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Se acercaba al sitio donde había estado la nube de polvo de Izumi, y Taeko ya sentía el chakra que había imbuido en el aro metálico del shuriken. Giró su cuerpo, pasó el shuriken que tenía la diestra a la siniestra y extendió su brazo derecho en dirección al objeto. El shuriken entonces voló desde el suelo hasta su mano. A pesar de que le dolía apretar el proyectil, lo tomó con fuerza, para luego girar ambos con sus dedos dentro de los anillos.
”Eso es lo que te quería mostrar” pensó, como si pudiese comunicarse telepáticamente con su compañera.
La pelirrosa mantenía su distancia. Tal vez era una mezcla entre cansancio y estrategia. Taeko tampoco estaba al cien por ciento. Su respiración se hacía más pesada y su cuerpo estaba más caliente y gastado. Sentía el sudor recorrer su piel, y su pecho subir y bajar con más frecuencia.
”Le dije que era de medio alcance, y no estaba mal. A tal distancia mis tiros no serán muy precisos. Pero si me acerco demasiado… su bokuto me dejará fuera de combate.”
Tendría que hacer uso de una estrategia similar a la anterior. Podría atacar con sus shurikens por delante y por detrás, solo tenía que hacer un buen lanzamiento y evadir la espada de madera. Si lo desviaba, sería mucho más difícil recuperarlo.
De repente, Taeko comenzó a correr hacia Izumi, preparando sus armas. Lanzaría el shuriken de su izquierda y derecha casi al mismo tiempo: el de la izquierda apuntando a sus pies y el otro a su torso. Se detendría justo antes de llegar a ella, y esperaría a que sus proyectiles conectaran. Si lo hacían o no dictaría su siguiente movimiento.
TAEKO
–
– +10 –
¤Shuriken de madera: 0/5
Tras una breve pausa, la peliplateada comenzó a correr hacia delante a toda velocidad con la clara intención de liquidar el trámite.
"Aquí viene" la pelirosa se mantendría a la espera, sabía que la chica no se acercaría demasiado sin antes lanzarle un ataque a distancia que la forzase a reaccionar "Un poco más" en cuanto Taeko hizo el ademán de lanzar el primer shuriken, Izumi realizaría con su mano izquierda una sucesión de sellos bastante familiar: Tigre → Buey → Perro → Conejo → Serpiente.
Inundo sus pulmones con aire y finalizar los sellos, libero una ráfaga de viento lo suficientemente fuerte como para desviar las armas y empujar a la chica hacia atrás "¡Ahora!" Tras su técnica, Izumi correría a toda velocidad aprovechando la abertura que había creado con su técnica tratando de llegar hasta donde se encontraba su rival para ponerle el bokkuto en el cuello y acabar con esto de una vez por todas.
Era posiblemente su última oportunidad, estaba cansada y le dolía todo el cuerpo, en especial su espalda. Sin embargo, su orgullo era lo suficientemente grande como para tirar aquel último ataque a la desesperada
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Apenas lanzó los shuriken, Taeko notó algo extraño. Izumi hacía sellos con una sola mano. A pesar de que así había lanzado la nube de polvo, no se había dado cuenta de ello hasta el jutsu que hacía en ese momento, Daitoppa. La pelirrosa le regresó la técnica de viento, lanzando a la silenciosa chica hacia atrás y apartando sus proyectiles.
"¡No! ¡Hiki!" pensó, mientras era rechazada y empujada, mientras extendía sus brazos hacia adelante y los lados, buscando los shurikens. Las armas, desviadas por la fuerte corriente de aire, volaron hacia Taeko y volvieron a sus manos, pues no se habían alejado lo suficiente. El golpe del jutsu había hecho que Taeko cerrara los ojos, pero estaba segura de que su compañera aprovecharía el momento para atacar.
La peliplateada no pudo mantenerse en pie al tocar el suelo, y cayó de espalda, apretando los dientes para resistir el ardor. Sabía que no tenía mucho tiempo para contraatacar, y en una especie de acto reflejo, extendió los brazos hacia adelante y arriba, con los shuriken apuntando en esa dirección. Cuando abrió los ojos, Izumi tenía su bokuto contra su cuello, apenas presionada contra su piel, pero firmemente inmóvil. Los shuriken, que Taeko supuso estaba intentando usar como cuchillas cuerpo a cuerpo, no llegaban ni a las manos con las que la pelirrosa sostenía la espada de madera. Era definitivo: había perdido.
