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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#46
El chico pareció sorprendido en un principio, pero no tardó en satisfacer su curiosidad a base de palabras. El matasanos lanzó la tesis de que la chica podía bien tener la experiencia de un jounin, o incluso mas, pese a haber olvidado su edad. Casi debía ser cierto, salvo por el detalle de que muchas veces perdía hasta la memoria tras morir, y con ello la experiencia de combate y situaciones reales en misiones. La verdad, era un auténtico suplicio si lo pensaba, había vivido tanto o mas que la mismísima Arashikage... y sin embargo aún seguía siendo una simple genin.

La pelirroja se mantuvo en silencio por un instante, momento que el joven aprovechó para seguir con su interrogatorio. Ahora la pregunta fue a buscar información de cómo se mantenía joven, lo cuál era una pregunta ilógica sabiéndose que era inmortal. Tras ello, le pidió a la chica que en cuanto saliesen del antro, le contase alguna batallita del pasado, algo importante o interesante. Sin duda, su curiosidad era comparable a la de la chica.

La verdad, cuando muero mas de una vez seguida, pierdo un lapso de tiempo de memoria. Perfectamente podría olvidar todo ésto si muero unas cuantas veces, hasta me olvidaría de ti. Así que como podrás imaginar... he olvidado muchisimas cosas, quizás debiese ser jounin o incluso anbu, pero... mis habilidades no llegan a florecer, pues cada vez que me arriesgo demasiado, olvido la mayor parte de las cosas... Si no me equivoco, la Arashikage era genin de mi promoción. —contestó, intentando aclarar lo de su memoria. —Sobre lo de la apariencia... me quedé atrapada en ésta apariencia hace mucho. Ni enfermo, ni envejezco, ni me quedan cicatrices. No es ningún tipo de henge ni nada parecido, es mi propio cuerpo que se mantiene tal y como está.

Al llegar las mariposas, decidieron continuar el camino. Avanzaron por el túnel hasta encontrar la otra celda, la que estaba abarrotada de conejos, pero no se detuvieron por mucho tiempo. Al llegar al final, donde aguardaba la salida, ambos observaron cómo el único conejo que había escapado de la anterior celda, intentaba salir. Keisuke no tardó en preguntar si debían liberarlos, afirmando que conocía la manera de hacerlo, pero que sería ruidoso.

Espera entonces... miraré antes lo que hay fuera de ésta reja, y sin no hay un centenar de maleantes o un dragón de jade, pues entonces podrías hacer ruido para romper los barrotes. La verdad, mis métodos no serían menos ortodoxos...

Dicho y hecho, la chica liberó de nuevo unas cuantas mariposas, que se colarían por los barrotes que los mantenían cautivos. Volarían en pos de averiguar qué mas había mas allá, todo fuese por mantener el factor sorpresa.
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#47
Aiko fue respondiendo, amablemente, a cada una de mis interrogante, pareció ni siquiera molestarle tantas incógnitas de mi parte, fue algo que me alivió; tras cada una de sus palabras fui entendiendo más su situación, no era una inmortalidad perfecta, tenía muchos defectos según lo que parecía.

—Vaya… Tiene sus beneficios y sus desventajas.— Agregué cuando terminaron las explicaciones. Ahora estaba mucho más satisfecho y conocía mucho más a la pelirroja.

Las mariposas se desprendieron nuevamente del cuerpo de la femenina y traspasaron las rejas sin dificultad alguna, por mi parte seguí los papelillos voladores hasta la puerta de madera, la cual estaba cerrada y solo se abriría si la kunoichi tenía alguna habilidad más bajo la manga, de no ser así el portal seguiría clausurado.

—¿Las mariposas pueden pasar por las hendijas de la puerta?— Pregunté nuevamente, a ese paso que iba Aiko terminaría molestándose de tantas preguntas seguidas, aunque tenía la esperanza de que no fuese así.

