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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#46
Aunque no lo admitiría jamás, Akame sintió un cosquilleo de satisfacción cuando su alumna probó la comida y admitió que el sabor era bueno; la sensación se vio acrecentada cuando agregó que lo mismo aplicaba al té. El Uchiha, sobrio —de personalidad— como era, sentía un cierto gozo en que otras personas compartiesen sus gustos, aficiones y demás. También cuando mostraba a otra persona algo que a él le parecía bueno, y ésta era capaz de apreciarlo. Eso era lo que le sucedía con el humilde bar-terraza de Uma-san, que no era el mejor del Remolino ni mucho menos... Pero era su bar.

Bueno, últimamente si que vengo bastante, la verdad. En Verano se está muy bien en la terraza, hasta aquí llega todavía la fresca brisa de las corrientes del mar —respondió el jōnin, y entonces advirtió que su alumna le dirigía otra mirada turbia a la cerveza. «Ahí está otra vez. ¿La estoy incomodando con mi bebida? Hum, ¿tendrá algo que ver con lo de su viejo...?»

Por un momento estuvo tentado de volver a indagar sobre aquel tema, pero entonces la poca empatía que había en él le dio un toque de atención; ya había dado suficiente caña a Karma por el resto del día. En lugar de ello, se concentró en terminar su plato en silencio.

Tienes razón —dijo de repente—. Sobre la comida precocinada, digo. La verdad es que normalmente suelo comer bastantes fideos del supermercado, ensaladas envasadas y cosas así. No se me da muy bien la cocina, para qué te voy a mentir... —admitió con una sonrisa torcida—. Además, no tengo demasiado tiempo libre. Y el que encuentro, lo paso leyendo novelas y manga.
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#47
«Espero que no sea otro borracho... he tenido suficientes beodos para toda una vida», se dijo Karma. Le disgustaba la forma en la que el Uchiha gozaba de la bebida. El alcohol no tenía nada de malo —mientras se tomase con moderación y cuidado, por supuesto—, pero a la médico le resultaba imposible abordar el tema con una forma de pensar fría y lógica. Estaba demasiado condicionada.

Pero también tenía ese plato de tempura y la taza de té. Mientras degustaba las piezas de verdura rebozadas, una tras otra, el mundo carecía de sentido; solo estaba el sabor del manjar y la brisa veraniega. No habían deberes, preocupaciones ni su agudo complejo de inferioridad.

La mesa estaba sumida en el silencio a excepción de los sonidos característicos que se generan al comer y beber. Así fue hasta que Akame, imprevisible como una hoja en la oscuridad de la noche, lo rompió, continuando con el tema de la comida preparada y dándole la razón a la kunoichi.

A mí no se me da mal. Cocinar, quiero decir —afirmó con neutralidad—. Oh, ¿te gusta leer, sensei? ¿Qué género de novela prefieres? —interperló, en esta ocasión con cierto grado de interés.
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#48
El jōnin contrajo un momento su rostro al oírse llamado "sensei" por primera vez. La palabra, dirigida a su persona, le produjo una mezcla de sensaciones y emociones que no fue fácil de digerir, como el vértigo repentino pero excitante de asomarse por un acantilado cuyo fondo no se alcanza a ver. En otros tiempos nunca se lo habría planteado, pero últimamente estaba más reflexivo y más consciente de sí mismo y de su entorno de lo que podría haber llegado a imaginar.

Trató de disimular el revuelo de ideas que aquella palabra había desatado en su cabeza y se centró en el plato de pollo teriyaki.

Pues... —dijo, mientras seleccionaba una pieza de carne que lucía especialmente jugosa, cubierta de salsa, con los palillos—. Me gustan las novelas históricas y de fantasía. He leído muchas, muchísimas, así que ahora el problema que encuentro es que me resulta demasiado difícil encontrar algo realmente novedoso e interesante... Pero sigo disfrutando de los clásicos. Por ejemplo, "Juro Jones y el Templo de la Balalaika". Me encanta ese.

Hizo una pausa para engullir el trozo de pollo que había estado pacientemente esperando su turno y lo masticó con ganas. Luego tomó un poco de arroz, y lo regó con cerveza. El frescor del líquido ambarino le dejó la garganta adormecida por momentos.

