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La joven le arrojo al Ishimura lo que parecía ser un halago, aunque este no estaría muy seguro de aquello, pues jamás fue bueno para distinguir el sarcasmo de la realidad.
—Gracias, creo —atajo a decir.
Luego de aquello, la jovencita de Ame le pregunto algo referente a si estaba seguro de que en aquella cueva había gas, era una duda lógica pues por lo general la gente no estaba familiarizados con ese tipo de ambientes.
—Sí, bastante seguro —dijo mientras olfateaba el aire—. Por la manera en que ha reaccionado la antorcha debe ser un gas en extremo inflamable y volátil —respondió sin pensar.
Luego de eso, pudo ver como la pelo negro se plantaba frente a la entrada de aquel lugar que se encontraba inundado en gases naturales. Por un instante el rostro del pelo blanco palideció, pues de momento pudo dilucidar que estaba tramando la joven.
—Espera… Si estas pensando lo que creo, debo decir que es algo muy imprudente.
—Digo, si lanzas una bola de fuego hacia ese lugar, el resultado será la madre de las explosiones.
—Se que no estamos muy profundo, pero bien vuela el techo y crea una salida o causa un derrumbe masivo y nos entierra aun mas.
—¿Estás segura de querer hacerlo?
El chico dijo estar totalmente seguro, sobre que ahí delante, había una fuente de gas. La Uchiha se sonrió, mientras se colocagba frente a la galería. Por su parte, el peliblanco, no tardó mucho en adivinar las intenciones de la kunoichi por lo que decidió tratar de disuadirla... pero ella ya había tomado una decisión
—¿Sabes?— comenzó la joven —No tengo la más remota idea de lo que va a pasar— le contestó tranquilamente, sin ningún atisvo de duda en su voz —Pero sé que va a funcionar— la chica le dedicó una fugaz mirada llena de confianza por encima de su hombro, antes de volverse hacia su objetivo y comenzar a inspirar aire mientras realizaba la serie de sellos pertinentes.
Cualquiera en aquella situación se lo pensaría dos y tres veces... pero no Tomoe, ella tenía muy claro que no deseaba permanacer allí abajo más de lo estrictamente necesario y que si debía de morir lo haría a su manera
La cadena de sellos fue completada y al grito de —¡Katon: Gōkakyū no Jutsu!— desde su boca surgió una bola de fuego que fue directamente hacia la galería, disolviendo las sombras.
De repente, todo se iluminó fuertemente y el sonido de una explosión sacudió toda la caverna, que comenzó a temblar como si de un flan se tratase. Piedras cayeron por aquí y por allá, el suelo temblaba bajos sus pies y de la gruta surgió una llamarada que no alcanzó a la Uchiha por muy poco, pero ella ni siquiera se movió.
Tras el temblor, se hizo de nuevo el silencio y la oscuridad volvió. Todo paracía haber quedado como antes y el plan, a primerva impresión, había fracasado
—Vaya...— se lamentó la chica —Esperaba que ocurriese algo...— sin embargo, todo volvía a estar como antes de la explosión
—Me equivoque...—
"Vaya desilusión..."
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No había mucho que el joven de piel morena pudiera hacer, pues la pelo negro se veía determinada a comprobar su idea. Lo único que le dijo a su compañero era que no estaba segura de que sucedería, pero que confiaba en que saldría bien.
Con aquellas palabras, la kunoichi comenzó una secuencia de sellos que a su término daría como resultado una bola de fuego, que volaría a toda velocidad hacia la cavidad que se presumía estaba llena de gas.
Al principio parecía que el fuego se extinguiría, pero cuando la esfera en llama alcanzo el límite de su rango, tomo una fuerza descomunal, expandiéndose y brillando con una gran intensidad. El gas contenido en la caverna había hecho ignición a causa de la llama.
No es de extrañar que con las dimensiones de aquella explosión, todo el sitio se sacudiera mientras trozos y mas trozos del techo caían a gran velocidad contra el suelo, pero justo cuando parecía que los muros se abalanzarían sobre ellos, todo ceso de repente.
—Cielos, eso estuvo cerca. —dijo notablemente aliviado, mientras el polvo se acentaba.
