Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
El peliblanco parecía optimista sobre la posibilidad de que estuviesen en la buena senda para abandonar aquella red de cavernas, aunque no daba muchas posibilidades a que saliesen con vida de ellas a pesar de de todo. Después de todo, aquel chico era bastante realista a pesar, de que no tardó mucho en matizar sus palabras.
La Uchiha por su parte tan sólo esbozó una leve sonrisa "¿Morir aquí?" aquella idea no sólo le parecía una mala idea, si no que alguien como ella no podía morir de una manera tan cutre "Ni de coña..." se dijo así misma mientras seguía atendiendo al discurrir de su compañero, que trataba de darle un giro positivo a toda aquella situación
"Es una buena manera de tomarse todo esto" convino la chica "Como un entrenamiento..." aquel extranjero no sólo era más duro de lo que parecía, si no que tenía sus momentos de lucidez. Se estaba ganando el respeto de Tomoe, algo que no estaba al alcance de la mayoría. Aunque todo aquello lo hecho abajo con su última frase cuando indicó que se sentiría orgulloso de contar toda aquella odisea. Sin ganas, ni fuerza de pelearse, la Uchiha simplemente se limitó a responder lo que haría ella
—Pues yo no pienso contar a nadie esto...— comenzó la chica bastante pesimista —Si Mitsuki se enterase de esto...— Tomoe se estremeció con tan solo pensarlo —se burlaría de mí...— confesó sin ningún rubor, aquella situación era bastante embarazosa para una niña acostumbrada a no fallar jamás —Pero bueno... antes de pensar en eso será mejor salir de este maldito lugar—
Tomoe se puso en pie con toda la rapidez que su maltrecho cuerpo y el cansancio le permitieron.
—Será mejor que continuemos— indicó la muchacha mientras esperaba a que su compañero recuperase la verticalidad antes de ponerse en marcha de nuevo
En aquel lugar subterráneo el tiempo se hacía difícil de percibir, al quedarse quieto no se podía saber si pasaban una hora o dos, puesto que cada minuto parecía ser igual de tortuoso y monótono. Sin embargo, el intervalo que ambos jóvenes se tomaron parecía haber sido suficiente para que descansaran un poco.
—Es verdad, será mejor que continuemos —respondió él ojos grises, mientras se levantaba para mostrar su disposición a marchar.
El chico afirmo la improvisada antorcha en su mano y comenzó con el caminar, mientras que algunos pensamientos de lúgubre índole cruzaban por su mente.
«Deben haber pasado algunas horas, por lo que seguramente Mizuki me ha de estar buscando. Me siento un poco mal con eso, fui algo grosero con ella cuando le hable. Quizás deba de disculparme cuando salga de este lugar»
Implicaciones hasta entonces desconocidas cruzaron por su mente.
«Ahora que lo pienso… ¿Que pasara con la gente que conozco si muero aquí?» —Se pregunto a sí mismo.
«El viejo probablemente solo busque otro peón y ya —pensó con desdén—. Aunque, ¿Qué sería de los muchachos y el equipo? ¿Qué diría Shiori-sensei si supiera que desaparecí? ¿Qué haría Mizuki al no tener que cuidarme?»
«Esto hace que me sienta fatal. Por lo general se supone que la gente ha de pensar en sus seres queridos y eso los impulsaría a sobrevivir. Pero en mi caso eso me preocupa poco, quiero sobrevivir, pero no por los demás si no por mí mismo»
«Me pregunto… ¿estoy siendo independiente o egoísta?»
El genin de Uzushio estuvo caminando por unos minutos en absoluto silencio mientras organizaba sus ideas. Grande seria su sorpresa al ver que habían avanzado bastante poco del tramo que representaba aquel frágil puente.
Trato de dejar a un lado su frustración, ya que para atravesar esa vía tendrían que hacerlo con sumo cuidado. Aunque parecía ser que toda la calma del mundo no los ayudaría contra lo traicionera de la situación.
