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Miré a Ranko por varios segundos, esperando a que respondiese algo, pero parecía seguir en sus debates internos, así que dejé de presionarle con mis ojos.
—. E-está bien. Ha… ¡Hay otras cosas por hacer todavía! ¿N-no, Mei-san?
—Sí, claro, me gustarí- — Y entonces hizo la sugerencia —. ¿Cenar?— dudé un momento, en mi mente lo que realmente quería hacer era reposar en el cómodo colchón de la habitación —. Está bien,¿A don-
La Coneja salió corriendo de la piscina por el empedrado, advertí un movimiento peligroso, al parecer estaba empapando la cerámica y la vi más de una vez deslizarse —¡Cuidado te caes!— grité desde el agua para luego acercarme al borde y salir también, no sabía exactamente el porqué, sino que lo hice por puro instinto.
En un santiamén mi compañera puso estaba de vuelta con mi bata en su mano, y dispuesta a ponermela, me pareció un poco raro, pero lo dejé pasar y entonces levanté mi brazo y luego el otro, dejando que la tela corriese por mi cuerpo, y esperaría para ver sí me anudaba el nudo ella misma o sino lo haría yo.
—Y... ¿Para dónde vamos? — dije mientras caminaba directo hacia los vestuarios.
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"¡Ranko decidida! ¡Ranko decidida!"
Mei aceptó cenar en ese momento, y salió del agua al pensar que Ranko caería, cosa que no sucedió, para alivio de ambas. La Uzujin siguió el gesto de la Kusajin y se colocó la bata.
"¿Debería atársela también? ¿No será muy raro?" pensó por un instante. "¡No! ¡Ranko decidida!"
Se colocó frente a ella y anudó con tímidas manos el cinto de la prenda. Se irguió, buscando sus ojos con los propios. Eso que se había roto dentro de sí comenzaba a repararse solo.
—Ahm… Creo… —Intentó recordar si Owatatsumi tenía restaurante, o si sólo ofrecían desayunos. "Aunque podríamos buscar un lugar fuera… ¡Esta noche es el festival!" —P-podríamos ver el ahm… eso de los Perros y los Gatos, tal vez encontremos u-un buen sitio para comer…
"Aunque es muy probable que haya MUCHA gente. Aaagh..."
Pensó entonces que ella se encontraba muy bien, físicamente. A pesar de que hubiese estado relativamente tensa en las aguas, su cuerpo se había recuperado del combate previo, mas no estaba segura de si Mei estaría en iguales condiciones.
—S-si a Mei-san así le gusta… —Ranko, después de dedicarle una temblorosa reverencia a la anciana y a sus nietas a modo de despedida, había comenzado a encaminarse hacia los vestuarios. Mei había dejado su yukata allí, pero Ranko no traía más que la bata —. A-aunque debo ir primero a nuestra… nuestro cuarto. A cambiarme.
"No debí de haber roto mi yukata…"
Esperaría pacientemente a que Mei se cambiara en los vestidores, mientras intentaba mantener la vista fija en el suelo para no incomodar a la chica (aunque internamente supuso que le afectaría mucho echar una ojeada, se contuvo).
"Ranko decidida, creo que tienes que decidir algo. ¿Qué cosa? Bueno... ¿Cómo te sientes? Quieres irte, pero quieres seguir pasando tiempo en esta villa tan bulliciosa. Te alivia haber salido de las termas, pero te arrepientes horriblemente de haber arruinado un momento especial. Creo que Ranko decidida debe de pensar qué siente acerca... No, qué siente por... ¿Por una casi desconocida?"
Ranko tragó saliva. Intentaría estar sonriente y no mostrar su estado pensativo, aunque alguna sombra de duda aparecería en sus ojos.
La sorpresa vendría después de eso, al llegar a la habitación, pues habría alguien esperándolas. Una pelirroja de baja estatura, con una máscara de gato echada hacia atrás, estaba sentada con las piernas y brazos cruzados frente a la puerta, intentando balancear un palito de dango sobre su labio superior. Había dos paquetes envueltos en papel de regalo a su izquierda.
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Sentí las manos de Ranko acomodar la gruesa bata blanca y luego su presencia en mi cintura me hizo saber que realmente se estaba esforzando, sus dedos realizaron un nudo perfecto, cuando sus luceros chocaron con los míos sonreí —. Gracias, muy atenta.
—¡Claro! Seguro habrá muchas comidas típicas e incluso ya deben estar terminando de decorar y demás, y sino... Bueno nos puede servir para curiosiar por ahí, tú que no has visto mucho de la villa— concordé con ella, me encontraba relajada, muy relajada, tan relajada que podría volver a quedarme dormida, pero ahora con los ojos abiertos.
