(D) La comitiva helada

[Karamaru]

¿Qué tanto trabajo tendría que hacer? ¿Le afectaría tener a su compañero fuera de servicio? No importaba, el trabajo se tenía que hacer igual. Pero de todo modos y por más que siempre llegase a la misma conclusión Karamaru no paraba de pensar en si al final el trabajo sería tan sencillo como se lo imaginaba. No lo quería subestimar pero estaba decidido a tampoco comenzar a dudar sobre si el sería capaz, las dudas sobre uno mismo eran cosas del pasado.

«Si total es solo mover unas cuantas piedras...» pensaba para aliviar la mente.

Abriría los ojos nuevamente cuando sintiera a sus compañeros de viaje moverse y hacer ruido. Ambos se estaban abrigando y la vista daba el por qué. Habían llegado al norte, donde todo es nieve hasta el horizonte y donde el frío se acentúa más que en ningún otro lado. Imitando a su homólogo, el calvo tomó su larga y negra túnica de viaje que bien le había servido durante tanto tiempo y se abrigó con ella.

— Supongo que no faltará mucho— comentó una simple trivialidad para no darse de ausente y volvió a sus pensamientos.

[King Roga]

—En condiciones normales si que faltaría poco, pero debemos dar un rodeo debido a que el acceso principal está cubierto de escombros por la última avalancha— dijo desde su asiento el viejo. —Probablemente no lleguemos sino al anochecer— Arreó al burro y cambió la dirección, saliéndose del sendero marcado.

—¿Entonces no pararemos a almozar siquiera? Diablos— Bufó y se cruzó de brazos.

—Doña Chiasa nos dio algo de tarta para el camino— La niña rebuscó entre una de las bolsas de la carreta para sacar unas cuantas rebanadas ya cortadas y se las extendió a ambos shinobis en una servilleta.

—Qué oportuno— sonrío y las tomó con gusto. —Demonios, le hubiera agradecido a la señora de haber sabido— No tardó en darle un gran mordisco a su rebanada.

La nevada aumentaría en intensidad, siendo que los débiles copos poco a poco se sentirían más pesados, cómo si quisiera golpearlos para hacerles retroceder. "Verga, este abrigo no es suficiente. Tengo la nariz y las orejas cómo témpanos. Casi me duelen las manos con este frío demoníaco." se encogió y se abrazó a si mismo ante la helada.

Pasarían algunas horas más, aunque realmente no sentirían al sol irse puesto que desde mucho antes las nubes ocultaron su presencia. Árboles coníferos empezarían a rodearles, mientras las marcas del paso de la carreta poco a poco se iban borrando con la caída de la nieve. Y sin embargo, el señor Hirashi mantenía rumbo fijo, como quién se sabe el camino de memoria. Finalmente, el cielo ennegreció al punto que todo a su alrededor parecían únicamente siluetas negras. "No me gustaría tener que pasar la noche acá afuera." Pero no sería necesario, pues lumbreras rojas a la distancia anunciaban que estaban acercándose a casas habitadas.

En Fukui no había luz eléctrica, así que en su lugar utilizaban aceites o leña para alumbrarse y mantenerse calientes. Las casas eran todas similares a cabañas de madera, con chimeneas de ladrillos que humeaban perennemente.

"Este sitio si que está alejado de la mano de Amenokami."

[Karamaru]

Al calvo se le hizo extraño que evitaran los escombros en el camino, justamente aquel era el trabajo por el que estaban tanto él como Roga allí presentes. Pero prefirió cerrar la boca, tomar una rebanada que le ofrecía la niña y llenar el estómago. Continuó el camino en silencio, sin ser afectado por el frío, pensando en por qué Hirashi prefería pasar por Fukui antes de comenzar el trabajo. Su única conclusión era que el trabajo tomaría más tiempo de lo que se esperaba.

— Supongo que llegamos, ¿verdad?— preguntó Karamaru al señor Atsuki al ver luces en el horizonte de esa noche.

«Otra noche más sin comenzar con esto, que viaje largo se está haciendo»

Primero el Hyuga, luego el desvío, luego la noche. Las cosas que los retrasaban cada vez iban siendo más pero al menos el monje no se podía quejar de un paseo por los lindos paisajes de su país.

— Se ve lindo a la distancia.

[King Roga]

—Más lindo es de cerca— Comentó animado... no, orgulloso mejor dicho.

Y así, se introducirían en aquel pueblito mientras el humo gris se elevaba y se mezclaba con las nubes. Eso sí, el frío había descendido a niveles que ninguno de los dos genins habían experimentado antes. Para colmo, durante la época donde el termómetro descendía a su punto más álgido. "Demonios, se me están escarchando las putas pestañas de mierda." El de cabellos tricolor se había encogido sobre sí mismo ante la temperatura, aunque se sintió aliviado cuando la carreta poco a poco se fue internando en el paisaje de casitas humildes.

—¡Esa es nuestra casa!— Señaló una que no tenía mucha diferencia con las otras, salvo por que tenía las luces apagadas.

