamente para encontrarse con la rubia que había decidido allanar su preciado jardín. Asustada y enfadada a partes iguales, el animal reclinó su cabeza y bufó antes de...

¡Emprender una carrera para embestir a la kunoichi!

Pero antes de que pudiese llegar a tocar un solo cabello de la sedosa melena de la joven, un objeto contundente dejó fuera de combate al enfurecido animal, cayendo en un profundo sueño a los pies de la Sakamoto.

Esta Tamachin, ya no es lo que era. — Una voz proveniente de una de las ventanas de la pequeña casa llamó la atención de la menor, y si levantaba su vista se encontraría con una mujer de corta melena blanquecina y varias arrugas esparcidas por todo su rostro. Su brazo derecho reposaba sobre el alfeizar de la ventana mientras que el otro sujetaba sus ya mayores caderas. — Pequeña, ¿tú quién eres? — Preguntó con voz melosa.
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#11
Que no, que la puerta se cayó solita, Noemi no tuvo la culpa si apenas llegó a tocarla que se desplomó ante ella y en consecuencia la oveja pareció más que dispuesta a matarla. Puede que hasta ese bufido en lenguaje oveja haya significado algo como “Vas a morir, perra” o alguna otra cosa no apta para niño.

«¡No jodas! »Pensó la horrorizada la rubia al ver al animal cargar con toda su furia contra ella, el animal se mostraba dispuesto a todo cuando se trataba de defender su territorio, dígase el jardín frontal de la casa de aquella tal Tamako pero de la nada un objeto contundente no identificado le dio de lleno y la dejó tumbada a pies de la chica que realmente, no sabía cómo debía de reaccionar a nada de todo lo ocurrido. «Bueno, mientras no me echen la culpa de eso no habrá problemas. »Se dijo a sí misma en lo que se enderezaba y miraba estupefacta al animal que se mostraba dispuesto a agredirla.

— Esta Tamachin, ya no es lo que era. —Era la voz de una anciana, una que Noemi ni se percató que estaba hasta que soltó ese comentario que seguramente iba dirigido a la oveja dormilona y no fue hasta entonces que la kunoichi alzó la mirada.

— Pequeña, ¿tú quién eres? —Preguntó la mayor provocando que la joven reaccionase algo nerviosa mientras rebuscaba en su portaobjetos el pergamino que se le había otorgado.

—Sí, este… —Respondió apenas hasta que atrapó el pergamino y se lo mostró a la mujer. Suponía que si era Tamako reconocería el color y adornado del mismo como usualmente eran los rollos de esas misiones. —Me llamo Sakamoto Noemi, se me asignó que la ayudase con su problema del vallado. —Se presentó finalmente dándole una explicación rápida de los motivos de su visita.

Sin más, la kunoichi decidió pasar lentamente por encima de la oveja, con la delicadeza suficiente para evitar despertarla o lo que fuese posible hacer y se acercaría a la anciana para tenderle el pergamino por si le hacía falta comprobarlo. «Igual, estamos dentro de la aldea, nadie va a pasearse con una bandana falsa aquí. Aparte que fue una kunoichi, seguro y se daría cuenta si le miento o no. »Pensaba mientras se acercaba a la mujer.

—Usted es Shinobu Tamako, ¿verdad? Es un placer. —Comentaría con una cordial sonrisa y un tono bastante amable.

Momentos atrás con el empleado del edificio de la Uzukage había usado uno un tanto malinterpretable así que sentía la necesidad de cambiar un poco su forma de expresarse para evitarse malos entendidos y demás problemas.
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#12
Sakamoto Noemi... — Murmuró cada sílaba del nombre con dulzura mientras posaba sus viejunos ojos sobre el pergamino que le enseñaba. Sin embargo, no contestó al ver como la joven se acercaba más a ella pasando por encima de su preciado animal, pero no le dio importancia, pues su interés estaba puesto en la rubia que estaba ahora delante de ella.

—Usted es Shinobu Tamako, ¿verdad? Es un placer.

Efectivamente, jovencita. — Afirmó mientras apartaba con suavidad el pergamino para que lo guardase la joven. — Veo que los gennin de hoy en día son muy diferentes a los que se graduaron conmigo... Qué tiempos. — Divagó con una chispa en la mirada, pero rápidamente la apagó, centrándose en el presente. — Entonces estás aquí para ayudarme con el vallado, bien, bien. — Y dicho eso la mujer desapareció por la ventana.

Un minuto después, la puerta de la casa se abría y la dueña salía ayudada de un corto bastón de madera de pino, acercándose lentamente hacia la kunoichi que aún estaba en el jardín.

Todo lo que necesites está en el cobertizo de ahí, ¿ves? Justo al lado de la casa de Tamachin. — Señaló hacia su izquierda con el bastón. — Algunas partes del vallado pueden salvarse con pintarlas y barnizarlas correctamente, pero algunas están ya casi por caerse... — Explicaba mientras se acercaba al cobertizo señalado, cuando...

¡Por los cabellos de Shiona-sama! ¡El barniz! — Exclamó, horrorizada, pues había descubierto que estaba falta de la sustancia necesaria para rejuvenecer su vallado.
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#13
Realmente esperaba que la anciana respondiera un poco más rápido, que hiciera esos silencios solo lograba incomodar a la rubia por el temor de haber dicho o hablado de alguna forma malsonante y terminase por ofenderla, situación que si llegaba a darse seguramente implicaría tener que reportar una misión fallida de una forma un tanto abrupta y hasta estúpida. Sin mencionar que probablemente termine rompiendo un récord mundial.