—Tú… ¿No quieres saber o no tienes curiosidad sobre mí?— Emití tratando de poder obsequiarle un poco de información por la suya, pero… ¿Qué podía decirle yo que había vivido tan poco?
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#48
Keisuke comprendió rapidamente que la inmortalidad de Aiko tenía sus pros y sus contras, no todo era un valle de rosas... las malditas flores tienen espinas. Pero, también es cierto que una cosa salvaba a la otra. ¿Quién en su sano juicio no querría poder vivir por siempre? No todos, pero un gran porcentaje de la población seguramente firmaría un contrato con el mismo diablo en pos de conseguir lo que Aiko consideraba una maldición.

No todos están cortados con la misma tijera.

Su padre siempre solía decir eso cuando alguien o algo iba en contra de lo habitual, cuando destacaba saliendo del rumbo que debía seguir. La pelirroja, siempre se había burlado de esa frase, pero curiosamente siempre había estado nadando a contracorriente. Sin duda alguna, de tal palo tal astilla.

Así es, Keisuke, no todo es tan bonito como parece.

Según avanzaban y la chica había liberado a unas nuevas emisarias de sus ojos, el chico destacó un apunte. Ahora no debía pasar por barandas, rendijas o barrotes; una puerta bien sólida y robusta era la que los separaba del exterior. ¿Podían pasar las mariposas éste nuevo obstáculo?

Si, claro que pueden. —afirmó, convencida. —Ante todo, son papel. Es como pasar un folio bajo la puerta, sencillo.

Realizó un sello, uno meramente decorativo, haciendo como que costaba un poco mas de lo que decía. De pronto, las mariposas se convirtieron literalmente en papel, que pasó bajo la puerta, y que una vez atravesado el obstáculo, volverían a su alada forma mariposil. Tras la puerta, investigarían en completo silencio qué había por la zona, alejándose con delicadeza y cuidado. Se trataba de espiar sin ser detectadas, una auténtica misión de infiltración.

Entre tanto, Keisuke se sintió quizás un poco culpable por el interrogatorio, e inquirió que la pelirroja también podía preguntarle si es que tenía alguna duda o curiosidad sobre él. La chica lo miró, y no pudo evitar reír.

No, no, tranquilo... está bien así... jajaja... —le dijo entre risas.

»Recuerda... igual si muero un par de veces me olvidaré de ésta incursión. La verdad, una vez te das cuenta que no puedes morir del todo, se vuelve muy fácil perder la vida... Creo que antes no era así.

Se encogió de hombros, extrañada ante la facilidad con que últimamente podía llegar a morir.
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#49
Visualicé como unió sus manos en un único sello y luego las mariposas atravesaron la puerta sin dificultad, aparentemente nada me podría sorprender de esta chica, sería solo cuestión de esperar.

Las siguientes palabras me pusieron en alerta, la chica prácticamente había muerto en esa avalancha, por eso era que no sabía que hacía por ahí. —Entonces debo entender que sí nos vemos y no me reconoces habrás muerto nuevamente...—Repetí, lo había entendido bien, era solo que... Era muy triste todo aquello.

Del otro lado de la puerta Aiko no podría percibir nada, todo a su alrededor estaba negro, no había ningún rastro de luz que le diera tregua, en ese momento estaba en un lugar desconocido y en esa situación las mariposas no recogían ningún tipo de pista. Los insectos de papeles podrían moverse con cierta libertad, pero ¿cuanto podrían hacerlo sin chocar contra algunos objetos y muros? Esa sensación de caminar con los ojos vendados e inseguridad podría adueñarse de ella, de su técnica.

—Lo estuve pensando y sería bastante insensible de nuestra parte dejar estos conejos aquí.— Miré en ambas direcciones, no sabía por cual camino iría primero. —Además, si los liberamos tendríamos un factor sorpresa sí nos encontramos con la persona que nos apresó, debe tenerles aquí por algo, tendría que pensar si ir tras nosotros o tras sus conejos.— Terminé de explicar mi idea.—Aunque primero deberíamos abrir esta puerta, ¿no?— Me refería a la reja.