Mientras se encontraba en punto medio de la delicada pasarela, un sonido fuerte y a la vez muy agudo penetro en el oído del pelo blanco. En aquel momento, seguramente la kunoichi que le acompañaba también habría podido escucharlo.
Pero era poco probable que viera lo mismo que Kazuma cuando este dirigió su mirada hacia el suelo mientras era iluminado por el fuego.
Ahí bajo sus pies es estaba formando una grieta, una grieta que crecía a cada segundo mientras dejaba escapar un chillido atormentante. El tiempo apenas le bastó para darse cuenta del hecho presente. Puesto que resultaba que no era ningún puente de piedra, ya que se trataba de un endeble y delicado tramo de cristal.
Al levantar la llama lo más alto que pudo por sobre su cabeza. Pudo apreciar como la grieta nacía desde el lado donde habían comenzado a cruzar. Se dio cuenta de que la fisura les había hecho compañía desde el principio, pero que recién al llegar al medio se hizo notar.
—¡ESTO SE VA A CAER! —fue lo único que pudo gritar a su compañera, eso mientras casi de manera simultánea el puente comenzaba a resquebrajarse.
Lo único que podía hacer en aquel instante era correr los diez metros que los separaba del otro risco. Y si tendrían que cruzar puesto que la zona por donde habían pasado ya se estaba precipitando hacia el fondo.
Los dos shinobis se pusieron en camino hacia la única dirección posible, lo que les obligó a cruzar aquel siniestro puente natural sobre un precipicio plagado de estalactitas.
Caminaban en silencio, cada uno con la mente en sus problemas por lo que ignoraron pequeños detalles que les hubiesen salvado de una situación como la que se les avecinaba. Cuando llegaron al centro del puente, un crujido los sobresalto. La mirada de la pelinegra bajo instintivamente para enfocar justo frente a sus pies, donde el suelo comenzaba a fracturarse sin que nada pudiese hacer salvo tratar de avanzar hacia delante.
"Esto se hunde" apenas tuvo tiempo para reaccionar, pero por suerte el suficiente como para impulsarse hacia delante con todas sus fuerzas.
El otro extremo del puente no estaba muy lejos de hecho, en condiciones normales, no hubiese supuesto ninguna dificultad para dos gennins bien entrenados. Pero aquella situación distaba mucho de ser la perfecta.
Los segundos que pasó en el aire fueron bastante angustiosos, casi parecía que el tiempo se había ralentizado notablemente. Como si quisiese alargar aquella duda, aquella agonía
"Vamos" la pelinegra logró agarrarse con los dedos al filo del acantilado, quedando suspendida en el aire. Al llegar tan apurada no pudo controlar bien el agarré y terminó estrellando su cuerpo contra la pared de rocas. Lo que le provocó un par de nuevas heridas en las rodillas y un moratón en la barbilla.
La kunoichi reprimió el dolor mordiéndose el labio, mientras trataba de afianzarse en aquella incómoda posición.
"Vamos Tomoe, aguanta" se decía tratando de recuperar el aliento para más tarde impulsarse hacia arriba y coronar la cima.
El sonido de las piedras despeñándose se perdió en la inmensidad de la caverna, quedando todo de nuevo en silencio.
Allí colgada se dio cuenta de que había perdido de vista su compañero en el salto, con todo el ajetreo la antorcha se había apagado en medio del aire y para colmo el sonido del puente despeñándose había ocultado cualquier rastro del peliblanco
"Espero que lo haya conseguido"
Tomoe se quedaría un poco más colgada, tratando de recuperar el aliento antes de intentar salir de aquella incómoda situación
Todo ocurría de manera apresurada, haciendo imposible el detenerse a valuar la situación.
El joven Ishimura trataba de concentrarse en correr lo más aprisa posible, pero su cuerpo se encontraba un poco maltrecho, por lo que se encontraba peligrosamente cerca de ceder. Pero él bien sabia que cualquier debilidad en aquella situación le costaría la vida.
Por lo que tomo las fuerzas que le quedaban, y tomando aire con gran fuerza. Inicio una desesperada carrera para llegar al otro lado del abismo antes de que el puente terminara de despedazarse.