—Descansaremos por hoy, aunque de cena no tengo más que ofrecerles mucho más que algo enlatado y carne seca— Anunció mientras se detenía en el sitio.

—Sólo déjeme entrar antes de terminar convertido en un iceberg...— Temblaba estando aún abrigado.

Una vez bajasen el señor Atsuki prendería los candelabros, alumbrando un poco el interior del recinto además de prender la chimenea. Posteriormente el Yotsuki sería el primero en respirar aliviado, colocando las manos frente al fuego mientras sonreía con calma.

—Esta noche nevará intensamente, pero mientras no ocurra otra avalancha todo debería estar bien. Descansen, que la limpieza irá para largo— anunció.

—Lo que usted diga— seguía feliz y sonriente sentado frente al fuego.

[Karamaru]

El frío cada vez penetraba más a través de sus prendas a medida que se internaba en el pueblo de Fukui. Suerte para ellos ya el viaje estaba terminando y quedaba prácticamente nada para encontrarse con el calor del interior de una casa que la pequeña Warakko no tardó en señalar.

— Cualquier comida hará el trabajo— contestó el calvo mientras se bajaba de la carreta y entraba a la casa con un poco más de compostura que su compañero. Se quedó en la entrada esperando que Hirashi alumbrase las salas y les dijera qué hacer o en qué ayudar.

— Esta noche nevará intensamente, pero mientras no ocurra otra avalancha todo debería estar bien. Descansen, que la limpieza irá para largo.

Karamaru asintió con la cabeza y se sentó junto a Roga para sacarse el frío de encima. Solo faltaba un poco de comida caliente, un buen sueño y estaría listo para arrancar a sacar piedras del camino y volver orgulloso a la aldea.

[King Roga]

El Yotsuki no dijo nada cuando el monje se puso a su lado, aunque le empezaba a incomodar aquel silencio que se mantenía entre ambos. "Es tan... distante. Por alguna razón siento que este pendejo sólo actúa amable por compromiso. Incluso no pareció importarle en lo absoluto el estado de Higeki, simplemente actuó para sacárselo de encima y luego continuó como si nada. Incluso estando ahora mismo a mi lado simplemente me ignora." Su rostro no expresa en lo absoluto ninguno de los pensamientos que afloraban en su mente, seguía tranquilo y sereno. Aunque, el fuego reflejado en sus ojos parecía arder con un imperceptible enojo. "Me pregunto que demonios trama este cretino." Se mantuvo en posición mientras se frotaba las manos ante la chimenea.

Tiempo después serían llamados a la cena, la cuál sería un poco sobria. La carne seca tenía bastante sal, aunque el Yotsuki no podía quejarse demasiado pues la comida era la comida. Tiempo después, ambos podrían ir a dormir a las habitaciones de huéspedes en el piso superior. No había motivos por los cuáles quedarse despiertos, que de por sí la luz provista por las precarias velas desalentaban a la vigilia.

***

Al día siguiente la cosa no cambiaría mucho, teniendo que desayunar frutos secos y más carne seca. Para ser un comerciante, era algo tacaño el tal Atsuki.

—Bueno, hoy les mostraré la ruta a trabajar. Tengo otro par de carretas que podrían serles de utilidad para mover los escombros, que espero les sean de utilidad— Caminó hasta la puerta. —Vamos andando, que es bastante temprano aún.

—Entendido— afirmaría el Yotsuki.

[Karamaru]

El silencio predominó al calvo en los momentos siguientes a la llegada del grupo a casa de Hirashi. Compartió poco tiempo con su compañero, comió sin quejarse- realmente él había preparado peores cosas- y terminó el día cerrando los ojos y deseando que la nevada que se avecinaba no fuera demasiado grande.

«Ojalá que esto no se complique más de la cuenta...»

***

Al igual que se fue a dormir Karamaru se levantó. Un buenas noches el día anterior, un buen día con la primera luz de la mañana. Ya siendo la segunda vez hincándole el diente a la comida del anfitrión ya podía decir que hasta tenía su toque personal que terminaba por disfrutar.

— Si, señor— contestó junto a Roga al pedido de comenzar el trabajo. El monje estaba ansioso de empezar a trabajar tras el largo viaje y estaba esperando que su idea para mover piedras que había estando preparando durante el viaje sirviera.

[King Roga]

Obviamente, el señor no iba a llevar las carretas con él. Tendrían que ser los dos genin quienes tomasen cada uno su respectivo medio de trabajo, siendo Rōga el primero en tomar la iniciativa y llevarse uno de los armatostes de madera mientras seguía al anciano en su camino. En efecto, era un camino bastante largo el que deberían recorrer, tomándoles casi hora y media el alejarse del pueblo y llegar a la vereda obstaculizada. Además, la espesura de la nieve dificultaba la caminata. En algún momento el Yotsuki tuvo que hacer esfuerzo por sacar los zapatos de entre la nieve, además que las ruedas de la carreta por momentos se quedaban atascadas por cortos pedazos de trayecto. Pero, cuando finalmente llegaron a su objetivo...