—¿Ya sabes que hay del otro lado?— Mencioné luego de unos minutos.
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#50
El matasanos parecía estar pillando bastante bien los detalles de la exclusiva habilidad de la chica, aunque evidentemente no podía revelar toda la información acerca de la misma, sería algo contraproducente. Entendió que si se encontraban de nuevo y no le reconocía, se debería a que ésta habría muerto, y efectivamente, entendió bien la situación.

Exactamente.

Tras un rato, el chico mencionó que debían abrir la jaula —cárcel— a los roedores, a esos presidiarios de orejas alargadas y engulle zanahorias. Según logró explicar, podrían servirles de refuerzo a la hora de escapar, pues esos que los habían encerrado también los tendrían allí por algo. Razón no le faltaba al médico, si los liberaban lograrían causar una buena revolución que distraería a los posibles enemigos.

Por otro lado, por mas que lo intentaba, tras la puerta no había atisbo de luz alguno. Las mariposas no lograban sacar absolutamente nada de información, lo cual quería decir que o bien había una interferencia de chakra, o bien estaba totalmente oscuro tras la puerta. Lo mas probable era la segunda opción.

Keisuke no tardó en preguntar por el detalle del que la chica estaba meditando justo en ese instante.

No, no logro ver nada... creo que está totalmente a oscuras, es una sala donde no hay nada de luz. —informó a su acompañante.

»Con respecto a lo de liberar a los conejos... estaría de acuerdo, pero la única manera posible que veo ahora mismo es haciendo estallar la puerta. Además de bastante ruido, podemos herir a los pobres conejitos...

¿Qué hacer?
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#51
Escuché como imposible para Aiko revelar la información del otro lado de la puerta, aunque después de todo si sabíamos algo, del otro lado no había luz…

—Puedo abrir la reja, será ruidoso pero espero que no mucho.— Me agaché y cargué al conejo que intentaba escapar por los barrotes metálicos. —Será mejor que lo tengas tú, por si acaso.— Y se lo entregué a la pelirroja.

Visualicé mejor nuestra barrera, ¿debía golpear la cadena o la cerradura? —Aunque me veas así.— Me referí a mi delgadez y la poca musculatura. —Soy capaz de derrumbar esta reja de un golpe.— Dije con seguridad, aunque no sabía exactamente porqué mencioné aquellas palabras, ¿acaso quería presumir de algo frente a ella?

Miré mi puño derecho y luego el lugar que recibiría el impacto, la cerradura. Realicé un movimiento energético y rápido, llevé mi brazo hacia atrás y luego hacia adelante a tal punto de que mi piel besara el metal, y luego liberé una onda de chakra en el momento preciso y justo. El metal crujió, y los demás barrotes vibraron al unísono. Retiré mi mano y quedó en evidencia toda la fuerza del golpe, la lámina metálica donde estuvo una vez la cerradura ya no estaba, y los barrotes de los alrededores estaban doblados, a pesar de que fue ruidoso el impacto no pareció alertar a nadie, simplemente los habíamos escuchado nosotros.

No obstante, parte de la reja seguía en pie y con ella la cadena, el acero seguía abrazando los tubos de hierro, la reja se entreabrió un poco pero no era lo suficiente para que ninguno pudiera pasar libremente, quizá el conejo, con un poco de ayuda , atravesara la barrera.

—Creo que serán dos golpes…— Otro nuevo impacto sacudió la pared de hierro, y con ella parte de la tierra a su alrededor, la reja terminó cediendo, la cadena nunca se separó de los fierros, pero ahora la huella de la fuerza sobrehumana era más que evidente, los pocos barrotes que quedaron intactos estaba totalmente doblados, y el ruido de este último fue más sonoro que el anterior.