Tal fue el ímpetu con el cual corrió, que de tanto agitar sus brazos la tenue llama de la antorcha se extinguió. Sumiéndolo a él y a su compañera en una completa oscuridad. Aquello pudo haber sido una condena para ambos, pero por suerte para los dos jóvenes; no necesitarían ver el camino, puesto que solo tenían que seguir corriendo en línea recta hasta pisar suelo firme.
En un momento dado; Kazuma sintió que la roca debajo de sus pies se resquebrajaba, por lo que siguiendo su instinto dio un salto enorme hacia adelante, esperando que este alcanzara para llegar al otro lado.
Luego de aquel despegue, pudo sentir como una roca saliente le golpeaba en el abdomen. Por poco se suelta debido a aquello, pero logro sostenerse a la saliente con un firme agarre, que de haber sido en la resbalosas rocas de las cavernas anteriores, con toda seguridad se hubiera caído.
«Vamos, sube» —pensó, mientras trataba de impulsarse hacia arriba con una sola mano.
Luego de unos instante logro subir a la parte plana de la cornisa.
«Joder, que difícil» —se quejo consigo mismo, mientras sentía como todos sus músculos se quejaban por el abuso, a la vez que su respiración se tornaba menos agitada con el pasar de los segundos.
Una idea atravesó sus pensamientos.
«Esperen… ¿y la chica de Amegakure?» —Todo había pasado tan rápidamente, que el peliblanco no tuvo tiempo de fijarse de si su compañera había logrado salvarse.
El joven trataría de revivir la antorcha, pero a las ascuas que le quedaban les tomaría un rato volver a arder adecuadamente. Por lo que le tiro un trozo de tela seca encima y dejándola a un lado para que encendiera procedió a tratar de localizar a su compañera.
—Hey, ¿sigues con vida? —pregunto a la oscuridad, aquella saliente rocosa era pequeña, pero con tantas penumbra era imposible ponerse a buscar. Por lo que tendría que encontrarse por el sonido de sus voces, al menos hasta que la antorcha volviera a encender.
La voz del peliblanco resonó en la sala, al parecer él había tenido más suerte y había conseguido llegar al otro extremo del puente.
"Sigue vivo" pensó la chica mientras hacía fuerza para lograr elevarse con ambos brazos, hasta poder aprovechar el dorso para sostener el cuerpo "Un poco más..." se arastró un poco más hacia delante y se quedó tumbada sobre el suelo roca "Casi no lo cuento"
—Siento defraudarte— dijo la chica entre jadeos por el esfuerzo —pero sigo viva— bromeó mientras se giraba hasta quedar con la mirada perdida en dirección hacia el techo —Ha faltado poco...— tuvo que admitir ante aquel imprevisto que casi le cuesta la vida a ambos shinobis —casi creí que se acababa el juego— Tomoe apoyo sobre su frente el dorso de su mano, estaba muy exhausta, demasiado para moverse sin descansar un poco más y para colmo la herida del hombro se había vuelto a abrir. Sentía como la sangre resbalaba lentamente por su hombro hasta el suelo.
"No sé si lograré salir de esta..." la chica estaba apunto de rendirse, por primera vez en su vida sentía que algo la estaba superando "¿Debería rendirme...?" la sola idea le hizo avergonzarse como jamás lo había hecho, se sentía indefensa y desvalida en medio de aquella oscuridad "No, no... no joder" la joven se enfadó consigo misma, no podía creerse que en aquel instante hubiese estado apunto de mandar todo al traste "Soy la mejor de mi promoción... no... ¡soy la mejor de toda la jodida aldea de la lluvia! No puedo rendirme" Tomoe se incorporó trabajosamente, hasta quedar sentada con los pies cruzados
—¿Estás en condiciones de continuar?— dijo, tanto para desviar la atención como para hacerse la fuerte frente a su compañero —Aunque no sé bien como continuar, pero debemos hacerlo aunque sea a oscuras y arrastras—
Siento la tardanza, pero no estoy bajo de inspiración y no quiero contestar cualquier mierda Lo siento