De manga no he leído mucho, la verdad. Nunca me pareció algo interesante, pero hace relativamente poco un antiguo genin de esta misma Aldea colgó la bandana para perseguir su sueño de ser mangaka —explicó—. Me pareció sumamente curioso, así que compré su tomo... Y me gustó.
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#49
La médico le dio un copioso sorbo a su té. Ya iba quedando menos.

Entre tanto prestó atención a la respuesta a su pregunta que el Uchiha le brindó. Parecía que su nuevo instructor era una persona dada a la lectura, a juzgar por sus palabras. Era un hecho que agradaba a Karma y ponía algo de peso a su favor en la balanza metafórica que era la consideración de la muchacha hacia el moreno.

¿"Juro Jones y el Templo de la Balalaika"? No me suena ese —manifestó, pensativa—. Tendré que darle una oportunidad si te gusta tanto, sensei —declaró con una media sonrisa, mirándolo de forma directa por primera vez desde que habían abandonado el estadio—. Yo me paso la mayoría del tiempo leyendo sobre medicina, claro. Aunque las novelas históricas me resultan interesantes.

Habiendo aportado su pequeño granito de arena al intercambio de ideas, Karma permitió que el jōnin prosiguiese con su monólogo. En esta ocasión mencionó a un genin que había dejado la vida de shinobi para convertirse en mangaka —un relato sorprendente en sí mismo— y su trabajo le había agradado.

Vaya, sí que es eso curioso. ¿De qué va ese manga y cómo se llama su autor? Igual le echo un vistazo.
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#50
Bueno, pero sólo si te gusta la novela fantástica —replicó rápidamente el Uchiha. Para que Karma se leyera el libro y le dijera que no le gustaba, prefería que ni siquiera empezase—. Es parte de una saga, pero puedes leerla en casi cualquier orden. Es uno de los méritos de su autor, y es muy aclamado por ello.

La literaria conversación siguió su curso natural cuando la joven kunoichi quiso interesarse más por ese ex-ninja que ahora dibujaba manga. Akame cayó entonces en la cuenta de que, de hecho, el tipo era un dibujante de...

«¡Mierda! ¿¡Para qué habré dicho nada!? ¡Ahora esta chica se va a pensar que soy un pervertido!»

El Uchiha intentó ocultar la vergüenza que le invadía de repente, pero su rostro le delató tornándose completamente rojo. Colorado como un tejo, Akame carraspeó para disimular y luego eligió muy bien sus palabras.

El tipo se llama Uzumaki Ralexion —reveló—. Aunque está empezando a penas. Dibuja... Bueno... ¡Es un género para adultos, así que nada de echarle un vistazo! —se apresuró a añadir, ruborizado—. Yo soy jōnin. Eso convalida la mayoría de edad.

Mientras charlaban, Akame había ido atizándole a su plato de pollo teriyaki con arroz, de forma que en aquel punto de la conversación ya se lo había terminado. Aprovechando semejante coyuntura y queriendo zanjar la conversación antes de ponerse más en vergüenza, el Uchiha se terminó la cerveza de un solo trago.

Bueno venga, menos cháchara y más comer. Que se te va a enfriar.
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#51
No tengo ningún problema con la ficción —aseguró a su interlocutor—. Me gusta hacer las cosas en orden, así que buscaré la primera entrega. Gracias por la recomendación, sensei.

En realidad Akame no le había recomendado nada de forma explícita, pero la joven optó por tomárselo como tal.

La kunoichi continuó disfrutando de ese inesperado almuerzo a ritmo sosegado. Tras llevarse otra pieza de tempura a la boca se percató de la rojez que había invadido el rostro de su superior e instructor. El de la nariz torcida carraspeó. «¿Qué le ocurre? Juraría que no he dicho nada extraño...».

Le escuchó. El nombre "Ralexion" le resultó curioso, extravagante, pero no llevó a cabo inciso alguno. El jōnin exclamó a continuación que la obra del ya mencionado era "solo para adultos" y que Karma debía abstenerse de leerla. También le ordenó que continuara comiendo, como si quisiese cambiar el tema.

