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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Finalmente, después de la larga travesía que le había llevado hasta los linderos de la Isla Monotonía, por allá en el país del Agua; el escualo regresó a las costas uzureñas y decidió pasar la noche en Yamiria. A la mañana siguiente, con las energías debidamente recargadas, Kaido volvió a poner marcha sobre tierra firme y tomó su curso hacia su país, trayecto que le tomó alrededor de dos días, aproximadamente.

Había estado viajando mucho últimamente, y lo cierto es que estaba escaso de efectivo, y de energías. Los pies le dolían, y aunque quisiese darse el lujo de pagar alguna que otra posada a mitad de camino, en realidad estaba tan desesperado por llegar a Yachi que no pensó en las secuelas de una caminata similar. A tal punto de que, estando próximo a la frontera que dividía ambas regiones, se percató de que sus reservas de agua estaban bajas. Y un Hōzuki no se podía permitir aquello bajo ninguna circunstancia.

Estaba sediento, y la única fuente de agua que sabía cercana era la poderosa cascada del Valle del Fin. Así que ahí decidió ir.

Quinto Tsuchiyōbi de Flama, Verano de 217, Valle del fin

Daban las doce del mediodía, y el sol veraniego brillaba con todo su esplendor desde el noreste. El verano de ese año en particular venía siendo uno de los más calurosos, o eso comentaban los lugareños; y aquellos que vivían en pueblos aledaños a la fuente de agua que el Valle del Fin les proporcionaba, no podían estar más que agradecidos.

Y sin embargo, para cuando Kaido llegó finalmente al área en cuestión, no parecía haber nadie en los alrededores; no al menos de los que él pudiese percatarse.

El gyojin se dispuso entonces a llenar su cantimplora, y bebió un par de tragos entre medios. Sólo para después, volverla a llenar. Como si tanta agua nunca fuese suficiente.
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#2
—¡Qué calor!— bajó la cremallera de su mono rojo hasta el ombligo, tratando de aliviar el exceso de temperatura —¡Casi que echo de menos esa odiosa lluvia!— se había tenido que quitar hacia un rato su sudadera verde, así que la llevaba anudada en la cintura para no tener que llevarla en sus manos. Bajo la prenda sobresalía su impresionante katana, convertida en una bella shirasaya

Tras volver un recodo del camino, la pelirosa pudo contemplar un viejo poste de direcciones "Genial, recuerdo haber pasado por aquí a la ida" se acercó hasta que pudo leer los carteles "Yachi, Páis de la Hierba... lago" estaba bastante borrosa la escritura, pero podía leer claramente la palabra lago "No estaría nada mal refrescarse un poco" dejó escapar un suspiro mientras se imaginaba nadando un rato "No es mala idea" sacó una gomilla desde su portaobjetos, oculto bajo su sudadera, para recogerse el cabello en una cola de caballo alta "mucho mejor..."

Decidido su nuevo rumbo, la joven puso sus pasos sobre el pequeño camino que se aventuraba en la espesura. El ambiente allí estaba bastante cargado, la humedad y los mosquitos reinaban bajo aquella sombra

"El verano solo es divertido cuando tienes un piscina y un baso de limonada a mano" se lamentaba la chica "Espero que al menos cuando llegue a Kusa me dejen descansar un poco, hace nada hice una misión..." perdida en sus cábalas, la joven llegó hasta el lindero del bosque. Allí pudo contemplar el hermoso lago que se abría frente a ella y la impresionante catarata que llevaba escuchando desde hacia uno minutos "Espera... me suena un montón este sitio" la chica pudo reconocer al instante las tres estatuas que rodeaban el lugar "¡vaya, es más grande de lo que me esperaba!" con la mirada perdida en la estatua del morikage, Izumi fue acercándose poco a poco hasta detenerse en la orilla. Sin reparar que a unos pocos metros de donde ella se encontraba, un chico de extraño aspecto se afanaba en llenar su cantimplora
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#3
Cuando éste terminó, no pudo hacer más que levantar su azulado trasero de la orilla y volver a colgar su cantimplora en el costado izquierdo de su cinturón. Y cuando hizo aquello, percibió la presencia de lo que parecía ser la silueta de una mujer, menuda y con el cabello de un estrambótico tintado rosa, cuya cabeza yacía inclinada hacia arriba, a priori, observando paulatinamente la majestuosa figura de uno de los tres antecesores cuyas vidas significaron el fin de una era, y el comienzo de otra.

