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Un nuevo comienzo, retomando todo el tiempo perdido, dejando de huir de las responsabilidades que le tocaban. Al menos ese era su plan, pues en su aislamiento y rebeldía, más que quedarse atrás, se había quedado en el olvido de todos. Aunque le doliera, tenía que esforzarse. Ahora que por fin tenía algo similar a una meta, algo por lo que debía seguir adelante con sus planes. Sin embargo... "¿No sería más productivo estar en una misión?" Quizás sí, pero su padre tenía otros planes.
—Are, cambia esa cara de perro recién bañado. Finge al menos que tienes algo de interés, quizás logres así hacer algo productivo por una vez un tu vida.— Reía con sus palabras, mientras degustaba de un chocolate caliente, sentado en un tronco cortado.
—Sabes que nunca he sido de meterme a pelear por estupideces, menos en algo serio— recriminó el genin mientras trataba de dar cortes a unas ramas secas que emulaban las faltantes cañas de bambú. —No creo que el tameshigiri deba hacerse así...
—¡Tonterías!— Se empinó la taza, para luego toser al ahogarse con la bebida hirviendo. —Ah mierda, qué siempre logras arruinarle el momento a medio mundo de una u otra forma.— golpeó su propio pecho para tratar de tragar. —Escucha, aunque tu habilidad de combate a distancia esté mermada, aún puedes reforzar tus cualidades de combate cercano— sacó una galleta de su chaleco militar para comerse una antes de seguir con su explicación —Si no fueras tan pendejo y haragán, incluso podrías haber participado en el torneo. Pero noooooo, el señorito quería andar de niñera de alguien que no lo necesita— hablaba con la boca llena. —Puedes ser grande, tienes el mismo talento que tu madre. Si te lo propones, llegarías a ser un gran espadachín— Le señaló con el empaque de la chuchería.
—¿Y era necesario venir hasta aquí para aprender a usar la espada?— No lo decía porque le pareciera incoherente, sino porque sabía que el jounin siempre tenía alguna treta debajo de la manga. —Ya dime, ¿qué tramas?
—No tendría chiste si te lo digo, eres mejor que eso. No lo pongo en duda, después de todo, lo guapo y astuto lo sacaste de mí. ¡Jajajajajajajajajajaj!
—Me lleva la que me trajo
—Suficiente por hoy, regresemos al pueblo y a la posada... ¡Y no olvides recoger todas las cosas!— Le guiñó el ojo para luego desaparecer en un parpadeo, dejando brillos en el aire.
"Siempre es igual..." Maldijo mientras empezaba a recoger las varas de madera cortadas, además de los empaques y demás basura que su padre había dejado tirado en el suelo del bosque. Así, una vez hecha la limpieza, el genin cargó con una pesada mochila a través de la nieve, regresando al lugar que era conocido como Yukio.
Aquel amigable pueblito, confortable y hogareño cómo cualquier fábula podría describir, era dueño del único clima no lluvioso del país de la tormenta. Las luces de las casitas de madera eran un paisaje muy dulce y tierno, comparado al resto de ciudades que él había visitado. Alternando su vista entre cada lugar, descubrió aquella posada dónde debían hospedarse, cuyo título era "Pino de Oro". "Me merezco más que esto." refunfuñaba para sí, mientras se adentraba al lugar.
Cabe destacar que en aquella posada, contaban con una taberna instalada en la primera planta, jolgoriosa a más no poder. Juegos de cartas, canciones, risas. "Ni aquí podré tener un puto momento de paz." suspiró el tuerto, echando su carga en una silla vacía, sentándose así en la otra, dejando caer su cara sobre la mesa. "Que día."
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Aquella vez me tocaba acompañar a mi madre en uno de sus muchos viajes para conseguir mercancía para su verdulería. Habíamos dejado a Mikazuki al cargo un par de días mientras viajábamos a Yuki. ¿Qué clase de verdura había perdido mi madre en aquel paraje helado? Pero si allí apenas se debía poder sembrar la tierra. Y en caso de poderse ¿Qué clase de verdura podría resistir aquel clima?