—Bueno, al menos aun estamos en una pieza, eso es lo importante —respondió él, a las palabras de la joven de piel clara.
—Y ahora ¿qué hacemos? —pregunto.
El peliblanco se sintió aliviado con el resultado, sin lugar a dudas, permanecer vivos le parecía un buen logro. Por su parte, Tomoe, estaba bastante decepcionada. La chica había espera que pasase algo, bueno o malo eso no le importaba... pero la menos que ocurriese algo.
La kunoichi se encogió de hombros ante la pregunta de su compañero
—Supongo que ir por el otro lado— contestó la chica mientras comenzaba a caminar hacia la otra entrada —Esperemos que haya más suerte—
"Espero que de una maldita vez salgamos ya de aquí"
Un fuerte crujido hizo retumbar de nuevo la caverna, el sonido parecía llegar por todas partes. Una vez el sonido se perdió, todo volvió a quedar en silencio.
Tomoe siguió avanzando como s i no le importase demasiado lo que pudiese ocurrir.
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La chica se limito a responder la pregunta de su compañero con lo que era la única respuesta posible en el momento. Si bien no podían tomar un camino, se verían obligados a tomar otro.
Sin embargo cuando se estaban poniendo en marcha, un fuerte y extraño crujido recorrió las paredes. El eco del sitio hacía imposible distinguir de donde venia, por lo que el sonido parecía provenir de todas partes.
«Joder, ¿que fue eso? —Se pregunto así mismo—. Suenan como rocas quebrándose, pero hay algo extraño»
Con su mente ocupada en aquello y en mantener a salvo la antorcha el chico se puso en marcha.
«En verdad que esta es una situación bastante rara» —reflexiono mientras caminaba.
«Si esta mañana me hubieran dicho que pelearía con una kunoichi de Amegakure y que luego quedaría atrapado en una red cavernas subterráneas, donde necesitaría la ayuda de dicha chica para sobrevivir, hubiera dicho que esa persona estaba leyendo demasiada fantasía»
«Cielos... Me suelen pasar cosas extrañas, pero de verdad que esta se lleva el premio» —pensó con cierta ironía graciosa.
Los dos shinobis se internaron en la galería restante, tras el crujido anterior todo volvía a la normalidad. Los únicos sonidos que perturbaba aquella oscuridad eran tan sólo el crepitar de la llama, sus pasos y el sonido del agua filtrándose a través de la tierra y la roca.
La pelinegra avanzaba sin ningún temor, estaba decidida a abandonar aquel lugar lo antes posible. Sus pasos eran cortos pero rápidos, tenía prisa pero era lo suficientemente lista como para no fiarse del suelo en el que pisaba. Su compañero la seguía de cerca, de momento no parecía que la antorcha fuese a extinguirse. Todo parecía ir bastante mejor por el momento
"Bueno, de creo que vamos bien" se dijo la joven a sí misma tratándo de animarse, pues en más de diez minutos la altura de la senda no se había alterado, el camino era totalmetne plano
—Démonos prisa— apremió a su compañero para que no se rezagase demasiado. No era momento para separarse
El sonido ambiental, se vió ligeramente cambiado tras un nuevo y lejano estruendo de roca cayendo, al que le siguió un eco de agua cayendo que se fue aproximando hasta el lugar donde se encontraban los dos shinobis
Tomoe se detuvo y giró sobre sus talones para escuchar detenidamente aquel extraño sonido, era como si en algún lugar detrás de ellos acabase de surgir un gran torrente de agua
—¿Qué diablos?— fue lo único que dijo la chica mientras trataba de adivinar que era lo que ocurría
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De manera silenciosa, la nueva caverna recibió a ambos jóvenes. El lugar era tétrico y a la vez tranquilo. Tenía suficiente ambos elementos como para hacer olvidar el preocupante sonido que se había percibido con anterioridad.
«Interesante lugar» —pensaría el pelo blanco, mientras dejaba que su curiosa mente volara un poco.