El gyojin se acercó despacio, con pisada firme, y anunciando su avance con el chapoteo del agua bajo sus pies a fin de no convertirse en una desagradable sorpresa.

—Bonita espada —dijo, habiendo visto el inmenso mango reposar sobre su costado izquierdo—. ¿cuánto pides por ella?
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#4

Lleva la katana en la cintura, cruzada por la espalda en horizontal. Así más o menos, pero más horizontal
[Imagen: Katana-Girl-Choolgirl-Best-Cool-Anime-Wa...20x480.jpg]

El sonido de unas pisadas sobre agua atrajo la atención de la kunoichi, que no tardó en lanzar una primera mirada por el rabillo de ojo para divisar una figura de piel azulada y pintas realmente extrañas que se aproximaba hacia ella "Me he distraído..." se reprendió mientras se giraba para encarar al chico tiburón "¿Qué cojones? ¿Es humano?" todo parecía indicar que la respuesta era un "casi"

—Bonita espada —dijo, habiendo visto el inmenso mango reposar sobre su costado izquierdo —. ¿cuánto pides por ella?

Arqueó la ceja mientras le dedicaba una mirada de desprecio, de abajo a hacia arriba hasta detenerse en la bandana que el shinobi llevaba en la frente "¿Qué se cree este maldito amegakureño?"

—¿Tú cabeza, quizás?— apoyó su mano derecha sobre su cadera —Aunque visto lo visto, incluso eso me parecer insuficiente— esbozó una leve sonrisa mientras clavaba sus ojos en los del chico

La especialidad de Izumi no era precisamente la diplomacia
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#5
Y, tan súbito como destello de una centella; la dama rosada transmutó de lo que suponía ser una femenina y dulce apariencia a la de una resarcida y confianzuda guerrera, cuya filosa lengua era probablemente su primer sistema de defensa para con los bribones y atrevidos como Kaido. Cuando ésta pidió su cabeza, el escualo no pudo hacer más que sonreír, y dejar que su carcajada se mezclara con el constante revoloteo de las tumultuosas aguas de la cascada, cuyo caudal era insaciable e indetenible.

El gyojin movió las manos en un gesto desmerecedor, restándole importancia al asunto y haciéndole un guiño torcido a la dama ya no tan dama.

—Si tan solo supieras cuántos han pedido mi cabeza y han sido ellos los que han acabado con la suya separada de sus hombros. Pero no seré yo el que mate tus ilusiones, mujer; estás en plena libertad de tratar de cumplir con tu palabra —dejó que la mochila que ataviaba su espalda cayera al suelo—. dime, kusariense: ¿cuál es tu nombre?

Y mientras indagaba en aquello, el tiburón parecía estar preparándose para ir a la guerra.
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#6
—Si tan solo supieras cuántos han pedido mi cabeza y han sido ellos los que han acabado con la suya separada de sus hombros. Pero no seré yo el que mate tus ilusiones, mujer; estás en plena libertad de tratar de cumplir con tu palabra— aquella criatura que pretendía ser humana dejó caer su mochila en un intento de gesto amenazador —. dime, kusariense: ¿cuál es tu nombre?

—He visto sardinas más intimidantes que tú— resopló la joven en un gesto despectivo —Así que te recomiendo que vayas a otros con tus fantasmadas— si aquel chico creía que ser feo le bastaría para intimidarla, estaba más que equivocado —Quizás tu aspecto baste para intimidar a los paletos del país de la Tormenta, pero conmigo no te servirá— esbozó una confiada sonrisa, mientras le devolvía el guiño al pescado —Y lamento informarte que no tengo por costumbre dar mi nombre a la gente de tu clase— si aquel chico iba de duro, Izumi no iba a cortarse ni un pelo