—¿Liberamos primero los conejos o echamos un vistazo primero?— Aunque sabía que estaba oscuro del otro lado me daba curiosidad verlo con mis propios ojos, un poco de luz podría filtrarse y quizá podríamos ver más allá.
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#52
Keisuke afirmó que podía abrir la puerta, aunque no reveló en un principio el como, lo único que reveló fue que sería ruidoso. Al igual que el método de la chica, ambos serían ruidosos y podrían alertar a quienes los habían atrapado. La única diferencia podría residir en que la chica también podía lastimar a los conejos, no sabía nada a cerca de lo que pretendía hacer el médico. Fuese como fuese, éste se agachó y tomó al que se había librado de la primera prisión, e ipso facto se lo entregó a la pelirroja. Ésta lo tomó, e instintivamente acarició su aterciopelado pelaje. Era suave, blandito, y mas mono que un pon pon... ¿cómo resistirse?

Tras entregar al animalito a la chica, Keisuke confesó que pese a estar así del flacucho podía destrozar la puerta de un solo golpe. Ésto posiblemente podría sorprender a la chica, pues para nada parecía capaz. Arqueó una ceja en respuesta, sin saber muy bien qué decir ante tal afirmación. En su lugar, acarició de nuevo al conejito que tenía entre brazos.

Bueno... inténtalo, no perdemos nada... —terminó por contestar. —Igual mi idea era volar los barrotes con un explosivo.

El chico concentró toda su atención en su puño, y de misma manera en su objetivo. Se tomó su tiempo, preparándose física y mentalmente. De pronto, soltó un puñetazo como la chica jamás había visto. Fue contundente y realmente atroz, un golpe de cuidado... ¿tanta fuerza tenía el chico? ¿de verdad era tan fuerte? Hasta los cimientos del habitáculo parecieron estremecerse ante el golpe, la puerta metálica no fue menos. El golpe casi la había hundido, poco le faltaba para caer.

Avisó de que faltaría un segundo golpe, y en ésta ocasión no se lo pensó tanto. Golpeó de nuevo, y la cárcel de los conejos quedó totalmente destrozada. Los barrotes se doblaron, las conexiones hacia la pared terminaron reventando, y una leve polvareda quedó suspendida en el aire por unos pocos segundos.

¿Cómo haces eso? ¿es alguna especie de golpe concentrando chakra?

La chica no pudo evitar la pregunta, realmente eso se alejaba mucho de lo que el chico parecía, para nada eran golpes de una persona con esa complexión. Además, la chica era mas curiosa que un gato, no podía evitar la curiosidad.

Keisuke preguntó a Aiko si debían primero liberar a los conejos, o bien echar un vistazo al interior de la puerta que previamente había intentado explorar. —Creo que poco vas a poder hacer ya para que los conejos se queden ahí... —informó a chico, señalando la destrozada verja por donde los conejos escapaban a mansalva. —Abramos la puerta, y ya veremos qué sucede.
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#53
¿Cómo haces eso? ¿es alguna especie de golpe concentrando chakra?

Después de todo había logrado captar, aunque sea un poco, la atención de Aiko, no pude evitar no sonreír. —Algo así, es sencillo solo dejas que el chakra fluya en el momento adecuado, o sea, en el impacto.— Expliqué brevemente. —Se podría decir que tengo una fuerza sobrehumana.— Agregué.

Abramos la puerta, y ya veremos qué sucede.

La interrogante fue planteada y la respuesta dada, quedaba nada más atravesar la segunda puerta, que al parecer no tenía ninguna cadena, solo madera y bisagras. —Vale, voy adelante sí gustas.— Y tras decirlo subí rápidamente los escalones que me separaban del portal. Cuando estuve frente a la manecilla posé mi derecha y relamí mis labios, demostrando un poco de ansiedad, moví lentamente la diestra a la par que el seguro de la puerta cedía sin más. Abrí lentamente, pero cada milímetro que la puerta se movía chirriaba agudamente; ante la amenaza de ser descubiertos decidí que se escuchará un solo sonido, quizá más fuerte y agudo pero más breve; la puerta quedó abierta de par en par en un segundo.