Imité a Kusajin para despedirme del trío, la seguí con pasos lentos, bostezos y parpados pesados —. Si, yo también quiero pasar por la habitación— dije con tono suave. Una vez en el vestuario, tardé unos cuantos segundos en encontrar mi, sobre todo porque mi visión estaba nublada, aunque efectivamente Ranko se encontraría sumergida en su mundo mental, no reparé en ello; me aseguré de estar totalmente seca, retiré mi bata y entonces me dispondría a vestirme cuando mi ropa resbaló de mis manos y cayó a mis pies, justamente en dónde Sagiso tenía los ojos, por lo que sí reaccionaba ante aquel estímulo vería lo que habría estado evitando toda la noche, mi feminidad en su máximo esplendor. Miré la prenda por un par de segundos y con flojera la recogí y me la puse.
—Vamos~
Todo transcurrió en un pacífico silencio hasta llegar a pieza, tras abrir la puerta lo primero que mis ojos se toparon fue a La Gata Pelirroja, sí a la hermana de Ranko, a Kuu-chan, como le había oido decir a La Coneja, no obstante, a pesar de nuestro percance, me adentré sin temor ni duda, recordé que debía demostrarme cordial —. Pensamos que te habías perdido, o ido, como no te vimos más...— dije con el mismo tono de voz suave —. Sí me disculpan— sin esperar respuesta, me adentré en el baño.
Me acerqué al lavamanos y abrí el grifo, uní mis palmas y agarré agua y la eché en mi rostro, a diferencia de la de las termas, había abierto el agua fría, estaba bastante refrescante, necesitaba alejar a Morfeo de mi, sobre todo porque la noche era joven y prometía. Pero mis esfuerzos por mantenerme despierta fueron en vano...
«Tendré que recurrir a aquello» me dije sabiendo que no era ni bueno, ni sano, pero tendría poco tiempo antes de desplomarme del sueño.
Desde el exterior del baño, escucharse un ruido similar a un chispazo, nada de que alarmarse hasta que la puerta se abrió y un ligero olor chamuscado inundó la habitación, cuando salí me encontraba más despierta, más activa, con muchas energías y con mi ropa un poco tostada —. A la final yo también tendré que cambiarme, hubo un pequeño incidente, pero nada de que preocuparse— les regale una sonrisa amplia a las dos.
«Espero que ya hayan hablado y que no se presenten más problemas»
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Ranko no pudo evitarlo. O mejor dicho, sí habría podido, pero, como se daría cuenta tiempo después, no quiso evitarlo. Vio caer la ropa de Mei y sus ojos siguieron la estela invisible hasta la dueña de las prendas. Por hermosos eternos segundos, pudo ver a la chica de manera plena.
"Ella tenía razón" pensó, incapaz de moverse. Si alguien podía inventar un nuevo tono de rojo, ésa era Ranko y sus mejillas. Cualquier otra persona habría visto poco más que vapor en el aire, pero los ojos de Ranko captaron brillo, polvo de estrellas y diamantes, burbujas arcoiris y mariposas etéreas, todo rodeando a Mei, "Es en verdad Mei-hime. Es la Princesa de los ins… No, la Princesa de las Mariposas. Eso suena mucho más apropiado. ¡Oh, Ranko decidida! ¡Parece que ya has decidido!"
Las piernas de Ranko parecían estar hechas de gelatina. A pesar de poder llevarla a la habitación, parecía que iban a colapsar en cualquier momento. La tensión regresó a ellas cuando vio a Kuumi.
—¿Kuu-chan? ¿Qué…?
—Oi.
La pelirroja saludó con la mano a ambas, aunque Mei pasó de ella y fue al baño. Kuumi frunció los labios y se encogió de hombros.
—Bueno, como sea.
—Kuumi, yo…
—No —La pelirroja, poniéndose de pie, alzó el índice derecho para callar a su hermana, quien se sorprendió —. No digas nada aún. No me vayas a hacer cambiar de opinión. Quería… ehm… quería disculparme —Los ojos de Ranko brillaron intensamente, y una ancha sonrisa apareció poco a poco en su rostro. Kuumi reforzó el silencio de la castaña al alzar el índice de nuevo —. ¡Espera! No he terminado. Llevo un buen rato ensayando esto, si se me olvida será tu culpa. Como decía, fue una manera tonta de reaccionar, aunque en un inicio fuese sensata. ¡No es común que alguien sea amable de la nada, Ranko! Pero debí de haber confiado en ti. Veo… Veo que estás bien, y que Mei no es una asesina de hermanas. Lamento haber estallado así.
Los ojos de Ranko se perlaron con lágrimas. Se acercó a su hermana y la abrazó. ¡Era lo único que faltaba para mejorar la noche! Kuumi le devolvió el abrazo, aunque un tanto incómoda. Se separaron en lo que Ranko se enjugaba las lágrimas de alegría.