"Parece un tipo bastante simplón, un bruto como otro cualquiera" la pelirosa empezaba a comprender a quien tenía frente a ella "Confiado y fanfarrón... seguramente en el momento que vea que su técnica de intimidación no sirve conmigo se marchará con el rabo entre las piernas" dejó que su mano derecha resbalase suavemente desde su cintura hasta la empuñadura de su katana en un claro mensaje "Y si intenta algo..."
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#7
A Kaido no le quedó de otra que resoplar para sus adentros, y soltar un suspiro de tertulia en respuesta a la ofensiva verbal de la kusareña. Porque, por primera vez; intentaba ser lo suficientemente cordial con extranjero como para no herir susceptibilidades, y aún así, ella se empeñaba en extender su inexistente elocuencia a más allá de los límites que el tiburón estaba acostumbrado a soportar.

Finalmente subió la cabeza, y la miró de nuevo, con aquella sonrisa socarrona suya aún vistiendo su rostro de su tan comedido sentido de superioridad.

—Y lamento informarte que no tengo por costumbre dar mi nombre a la gente de tu clase.

—Joder, claro; pero qué despiste el mío. Si es que vienes de la aldea más incivilizada de todo oonindo. ¿Qué puedo esperar de un kusariense, cierto? ¿un poco de cortesía para con un ninja extranjero de una aldea amiga y con la que existe un pacto de tregua y cortesía, escrito y firmado por sus líderes?

»¡que le den, si de todas formas aquí en Kusagakure no sabemos leer!


Y mientras recitaba aquello, el tiburón comenzó a caminar hacia ella, lentamente. Con la vista fija en la mano de la extranjera que acariciaba peligrosamente el mango de su arma.

—Vamos, qué esperas. ¿Tan grosera y valiente, y dudas en desenvainar tu arma? que decepción...

***

Oculta, lejos del revuelo; ella observaba pacientemente el desenvolvimiento de los acontecimientos. Pero tenía la ligera corazonada de que finalmente, después de tanta búsqueda, tenía a los dos prospecto más adecuados para poner a prueba su teoría.

El quid de la cuestión estaba, en si intervenía pronto, o esperaba a una resolución forzosa.
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#8
—Joder, claro; pero qué despiste el mío. Si es que vienes de la aldea más incivilizada de todo oonindo. ¿Qué puedo esperar de un kusariense, cierto? ¿un poco de cortesía para con un ninja extranjero de una aldea amiga y con la que existe un pacto de tregua y cortesía, escrito y firmado por sus líderes? »¡que le den, si de todas formas aquí en Kusagakure no sabemos leer!

Por un momento, sintió el deseo de arrancarle la cabeza allí mismo... su mano abrazó con fuerza el mango del arma, el acero parecía estar gritándole que lo hiciera "Voy a..." sin embargo, la cordura se impuso al instinto por muy poco "No, la orden de Kenzou-sama es muy clara: La paz debe mantenerse"

—Vamos, qué esperas. ¿Tan grosera y valiente, y dudas en desenvainar tu arma? que decepción...

—Lo único que retiene mi filo es mi respeto por Morikage-sama— Izumi no se movió ni un centímetro del lugar donde estaba —No seré yo quién rompa la tregua por un simple bocazas como tu— esbozó una media sonrisa burlona —Aunque te aseguro que la cosa será distinta si debo actuar en defensa propia— mostró levemente el filo a su oponente, dejándole claro que si seguía en aquella actitud su suerte se iba a acabar

"No entiendo porque debemos mantener la paz... deberíamos destrozarlos a todos"
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#9
—Lo único que retiene mi filo es mi respeto por Morikage-sama. No seré yo quien... «Bla, bla, bla»

—Lo único que te retiene es la falta de cojones, mujer. No me vengas con cuentos de Morikage, treguas y demás. Las excusas para los débiles.

Habiendo dicho aquello, el escualo zarpó entonces en un sprint habilidoso. Dejó que su cuerpo arremetiera finalmente hacia la posición en la que la salvaje se encontraba, con fauces en ristre, preparado para dejarle claro quién era el que tenía las de ganar en tan bélica situación.

Sin embargo, antes de que éste pudiera siquiera a intentar tocarle un pelo; un súbito destello les cegó a ambos y lo que pasó después fue todo un misterio. Lo último que supo Kaido, fue el encontrarse con la cabeza gacha intentando recobrar el aires después del pesado golpe que sintió al nivel del estómago. Y a Izumi, una más amable ventisca la obligó a retroceder también, a pesar de que quien empezó el ataque fue otro.