A pesar de estarse tomando las cosas con calma, la jovencita de Ame parecía estar bastante ansiosa por abandonar aquel lugar. Eso quedaba más que claro al observar su forma de caminar, con prisa y de manera constante, sin distraerse o desviarse.
De a ratos, el joven de piel morena se veía tentado a dirigirles algunas palabras a la muchacha que caminaba delante de él, pero inmediatamente recordaba lo pésimo que era dando palabras de aliento.
«Quizás no haga falta el decirle nada, es decir parece mucho más dura que yo. Aunque también parece más preocupada»
Sus pensamientos se vieron interrumpidos, por un nuevo imprevisto.
Lentamente pudo escuchar el eco de lo que parecía ser roca estallando, se percibió tan fuerte que solo pudo imaginar que una pared entera había cedido. Sin embargo eso era algo inofensivo, o eso pensaba el hasta unos instantes después.
Manifestándose luego del sospechado derrumbamiento, hubo un sonido de agua corriendo. Al principio era un arrullo solamente, pero luego de unos segundos empezó a hacerse cada vez más fuerte y ensordecedor.
El sonido se hacía más opresivo a cada instante, tanto así que llego un punto donde este era acompañado, por el repiqueteo de la piedrecillas en el suelo y el vibrar de las paredes. En aquel momento una sospecha cruzo por la mente del Ishimura.
—Debemos irnos de aquí ahora mismo —dijo notablemente preocupado—. Si el agua que se escucha se dirige hacia este sitio, nos golpeara con la fuerza de un rio. Un rio furioso y con muchas rocas y lodo —explico mientras tomaba la delantera para iluminar el camino.
Estaba consciente de que ir corriendo a lo loco era peligroso. Pero en aquel momento la amenaza del agua lo era aun más.
—Vamos —dijo mientras se giraba para instar a su compañera a dar inicio a la carrera.
El peliblanco fue bastante sensato al reaccionar rápidamente ante la situación, indicando que mejor sería largarse de allí antes de que todo se complicase más. La kunoichi asintió mientras su compañero se ponía en marcha, adelantándose a ella para guiarlos con la luz por la galería.
Las cosas parecían ir de mar en peor, ahora no sólo estaban perdidos, si no que por culpa de Tomoe un torrente de agua se había desatado a sus espaldas.
"Creo que cometí un error al pensar que esa explosión abriría una salida..." se lamentó la joven que giró sobre sus talones y comenzó a seguir al de uzushio lo más rápido que la situación le permitía.
Los shinobis fueron avanzando, poco a poco el sonido del agua parecía acercarse a ellos y para su desgracia, el túnel comenzaba a descender ligeramente. Y si todo esto no fuese suficiente, frente a ellos el sendero se bifurcaba en tres galerías. Una frente a ellos muy estrecha, otra ligeramente más grande y a su izquierda una bastante más amplias que las otras dos pero visiblemente más descendente aún
—Maldición— se lamentó la chica casi para sí misma —¿Cuál deberíamos escoger?— le preguntó a su compañero, pues aunque le costase admitirlo sus ideas les habían llevado hasta aquella precaría situación. Era hora de que dejase que su compañero tomase las riendas.
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Para el peliblanco aquel había sido un día especial. Pero especialmente difícil, los inconvenientes no paraban de llegar uno tras otro sin dar tregua alguna.
Mientras trataban de escapar del amenazador sonido de un torrente de agua aproximándose, se encontraron con la siguiente dificultad. Esta se presento en forma de tres opciones posibles de escape, cada una tan poco confiable como la otra.
Lo único que tenian frente a ellos eran tres pasajes en la roca, que a pesar de ser completamente precarios, representaban su única esperanza.
«Veamos el primero parece ascender pero es muy angosto. El segundo parece mantener el nivel pero nada más, y el tercero se ve enorme pero es descendente» —pensó mientras alternaba la vista entre los caminos.
Su mente baraja las opciones a toda prisa, necesitaría tomar una decisión rápido.
«Si vamos por la angosta y el agua nos atrapa, nos quedaremos atrapados y moriremos ahogados. Pero si vamos por la más grande y desandemos demasiado, iremos justamente a donde el lodazal caerá»
«Por lo que la del medio es el mejor de los males… Sin embargo aunque fuéramos por ese camino, no podríamos correr más rápido que el agua» —se frustro con su propia deducción.