Sonrió ampliamente y se dejo vencer por el cansancio y el dolor, echando la cabeza sobre el césped y bajando los brazos a la vez que soltaba los shuriken. Si hubiese podido hablar, habría llenado el lugar de una risa alegre pero exhausta. Alzó una adolorida mano derecha y levantó el pulgar en dirección a Izumi. Su espalda le ardía el doble, y su mano temblaba con levedad.
"Necesito una manzana. Y un baño. Y dormir por dos días." pensó de broma, pero se reprendió casi al momento, pues si hubiese sido una batalla de verdad, estaría muerta en ese momento. Sacudió la cabeza, quitándose ese pensamiento. "Fue solo un entrenamiento... Y me quedó claro que debo practicar más. Pero lo más importante: conocí a Izumi-san hoy."
Estaba casi tan cansada como feliz, a pesar de no haber sido muy efectiva en combate. Solo esperaba que Izumi hubiese pasado tan buen rato como ella.
Todo había acabado, su bokken a la altura del cuello de su compañera finalizó aquel combate de entrenamiento que se había convertido en algo más intenso de lo esperado. Una vez Taeko dejó sus brazos caer en señal de rendición, Izumi hizo lo propio apartando el arma con cuidado antes de envainarlo a la manera tradicional en su cintura.
La pelirosa devolvió una cansada sonrisa a su compañera, mientras resoplaba exhausta —¡Gran trabajo!— felicitó la kunochi justo cuando la otra chica extendía su brazo derecho con el pulgar levantado. Tendió la mano con la palma extendida para ayudar a Taeko levantarse
"Es una chica realmente sorprendente, nunca había visto alguien capaz de usar los shurikens de esa manera.." seguía sorprendida por la forma en que su rival había controlado las armas, era casi como magia a sus ojos. "¿Hilo shinobi tal vez?" sin embargo los movimientos, la sensación en el aire... todo indicaba que se trataba de otra cosa mucho más efectiva
Si Taeko aceptaba la mano de la pelirosa, esta tiraría con fuerza de ella hasta levantarla —¿Te encuentras bien?— se intereso la joven
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Izumi extendió su mano para ayudar a Taeko a incorporarse. Ésta aceptó con gusto la oferta, aunque utilizó ambas manos para aferrarse a la de la chica, pues le dio la impresión que su diestra no sería suficiente para sostenerla.
Se puso en pie, tallándose la espalda baja y un costado con su mano izquierda, mientras asentía sonriente ante la pregunta de la pelirrosa. Claro que estaba muy adolorida y cansada, pero también estaba muy contenta por haber tenido un entrenamiento así con la espadachina.
”¡Fue tan emocionante! Izumi-san es tan hábil con la espada, y a mí me hace falta practicar mucho mi puntería. ¡Necesito entrenar más y pensar muchas estrategias!”
Respiró profunda y pausadamente, intentando calmar lo agitado que estaba su cuerpo. Taeko se señaló con el pulgar y asintió, luego señaló a Izumi, intentando comunicarle que estaba bien, pero estaba interesada en si ella lo estaba. Acto seguido se agachó y recogió con mano temblorosa los shuriken que había soltado. Al fin y al cabo los tenía que devolver, junto con la shinai.
”¿Dónde quedaron los otros tres? Espero no haber perdido ninguno…” Fue entonces por toda el área, aunque no tardó mucho en ubicarlos y recogerlos. Luego fue a por su libretita para escribirle a Izumi. Su letra era temblorosa, pues su mano le dolía, pero, gracias a su práctica de escritura, perfectamente entendible.
≫¡Eso fue espectacular, Izumi-san! Quisiera haber podido dar más de mí…
De pronto la invadió el pensamiento de “si hubiese sido un combate real, habría muerto”. Pero Taeko no dejó que le bajara el ánimo. Había disfrutado de todo incluso si había perdido el enfrentamiento.
Una vez de pie, la chica respondió con una sonrisa a su interrogante a la vez que se agarraba espalda y costado —Sí, nos hemos pegado un buen costalazo— bromeo la pelirosa que hizo lo propio llevándose su mano izquierda hasta la espalda, a ella también le dolía y bastante de hecho.
Taeko señaló su pulgar mientras asentía, para después señalar a Izumi "No sé si he entendido bien" su intuición le decía que su interlocutora trataba de devolverle su pregunta, así que decidió responder aún a riesgo de equivocarse
—Hecha polvo— respondió con una sonrisa —Me has dado una buena paliza— mientras tanto la peliplateada rastreaba el suelo en busca de sus shurikens, los cuales fue recogiendo poco a poco —tienes muy buena técnica— alabó Izumi a su compañera, mientras se recolocaba el keikogi ajustando el nudo sobre el lado izquierdo de su pecho.