—ARE YOU KIDDING ME!?— Si fuera una caricatura, su quijada estaría en estos momentos tocando el suelo. Quizás sus palabras serían ininteligibles para el otro par de transeúntes, aunque claramente la sorpresa en su cara era inconfundible.

No se trataba sólo de un par de metros de nieve acumulados ni algunas cuantas piedras, no señor. No todo es tan fácil en esta vida. Enfrente tenían buena parte de lo que alguna vez fue la ladera de la montaña, con todo y árboles arrancados formando un tumulto que se encajaba de mala manera cómo una muralla alta y gruesa.

—Creo que pueden darse cuenta de lo grave que es la situación— Se mantuvo estoico, ignorando lo que para él solo era un balbuceo raro por parte del genin de cabellos tricolor. —Nuestra entrada principal se encontraba en medio de dos cumbres, por lo cuál esta avalancha a obstaculizado todo el acceso, obligándonos a tomar un rodeo enorme. Es más, si quisieran ver en todo su esplendor la zona de desastre tardaríamos otras tres horas de recorrido hasta llegar al acceso.

—Wait. ¿Está diciendo que hay tierra y roca a ambos lados? Eso es cómo limpiar una caja, una caja enorme—. Se cruzó de brazos.

"Ahora entiendo por qué tan largo el rodeo del día de ayer. Ah mierda, esto nos tomará días."

[Karamaru]

Al final era como esperaba, aunque no como quería. Tras un viaje con los pies hundidos en la nieve que se le había hecho sorpresivamente corto Karamaru se encontró allí parado frente al montón de piedras, árboles y escombros dudando de si sus ideas servirían.

— Creo que tengo una idea— fueron sus primeras palabras en contraste con la sorpresa de su compañero—. Aléjense un poco por las dudas.

El calvo caminó hacia adelante en solitario hasta acercarse al muro que tapaba el camino. Tomó aire, miró hacia atrás para revisar que los otros dos estuviesen ya más lejos, y al final terminó por realizar unos cuantos sellos rápidos con las manos.

«Por favor, que funcione...»

— ¡Doton: Doryūkatsu!

El monje cerraría los ojos y rezaba muy fuerte para que cuando los abriera viera cinco metros de terreno dividido a la mitad que hubiese movido los escombros por él y abriera un camino en el medio.

[King Roga]

—¿Por las dudas?— Esa frase no le agradaba para nada. "Si ni él mismo está seguro de lo que va a hacer mejor me quito del camino." Dio un brinco mientras tomaba de la manga al cliente para alejarlo del camino.

En efecto, Karamaru ejecutó su técnica para deleite de los presentes. La tierra se partió poco a poco en dos y el suelo se levantó generando una enorme zanja, pero este mismo movimiento también causó que se deslizara nuevamente la nieve que estaba en los laterales superiores. No pasaron ni tres segundos cuando el resto de la nieve de la ladera cayo dentro del trayecto una vez más, volviendo al punto inicial. Además, una parte se desparramó hacia afuera del camino con un espesor que fácilmente podía hundir a los presentes hasta las rodillas.

—...— Simplemente, se quedó sin palabras. De haber funcionado, se hubiesen ahorrado una gran cantidad de trabajo, pero al parecer no todo iba a ser color de rosas y terminó suspirando con resignación.

—Creo que, mejor los dejaré solos para que trabajen en esto. Me da igual el método— Bufó. —Cómo sea, yo debo regresar al pueblo que si descuido a Warakko mucho tiempo causará problemas. Regresaré luego para traerles provisiones— Sin nada más que decir, el sujeto se alejó.

El Yotsuki se rascó la cabeza y le vio alejarse, para luego desviar la vista a Karamaru.

—Oeh, ¿eso que usaste es elemento tierra cierto? Creo entender que tratabas de hacer, pero aunque no saliese bien a la primera puede sernos útil— Tomó una ramita y se agachó, empezando a trazar dibujos en la nieve. —Según dijo el anciano ese, este camino está en medio de dos montañas, así que la zona de por sí tiene una inclinación perpendicular y la nieve a rellenado todo el sendero. Tu técnica levantó todo con la misma alineación que las montañas, así que aunque la removiste, la misma cuña causó que la nieve nuevamente se deslizara— Se levantó y observó su propio dibujo improvisado.

»Ahora mismo está así, pero si pudieras usar esa técnica desde uno de los ángulos laterales, una parte de la nieve se deslizaría hacia el camino para poder removerla. Aunque, bueno, eso también dejaría el trayecto con irregularidades, pero serían rellenados por parte de la nieve... a menos claro que puedas regresar la tierra a su estado original luego. Es eso o coger las palas para llevarnos el excedente en carretas.

Se rascó un poco la cabeza, y se sopló las manos. No habían ni empezado pero ya tenía las manos frías aún con los guantes. Esperaba que el ejercicio físico le mantuviera caliente, pero antes debía saber si Karamaru estaba de acuerdo con su plan.