—Pero hay una cosa que quiero saber. Bueno, dos. Primero: ¿Te aseguraste de que no fuese un Genjutsu?
—¡Kuu-chan! —La más alta se cruzó de brazos brevemente mientras le dirigía una mirada fulminante a su hermana.
—¿Qué?
—Mmm… Bueno, sí. Lo… Lo comprobé. Tuvimos un pequeño combate amistoso. ¡Y no era un Genjutsu! Era todo real, digo… Mei-san es muy habilidosa… Y muy fuerte, y… ¡Y tiene técnicas muy interesantes! Y luego fuimos a las termas y… y… —Pero la voz de Ranko se apagó tímidamente.
Kuumi asintió varias veces, con la mano en el mentón.
—Ran-chan, todo esto suena un poquitín extraño. ¡No, déjame acabar! Me refiero a que… Es la primera vez que te veo hablar de alguien… así. Dime ¿te gus…?
Pero un chispazo proveniente del baño la interrumpió. Las hermanas se acercaron rápidamente, sólo para ser recibidas por un olor a quemado y una Mei con vestiduras tostadas.
—¡Mei-san!
—Woah, ¿Qué pasó? ¿Intentaste planchar tu ropa sin quitártela? —Kuumi suspiró y fue a buscar los paquetes envueltos —. Bueno, creo que igual debo hacerlo contigo —Se inclinó un poco ante Mei mientras le tendía uno de los paquetes y hablaba en voz monótona. Sonaba a que la estaban obligando a hacerlo, aunque en realidad ella se estaba obligando a sí misma —. Siento haberte dicho eso tan horrible. Aunque tenía mis dudas, no debí de haber insinuado eso. Te compré esto a modo de disculpa. Soy buena con las tallas, así que te debería de quedar bien. Pruébatelo. Si quieres, claro.
Si Mei desenvolvía el paquete, encontraría un magnífico yukata negro con patrones de mariposas blancas y ramas de cerezo rosas. Se sentía bastante cómodo y ligero al tacto. Parecía que Ranko había tenido razón: Kuumi había ido de compras. Tal vez eso le había aclarado la mente.
—Qué conveniente, ¿No? Ya que no sabes planchar —rió brevemente —. También hay uno para Ran-chan.
Totalmente sorprendida, Ranko aceptó y agradeció el regalo, y lo desenvolvió. Se trataba de un yukata rosa que se degradaba a un tono más oscuro en su base, con detalles de flores de distintos tipos. Una sonrisa enorme iluminó el rostro de Ranko.
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12/10/2019, 16:45
(Última modificación: 12/10/2019, 16:48 por Aburame Mei. Editado 1 vez en total.)
—¡Mei-san!— vociferó Ranko a penas salí
—Woah, ¿Qué pasó? ¿Intentaste planchar tu ropa sin quitártela? — dijo Kuumi en tono burlón, pero luego se puso seria —. Siento haberte dicho eso tan horrible. Aunque tenía mis dudas, no debí de haber insinuado eso. Te compré esto a modo de disculpa. Soy buena con las tallas, así que te debería de quedar bien. Pruébatelo. Si quieres, claro.
Recibí el paquete con una sonrisa protocolar, no podría olvidar tan rápidamente las palabras que había usado conmigo, pero no podía enemistarme aún viendo que ella pedía disculpas al respecto —. De cuerdo, acepto tu regalo como presente de buena fe— desenvolví el empaque con delicadeza para no dañar la envoltura y entonces descubrí una hermosa pieza de tela negra con un contraste entre marrón, blanco y rosado debido al estampado del árbol de cerezo y mariposas, nada más tocar el yukata podía sentir su suavidad y su brillo, era una pieza de calidad —.Gracias, está muy lindo, en verdad.
«Creo que nadie se dio cuenta...»
—Melo pondré ahora mismo, así podremos salir— volví al baño, pero esta vez tardé menos que antes en salir, vestía el yukata que me había entregado Kuumi, entraba perfectamente en mi cuerpo, por lo que la salir di un pequeño giro sobre mi eje para presumirlo, al hacerlo un aroma a rocío me acompañaba.
«¿Deberíamos invitarla?» dudé.
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Mei aceptó la ofrenda de paz, lo que alivió a Ranko e hizo sonreír a Kuumi. En lo que la Uzujin regresaba al baño para cambiarse, la pelirroja se acercó a su hermana.
—¡Están realmente lindos, Kuu-chan! ¡Gra…! —intentó decir la más alta, pero la otra la cortó.
—Sí, sí, no hay problema. Ranko. Fueron a las termas ya, ¿Verdad? ¿Qué pasó allí?
La chica balbuceó un instante y su rostro retomó el carmesí por enésima vez.
