26/07/2015, 14:28
El mismo lugar, las mismas caras, la misma chica, pero diferente esta vez. Eri se sentía como si no pudiera reaccionar ante lo que el cerebro le ordenaba, no era dueña de su cuerpo, no del todo, y lo único que buscaba era salir corriendo de allí. Esas imágenes, esas personas, la perturbaban. Odiaba rememorar esos momentos vividos, cuando su madre no estaba, cuando su padre se encargaba de meterle en su cabeza falsos ideales solo por el bienestar de su propio clan.
Ahí estaba, otra vez, en el patio de esa casa que tanto la atormentó cuando era joven, pero ella se encontraba tal y como era a sus trece años de edad. Miró hacia el lugar de entrenamiento y se encontró más pequeña, con los cabellos cortos, y con muchos rasguños. Ojalá hubiera podido volver en el tiempo y librar a esa pequeña de todo su sufrimiento. Pero su cuerpo seguía sin poder moverse.
Aparecía su padre, y volvía a hablar sobre la importancia de ser un hombre, de su clan. ''Bobadas...'' Pensó la kunoichi, más seguía sin poder moverse. Suspiró, y dándose cuenta de qué ocurría, solo logró esperar y observar a su padre y a su antiguo yo entrenar.
Cuando la de cabellos azules logró despertar del sueño se llevó una mano a la cabeza, era la tercera vez en un mes que soñaba de nuevo con eso, y solo hacían a la pequeña inquietarse más de lo normal. Se levantó de la cama como cualquier día normal, se vistió y cepilló el pelo. Era día festivo de invierno, aunque su madre tenía trabajo pendiente. Miró por la ventana y suspiró, buscando algo de alimento para tener algo en el cuerpo.
''No sé que haré hoy...'' Sumida en sus pensamientos volvió a fijar la vista en un punto perdido a través de la ventana, entonces, decidió que saldría a dar una vuelta. No le apetecía en absoluto entrenar, y ya llevaba unos días así, la pereza no era buena, pero... ¿Qué más daba en ese momento? Su cabeza estaba ocupada intentando buscar un por qué en esos estúpidos sueños que tenía.
Así que con su túnica de invierno salió a la calle, cerrando la puerta con llave tras de sí; salió en busca de dar un paseo por las calles de Uzushio, intentando que el frío y la humedad le ayudasen a despejar la mente y lograr encontrar la respuesta. Y así, caminando y caminando, llegó sin querer al campo de entrenamiento. ''Antes lo pienso, antes llego, gracias subconsciente.'' Y decidió acercarse a uno de los árboles que se encontraban cerca de aquel lugar, no sin alejarse mucho, ya que quizás podría aprovechar luego y entrenar un poco. Subió a una de las ramas y se acostó contra el tronco. El viento mecía sus cabellos, y el tiempo frío la agradaba, quizás le faltaba un amigo con el que pasar esos días festivos.
''¿Qué estará haciendo...?'' Su cara tomó una tonalidad más roja que de costumbre al acordarse de esa persona que no había podido sacar de su cabeza desde hace varios años. Ojalá aquel chico estuviese allí... Pero si quiera había logrado mantener una conversación abierta con alguno de sus compañeros, como para hacerlo con él. Suspiró de nuevo, todo era muy difícil.
Miró hacia la aldea, ''¿Cómo será el día a día de la gente'' Pensó dudosa. Y allí se quedó, plantada junto al árbol que la acompañaba. Allí, sola, en un día de invierno.
Ahí estaba, otra vez, en el patio de esa casa que tanto la atormentó cuando era joven, pero ella se encontraba tal y como era a sus trece años de edad. Miró hacia el lugar de entrenamiento y se encontró más pequeña, con los cabellos cortos, y con muchos rasguños. Ojalá hubiera podido volver en el tiempo y librar a esa pequeña de todo su sufrimiento. Pero su cuerpo seguía sin poder moverse.
Aparecía su padre, y volvía a hablar sobre la importancia de ser un hombre, de su clan. ''Bobadas...'' Pensó la kunoichi, más seguía sin poder moverse. Suspiró, y dándose cuenta de qué ocurría, solo logró esperar y observar a su padre y a su antiguo yo entrenar.
Cuando la de cabellos azules logró despertar del sueño se llevó una mano a la cabeza, era la tercera vez en un mes que soñaba de nuevo con eso, y solo hacían a la pequeña inquietarse más de lo normal. Se levantó de la cama como cualquier día normal, se vistió y cepilló el pelo. Era día festivo de invierno, aunque su madre tenía trabajo pendiente. Miró por la ventana y suspiró, buscando algo de alimento para tener algo en el cuerpo.
''No sé que haré hoy...'' Sumida en sus pensamientos volvió a fijar la vista en un punto perdido a través de la ventana, entonces, decidió que saldría a dar una vuelta. No le apetecía en absoluto entrenar, y ya llevaba unos días así, la pereza no era buena, pero... ¿Qué más daba en ese momento? Su cabeza estaba ocupada intentando buscar un por qué en esos estúpidos sueños que tenía.
Así que con su túnica de invierno salió a la calle, cerrando la puerta con llave tras de sí; salió en busca de dar un paseo por las calles de Uzushio, intentando que el frío y la humedad le ayudasen a despejar la mente y lograr encontrar la respuesta. Y así, caminando y caminando, llegó sin querer al campo de entrenamiento. ''Antes lo pienso, antes llego, gracias subconsciente.'' Y decidió acercarse a uno de los árboles que se encontraban cerca de aquel lugar, no sin alejarse mucho, ya que quizás podría aprovechar luego y entrenar un poco. Subió a una de las ramas y se acostó contra el tronco. El viento mecía sus cabellos, y el tiempo frío la agradaba, quizás le faltaba un amigo con el que pasar esos días festivos.
''¿Qué estará haciendo...?'' Su cara tomó una tonalidad más roja que de costumbre al acordarse de esa persona que no había podido sacar de su cabeza desde hace varios años. Ojalá aquel chico estuviese allí... Pero si quiera había logrado mantener una conversación abierta con alguno de sus compañeros, como para hacerlo con él. Suspiró de nuevo, todo era muy difícil.
Miró hacia la aldea, ''¿Cómo será el día a día de la gente'' Pensó dudosa. Y allí se quedó, plantada junto al árbol que la acompañaba. Allí, sola, en un día de invierno.