Cuando ambos hubieran recuperado la visión en su totalidad, entre ellos yacía una mujer de altura promedio, con ropas típicas de un shinobi. Sin embargo, ningún símbolo vestía su frente. Nada que la identificada.

Era una chica de rostro simpático, aunque sus ojos vestían un par de anteojos culo de botella de gran tamaño. Tenía el cabello castaño, medía aproximadamente el metro setenta, y les miraba a los dos infractores con el pico y el ceño fruncido, evidentemente enervada por la situación.

—¡Pero cómo se atreven, ¿ah?! a perturbar el máximo símbolo histórico de paz con vuestras beligerantes conductas. Avergonzados tendrían que estar, los dos, ¡avergonzados!

«Otra estúpida zorra valiente. ¿Pero ésto que es? ¿la reunión de los coños salvajes?»
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#10
—Lo único que te retiene es la falta de cojones, mujer. No me vengas con cuentos de Morikage, treguas y demás. Las excusas para los débiles. el chico tiburón comenzó a cargar contra la pelirosa, la joven apretó con fuerza el mango de su arma y comenzó a desenvainarla en respuesta a la carga de su adversario

—¡Maldito bocazas!— su espada estaba ya libre, el chico monstruoso estaba apunto de entrar en su rango de corte... Izumi siempre se imaginó que en un momento así dudaría, que la posibilidad de matar a un ser humano haría que su mano temblase. Al menos la primera vez... pero no lo hizo, su mano estaba firme, su hoja viajaba libre y sin obstáculos —¡MUE...!— de repente todo se volvió confuso, una ráfaga de viento la tiró de espaldas. En el impacto sobre la orilla, incluso perdió el agarre de su arma.

—¡Pero cómo se atreven, ¿ah?! a perturbar el máximo símbolo histórico de paz con vuestras beligerantes conductas. Avergonzados tendrían que estar, los dos, ¡avergonzados! una extraña mujer de gafas ridículas, se había interpuesto entre ambos evitando que el conflicto acabase de la peor manera. Sin embargo, al menos desde la perspectiva de Izumi aquella mujer no tenía ningún tipo de identificación que la relacionase con alguna de las dos aldeas que intervenian en aquel conflicto sin conocimiento

Se repuso como pudo, recuperando primero el arma que yacía a su derecha antes de levantarse todo lo rápido que pudo a pesar de que el costalazo que acababa de recibir —¿Quién demonios eres tú?— fue lo único que alcanzó a decir la joven, que no tenía nada claro en aquel momento
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#11
Kaido comió el suelo por unos segundos antes de que pudiera reponerse, momento en el que se levantó de la tierra y sacudió sus pantalones del polvo de arcilla remanente. Luego miró fijamente a la mujer, como si en cualquier momento también fuese a arremeter en contra de ella tal y como lo había hecho con la kusareña, y sin embargo; algo en sus palabras le hizo vacilar.

Tenía un aura intensa de superioridad que de alguna forma podía disuadir a los presentes de cometer alguna otra locura que atentara en contra del testimonio que la mujer había arrojado segundos antes. Izumi, sin embargo, sí que dejó que su lengua hiciera su típico trabajo: le preguntó que quién demonios era ella...

Y ella respondió.

—Shisho Yagima, protectora del Valle del Fin y fiel defensora de los estatutos del acuerdo de paz y tregua interpuesto por las nuevas tres grandes aldeas. Historiadora de profesión, repostera en tiempos libres y shinobi pacifista dedicada a la preservación de éste territorio cultural. ¿Quiere algo más específico, señorita?...

—Su nombre es zorr..

—¡eh, eh, eh! haz silencio pequeño bribón azul. Están ahora en mi territorio, deja que la dama responda a mi pregunta sin que intentes enervarla, por el amor a tu Dios; Ame no kami.