—A-ahm… P-pues… N-nos… Nos ba-bañamos… Y-y pasamos un bonito rato y… y… —La imagen del rostro de Mei tan cerca del suyo seguía bastante fresca. Podía conjurar sus orbes esmeraldas, y verlos cerrarse, acercarse, prepararse… Podía sentir todavía el cuerpo húmedo de la chica. Y lo de los vestidores… —. U-u-un he-hermoso rato…
—Ajá. —Kuumi la observaba con expresión de sospecha y brazos cruzados.
Entonces, Mei salió del baño portando el yukata. Kuumi alzó las cejas en aprobación, mientras que Ranko dio pequeños aplausos silenciosos. Ante sus ojos, se veía magnífica, y no podría haber mejor prenda para ella. Las mariposas de la tela parecieron aletear mágicamente cuando ella giró. Y su aroma… ¿Era diferente?
—¡Le queda hermoso a Mei-san! ¡E-es muy preciosa! ¡Precioso! ¡U-un yukata muy precioso!
Ranko había comenzado a sudar ante la presión de los ojos de su hermana, quien asentía lentamente.
—Ya… Ya veo… Ran-chan, ¿Y si te cambias? Parece que saldrán de nuevo, ¿No? ¿Juntas?
—Ehm… s-sí. Ya… ya voy…
Ranko asintió, tomó el atuendo y fue al baño. Sintió un olor a quemado al entrar.
Mientras tanto, Kuumi se quedaba a solas con Mei de nuevo. La pelirroja se sentó en el borde de una de las camas y se inclinó hacia atrás, apoyándose con las manos. No habló mas que al final, pero sí le dirigió varias miradas de vez en cuando. Ranko tardó un poco más que Mei, pues aprovechó para peinar su larga trenza.
—Entonces… ¿Qué tal se portó Ran-chan en las termas? ¿Acaso…?
Pero fue interrumpida de nuevo, pues Ranko salió, vistiendo el yukata rosa.
—E-estoy lista. Creo.
—Woah, te queda exquisito, hermana. ¿No, Mei? —Kuumi miró de reojo a la chica, esperando su comentario.
La pelirroja era la única que no estaba lista para salir, aunque no parecía tener ganas de ello. Aunque se le notaba más tranquila, mucho más que en la tarde, y parecía tolerar más la presencia de Mei.
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Tras hacer mi salida del baño, ambas chicas quedaron deslumbradas con mi belleza natural, una de ellas asíntia con las cejas y la otra aplaudía silenciosamente, una más emocionada que la otra, pero tenían en común que les encantaba como lucía.
«Y eso que ando sencilla, podría arreglarme un poco más, unos detalles por aquí, unos retoques por allá y estaría despampanante» sonreí complacida, en mi mente me veía con un peinado más elaborado y accesorios extravagantes, unas getas «Sí, definitivamente mañana me dedicaré a mi figura»
—Gracias, gracias— dije aún entre sonrisas y sonrosada.
—Ya… Ya veo… Ran-chan, ¿Y si te cambias? Parece que saldrán de nuevo, ¿No? ¿Juntas? Inquirió con insistencia Kuumi.
Ranko volvió a tener aquel tono dubitativo, asinsitó y se metió en el baño. Ahora me encontraba a solas con la pelirroja, hubo un silencio un tanto incómodo, por mi parte me volteé y busqué el espejo de la habitación, me paré al frente de él y empecé a agarrarme el cabello y lo subía, lo bajaba, lo movía para la izquierda y derecha, intentando ver que podría hacerme para cambiar mi imagen, el reflejo del cristal delataban las miradas de La Gata.
—Y tú... ¿Ya cenaste?— pregunté repenintamente en una de las veces que sentí su mirada en mi, sobre todo porque me parecía descortes salir a cenar sin saber sí ella había comido.
Y entonces...
—Entonces… ¿Qué tal se portó Ran-chan en las termas? ¿Acaso…?— Ranko abrió la puerta del baño interrumpiendo la pregunta de su hermana, volteé a verla con celeridad.
—Sí, le sienta muy bien el rosa— asentí con la cabeza, luego miré a Kuum, esperaba que la presencia de su hermanita no le cortara el rollo en preguntar —. ¿Acaso...?
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"Me… Me sienta muy bien… el rosa." Las palabras no sólo reverberaron en la mente de Ranko, sino que se grabaron con fuego en su memoria. El rosa pasaría a ser su color favorito a partir de entonces.
—Oh, no, sólo preguntaba si acaso habían tenido algún problema. Ya sabes, Ran-chan… En un lugar público como ése… Pero parece que no. Y sí, ya cené, justo antes de comprar sus yukatas, de hecho. —Se dio unos toquecitos en la panza y giró entre sus dedos el palillo de dango con el que había estado jugueteando hacía unos minutos.