La muchacha enarboló una mueca de disgusto.

Ya soy lo suficientemente mayorcita como para leer mangas violentos, sensei... —afirmó al no comprender lo que su acompañante quería decir.
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#52
El Uchiha chasqueó la lengua, molesto, ante la repentinamente insistencia de Karma. Su tez todavía no se había librado de aquel color rojo tan acusatorio, y el jōnin se encontraba en esos momentos realmente atribulado. Nunca le había importado lo que otras personas pensaran de él fuera del plano profesional, pero de repente estaba sintiendo una gran vergüenza para justificarse frente a su alumna. El sentido era, claro, que ahora él se veía como una figura de autoridad sobre ella. Como alguien que debía dar ejemplo.

Esa nueva perspectiva le incomodaba en demasía.

No estoy hablando de violencia, Karma-san —replicó el muchacho, cruzándose de brazos en actitud claramente defensiva—. Sino de esos "otros" temas para adultos...

Entretanto, el bueno de Uma-san se había acercado a ellos con su gran panza bamboleándose a cada paso que daba. El hombre escudriñó el plato vacío de Akame, así como la jarra, y sonrió con visible satisfacción. Sin embargo, cuando sus ojos viajaron hasta el plato a medio comer de la kunoichi, el dueño del bar preguntó de forma evidentemente compungida si todo estaba bien con la comida.

Probablemente pensaba, acostumbrado a la voracidad con la que el Uchiha solía dar cuenta de sus platos, que si alguien tardaba más en comérselo era porque no le gustaba.
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#53
La uzujin quedó pensativa durante unos tensos instantes. «Hmm... ¿a qué se refiere? Oh...». Se comió otra pieza de verdura frita poco después. Tras acabar de masticar, haciendo gala de la educación suficiente como para no hablar con la boca llena, Karma intercedió una vez más:

Vale, no soy fan de los mangas de terror, pero como ya he dicho, sensei, soy mayorcita. Seguro que conoces mi edad, la pone en mi dosier, ¿no? —afirmó con cierto toque de inseguridad y timidez.

Ese épico duelo de perspicacia —o falta de ella— se vio interrumpido por el retorno de Uma, ese caballero de panza feliz que si las palabras de Akame eran ciertas, era el dueño del establecimiento. El referido cuestionó, dolorido, la rapidez con la que Karma comía.

La muchacha enarboló una expresión de confusión.

No, está muy bueno, gracias —indicó a media voz—. Comer con tranquilidad es bueno para la salud...
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#54
Uma-san enarcó una ceja ante las palabas de Karma, dejando claro que para él el concepto de "comer con tranquilidad" era algo totalmente ajeno; a juzgar por el tamaño de su panza, no era difícil de creer. Sin embargo, se dio por satisfecho con la respuesta de la kunoichi y se limitó a hacer una ligera inclinación de cabeza, darse media vuelta y volver a entrar en el bar.

¡Uma-san, otra cerv...! —se apresuró a exclamar Akame, dedo índice en alto, mas se detuvo. Sus ojos le lanzaron una furtiva mirada a Karma y no pudo evitar sentirse incómodo por la actitud que había mostrado ella antes relativa a la bebida. «Por las tetas de Amaterasu, ¿¡en serio voy a amilanarme por una genin!?»—. Nada, es igual.

El rechoncho dueño le dedicó una mirada extrañada y luego se encogió de hombros, regresando a sus quehaceres. Akame, por su parte, volvió a centrarse en la conversación... Que, recién recordaba, estaba intentando dejar atrás.

¡Es igual! Ya tienes su nombre, si quieres buscar su obra creo que la puedes encontrar en la librería que hay cerca del Parque de los Cerezos —zanjó—. Ahora, termina de comer. Nuestro primer día de instrucción todavía no ha concluído.
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#55
Uma inclinó la cabeza y se iba a marchar, pero el Uchiha mostró su deseo de tomar otra cerveza. O iba a hacerlo hasta que cambió de opinión y su diálogo se asemejó a un accidente de carromato.

Karma nunca se percató del gesto, afilado como una daga, de su superior. Andaba tomando otro sorbo del té con los ojos cerrados.