No fue hasta que estuvo al alcance de la contraria que recibió una respuesta e inclusive una señal para que se guardase el pergamino lo cual llamó un tanto la atención de Noemi que miró un tanto curiosa a la mujer mientras guardaba el rollo en el portaobjetos nuevamente.

— Veo que los gennin de hoy en día son muy diferentes a los que se graduaron conmigo... Qué tiempos. —Fue algo que la rubia no supo cómo tomarse, si como un cumplido o una especie de insulto hacia toda su generación, tal vez le resultó molesto que ella se acercase tanto sin ningún tipo de autorización o incluso podría ser que no le agradase ver a una kunoichi como lo era ella ejerciendo como tal. «¿Será que mi forma de vestir le molesta? No sería la primera pero no tengo por qué hacerles caso, ¿o sí? »Razonaba en silencio en lo que esperaba hasta tener una buena oportunidad para hablar.

— Entonces estás aquí para ayudarme con el vallado, bien, bien. —Dijo la mujer, cosa que le sacó una alegre sonrisa a la kunoichi que se mostraba de buen ánimo para llevar a cabo la tarea que se le había asignado.

—Efectiv… —Y ya no tenía caso siquiera terminar la palabra porque la tal Tamako se había retirado, y no sabía a ciencia cierta si tenía problemas auditivos. —Amente... —Concluyó de todas formas manteniéndose unos segundos estática y con la misma exacta expresión en el rostro.

«Al menos podrías escucharme. »Pensó por un segundo antes de girarse ver a la anciana que había decidido salir para dar indicaciones, como la ubicación de herramientas y demás elementos que ayudarían a la Sakamoto a cumplir su pequeña misión. — pero algunas están ya casi por caerse... —Dijo la anciana lo cual hizo que la más joven girase por un instante la cabeza hacia la puerta que había caído momentos atrás. «Dímelo a mí»Y mientras caminaba en silencio, escuchando cada palabra de la mayor, terminó por ensordecer en un abrir y cerrar de ojos por un escandaloso grito por parte de su interlocutora. Y todo por un barniz.

—¿Debería comprar un poco antes de comenzar a trabajar? —Consultó algo nerviosa la genin que se había ubicado a un lado de Tamako para tener una mejor vista del interior del cobertizo.

Si le decía que no pues no iría, mayor ciencia no había y su trabajo se vería considerablemente aliviado ya que no tendría que esperar a que la pintura se seque para aplicar el dichoso barniz después.
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#14
Los ojos de la anciana se iluminaron al escuchar la pregunta de la kunoichi.

—¿Debería comprar un poco antes de comenzar a trabajar?

¿Harías eso por mí? — Preguntó con voz esperanzada. — ¡Qué amabilidad! ¡Ya no quedan jóvenes como tú por estos lares! — Alegó mientras rebuscaba en sus anchos bolsillos de la bata oscura que llevaba. — Toma, hija, toma, con estos ryos tendrás suficiente para comprar un par de botes de barniz.

Su mano, temblorosa, salió de su bolsillo izquierdo para tender a Noemi un bien cuidado monedero de cuero negro con el símbolo del remolino en carmesí, a la espera de que la rubia lo tomase.

La tienda de Shinichi está pasada una calle, ¿ves aquel parque? Sigue recto por ese caminito y lo encontrarás, ¡menos mal que está cerca, eh!

»¡Confío en tu buen juicio para elegir barniz, y no te preocupes por el dinero, mientras me devuelvas el monedero y lo que te sobre con eso vale!

Y con ello dio dos golpecitos en la espalda de Noemi, animándola a emprender su viaje a la tienda.
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#15
—Claro. —Diría con una cordial sonrisa la kunoichi.

«Es parte del encargo supongo, conseguir materiales para reparar el vallado. »Y si no lo era que la partiera un rayo porque de todas formas lo iba a hacer, inclusive no le hacía falta que le dieran dinero puesto que algo de barniz seguramente terminaría por ser barato, además que ella no había aceptado una misión por el dinero propiamente dicho, sino más bien por la experiencia y poco a poco ir consiguiendo algo de reconocimiento por parte de Shiona, y por algún lado tenía que comenzar.

Con suma delicadeza tomó el monedero que Tamako le ofrecía a la vez que escuchaba con suma atención las indicaciones que esta le daba aunque solo le dijo de un lugar donde podría comprar el producto, ninguna especificación al respecto por lo que probablemente cualquiera iría bien. «Ni el más caro ni el más barato supongo yo. »Pensó antes de asentir con una sonrisa dibujada en el rostro tras recibir aquellas palmadas en la espalda.

—Volveré enseguida. —Dijo alegre antes de saltar el vallado sin tocarlo para seguir a paso ligero según las indicaciones de la anciana.

Supuestamente debía de estar bastante cerca, el parque al menos lo estaba porque en menos de un minuto llegó hasta el mismo y ya se encontraba siguiendo el sendero, lo que significaba que ya en poco debería poder vislumbrar la tienda donde comprar el barniz. «Espero que esté abierto. »Se dijo a sí misma sin aflojar el paso y manteniendo el monedero en su diestra firmemente.
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