No es que yo fuera un experto en agricultura, claro, jamás me había interesado, y jamás la había estudiado a conciencia. Si acaso tenía los conocimientos básicos para poder sobrevivir. ¿Pero que era un ninja sin los conocimientos básicos para sobrevivir? De cualquier modo, no era, ni seria, un tema que me llamase mucho la atención, así que no hice preguntas y dejé que los adultos hicieran cosas de adultos.
Nos alojamos en una posada llamada el pino de oro. Bueno, mi madre solo dormía allí, porque durante el día iba de un lado a otro sin parar. El lugar no era la gran cosa, pero tenía camas cómodas y comida caliente. Las dos plantas superiores estaba llenas de habitaciones, con baños propios, al menos la nuestra tenia. La planta baja era una taberna que, al medio día estaba llena tan solo por la gente que se hospedaba allí, pero por la noche se convertía en el lugar de reunión para los adultos.
Adultos y adolescentes se acumulaban en aquella ruidosa sala, cantaban canciones, jugaban a las cartas y bebían alcohol, aunque solo los adultos podían hacer esto último. También, a mitad de la noche hacían una serie de espectáculos, ya que incluso tenían un escenario en un rincón de la taberna, donde hombres y mujeres salían a cantar, bailar o hacer malabares.
Para no aburrirme aquellos días, tuve que adaptarme a la situación. Gracias a mi cabeza y memoria, pude aprender con tan solo mirar aquellos juegos de cartas en los que se jugaban el dinero. En mi segundo día, había empezado incluso a ganar las partidas. Mis perdidas habían sido mínimas. Aquella noche no era distinta, no al menos hasta que uno de los adultos con los que jugaba, no comprendió que mi mente era superior a la suya, y me acuso falsamente en voz alta, dando un golpe sobre la mesa.
—¡El crio está haciendo trampas!
—Cálmate, el crio solo es más listo que tú
—¡Y una mierda! Ha ganado todas las partidas, no se pueden ganar todas las partidas
El hombre, claramente cabreado, arrojo la baraja de cartas al aire y estas golpearon a otros clientes que esperaban allí a ser servidos, o simplemente reían y descansaban de sus pesados viajes.
—Yo no hago trampas
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Estaba desparramado como agua de tinaja, sin dejar espacio a nada más en la mesa. Fácilmente podría haber ordenado algo para beber y luego largarse, pero en ese momento empezó un pequeño alboroto, causado por un hombre que alegaba haber perdido injustamente en un juego de cartas. "La la~" La señal de los problemas había sonado, siendo extremadamente llamativa para la shutencia del tuerto favorito de todos. "Veamos que tal avanza esto, quizás yo le pueda echar más leña al fuego..." se dijo mientras se ponía en pie de un salto.
Había olvidado sellar de nuevo la uchigatana con la que estaba practicando hace poco, pero algo le decía que en esos momentos era mejor llevarla a la mano. Se la colocó detrás de la nuca, mientras la sostenía de cada lado con sus manos. Caminó hacia la mesa dónde se estaba desarrollando el problema, con pasos largos y poco naturales que en vez de disimular su presencia sólo lograban llamar más la atención. Fingir no era parte de su plan.
"Ya decía yo que esto no podía ser sólo suerte." Al acercarse al supuesto niño de las trampas, pudo percatarse de algo que aparentaba ser una bandana ninja en el cuello del otro, de su villa para colmo. "Quizás ande usando un truco de ninjutsu, o quizás sea lo suficientemente hábil para salirse con la suya. " Fuese cómo fuese, si la cosa pasaba a mayores, esperaba no tener que solucionar el problema, porque seguramente terminaría logrando lo contrario.
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—No me fio de tu palabra chico, estoy seguro de que llevas haciendo trampas todo el rato.
Como si me importara lo más mínimo que se fiara o no se fiara de mi palabra. El sería muy grande, y un poco intimidante, pero no era más que un ciudadano de a pie, y yo un shinobi entrenado. Él podría haber entrenado con peleas callejera y discusiones de bar que acaban mal, pero a mí me habían entrenado para la batalla, para matar hombres.