Así pues, el jōnin dio punto y final al asunto del misterioso manga "para adultos". Le indicó a la médica que podía dar con él en una librería localizada cerca del Parque de los Cerezos. Karma la conocía. «Vaya, ¿qué le ocurre? Supongo que he dicho algo malo, aunque no estoy segura de qué...», se dijo la kunoichi debido a la actitud de su interlocutor, apenada.

Entendido —respondió, refiriéndose tanto al manga como al hecho de que el entrenamiento iba a continuar—. Seré rápida...

Tal y como había asegurado, la muchacha terminó el poco té que aún sobrevivía en la taza y acabó con la tempura restante a toda prisa. No quería que Akame se cabrease de nuevo.
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#56
El jōnin esperó con admirable paciencia a que su alumna terminase de comer mientras la observaba con curiosidad. No había tardado mucho en darse cuenta de su error al subestimar la profundidad del abismo personal de Karma; la que en un principio le había parecido una chica simplemente tímida y callada, con poco o nada que ofrecer, ahora se estaba revelando como un prisma de muchas, variadas aristas.

«No ha tenido una vida fácil», se dijo Akame. Pero luego negó para sí. ¿Quién la había tenido allí?

Cuando Karma terminó de comer, el Uchiha volvió a girarse en su asiento para llamar al panzudo barman, indicando con un inconfundible gesto de su mano que quería que les trajese la cuenta. Uma-san se personó junto a la mesa, diligente, momentos después. Akame repasó la comanda y luego sacó algunos billetes de uno de los bolsillos de su chaqueta militar.

A esta invito yo, pero no te acostumbres —dijo a la kunoichi. Luego, se levantó—. Vamos. Todavía hay un lugar importante que debemos visitar.

Sensei y alumna caminarían por las calles de Uzushiogakure, calurosas a aquellas horas del día, alejándose cada vez más del centro de la Aldea en dirección a una zona más periférica. Dejaron atrás el Jardín de los Cerezos y la Academia de las Olas, enfilando una avenida amplia rodeada de árboles y salpicada de arcos torii pero notablemente solitaria. Avanzaron hasta toparse con un recinto amurallado; la entrada estaba abierta.

Es aquí.

Akame avanzó a paso firme pero tranquilo mientras sus ojos recorrían las hileras de mausoleos y tumbas que ocupaban el cementerio de Uzushiogakure no Sato. Se detuvo frente a una que parecía relativamente reciente.

Aquí es donde descansan nuestros compañeros caídos. Nunca debes olvidar lo que eres porque, algún día, tú también acabarás mudándote a este barrio. Del empeño que pongas en tu entrenamiento dependerá si ese momento está cerca o lejos —el Uchiha realizó una profunda reverencia frente a la lápida, que correspondía a una tal "Kageyama Koko".
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#57
Se ocuparon de la cuenta por ella, una obra que avergonzó a Karma, pero en el fondo también agradeció. Su sueldo de genin no era nada por lo que tirar cohetes. Por eso mismo solía comer en casa y siempre de lo más barato que encontrase. Era por ello que consideraba la comida precocinada tan práctica.

Gracias, Akame-sensei. No me acostumbraré —alegó de forma respetuosa según se alzaba.

Marchó a la vera del Uchiha en silencio. La joven no tardó en empezar a sudar.

El jōnin le resultaba interesante a la vez que temible. Era arisco, duro y serio, pero también había mostrado una humanidad en apenas unas horas que la novata nunca habría esperado de alguien de su rango y disposición. «Supongo que al menos saldré bien entrenada, al fin y al cabo este trabajo te puede poner en situaciones de vida o muerte...», se consoló.

Karma no prestó demasiada atención ni al camino ni al paisaje, dejándolo todo en manos de Akame. Grande fue su pasmo cuando el referido afirmó que "era aquí" y la muchacha se percató de que se trataba, nada más y nada menos, de la entrada al cementerio de la villa.

Allí estaba enterrada su madre... y también el otro desgraciado.

Quiso preguntar: "¿qué hacemos aquí?", pero se mordió la lengua. No iba a cuestionar a un superior, especialmente a su sensei de los terribles ojos. Algo tendría preparado el moreno, seguro.