Yagima fijó entonces sus ojos sobre Izumi, y se le acercó a paso lento. Ella podía ver el cómo mientras más se acercaba, más grande se le hacían los ojos, por aquellos dos círculos vidriosos que le cubrían ambas pupilas. Los tenía de un color oliva fuerte, seductivos, de aquellas tiernas miradas que llegaban a atravesar el alma.
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#12
—Shisho Yagima, protectora del Valle del Fin y fiel defensora de los estatutos del acuerdo de paz y tregua interpuesto por las nuevas tres grandes aldeas. Historiadora de profesión, repostera en tiempos libres y shinobi pacifista dedicada a la preservación de éste territorio cultural. ¿Quiere algo más específico, señorita?...

La pelinranaja observó con cierto escepticismo a la autoproclamada como defensora del Valle y estatutos del acuerdo de paz, la verdad es que nunca había escuchado nada sobre alguien o algo aparte de las aldeas que velase por dicho acuerdo.

—Su nombre es zorr..

"Ese cerdo ha tenido mucha suerte, si no fuese por esta maldita loca ya estaría de viaje con sus apestosos antepasados" se lamentaba la joven mientras valoraba si responder a la pregunta

—¡eh, eh, eh! haz silencio pequeño bribón azul. Están ahora en mi territorio, deja que la dama responda a mi pregunta sin que intentes enervarla, por el amor a tu Dios; Ame no kami.

—Nunca escuché nada sobre protectores del Valle o los estatutos— interpeló la joven reacia a desvelar su nombre —No sé que intenciones tienes, ni siquiera estoy segura de sí eres alguna clase de kunoichi sin Aldea o estás con ese salmonete parlante— reculó un poco, tratando de mantener una distancia prudencial con sus dos potenciales adversario —Así que me temo que revelar mi nombre o colaborar de forma alguna no es una opción que pueda valorar— abandonó el agua caminando de espaldas, sin perder de vista a ninguno de los dos
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#13
Fiel a su naturaleza, la salvaje kunoichi de Kusagakure inquirió una vez más que no estaba dentro de sus planes revelar su nombre, y mucho menos a dos extraños a los que, probablemente, consideraba potenciales enemigos que podrían hacerle daño. Su reacción, además de lo poco reacia a tender la mano en un asunto tan turbio como aquel, daba la certeza de que Izumi era de esas shinobi nacionalistas que profesaban el más puro de los amores hacia su tierra, y sólo hacia su tierra.

Lo demás no era importante.

Yagima no lo entendía, sin embargo. Sabía de primera mano que, si había una aldea que debiera algún tipo de respeto histórico a las otras dos grandes naciones, esa era Kusagakure; teniendo en cuenta que su último y actual líder tomó el poder con la ayuda de Amegakure y Uzushiogakure, en un intento común por mejorar una situación que para el año 170 se antojaba deplorable. Moyashi Kenzou lideró un movimiento, junto a sus compatriotas vecinos, y trajo prosperidad a la Hierba. ¿No era Amegakure, en éste caso, partícipe indirecta de esa misma prosperidad?

Claro qué tan profunda información era conocimiento que le había tomado años recolectar. Ella, la pequeña pelinaranja, probablemente no tuviese conocimiento alguno sobre ese tema.

—A tu corta edad, seguro que no habrás escuchado muchas cosas, señorita.

—La incultura es un concepto propio de la gente que proviene de Kusagakure, no se moleste en razonar con ella.

—Falso. La aldea de la Hierba es una de las más prósperas, con una hermosa cultura. No será tan civilizada como vosotros los amerienses, ¿pero quién necesita de ascensores cuando tiene se tiene una de las faunas más vivas y hermosas de todo Oonindo? —espetó, con la crudeza de quien se sabe conocedora de detalles que podrían refutar más de una teoría—. en fin, ya aprenderéis más adelante más sobre el uno de otro. Por ahora, basta con que entendáis que no sois enemigos ni tenéis que actuar como tal, y mucho menos frente a la mirada de vuestros dos ancestros.

—Ella empezó todo. Yo sólo le pedí, amablemente, que me tasara esa bonita espada que lleva consigo. Iba a pagar por ella, hasta que esa cosa salvaje se ofreció a quitarme la cabeza de un tajo. ¿Qué puedo hacer yo? darle tres pataditas en el culo y mandarla para casa.
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