Justo detrás del marco de madera estaba la habitación, oscura como la mismísima noche, poca iluminación se logró filtrar esta habitación, la luz procedía de donde veníamos y dejaba ver un piso de madera vieja y polvorienta. Dí el primer paso hacia lo desconocido, entre la sombrío se podía percibir las siluetas de varios objetos, algunos estantes repletos de algunas herramientas y en el piso algunas bolsas, quizá habían más cosas pero se necesitaba una mejor visión y alumbrado. El espacio en sí era pequeño, quizá un viejo almacén o algún depósito.

Sí ambos miraban el techo lograrían ver que ya no había tierra, era madera, de mejor calidad y más fuerte, del centro colgaba un único bombillo que estaba apagado, por lo que el interruptor debía estar cerca de la salida, o mejor dicho la puerta de entrada. Tras caminar por aquel pobre piso, la madera crujiría de igual manera que la puerta, la situación o el entorno parecía no ponérnoslo fácil. —¿Acaso aquí todo está viejo y suena?— Dije un poco agobiado por no poder moverme en libertad.

Cuando el dúo llegase al extremo de la habitación, si miraban a su izquierda, verían una silueta, no estaba muy definida pero sí se esforzaban un poco constatarían que era una baranda que ascendía hacia lo desconocido, porque llegados a ese punto la claridad se había esfumado totalmente. —Siento que estamos más abajo de lo que imaginamos.— Murmuré.

Puse mi mano en el pasamanos y con ayuda del mismo subí lentamente cada uno de los escalones, con el característico chirrido al pisar cada uno de ellos, sonido que me ponía un poco nervioso, aquel ruido podría delatarnos y dejarnos en una situación que no queríamos. Subí de dos escalones en dos, el ruido era un poco más fuerte, pero menos... O eso parecía. 1...2...3...4... Perdí la cuenta de cuantos había subido, era larga o esa sensación me causaba, ¿sería porque estaba a ciegas?

Finalmente toqué la puerta, puse ambas manos en ella, era de madera también, lisa y agradable al tacto. Separé mis brazos de lado a lado, el pasamanos había desaparecido hacía ya unos escalones y las paredes eran de concreto, exploré un poco con el tacto y rosé algo con la izquierda, lo busqué nuevamente y sentí nuevamente, era el encendedor, le dí al botón. La luz iluminó toda la escalera, fueron dos bombillos que aclararon el camino y uno único que alumbró lo que podrían decir el sótano.

—Creo que es mejor que mandes nuevamente a tus mariposas.— Propuse, después de todo la información sería de vital importancia.
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#54
Ante la curiosidad de la pelirroja, el chico contestó sin temor, como si su minuta no fuese a mermar por ello. Según afirmaba, se trataba de una acumulación de chakra, y lo soltaba a la hora de golpear, creando con ello un efecto efímero de una fuerza sobrehumana. Realmente la fuerza podía quintuplicarse, o quizás más, era realmente un efecto devastador y eficaz, que sin duda en un combate cercano sería un arma infalible —si es que lograba realizarlo de manera rápida.—

Tras haber liberado a los conejos, éstos comenzaron a salir alborotados de su prisión, de su primera prisión. Ahora, debían ataviar con el hecho, así como seguir adelante. Keisuke preguntó si bien debían liberarlos o directamente avanzar. Tras la contestación por parte de la Kunoichi, el chico tomó la iniciativa. Agarró el pomo de la puerta, y abrió con confianza. Gran cantidad de conejos entraron a mansalva al interior del habitáculo, mientras que parte de éstos prefirió mirar por otros caminos, incluso yendo en dirección contraria. Entre tanto, ambos genin continuaron el camino, enfrentando la oscuridad.

El chico avanzó, y al igual que la pelirroja se dio cuenta de que había cierta baranda y escalera hacia el flanco. Sin pensarlo dos veces, avanzó hacia ésta, y Aiko le siguió. A cada paso que daban el suelo resonaba a madera vieja, hecho que Keisuke remarcó en palabras, como si la chica no se hubiese dado cuenta ya del detalle.