Mei había estado peinándose, aunque parecía no decidirse por su estilo. La atención de la Kusajin alta se desvió brevemente de la Uzujin hacia su hermana.
— Kuu-chan… —Quiso reclamarle el que mencionara la probabilidad de haber tenido un problema, pero agradeció que se preocupara por ella —. Vamos… Vamos a cenar y a ver e-el festival de los gatos y los perros, y…
Dudó un momento y le dirigió una breve mirada a Mei. Como siempre, estaba dividida: una parte de Ranko quería invitar a su hermana a pasar el rato con ellas, mientras que a la otra le emocionaba más estar a solas con Mushihime.
"O Chōhime. Mmm... No me decido cuál suena mejor. ¡Mei-hime! ¡Sí! En fin, a solas con una multitud de gente, por supuesto… Además, ¿Qué pasó con Ranko decidida? ¡Decide!"
Pero antes de que alguien pudiese decir algo más, Kuumi respondió.
—¡Genial! El ambiente se veía muy alegre cuando vine, debe de ponerse más avivado cuando llegue el momento. Iría con gusto, pero… Caminé mucho para encontrar atuendos lindos para ustedes, así que pasaré esta vez. Tal vez me duerma temprano.
La pelirroja se estiró y luego se recostó en la cama. La mirada de la castaña fue de Kuumi a Mei, y luego de regreso. Ranko no se creía las palabras de su hermana del todo, pero se obligó a tragarse un "¿Estás segura?" alegremente.
—E-está bien, Kuu-chan —Luego le sonrió a la Uzujin. No recordaba alguna otra ocasión en que estuviera ansiosa por ver que alguien terminara de arreglarse —. ¿Está lista Mei-san?
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—Ahh... Sí...— Kuumi tenía toda la razón en ese sentido, la verguenza de Ranko le hacía pasar un mal rato —. Hemos estado trabajando eso, ¿no?— pregunté mirando a La Coneja, en espera de su confirmación. La pelirroja mencionó que ya había comido mientras daba golpecitos en su estómago e hizo girar el palillo del dango entre sus dedos, cosas que hacía más evidente la situación.
Sonreí relajada, había estado evitando tanto el contacto con ella que había obviado algo tan obvio —. Supongo que será en otra oportunidad.
Sagiso le explicó a su hermana que saldriamos a cenar aprovechando el evento en conmemoración del festival, por mi parte me volví a girar hacia el espejo intentando realizar un último ajuste en mi cabellera.
«Creo que tendré que dejarlo así» suspiré con resignación.
—Eso dice que hay mucho que ver y que nos toca caminar ahora a nosotras— concorde con Kuumi, mientras miraba a Ranko, era una de esas miradas que demostraban que esperaba por ella.
— ¿Está lista Mei-san?
—Sí, espero por ti— me despedí de su hermana y salí.
Una gran una lucía un vestido blanco escarchado, iluminaba el cielo como nunca, ninguna estrella se encontraba a su alrededor, ninguna nube, ningún astro que se dignase a intentar opacar su fulgor. Así de galante estaba la villa, cientos de lámparas alusivas al festival iluminaban las calles, los habitantes vestían hermosos y finos yukata y kimonos de seda, la gran mayoría cubría su rostro con una máscara canina o gatuna, y el que no, tenía la porcelana en su mano o en sus pertenencias, no era raro oir niños corrientdo de aquí para allá y de allá para acá, burbujas jabonosas flotando por ahí, y a pesar del calor, parecía una noche mágica, sí de esas de cuentos de hadas.
—Lo primero que me gustaría sería comprar una de esas máscaras, para mi una de gato, y bueno tu ya tienes una— dije recordando que Kuumi le había dado una de perros.
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Ranko asintió ante la pregunta de Mei, aunque un tanto dudosa. Luego vio salir a la Uzujin y tomó un profundo respiro. Más que para sentir su aroma, fue para llenarse de valor.
— No olvides tu máscara, Ran-chan.
— Ah-ah… Sí…
La alta se dispuso a buscarla, aunque no le fue difícil dar con ella entre sus cosas.
— Ran-chan… Sólo quiero decirte… —Ranko se detuvo justo antes de cerrar la puerta. La otra chica ya había avanzado un poco, y Kuumi habló lo suficientemente bajo como para que sólo la escuchara su hermana — . Suerte con Mei.
Ranko sonrió enormemente.
— Gracias.
"Creo que moriré aquí"
Simplemente había más gente de la que esperaba, mucha más de lo que estaba acostumbrada Ranko. No podía negar que Yugakure se veía espléndida, casi irreal. Los ornamentos, las luces, los ánimos, todo era tan cálido y familiar entre sí. Aunque Ranko habría preferido verlo de lejos.