Mientras debatía internamente consigo, el peligro les alcanzo.
Las dimensiones de la pared de agua eran gigantescas, era como si un tsunami se manifestara bajo tierra, una enorme ola de color terreo, cuyo sonido era como el rugido de una bestia colosal.
Viendo aquello el Ishimura reacciono como sus instintos le dictaron.
Puso la antorcha en las manos de su compañera y con toda la fuerza de la que eras capaz, le dio un gran empujo para que se adentrara en el túnel. Luego corrió hacia la entrada del pasaje y dio un gran salto, con el cual logro tocar el borde superior de la entrada.
La marejada de lodo estaba sobre ambos, apunto de engullirlos.
En ese momento, el peliblanco junto sus manos en la posición de la serpiente y un fuerte estallido se produjo en la entrada del pasaje. La explosión basto para empujarlo y hacerlo rodar unos dos metros adentro de la cueva.
Aquello le salvo la vida, pues inmediatamente hubo un derrumbe que bloqueo la entrada al lugar donde ambos ninjas estaban. El muro de roca se sacudió cuando la ola golpeo contra él, sin embargo no cedió.
Pero el joven de piel morena no podría haber visto nada de eso, puesto que se encontraba boca abajo en el suelo tratando de recobrar el aire.
El tiempo se les echaba encima a la misma velocidad que el agua se acercaba hasta su posición, el peliblanco no terminaba de decidirse por que camino tomar y la verdad es que no era nada fácil, menos con tanta precipitación.
Tras ellos comenzó a manifestarse una impresionante pared de agua que amenazaba con engullirlos, pero en ese mismo instante el peliblanco actuó entregándole la espada que hacia de antorcha en aquel momento y empujando a la Uchiha hacia el interior de una galería. Todo fue muy rápido, el chico saltó, hubo una explosión y de repente se encontraban con el paso cortado por una pared de rocas que logró contener el agua.
El chico yacía en el suelo tratando de recomponerse, pues había pegado un fuerte golpe contra el suelo.
Tomoe iba a felicitarlo cuando la tierra volvió a temblar, esta vez era el techo que estaba sobre sus cabezas, parecía que iba a venirse encima.
La pelinegra agarró al chico por sus ropas, a la altura de la parte posterior bajo su cuello. Como si de una gata cogiendo a un gatito fuese, para ayudarle a ponerse en pie mientras se recuperaba. Una vez levantado la chica paso el brazo sobre sus hombros para cargar con el peliblanco hasta que este pudiese caminar por si mismo.
"Vamos, tenemos que salir de aquí" se repetía a si misma mientras avanzaba todo lo rápida que las circunstancias le permitían.
La caverna crujía y las piedras comenzaban a quebrarse, cayendo sobre los jóvenes... por suerte aún no eran demasiado peligrosas y quitando un golpe que se llevó Tomoe en la espalda, pudieron ponerse en marcha sin más complicaciones de las que ya arrastraban
Los dos chicos se lanzaron a recorrer las galerías con la esperanza de llegar a un lugar seguro
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Sobre el suelo, con el aliento perdido y el cuerpo golpeado se encontraba Kazuma.
El joven trato de reincorporarse, pero la onda de choque causada por la explosión, sumada al golpe que ya había sufrido en la espalda, le dificultaba bastante las cosas. Además de que era un mal momento para estarse quieto, ya que el techo del lugar donde se encontraba los chicos comenzaba desprenderse.
«Joder, el sitio está por derrumbarse y no me puedo levantar»
Pero cuando el peligro parecía inevitable, la chica reunió coraje, y mientras que con una mano sostenía la improvisada antorcha, con la otra levantaba al Ishimura para que este se apoyara en su hombro. De esa manera al menos podría caminar antes que las rocas que estaban cayendo les aplastaran.
Luego de ser llevado a rastras durante unos minutos, la visión del peli blanco comenzaba a aclararse y sus piernas recobraban la fuerza. Al menos lo suficiente como para que pudiera acelerar el paso por cuenta propia. Sin embargo aun tenía un fuerte dolor en la espalda, pero tendría que lidiar con eso mas tarde.