Tras recuperar sus armas, Taeko se dirigió hasta su mochila para recuperar su cuaderno, sobre el que volvió a escribir de nuevo para después mostrárselo a la Izumi
≫¡Eso fue espectacular, Izumi-san! Quisiera haber podido dar más de mí…
—¡Pero si lo has hecho casi perfecto!— protestó —Podías haber ganado tú perfectamente— lo decía con total convicción
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No es que Taeko quisiese pecar de falsa modestia, era solo que no estaba convencida lo que decía Izumi, sin importar de la confianza con la que ella lo dijese. La peliplateada no pensaba haberlo hecho casi perfecto, o de haber podido ganar, al menos no en su nivel actual.
Sin embargo, no rechistó ni contestó. Aceptó las palabras de la pelirrosa con una amable reverencia y una cansada sonrisa.
Izumi había acabado tan magullada como Taeko. Era una experiencia de la cual ambas podían aprender. Escribió otra nota y dibujó una carita sonriente al lado, que salió algo chueca por la falta de firmeza en su mano.
≫Creo que es suficiente actividad por hoy.
La peliplateada extendió entonces una mano a su compañera. Un saludo amistoso para concluir un gran entrenamiento.
Después de ello, Taeko iría a su mochila, guardaría los shuriken y recogería la shinai. Lista para regresar a devolverla, o para acompañar a Izumi de regreso a las calles de la aldea, si era posible. Una parte de ella quería recostarse a descansar, pero temía no poderse levantar después por mucho rato.
”¡Izumi es tan genial! Hoy gané una excelente compañera.” pensó mientras mostraba una sonrisa que sobresalía entre el polvo y el sudor en su rostro.
Taeko parecía ser una chica muy cumplida, a todo respondía con una sonrisa y una reverencia "Es bastante más educada que la mayoría de gennins que conozco..." la imagen del alborotador con coleta apareció en su mente "Y si la comparamos con él ya ni te cuento... ¿Por qué no me pudo tocar ella en el equipo en lugar de ese descerebrado?" no podía evitar lamentarse de su mala fortuna.
≫Creo que es suficiente actividad por hoy.
—Y que lo digas, hoy no me muevo más en todo el día...— alargó su mano derecha para estrechar la de su compañera —No hay nada como un buen descanso después de hacer ejercicio — mientras la otra chica recogía su equipamiento, Izumi estiraba su espalda. Aún le dolía bastante
"Y un buen baño, me voy a convertir en una maldita pasa"
—Oh... mierda— justo en aquel instante recordó que seguramente Tomoe la estaría esperando desde hace un buen rato
"Me la debo de haber cargado bien hoy..." con todo el ajetreo del entrenamiento, había olvidado que ahora le tocaba cumplir con su promesa y continuar con sus clases de medicina "Bueno... ya de nada sirve preocuparse, no hay nada que pueda hacer para arreglarlo" se resignó la joven que no pudo evitar lanzar un leve suspiro "De todas formas, creo que el precio es justo. He conocido a Taeko y he visto mis limitaciones actuales, si... creo que es más que justo"
—Bueno, creo que es hora de volver— comentó a la otra chica una vez que está había terminado de recoger sus enseres —¿Por dónde queda tu casa más o menos? Yo vivo al final del Bunkyo, en la otra punta de la aldea— bromeó la pelirosa
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Al final, tanto Izumi como Taeko habían acabado de buen humor. Exhaustas, sí, pero contentas. La pelirrosa bromeaba acerca de echarse a descansar y no moverse en todo el día, ante lo cual la peliplateada soltó una silenciosa risa. Sin embargo, una expresión diferente surcó el rostro de la espadachina a la vez que soltaba un leve improperio. Como si algo terrible hubiese pasado de repente.
≫¿Pasa algo, Izumi-san? se apresuró a escribirle en la libretita.
La chica mencionó que era hora de irse, y Taeko concordó asintiendo. Había sido un entrenamiento fructífero, y las dos se irían contentas. Al escuchar que su compañera vivía en Bunkyo, Taeko soltó un mudo “ooh”.
Es una de las zonas mejor acomodadas, ¿no? ¡No se le nota! Apuesto a que su casa es hermosa. Pensó con curiosidad, para luego escribir una nota más en respuesta a su nueva amiga.
≫¡Bunkyo! ¡Qué genial! Yo vivo en la parte oeste de Kashiba. Pero ahora tengo que ir a los dojos de entrenamiento a entregar primero el material que pedí prestado…
Recordó la shinai con el take roto y se avergonzó un poco. Era algo torpe maltratar equipo en su primer préstamo, incluso si era material de entrenamiento básico. Sacudió la cabeza para sacarse ese pensamiento de la mente. Luego escribió de nuevo.