Si... eso parece... —contestó en voz baja.

Al subir, o quizás antes, Keisuke comentó que sentía que estaban mas abajo de lo que se imaginaba. La verdad, era cierto, parecían estar en un sótano, u otra cosa similar. El zulo apenas era alcanzado por la claridad del sol, de no ser por candelabros y lámparas, hasta la anterior sala habría estado como la que ahora cruzaban.

Llegaron al final de la escalera, y Keisuke alcanzó a palpar la puerta. La estuvo tocando hasta que logró encontrar al flanco de ésta el interruptor, el cuál pulsó. De buenas a primeras, toda la sala resplandeció con las luces artificiales, las que el chico había prendido. Tras ello, sugirió a la chica que lanzase de nuevo su técnica bajo la puerta y explorase qué había al otro lado.

La chica afirmó con un gesto vertical de cabeza, y sin mediar palabra, desde sus piernas se desplegaron unas cuantas hojas, que se convirtieron en mariposa casi al instante. Las mariposas de origami pasaron bajo la puerta, y comenzarían a ver qué había tras de ésta.

Tan solo dame un momento.
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#55
Mis ojos siguieron el efímero trayecto de los rastreadores de papel, rápidamente atravesaron la puerta sin ninguna dificultad, sería cuestión de esperar.

Del otro lado de la puerta la iluminación era más que suficiente para que Aiko pudiera hacerse con toda la información necesaria. Las mariposas se encontraban en una sala de tamaño mediano, habían 3 sofás pequeños, justo en la pared del frente habían algunos cuadros y la foto de una mujer no tan joven, pelinegra, de piel pálida y con una enorme sonrisa de oreja a oreja, tendría alrededor de los 35 años, entre sus brazos sostenía un conejo café con ojos negros y grandes dientes incisivos.

El suelo seguía siendo de madera, a la izquierda se encontraba otro ambiente, se divisaba una mesa con tres sillas, pero no había nadie, en su interior estaban todos los utensilios de cocina y alacenas, la estufa y el fregadero. A la derecha había otra puerta que estaba cerrada, tenía unos cristales que estaban protegidos por una cortina beige; justo al lado de la puerta estaba otro conjunto de escalones que daban al segundo piso, lugar en dónde estarían 2 habitaciones. Dos camino podrían elegir, uno más fácil que el otro, ya que un portal estaba cerrado y el otro no; en el cuarto sin cerrar se encontraba a la figura de una anciana y un niño durmiendo tranquilamente, al parecer estaban ajenos a todo lo que ocurría en los niveles inferiores.
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#56
En su paso por la vivienda, las mariposas de origami avistaron numerosos detalles, entre los cuales se podía recalcar que había un cuadro en la primera estancia que escenografiaba a una mujer sosteniendo a un conejo realmente parecido al que la pelirroja tenía actualmente entre manos. El parecido era asombroso, y algo perturbador. Según seguía el recorrido las mariposas, llegaron a un nuevo habitáculo hacia la izquierda, donde éste parecía ser una especie de cocina, con su alacena y todo. A mano derecha por contrario había una puerta cerrada, resguardada con una cortina de color claro. Justo al lado de la cortina comenzaba una serie de escalones, que dirigían hacia un piso superior. Al final de las escaleras había una puerta cerrada, y una entreabierta que daba a una habitación dormitorio, donde una anciana y un infante dormían plácidamente, ajenos totalmente a lo que sucedía.

Con las mismas, la chica deshizo el jutsu, y las mariposas se desvanecerían casi al instante. Entonces, miró a Keisuke, y se dispuso a contar brevemente lo que había logrado visualizar. —Enfrente tenemos un salón, a la izquierda una cocina, y a la derecha una puerta cerrada que puede dar al exterior. Justo al lado de la puerta hay unas escaleras que dan a un segundo piso, donde en una habitación duerme una anciana y un niño. Creo que deberíamos optar por irnos tal y como entremos, y dejarnos de cosas raras... ¿no? Podemos aprovechar que está durmiendo la mujer.