"¡No! ¡La Ranko decidida decidió venir! ¡Hay que tomarse en serio! No pasará nada. Todos aquí están celebrando, nadie se fijará en una chica alta de Kusagakure. ¿No? Nadie. Especialmente hoy. ¿No?"
Mei dijo que lo primero sería comprarse una máscara de gato antes que nada. Ranko quiso hablar, pero por miedo a que su boca balbuceara, sólo asintió. Su mano derecha se movió, tal vez por miedo también, y tomó la izquierda de Mei, de manera que pudiese seguirla de cerca, sin riesgo a perderse entre la multitud. El contacto con su piel le haría relajarse un poco. Ranko apretaba la máscara canina contra su pecho. Logró juntar el valor al cabo de dos eternos segundos.
— L-l-la sigo, Mei-san.
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No se podía negar que la cantidad de la gente era abrumadora, pero eso no significaba que un par de kunoichis pudiese perderse entre el bululu... ¿O sí?
No obstante, Ranko sintió la necesidad de tomar mi diestra, y yo sentí la necesidad de entrelazar sus dedos con los míos, su mano y la mía, juntas.
Tras avanzar, Ranko podría percibir las miradas en nosotras, algo que le haría sudar más, revolvería su estómago e incluso volvería a tonarse roja, muy roja, pero cuando notó que los ojos no se paraban en ella, en nuestras manos, ni en el hecho de que eramos dos mujeres jóvenes tomadas de la mano en medio de un festival, sus nervios y ansiedad desaparecieron, pronto descubriría que nos veía mayormente mujeres, y luego, que se enfocaban en nuestra vestimenta, en los preciosos yukata que su hermana nos acababa de dar, los cuales parecían deslumbrar más que los demás.
—Allá hay una tienda de esas— apresuré el paso, remolcando más rápido a Sagiso, solté nuestro lazo para tomar una máscara con cada mano, y poner una temporalmente en mi rostro —. ¿Cual me queda mejor?— pregunté mientras seguía intercambiandolas. La primera la tipica de porcelana blanca, con orejas de gato, bigotes pintados, la nariz triangular y rosada, los ojos grandes y con sombra roja; la segunda de la misma porcelana, pero con los rasgos felinos más acentuados, los ojos más pequeño de igual manera decorada con sombra rojiza, tenía la misma nariz, y boca, bueno una especie de colmillo que entresalía de una franja que vendría siendo los labios, y unos bigotes; ninguna parecía muy femenina, pero cada una tenía un cierto atractivo. Elegiría la opción que a Ranko le gustase más, de igual forma como sí no le gustase ninguna.
—Y... ¿Sabes a dónde iremos a cenar?— indagué, después de todo había sido su idea.
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Ranko se llenó de valor al sentir la los dedos de Mei entrelazarse con los suyos. Por un momento, todo se volvió como un recuerdo, aquellos en los que te fijas en algo muy especial y el resto no tiene importancia. Por un momento, la gente se tornó borrosa, el sonido de la muchedumbre se apagó, y los colores perdieron foco. Por un momento, sólo recordaría a sí misma y a Mei, tomadas de la mano.
Pero al momento siguiente, la realidad regresaría. El festival seguía allí, al igual que aquel gentío. Al alzar la mirada, Ranko se encontró con los ojos de muchos, y sintió la ansiedad acumularse. Sus pasos se tornaron algo tensos, y su mano apretó ligeramente la de Mei, sin llegar a lastimarla. Su rostro ardió de nuevo.
"Esto fue un error. Hay que irnos. ¡No! ¡Ranko decidida! ¿Recuerdas?"
Pero pronto se dio cuenta de algo. Las personas no se enfocaban en ellas en sí, sino en sus atuendos. Escuchó algunos cuchicheos al pasar cerca de una mujer sobre lo lindos que eran sus yukatas. El corazón de Ranko se alivió, pero su rostro no perdió el color carmesí. Normalmente, cualquier tipo de atención le haría encogerse, pero en ese momento y lugar, al lado de la Uzujin, sentía que podía soportarlo. Es más, podría disfrutarlo. Pronto, su mente comenzaría a vagar por un plano mágico.
"Están… viéndonos. Nuestras ropas realmente son hermosas, ¿No? ¡Kuu-chan hizo un gran trabajo al conseguirlas! ¿Nos vemos tan bien… juntas? Es como si fuésemos dos princesas. ¡Sí!¡Usagihime y Mushihime!"
Un tirón por parte de Mei sacó a Ranko de su ensimismamiento andante, y la llevó a uno de los puestos que vendían máscaras. Sus manos se soltaron, pero Ranko caminó rápidamente para alcanzar a su amiga. La Kusajin comparó las máscaras felinas que se le mostraban, y, después de unos segundos, eligió la primera, la de los ojos más grandes.
"Aunque si pudiera elegir, preferiría que nada tapase su rostro…" pensó de la nada.