—Si estas tan seguro, demuéstralo.
Lo único que hizo fue emitir un gruñido. No podía demostrar nada porque no había nada que demostrar. Observando a los hombres jugar durante varias noches, yo no solo me había aprendido las reglas del juego, sino que además había aprendido a ganar. Pero viendo su comportamiento de descerebrado, tampoco es que hicieran falta trampas para ganarle.
—De todos modos, tampoco hay que ser muy bueno para ganarte, además, llevas perdiendo todas y cada una de tus partidas desde hace dos días, y no solo contra mí, ¿También te hacían trampa ellos?
De nuevo un gruñido y una mueca de furia en su rostro. Sabía que tenía razón, él lo sabía, pero se negaba a admitirlo. Se había puesto así solo porque yo era un niño, se pensaba que solo por ser menor y más pequeño, iba a conseguir intimidarme y así, esconder lo malo que era jugando a las cartas. Probablemente, quería tener una excusa que darle a su mujer, cuando esta le preguntara porque se gastaba el dinero en juegos de cartas.
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—Dadle al Kage lo que es del Kage— Aunque aquel refrán no tenía nada que ver al caso, de todas formas tenía ganas de abrir la boca. —Vengo acá con el interés en ver si algún hombre de buenas costumbres sería tan cortés de enseñarle a alguien nuevo como yo en esto del azar la mejor manera de jugar.— En ningún momento cambiaba su expresión, a la vez que caminaba alrededor de la mesa. —Pero ahora vengo a toparme con alguien que viene injuriando injustamente a alguien de mi villa sin razón alguna— No estaba siendo empático, simplemente canturreaba para provocar al otro sujeto.
—El ambiente estaba muy alegre hasta hace poco, qué lastima. Ignórenme y sigan a lo suyo~
Se giró sobre sus talones para regresar a la mesa con su equipaje, quizás para pedir algo de comida. Total, ya había dejado prendida la mecha. "A ver si explota, si no mejor sólo cenaré y me iré a dormir"
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—Dadle al Kage lo que es del Kage. Vengo acá con el interés en ver si algún hombre de buenas costumbres sería tan cortés de enseñarle a alguien nuevo como yo en esto del azar la mejor manera de jugar. Pero ahora vengo a toparme con alguien que viene injuriando injustamente a alguien de mi villa sin razón alguna
—¿¡A ti quien coño te ha dicho que metas las narices!? ¿¡No te enseño mama a cerrar la bocaza cuando dos personas están hablando!?
Hacía solo un momento, la discusión parecía haber terminado con la derrota de aquel mamarracho de bar. Lo había dejado sin palabras, sin nada que decir, sin nada que responderme. Y de golpe, una voz, lo fastidio todo de nuevo.
No era ni más ni menos que otro shinobi de Amegakure. Yo no lo conocía de nada, y por su modo de hablar y su forma de meter las narices donde no le llamaban, tampoco me apetecía conocerlo. Cuando el asunto estaba prácticamente zanjado, solo había hecho que echarle más leña al fuego, como si la cosa no estuviera ya lo suficiente tensa.
—Sera mejor que no te meta…
Quise decirle que no se metiera en mis asuntos, de la forma más educada posible, pero una voz paso por encima de la mía. Una voz cabreada y con ganas de bronca.
— Eras tu ¿No? Tú le estabas ayudando a hacer trampas, estáis aliados para arruinarme… no… para arruinarnos a todos los que venimos a jugar aquí a las cartas honestamente
El grandullón increpaba ahora al nuevo actor que acababa de entrar en escena.
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Kagetsuna se giró al escuchar que le gritaban, aunque tuvo que hacer un esfuerzo para verle la cara al tipo por la diferencia de tamaños, pero eso no cambió su inexpresiva cara. De hecho, casi se podría decir que se estaba regocijando por dentro. Escuchó todas las acusaciones, pero no se inmutó ante aquel pobre diablo. "Debe haber aire allá arriba" Burlose mentalmente.