Y así fue. De esta forma Akame le entregó una lección de lo más agria, cruda y gráfica: todos morimos, especialmente cuando se es parte de un cuerpo militar como eran los ninjas. La expectativa le hizo un nudo en la garganta a la joven. Observó la tumba con firmeza, pero también temor.

Lo haré lo mejor que pueda...
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#58
Ahí estaba otra vez. La chiquilla débil y cabizbaja, sumisa, que parecía dispuesta a no cuestionar ninguna orden. Aquella actitud de Karma estaba irritando profundamente a Akame... Principalmente porque le recordaba a él mismo tiempo atrás. Él también había sido un genin inexperto, sin criterio, que había seguido al pie de la letra cualquier orden dada por la autoridad reconocida sin hacer preguntas. Por eso le daba tanta rabia verse reflejado en su alumna.

"Lo haré lo mejor que pueda" no será suficiente, Karma-san. Puede que seas mi primera alumna, pero te aseguro que soy un maestro extremadamente exigente. Si quieres progresar, tendrás que llenar tu camino de convicción. De lo contrario... Te quedarás en la cuneta —aseguró sin contemplaciones—. Todavía estás a tiempo de echarte atrás.

Akame le había mostrado a la novicia lo que significaba ser un ninja; entrenamientos duros e interminables que implicaban recibir numerosos golpes y tener que volver a levantarse sólo para recibir más. Le había enseñado que no podía confiar en nada ni en nadie, ni siquiera en sus propios sentidos. Y también la última certeza, el lugar donde acabaría de una forma u otra.
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#59
¿Qué podía decir y hacer uno cuando su alma se quedaba pequeña frente a la temible adversidad de un futuro incierto que solo prometía dificultades? Era consciente de que Akame no mentía, que no estaba diciéndolo en tal de amedrentarla. Ese duro día de entrenamiento era el principio, la punta del iceberg. Y al final de todo aquello... la muerte, tan segura como que el sol iba a retirarse del horizonte cuando llegara la noche.

Soy una inútil. Llevo sufriendo toda mi vida —narró, carente de emoción—. Estoy cansada de todo ello. Necesito volverme más fuerte. Me apunté a la academia para demostrar a mi padre que era capaz de algo, pero a pesar de que terminé siendo seleccionada para el cuerpo médico, algo que según dicen es digno de mérito, a él no le importó. Necesito convencerme de que sirvo para algo, sensei. Tengo que ser capaz de salvarte la vida a ti o a cualquier otro camarada.

»No voy a echarme atrás. Prefiero morir...

«... al fin y al cabo mi vida nunca ha significado nada».

Cerró los ojos y bajó el rostro. Respiraba con lentitud y profundidad, haciendo lo posible en tal de relajarse, de paliar sus dudas, sus miedos.
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#60
Akame escuchó con atención el soliloquio de su alumna en respuesta al desafío que acababa de lanzarle. Aquellas palabras despertaron en su corazón una chispa de empatía y afinidad que nunca hubiera creído posible, pues Karma le recordaba —en cierto modo— a sí mismo. Un joven ninja con unas ganas tremendas de probarse a sí mismo y frente al mundo, y con la determinación para llevarlo a cabo. A él le había funcionado. ¿Por qué a ella no iba a servirle?

El Uchiha sonrió, aunque fue solo durante un momento.

Está bien. Te entrenaré entonces —respondió Akame—. Pero recuerda esa convicción que acabas de mostrarme, y atesora bien ese sentimiento. Será tu apoyo durante este largo camino, repleto de obstáculos, que vas a recorrer.

Con un movimiento pausado, Akame se dio media vuelta y volvió a hacer una profunda reverencia ante la lápida.

Hasta mañana, Koko-chan.

Luego el jōnin volvió a girarse hacia su alumna, y tras dedicarle unas escuetas palabras, echó a andar de vuelta a la Aldea.

Hemos terminado aquí. Vámonos, Karma-san.

Así, maestro y alumna retornarían a sus hogares vacíos. Aquel día marcaría el inicio de un tortuoso camino, no exento de peligros, que acabaría uniendo a ambos mucho más de lo que ninguno podría haberse imaginado.
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