Lo que vino después fue una pregunta importante. ¿Dónde comerían? Con su ya característico dedo en el mentón, Ranko pensó por un segundo. Era un festival, así que había un centenar de puestos de comida rápida. ¡Comer en ellos sería de lo más auténtico! Por otro lado, ir a un restaurante más formal sería más adecuado para Mei-hime, ¿no?
"Creo que será mucho más fácil encontrar algún puesto… Además, creo que Mei-san quería descansar después, ¿no? ¡Una cena sencilla sería lo mejor! Creo."
—Hay muchos lugares lindos aquí. ¡Podemos encontrar alguno que nos guste!
La mano de Ranko cobraría vida de nuevo, pues tomaría la de Mei para llevarla por un borde de la calle. No tiraría mucho de ella, pues no quería parecer maleducada. Sólo un tanto… decidida. Se sentía extremadamente rara al ser quien guiase, pero no dejaría de hacerlo por un rato. Pasarían frente algunos puestos de recuerdos y otros de baratijas, hasta que dieron con uno de comida.
Era un puesto no muy grande, adornado con figuritas de perros y gatos, como era de esperarse, y con farolillos colgando bajo el toldo. Parecía tener una gran variedad de comidas fritas y bocadillos típicos, en especial para fiestas como aquella. Una pareja rechonchita de edad madura lo atendía. Después de despedir a un grupo de niños con sendos taiyaki, la mujer se dirigió a las kunoichi mientras su marido revisaba algunos ingredientes.
—¡Hola, jovencitas! ¿Están disfrutando el festival? ¿Qué les puedo servir?
Ranko asintió efusivamente, pero cuando quiso contestar sintió el tartamudeo aglutinarse en su garganta. Sin embargo, un ligero apretón a la mano de Mei evitó que se trabara al hablar.
"Es casi terapéutico. Espero que no le moleste que la tome tanto de la mano…"
—Ikayaki. Si no es mucha molestia —Ranko había probado hacía mucho aquel platillo de calamar frito, y se le antojaba de nuevo —. ¿Qué le gustaría a Mei-san?
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—¿Está?— puse la primera máscara nuevamente sobre mi rostro, esperando la confirmación de Ranko.
Después de un rato, ambas estaríamos con nuestras máscaras, por lo menos yo llevaría la mía puesta y La Coneja habia asegurado que encontraríamos un buen lugar para cenar por los alrededores, después de todo nos encontrabamos en un festival, ¿cuan dificil podría ser? —Sí, he visto varios puestos que ofrecen platos exquisitos, curioseemos un poco.
Nuestras manos se entrelazaron nuevamente y Sagiso fue quien siguió demostrando que tomaría la iniciativa, esta vez fue ella quien me guió por las calles, Ranko no se inmutó por la presencia de la gente, pasó por ellos como si nada, dejando atrás un puesto de recuerdos y otros de objetos que ni llegué a ver, nada que me interesase, después de buscar un poco, cosa que no fue muy dificil, encontramos un local adecuado para lo que buscabamos.
El local era de estructura mediana y los perros y gatos no escaseaban, lo que hacía dudar sobre su inclinación, ¿adoraría al Dios Perro o al Dios Gato? Varios faroles alumbraban el techo y el menú era amplio en frituras y bocadillos, incluso su último cliente salía con unos delicosos taiyaki que hicieron que seme abriese el apetito.
—Buenas noches, sí, primera vez que venimos— volví a repasar el menú, miré a Ranko con extrañes, quien apretó mi mano repetinamente, no obstante sonreí. —. A mi me sirve una ración de wantán— pedí casi al instante, luego miré a Ranko con extrañes, quien apretó repentinamente mi mano, no obstante, sonreí —. También un par de té helado— no podría olvidar el calor...
—¿Mañana será un gran día, no?— pregunté al aire, no sabía si me respondería la encargada, o su acompañante —. Ponte cómoda — la invité a tomar asiento, yo haría lo mismo y retiraría la máscara de mi rostro.
Mi estómago rugió repentinamente llamando la atención de los presentes y mi rostro se coloró lleno de verguenza.
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Ranko se alegró de que Mei la siguiese de buena gana, y de que no se quejara de los apretoncitos de mano. La Uzujin pidió algo de wantan y un par de tés helados, a lo que Ranko asintió, totalmente de acuerdo con la idea de beber algo.
—¡Oh, son foráneas! Pues bienvenidas sean~ Por supuesto, por supuesto, enseguida —La mujer y su esposo se pusieron manos a la obra al instante. Se notaba la maestría que tenían para preparar comida. Posiblemente llevaban mucho tiempo ya haciéndolo. La mujer sonrió enormemente cuando Mei mencionó el día siguiente —. ¡Definitivamente, cariño! ¡Ya verás que el dios Gato saldrá triunfante de nuevo! Aunque mi esposo esté en contra de ello. —Le guiñó un ojo a Mei y tanto ella como su cónyuge echaron a reír. Tal parecía que las ventas eran tan importantes como para evitar riñas entre la pareja.