—¿Huh?— Ladeó la cabeza lentamente de izquierda a derecha, manteniendo su postura relajada. Si quería que el juego continuase, debía hacer la vaca. Aunque, con las injurias del sujeto, tampoco resultaba demasiado difícil hacer eso. —Tranquilo señor, usted está un poco paranoico.— Y en eso, llegó una brillante idea. —¿Quiere que le invite un trago?— Ofreció cómo si nada hubiese pasado. Quizás después así podría ver cómo se jugaba y él podría aprender un poco. De paso, tal vez así averiguar si era un mal jugador o el otro ninja de verdad se lo estaba vacilando.
Obviamente, había más posibilidades de que la cosa fuera a peor y que se iniciase una bronca en toda la taberna, pero ya tenía su contingencia si eso pasaba. "Sea cual sea el resultado, podré matar el tiempo..."
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—Tranquilo señor, usted está un poco paranoico. ¿Quiere que le invite un trago?—
Ni corto ni perezoso aquel estúpido shinobi de amegakure siguió tirándole leña al fuego, como si a pesar de vivir bajo la lluvia no quisiese que se extinguiera nunca la llama. Y cuando llamas a la puerta del demonio, este siempre responde, aunque normalmente nunca es la respuesta que te esperas. Así pues, el descerebrado grandullón agarro al chico por el cuello de sus ropajes y lo levanto hasta ponerle a la altura de su cara, donde le hablo casi escupiéndole las palabras.
—¡¿Pero tu quien te has creído que eres niñato?! A ver si voy a coger esa copa y te la voy a meter por el…
—Calmate, por favor. — Le instó el hombre que parecía ser su amigo.
—¡¿Qué me calme?! —Pregunto el hombre sin dejar de mirar a los ojos a que shinobi estúpido. —No voy a permitir que un crio de mierda venga aquí a insultarme a la cara, discúlpate niñato, o te estampo la cara contra la barra
No pensaba intervenir. Se lo había buscado el solito, y parece que la pelota ahora estaba en su campo y ya no estaba en el mío. Di un sorbo a mi té mientras observaba la nueva escena sentado en mi cómoda silla, con las piernas cruzas.
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27/01/2018, 19:15
(Última modificación: 29/01/2018, 22:16 por King Roga.)
"La la~" Él seguía a su rollo, mirándole sin cambiar la cara pero estaba satisfecho con el resultado que había tenido. "¿Y ahora cómo me lo bailo? Tengo tres posibles maneras de hacerle enojar más, pero dos de ellas implican llevar esto a mayores... ¿Me arriesgo o no? Hmmm, pero si papá se entera me puede jabonear. Además este tipo se va de incoherencias... Esperó a que el otro terminara de vociferar para responder.
—¿Cuándo lo insulté yo señor?— Legalmente, nunca le dijo nada ofensivo al grandulón. Sólo dejo caer un comentario venenoso, de forma indirecta. —Si me dice en que momento le insulté, me disculparé— Giró su cabeza, mientras movía los pies tranquilamente, antes de volver a verle a la cara.
"Hmmmm, ahora que lo pienso, podría aprovechar que su amigo lo quiere calmar para pegarle una humillada aún mayor. Esto está cada vez más divertido." Cuando se lo proponía, podía ser un verdadero diablillo.
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Todavía con el shinobi suspendido en el aire y sujetado por el cuello de la camisa con las fuertes manos del grandullón aquel estúpido tuvo el valor de contestarle. No se si es que era demasiado idiota como para comprender la situación en la que se encontraba, no se si es que tenia el valor de cien hombres, o simplemente, era un descerebrado. Si yo hubiese tenido que elegir, hubiese votado por la última opción.
—¿Cuándo lo insulté yo señor? si me dice en que momento le insulté, me disculparé—
—!¿Crees que soy imbécil, eh?¡
El hombre zarandeo al muchacho hacia delante y hacia detrás mientras prácticamente le escupía a la cara con cada palabra que soltaba. Yo si pensaba que era imbécil, tonto y tal vez descerebrado. Pero yo no iba a decirlo, la situación se había tornado a mi favor y el hombre se había olvidado de mí. Mejor no intervenir.