Razón no le faltaba, aunque quizás si que le faltaba algo mas de información. Quizás la puerta esa no daba al exterior... pero tampoco perdían nada al intentarlo. Si conseguían alcanzarla sin hacer demasiado ruido, sería excepcional.
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#57
Tras unos cuantos minutos Aiko empezó el reporte sobre la situación fuera de nuestra ubicación, escuché con atención cada una de sus palabras para dar mi idea sobre lo que deberíamos o no hacer, al final del comunicado la pelirroja hizo su propia conclusión, acertada en sí, realmente no quería ningún inconveniente, y menos luchar con nadie.

—Bueno bueno, salir como entramos será un poco difícil.— Expresé con una sonrisa estúpida, sobre todo porque ninguno de los dos sabíamos cómo llegamos hasta aquella prisión subterránea. —Entonces es cuestión de salir por la puerta que está a la derecha y ser libres, ¿no?— Pensé en lo fácil que sonaba todo.

Abrí la puerta lentamente, lo suficientemente como para que una persona saliera y luego la otra, caminé lo más silenciosamente posible hacia la derecha, obviando todos los detalles de la sala en que salimos, mi intención era salir por la puerta, ahí me percaté que una cortina la cubría, con la diestra separé el pedazo de tela y vi a través del cristal para confirmar que era la salida. Traté de abrir la puerta, pero el cerrojo estaba cerrado, he ahí el primer inconveniente. —¿Sabes abrir las puertas con ganzuas o algo así?— Pregunté.

—Sí destrozamos la puerta lo más seguro es que se despierten, no sé otra forma de escapar. Tendríamos que huir rápidamente tras salir.— Esa sería la única opción. Pero como la situación no dependía de mi, esperé el consentimiento de la kunoichi.
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#58
El chico bromeó con respecto a que difícilmente podían salir tal y como entraron, obviamente porque no sabían cómo habían llegado hasta allí. Aunque la chica no entendió del todo a qué venía ese comentario tan espontaneo y fuera de lugar... El chico sin embargo lo vio divertido, y hasta rió sin ser consciente quizás de que la chica había quedado totalmente fuera de lugar. Tampoco tardó en recuperar la compostura, y se cercioró de que lo había entendido bien preguntando a la chica si debían tomar la puerta hacia la derecha.

Así es, la puerta que está junto a las escaleras.

Tras ello, el pelirrojo abrió lentamente la puerta, intentado hacer el ruido mas leve e imposible de atenuar que pudiese ejercer. Dada la antigüedad del sitio, lo hizo realmente bien, haciendo apenas ruido. Avanzaron hasta la puerta que bién habia reseñado Aiko, y fue entonces que el médico preguntó a la kunoichi si sabía apañarselas para abrir la puerta con ganzúas o algo similar, inquiriendo que si hacían demasiado ruido alarmarían a las posibles personas que hubiesen por la cercanía. Razón no le faltaba, pero... ¿y por qué no armar un buen jaleo? De esa manera, y con ayuda del centenar de conejos corriendo de un lado a otro, sin duda dejarían sin saber cómo actuar a los supuestos secuestradores.

La verdad es que no tengo ni idea de cómo usar una ganzúa... normalmente no tengo problemas para pasar por debajo de una puerta. —explicó al chico. —Pero en éste caso particularmente, creo que lo propio sería que uses tu fuerza para mandar a paseo la puerta. Entre el revuelto del ruido, el jaleo que se formará, y el montón de conejos corriendo y brincando de un lado a otro, seguro que nos pierden de vista rápidamente... ¿no crees?
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#59
Suspiré al escuchar la respuesta de Aiko, ella no se había visto nunca en la necesidad de utilizar ese tipo de objetos porque sus habilidades le facilitaban ese tipo de acciones. Miré a los conejos que ya se habían apoderado de la primera planta e incluso había algunos que habían empezado a subir por las escaleras al segundo piso; además, un solo conejo saltando no causaba ningún ruido aparente, no obstante, más de dos docena lograban emitir un sonido molesto.