Mei instó a Ranko a sentarse, ante lo cual la Kusajin asintió, aunque significara soltar la mano de la chica. Cuando estaba pensando qué decir, escuchó un ruido extraño que, al parecer, provenía del estómago de Mei.
—¡M-Mei-san! —El tono de Ranko era entre preocupado y un poco divertido —. Realmente ha pasado un rato sin comer… —Ranko sintió que su rostro también enrojecía, como si compartiese la vergüenza de Mei.
—Ikayaki para la señorita. —dijo la mujer, entregándole a Ranko un plato con lo que parecía ser una crepa con excelente presentación. Había escuchado que era un platillo de rápida preparación, pero no sabía que estaría listo tan pronto.
—M-muchas gracias.
Ranko tomó el plato y los palillos que le ofrecía la cocinera y los puso sobre la barra. Entonces tuvo una idea.
"Oh no. OH NO. No serás capaz, Ranko. ¿Lo serás? ¡Sí! ¡SÍ! ¡Ranko cien por ciento decidida!" La chica gritó mentalmente.
Obedeciendo a un corazón que latía mil veces más rápido que cuando terminaba un entrenamiento súper pesado, Ranko separó los palillos y cortó con ellos un poco de su ikayaki. Tomó el pedazo y, con una mano ligeramente temblorosa pero de agarre fuerte, acercó los palillos con el trozo de calamar asado al rostro de Mei, mientras que llevaba la palma izquierda debajo para evitar que cualquier rastro de comida cayera sobre la chica o la barra
—C-C-Creo que M-Mei-san lo n-nece-necesita primero…
El rostro de Ranko volvía a su ya natural color escarlata. Esperaba con todo su ser que Mei aceptara y comiera, pues de lo contrario la pena sustituiría cada célula de su cuerpo y estaba segura que moriría de la vergüenza allí mismo..
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—Gracias— sonreí tras escuchar la bienvenida. En el interior de local la estufa se prendió y las manos de ambos chefs se movieron con destreza inigualable, demostrando que eran altamente capacitados en lo que estaban haciendo, seguaramente tendrían años de experiencia, seguí sus movimientos por unos segundos hasta que la señora se dirigió a mi con cierto tono de complicidad, seguramente promovida por el hecho de contar con una máscara gatuna en mi poder —. ¿De nuevo? — repetí —. ¿Entonces el año pasado fue el vencedor?— la respuesta era más que obvia, pero la lancé solo para seguir conversando con ella, realmente no me importaba quien llegase a ganar, sí el perro, el gato o el otro dios, solo quería ver el espectáculo.
—¡M-Mei-san! — rugió instantaneamente Ranko al escuchar el sonido de mi estómago, aquello empeoró la situación, sí por un momento tuve la esperanza de que el ruido pasara desapercibido, o que se hicieran oídos sordos, la kunoichi me delató...
—Losientolosiento— me apresuré a decir un poco más colorada —. No pude evitarlo— reí, aún apenada, aunque al mriar a Sagiso noté como su rostro se enrojecía también.
«Que noble es» pensé al reconocer el motivo.
El platillo de mi compañera fue el primero en estar sobre la barra, miré ansiosa su platillo cautiva por su olor , mi estómago se estremeció, pero esta vez sin llamar la atención, cosa que agradecí ---- Buen provecho Ran-chan sonreí, y entonces caí en cuenta... ¿Había dicho Ran-chan? Las palabras habían salido voluntariamente, sin previo aviso, sin siquiera meditarlo, sin planificarlo... ¿Por qué?
El té helado fue lo segundo en llegar a la barra, no porque llevase mucho elaborarlo, sino para hacer el acompañamiento al plato de Ranko, y seguramente para que yo bebiese algo mientras terminaban mis frituras, no dudé en hacerme con el mío y beber mientras mis ojos veían los adornos de perros y gatos, el techo o cualquier otra cosa que no fuese el Ikayaki de La Coneja.
Estaba totalmente ajena a lo que hacía Sagiso, hasta qué... —C-C-Creo que M-Mei-san lo n-nece-necesita primero…
—¿Eh?— volteé y me topé con los palillos cerca, muy cerca de mi boca, instintivamente me incliné hacia atrás por reflejo propio, luego noté que había un pedazo de la crepa, el segundo venidero transcurrió con un contacto profundo de nuestros luceros, entonces abri la boca y acepté el amor que Ranko me presentaba.
— G-gracias— musité tan suave y tiernamente, tan ligero como un susurro, un susurro que solo ella escucharía.
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