—He dicho que te disculpes o te estampo la cara contra alguna mesa
Todos allí observaban la escena, pero nadie se atrevía a intervenir. Mejor dicho, no merecía la pena.
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Le terminaron zangoloteando, pero eso no era nada comparado con al escupida que le acaba de meter el grandulón. "Meh, si sigue así no me va a dejar más opción que ponerme violento, aunque no hace más que ladrar." Alzó la ceja, miró hacia su izquierda y luego le dedicó una afilanda mirada en tono desafiante. —No me disculparé porque no es mi culpa— Sabía que al decir eso habría terminado de hacerlo enojar. Soltó la uchigatana que portaba pues no estaba en posición adecuada para usarla. En su lugar, en cuanto el otro hiciera un movimiento brusco, se llevaría la mano hacia dragón negro para provocar un destello con las luces artificiales que había dentro de la taberna.
Si salía según lo planeado, el tipo le soltaría y podría caer de forma suave para recuperar su arma. Aunque de no hacerlo, también podía maniobrar para agarrarle la cabeza con las piernas. Sólo esperaba no tener que lastimar demasiado al otro sujeto, pero siempre tenía a la mano el recurso de que él en ningún momento inició las acciones hostiles.
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—No me disculparé porque no es mi culpa—
Bueno, yo no pensaba lo mismo que aquel idiota. Era obviamente culpa suya, primero por meter las narices donde nadie la había llamado, sobre todo cuando el asunto ya se había resulto. Y segundo, por llamar paranoico a un tío que estaba muy cabreado. ¿A quien narices se le ocurría hablarle así a una persona que no solo estaba cabreada, sino que además era dos veces tú? Solo a un idiota.
Sin embargo, a pesar de ser un descerebrado, parecía que era un poco hábil. Claro, no le daban una bandana a cualquiera, creo… Pero ahí estaba, librándose del grandullón con un rápido movimiento con el cual dejo ciegos a la mitad de los comensales, incluyéndome. Al grandullón no le gustó mucho.
— Pero serás hijo de…
Intentó abalanzarse sobre el chico, sin embargo, su compañero lo sujeto
—Cálmate, nos van a terminar echando y no dejarnos volver nunca, si quieres pegarle hazlo fuera
—Ese crio no tiene las pelotas para salir ahí fuera a pelear, es un bocazas , un perro de esos que ladra mucho, pero das un pisotón y salen corriendo
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Había logrado zafarse, logrando también recuperar su katana grande en el proceso. El ardido quiso acercarse a él nuevamente, pero su compañero de mesa le detuvo. "Meh, este tipo es un aburrido. ¿Y por qué esta gente es tan insípida? No es divertido armar una pelea sin gritos ni vitoreos. ¡Ni siquiera han venido los encargados del local! ¿Acaso tendrá que ver el clima con el carácter de la gente? Vaya taberna resultó ser esta." Esperaba armar un gran alboroto, pero no estaba resultando cómo él quería. Incluso el otro sujeto sugirió la idea de darse de madrazos fuera de la posada para evitar ser expulsados. "Un minuto. ¡Eso es! Si me expulsan de acá, tendré pretexto para escaparme del entrenamiento de papá y largarme a otro hostal del pueblo. Humm, tarde o temprano me encontrará, pero mientras me libre un rato de él, todo perfecto." A veces sus locas ideas cruzaban el límite de lo ridículo.
—¿Afuera? Ni que fuéramos niños de colegio— se burló, pero manteniendo una pose de guardia. —Me da bastante igual lo que pienses— Le restó importancia al intento de provocación de su contrario. —¿Y si mejor me persigues un rato dentro del local mientras brinco en las mesas? Así al que echan fuera es a mí y tú te quedas tranquilo, ¿te parece?—. de que podía pelear, podía, pero tampoco iba a darle una paliza a un civil desarmado.
Sin embargo el pelimorado no se había percatado de que el pelimorado mayor acababa de entrar al lugar por la puerta delantera. Kagekatsu se quedó viendo el borchorno un rato, bostezó, y siguió su camino para las habitaciones del piso superior cómo si fuese cualquier otro desconocido.