≫¡Aunque puedes visitarme cuando quieras!
Se apresuró entonces a dibujar un burdo croquis en una hoja en blanco para entregárselo. En él se podía apreciar la puerta sur de Kusagakure, y la calle que se formaba desde ella y ascendía, torciéndose ligeramente hacia el noreste para dirigirse al centro de la Aldea. En la zona de Kashiba, un área con poco de especial que se ubicaba en el borde de la ciudad, esa calle principal se cruzaba con varias callejuelas, que a su vez formaban una especie de cuadrícula entre sí. Taeko encerró uno de esos cuadritos, dibujó un arbolito que parecía más un arbusto y escribió al primer kanji de su nombre, tae.
Esperaba que la chica pudiese encontrar su hogar. ¡Cuánto gusto le daría recibirla alguna vez!
Después de entregarle el croquis, le dedicó una nota más, acompañada de una carita sonriente.
≫Es un gran placer conocerte, Izumi-san. Gracias por todo lo de hoy.
Al enseñársela, no pudo evitar pensar que, el decirle eso y el invitarla a su casa, sonaba muy parecido a una cita. Se sonrojó un poco, aunque por lo agitada y sudada que estaba, no se notó.
≫¿Pasa algo, Izumi-san? escribió la peliplateada en su libretilla con su depurada caligrafía, aunque un poco desdibujada por el cansancio
—Nada, nada— negó con la mano —Sólo que he recordado algo que tenía que hacer y casi olvido— respondió sin querer entrar en más detalles, pues informar a la otra chica de que seguramente sería castigada por llegar tarde a las clases no era una buena forma de terminar una conversación.
Taeko pareció sorprenderse ante la revelación de que su interlocutora vivía en el Bunkyo
≫¡Bunkyo! ¡Qué genial! Yo vivo en la parte oeste de Kashiba. Pero ahora tengo que ir a los dojos de entrenamiento a entregar primero el material que pedí prestado…
"¿Kashiba? Creo que nunca he estado allí"
≫¡Aunque puedes visitarme cuando quieras! escribió en su libreta antes de comenzar a dibujar un croquis, a pesar de la volocidad con la que lo hacía le estaba quedando mucho mejor que los dibujos más esmerados de la Sanshouo
"No tengo ningún talento para el dibujo..." eso es lo que le había quedado claro nada más recibir el mapa entre sus manos
—Dibujas genial— alabó a su compañera mientras ojeaba el mapa —Tendré que pasarme algún día a que me des algunas clases— bromeó la pelirosa
≫Es un gran placer conocerte, Izumi-san. Gracias por todo lo de hoy.
—El placer es mío— hizo una reverencia —Sí alguna vez necesitas algo, ven a verme— justo en aquel instante cayó en que ella no tenía una forma clara de indicarle a la chica donde estaba su casa "A cierto, eso servirá"
—Busca las salamandras— la valla que rodeaba la mansión de los Sanshouo tenía ladrillos incrustados con salamandras talladas en ellos —Bueno, tengo que irme. Me deben estar esperando— hizo una nueva reverencia antes de darse la vuelta y comenzar a correr en dirección a la ciudad —Espero que nos volvamos a ver pronto— se despidió agitando la mano una vez se alejó un poco, para finalmente alejarse a toda velocidad
"Esta vez me la he cargado pero bien, aún así estoy segura de que ha merecido la pena"
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Izumi halagó el dibujo de Taeko, aunque fue solo un croquis tosco, y lo tomó contenta. Tenía que irse, pues al parecer tenía alguna especie de cita por cumplir. La peliplateada asintió, y se alegró cuando su compañera la invitó a su casa.
"Sólo tengo que buscar la salamandra... ¡Hecho!"
Se alejó entonces a toda velocidad, despidiéndose con un ademán. Taeko correspondió agitando la mano, y la vio correr hacia la urbe. Soltó un suspiro y luego comenzó a andar lentamente hacia los dojos de entrenamiento, con la shinai en mano y los shuriken en su mochila. No dejó de pensar en todo el camino en la experiencia que había tenido.
"Descubrí a una gran persona hoy. ¡Y descubrí que debo de entrenar mucho más! Tal vez algún día pueda ser tan fuerte como Izumi-san. Tal vez cuando domine ese jutsu... Algún día... Espero que mamá no se asuste de verme llegar así..."
Y emprendió su lenta y cansada caminata de vuelta.
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