«Cielos, hemos tenido suerte de que este pasaje tuviera por donde escapar. Si hubiera sido un callejon sin salida estaríamos muertos»
Después de salir de aquel pasaje, los jóvenes se encontraron con otra galería, pero esta tenía algo diferente. Era algo que se podía notar en cuanto se respiraba aquel aire, un aire que tenía mucha menos humedad. Además de que el olor a lodo y musgo había desaparecido casi por completo.
«Debe ser una cueva que no se ha inundado recientemente» —pensó el joven.
En aquel momento lo ideal hubiese sido continuar, pero los jóvenes necesitaban un tiempo para recomponerse. Además que sería un tiempo necesario para ver si encontraban algún camino o salida.
—Creo que por un rato será mejor que solo caminemos —expreso mientras trataba de enderezarse e ignorar el dolor de su espalda—. Esta caverna parece prometedora, si buscamos con calma seguro hallaremos algo.
Los dos chicos habían logrado evadir la nueva trampa natural, aquella cueva parecía empecinada en matarlos... pero de momento seguían vivos.
Una vez se alejaron de la zona de peligro, Tomoe pudo dejar a su compañero seguir solo pues se había repuesto del golpe. Momento que aprovechó la joven para recuperar el aliento, tanto movimiento y sobreesfuerzo le estaba pasando factura. Además la herida del hombro se había abierto de nuevo y la sangre volvía a brotar.
"Mierda... mierda..." se lamentaba la joven mientras se apoyaba en la pared durante unos instantes
El peliblanco parecía que se había recuperado bien, pues no tardó mucho en volver a estar totalmente erguido, incluso animado tras haber observado de cerca la nueva gruta que se abría ante ellos.
—Eso espero...— respondió la chica antes de volver a recuperar la verticalidad total, con un esfuerzo casi titánico se separó de la pared —Coge esto— la kunoichi le tendió la antorcha para que el Ishimura recuperase su espada, aunque también en parte para quitarse algo de peso.
"O salimos pronto..." la kunoichi reprimió el pensamiento mordiendose el labio, no era momento para pesimismos
—Te sigo— le indicó a su compañero para que ambos se pusiesen en marcha
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Los jóvenes habían vuelto a salir con vida de una situación de peligro extremo, sin embargo ambos empezaban a notar la fatiga en sus cuerpos. Mas que todo el Ishimura que tenía una baja resistencia física, aunque era bastante buena disimulándola.
«Cielos, de verdad que no aguantare mucho mas de esto» —pensó el joven mientras notaba como su vista se sentía pesada.
Mientras ponía toda su voluntad en permanecer de pie, la jovencita le paso la antorcha que también resultaba ser su espada. Aquello alegro un poco al peliblanco, puesto que tener su confiable katana cerca siempre le reconfortaba.
«Ahora que lo pienso, ambos hemos pasado por lo mismo hasta ahora, sin embargo esta chica aun no se ha quejado de nada. Es posible que este en mejores condiciones que yo, pero aun así se le puede notar la fatiga»
Ambos pudieron haber hablado, quizás utilizar palabras para reconfortarse el uno al otro. Sin embargo no eran esa clase de personas, eran ninja en toda norma. Bien sabían que hacerse falsa ilusiones o quejarse era perder el tiempo. Lo único que podían permitirse era el deseo de continuar y sobrevivir, aquello era lo adecuado para jóvenes ninjas como ellos.
Con una seña del ojos grises ambos se pusieron en marcha, aunque poco sabían hacia donde se dirigían, estaba seguro de que aquel recto camino que tomaron le llevaba en una dirección en concreto.
—Debemos deternos a descansar un poco y recomponer la antorcha —exclamo el piel morena, luego de caminar por casi una hora, una hora que se hacía notar pues estaba falto de aliento.
Para provecho de ambos, llegaron a una extraña cueva —aquel día posiblemente vieron todos los tipos de caverna existentes—. En si no era demasiado larga o grande, lo que la hacía tan particular, era el hecho de que solo era un puente piedra de unos veinte metros, que se encontraba encima de un foso lleno de filosas estalactitas.