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Se me habían quitado todas las ganas y el interés por estar en aquel lugar. No me gustaban las peleas sin sentido, y esa era una de ellas. ¿Por qué narices tenia que meter aquel idiota el hocico en mis asuntos? ¿Por qué tenía que llevar al limite su bravuconería? ¿Qué ganaba con enfadar mas y mas al grandullon? No era divertido, ni entretenido. Todo lo contrario, era una imagen horrible.
—¿Afuera? Ni que fuéramos niños de colegio.Me da bastante igual lo que pienses ¿Y si mejor me persigues un rato dentro del local mientras brinco en las mesas? Así al que echan fuera es a mí y tú te quedas tranquilo, ¿te parece?
Mira que yo era una persona arrogante, había corregido tanto a alumnos como a profesores cuando se equivocaban, intentando quedar como el listillo de turno que yo era. Pero ese tío se llevaba la palma. Aquello no era arrogancia, aquello rozaba algún tipo de deficiencia mental.
—Ya me he artado de tus putas gilipolleces, niñato
Y ahí fue cuando empezó el desmadre. El hombre le lanzo un puñetazo con todas sus fuerzas al chaval. Le diera o no, allí empezaría una verdadera batalla campal. Al grito de “¡Pelea!¡Pelea!” los hombres y las mujeres que se encontraban allí empezaron a arrojarse cosas unos a otros. Vasos, cubiertos, sillas, barajas de cartas. No había nada que no sirviera. Los golpes también volaban entre la gente.
Yo aproveche el bullicio para intentar escabullirme. No quería pasar mas rato en aquel lugar, y desde luego no quería recibir ningún golpe o que me diera un objeto volador identificado, como un tenedor, que pasó rozándome el brazo. Quería irme a la habitación. Al menos en la mochila de viaje tenia un libro interesante que leer.
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Finalmente, logró desatar toda la ira del apostador frustrado. "Aunque se ha tardado, no esperaba que me tuvieran tanta paciencia." Le habían lanzado un puñetazo directo al rostro, que seguramente dolería dada la complexión del sujeto.
Se limitó a esquivar girando su cuerpo hacia la izquierda, dejando que el oponente se fuese de largo mientras él daba un pequeño salto hacia atrás, pues las mesas no dejaban mucho más espacio para maniobrar. Finalmente, la gente se unió al desmadre y empezaron a volar cosas por todos lados. Suerte para él ser algo enano, ya que creyó ver algo parecida a una botella ron pasarle por encima de la cabeza. "Es la hora del gato y el ratón." Se dijo a sí mismo.
—Por aquí~
Se agachó para pasar por debajo de la mesa, esquivando de paso la marejada de proyectiles improvisados. Suponía que tendría una ventaja en cuanto a presteza comparado al mastodonte, o al menos las probabilidades apuntaban a ello. De no ser así, lo tenía yuca, pues su velocidad de carrera no era demasiado buena cómo para lograr una distancia aceptable en espacios más abiertos. Su única opción era aventajarle terreno al salir antes del lugar, entorpeciendo el camino del otro. Una vez estuviese de pie nuevamente, no tendría más que tomar alguna silla y tirarla tras de sí para dirigirse a la salida. Todo iba a pedir de boca, incluso pensó en dedicarle alguna otra burla al tipo antes de salir. Pero, nomas se dio la vuelta, algo le agarró la chaqueta y le levantó del suelo.
—¿Pero qué?— Volteó a ver de reojo, para darse cuenta que cierta persona que no estaba hace unos segundos le sujetaba. —¿A qué hora has llegado ahí?
—Oh nonononono. Acá el de las preguntas ahora soy yo— Dijo su progenitor, aunque no presentaba un rostro enojado. De hecho mostraba una sonrisa pícara. —¿Creíste que te ibas a escapar de mí tan fácilmente? Tu plan quizás era viable, pero poco práctico.— Hizo una pausa para evadir un plato volador —Me decepcionas, te falta discreción. Además, la próxima si quieres presumir te recomiendo no dejar que te agarren, te resta mucho estilo— Aquello distaba mucho de ser un regaño normal, en especial considerando todo el alboroto alrededor.
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