—Supongo que tienes razón, me da un poco de pena con los roedores, pero lo mejor será que nos vayamos.— Sonreí asintiendo a la propuesta de la pelirroja. Me preparé para dar un golpe, la puerta era de madera por lo que no habría mucho problema.

Sin embargo, en la segunda planta la paz que reinaba terminó cuando un par de roedores se habían atrevido a saltar en la cama de la anciana y del niño. —¿Momo? ¿Que haces aquí?— El infante se quitó las lagañas frotandose los ojos con sus manos, luego observó que no solo habían un conejo sino dos, y en el pasillo habían más, el ruido que provenía de la planta baja lo alarmó.

—ABUELA!— Vociferó y se levantó de la cama. El grito se habría escuchado en la primera planta.—Los conejos se han escapado, seguro es culpa de esas personas, Vamos! Vamos Rápido.—

Tras escuchar la voz en el segundo piso no tuve más remedio que golpear la puerta, la misma voló sin piedad y la libertad era nuestra, hubiera querido decir que fui el primero en poner un pie afuera de esa casa, pero varios de los conejos salieron disparados hacia la pradera. —Vamos!— Expresé un segundo tras el impacto, salté pasando por encima de los conejos y corrí rápidamente al exterior, no sabía exactamente a donde pero lo cierto era que sería cada más lejos de esa casa.

En el interior del hogar se pudo escuchar unas últimas palabras de la vieja. —INSOLENTES ¡¿COMO SE ATREVEN A LIBERAR A MIS NIÑOS?!— La anciana estaba en la puerta de salida, sí alguno de los dos shinobis volteaba vería como intentaba agarrar y tapar la puerta para no perder a todo los roedores.

—Esto ha sido una locura, creo que es la situación más rara que he vivido.— Comenté mientras seguía la carrera, mis ojos buscarían rápidamente la cordillera, el lado de la montaña por donde habríamos entrado al valle.
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#60
Keisuke aceptó la decisión de la chica, obviamente era lo correcto. Eso sí, se lamentó por el hecho de dejar a su destino a los roedores. Se preparó para golpear la puerta, y de pronto, el casi silencio se ahogó con las palabras del infante. Éste, alertaba a su abuela sobre lo que estaba pasando, los conejos se escapaban. Ante esa situación, Keisuke optó por lomas obvio. Golpeó la puerta, con toda esa movida del chakra y sus rollos, de una manera mucho mas rápida a lo demostrado las otras veces.

¡PUM!

La puerta cayó a peso de plomo, y el médico indicó que podían escapar ahora. Ni corto ni perezoso, el chico saltó por encima de la puerta, de los conejos, y de todo lo que pilló a su paso. Corrió como alma que lleva el demonio. La pelirroja no fue menos, alzó la carrera justo tras éste, y lo siguió con casi la misma agilidad en las piernas.

Tras ellos, la voz de la anciana resaltó. Vociferaba a todo pulmón que habían liberado a sus niños, que cómo se atrevían. La verdad, la situación era de lo mas surrealista... pero, para nada se quedarían allí a tomar un café con la señora y debatir los argumentos. No, seguramente no era de las mejores opciones. El pelirrojo, en mitad de la carrera, afirmó que era una de las situaciones mas raras que había vivido. Posiblemente también era así para Aiko, aunque quien sabe... con la de cosas que había olvidado, era posible que hubiese vivido cosas aún mas surrealistas.

¡Ni que lo digas...! —escupió la chica al fin, evitando llevarle la contraria al chico.

Por mitad de una inmensa capa de hierba, corrieron hasta que les faltase el aliento. Fuese como fuese, debían evitar a esa loca...
[Imagen: 2UsPzKd.gif]
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