Luego de detenerse en aquel sito, el Ishimura tomo las telas que le había entregado su compañera, y al ver que ya se encontraban secas la envolvió alrededor de la antorcha, infundiéndole nueva vida y fulgor.
—Parece bastante hondo —aseguro luego de iluminar aquel abismo de estacas—. Ese puente natural se ve muy precario, pero al otro lado se puede ver una salida, así que tendremos que cruzarlo.
—Recuperémonos un poco, cuando estemos mejor intentaremos cruzarlo —Con aquellas palabras se reclino en una roca cercana a su compañera, únicamente atento a que esta le avisara de su estado para que partieran.
Tras una larga caminata, el peliblanco habló para dar un alto. Habían caminado por casi una hora y ambos estaban al borde la extenuación aunque seguramente ninguno de los dos lo reconocería, y mucho menos la pelinegra.
Los chicos se detuvieron una una especie de gran sala de piedra con forma de bóveda y cruzada por un acantilado, sobre el cual se deslizaba un estrecho y sinuoso puente de roca. El Ishimura inspeccionó el lugar, apreciando que el puente era bastante poco seguro y la caída era casi mejor no imaginarla. Aunque, no quedaba más remedio que cruzar sobre él si querían llegar al otro lado donde se encontraba la salida de aquella estancia natural
"Esto parece que no tiene fin" se lamentó la joven que apoyo su espalda en la pared para descansar un poco mientras su compañero se asentaba con la misma intención
—Sí— asintió la joven ante la proposición de su compañero —Tienes razón...— la joven se dejo caer suavemente hasta quedar sentada con la espalda apoyada en la roca, momento que aprovechó para revisar la herida con una rápida mirada sobre su hombro
"Ha vuelto a dejar de sangrar... pero se ve muy sucia..."
La chica apartó la mirada y la dejo divagar por la pared que tenía justo en frente.
"Esto parece no tener fin"
Estiró las piernas para que se relajasen al máximo pues tenía pinta de que aún les esperaba un largo camino lleno de peligros
—¿Crees que vamos por buen camino?— le lanzó la pregunta a su compañero para romper aquel silencio incómodo que solía adueñarse de los parones que hacían
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Los jóvenes se tomaron un descanso para no sobre esforzar sus cuerpos, o mejor dicho aquella gruta subterránea les dio un momento de tregua. Aunque si el lugar donde estaban fuera un ser viviente, definitivamente estaría encarnado por un depredador al que le gusta jugar con su presa.
Ambos ninjas estaban a corta distancia el uno del otro, la antorcha estaba puesta entre ambos para que pudiera compartir su luz y calor en aquella fría oscuridad. Y aunque el silencio era terriblemente tranquilizador, la jovencita de Amegakure lo rompió con lo que parecía ser una pregunta de preocupación.
—Bueno creo que si vamos por buen camino, es decir al menos ya no esta tan mojado.
—Pero tampoco me haría esperanzas, aun es casi seguro que muramos aquí abajo… —el joven se pauso así mismo, haciéndose consciente de lo oscuras que eran sus palabras.
—Siento haberlo dicho de esa manera, pero no soy del tipo que se hace ilusiones, aun así tampoco soy de los que se rinden —dijo con una leve sonrisa.
—Pero viéndolo por el lado positivo, esto es como la madre de los entrenamientos de supervivencia —aseguro el peliblanco—. Puesto que así deben ser las misiones de los ninja de elite: Peligro a cada instante y la muerte asechando en cada esquina, lejos de casa y con pocas probabilidades de sobrevivir.
—Puede que suene pretencioso, pero si salgo de aquí… Quiero decir si salimos de esta endemoniada cueva, me sentiré bastante orgulloso y tendré una historia jodidamente buena para contar.
El piel morena sabía que había hablado un poco de más, pero esperaba que aquello relajara un poco el ambiente. Lo único que tendría que esperar luego, era el que su compañera tuviera algo que agregar. Aunque de hacerlo o no, igualmente tendrían que ponerse en marcha pronto.
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