Este foro utiliza cookies

**Uchiha Datsue** · 27/11/2019, 21:50

Nathifa asintió, todavía con rostro serio.

—Sí, déjamelo a mí —Kincho tragó saliva—. Buen viaje, Daigo.

En esta ocasión, el joven shinobi de Kusagakure no Sato pudo salir sin mayores percances. Le quedaba un duro viaje de vuelta, pero por lo menos, esta vez, sabía a lo que se enfrentaba. Lo que se le venía encima.

**Tsukiyama Daigo** · (Última modificación: 28/11/2019, 02:35 por Tsukiyama Daigo.)

«Buena suerte, Kincho-san».

Y sin más, el joven Genin partió de vuelta a casa, sabiendo que tenía mucha información que entregar lo antes posible al Morikage.

Aún así, aunque llevaba toda la prisa que sus lentos pies le permitían, el chico procuró no cometer las locuras que había cometido en el viaje de ida. Llevaba la ropa que le habían recomendado, se aplicaba cada poco tiempo el ungüento que había adquirido, paraba cuando tenía que descansar e incluso revisaba varias veces por si se encontraba un cocodrilo en el agua.

Sí, se podría decir que ya era todo un experto del desierto... siempre que no se saliera del camino que había llevado, claro.

Pero Daigo no había olvidado en ningún momento que la única razón por la que estaba vivo a pesar de su irresponsabilidad era por cierta Bedōin que le había salvado la vida, y tenía una muy buena idea de quién podría saber algo al respecto.

Decidió detenerse en cierto pueblo donde vivían una anciana y su nieta.

**Uchiha Datsue** · 28/11/2019, 21:21

Daigo llegó a la pequeña aldea cuando ya se estaba haciendo de noche. El sol había desaparecido entre las dunas minutos atrás, y las temperaturas empezaban a bajar. Sabía por experiencia que, de un momento a otro, caerían drásticamente.

Sus pasos le llevaron hasta la humilde vivienda donde abuela y nieta le habían dado cobijo y agua en su travesía. Vio luces encendidas en el interior, traspasando tímidamente las cortinas de la única ventana que tenían. Pegado a la vivienda, atado a un poste, había un dromedario.

Ese dromedario no estaba allí la última vez.

**Tsukiyama Daigo** · 28/11/2019, 23:13

Daigo se acercó a la puerta de la casa sin perderse el detalle de que allí había un dromedario que no había visto la última vez.

«Qué extraño» pensó, pero entonces calló en que quizás... «con suerte pertenecerá a esa persona».

Alegre, el joven tocó la puerta un par de veces.

**Uchiha Datsue** · 30/11/2019, 01:00

Daigo oyó voces al otro lado. Cuchicheos quedos. Cierto revuelo. Y un silencio sepulcral. En ese preciso orden.

No fue hasta unos segundos más tarde que la puerta se entreabrió, dejando ver un ojo oscuro que le taladró el alma. Conocía muy bien aquel ojo. Como también las arrugas que le rodeaban.

—¿D-daigo-kun? —Era Koku. La anciana—. ¿Q-qué…? ¿Qué haces aquí?

La puerta permaneció semicerrada.

**Tsukiyama Daigo** · 30/11/2019, 01:46

Luego de unos largos y extraños segundos, finalmente Koku, La anciana, abrió la puerta, o mejor dicho apenas la entreabrió lo suficiente para que Daigo pudiera ver su ojo.

«Qué extraño» pensó de nuevo. Todo se le estaba haciendo muy extraño.

—Quería pasarme a saludar, pues pronto estaré de vuelta en Kusagakure —le dijo—. ¿Vengo... en un mal momento?

**Uchiha Datsue** · 30/11/2019, 14:58

—Bueno, lo cierto es que…

—¡Abuela, abuela! ¿Es Daigo-kun?

La niña llegó hasta la entrada como un elefante en una chatarrería, abriendo la puerta de golpe y abrazando al joven genin. Fue en ese momento cuando Daigo pudo apreciar que en la vivienda había alguien más. Una mujer, que estaba colocándose un turbante azul oscuro, ocultando su frente y la boca, mas no los ojos. Aquellos ojos…

Aquellos ojos verdes. Hipnotizaban nada más verlos.

—Ehm… Ejem, te presento a nuestra invitada, Daigo-kun. Ehmm…

—Kasaru —dijo ella, con voz rasposa—. Un placer.

**Tsukiyama Daigo** · 30/11/2019, 18:39

—¡Hola!

Alegre, el chico cogió a Gura para levantarla y abrazarla antes de volverla a dejar en el suelo.

Fue entonces cuando notó que allí había una persona más. Una mujer que ocultaba todo su rostro tras un turbante, excepto sus mágicos ojos verdes que llamaron la atención del peliverde al instante.

Koku intentó presentarla, pero finalmente fue ella quien se presentó como Kasaru.

—El placer es mío, Kasaru-san —dijo mientras pensaba en esos ojos y esa voz rasposa...—. Esto... ¿puedo preguntarle algo?

Daigo inclinó todo su torso en una pronunciada reverencia.

—¿Fue usted quien me salvó la vida en el desierto?

No tenía dudas. Debía ser ella.

**Uchiha Datsue** · 1/12/2019, 15:01

Abuela y nieta se quedaron perplejas ante la súbita revelación del kusajin. Una abriendo mucho los ojos; la otra tapándose la boca con una mano. Kasaru, en cambio, permaneció inmóvil, bloqueada por unos largos segundos. Como si estuviese pensando qué decir. Como si estuviese midiendo sus palabras.

—Sí —dijo finalmente—. Fui yo.

—¡Aaalaaaaaaaa! Pero, Daigo-kun, ¿por qué necesitaste que te salvaran, eh? ¡Tienes que estar más atento! El desierto es mu’ mu’ peligroso. ¿No te lo dijeron? A mí sí, todos los días. —Ah, no. Ella estaba bien prevenida al respecto. Sí señor.

**Tsukiyama Daigo** · 5/12/2019, 00:43

Daigo no tuvo duda alguna, al menos no desde el primer momento en el que había visto a Kasaru. Ya sabía que debía ser ella a quien tenía que agradecerle estar respirando, pero eso no implicaba que supiera qué haría una vez lo confirmara.

Aún así no necesitó un solo segundo para responderle, pues su voz se escapó para simplemente decir lo que pensaba.

—Gracias —le dijo, todavía sin erguirse—. Muchas gracias, Kasaru-san, le debo la vida.

**Uchiha Datsue** · 9/12/2019, 16:39

Kasaru se tomó su tiempo para responder. Sus ojos eran la punta de dos lanzas esmeraldas que atravesaban el alma de parte a parte.

—No hay nada que agradecer —replicó, con voz rasposa—. Hice lo que cualquiera hubiese hecho.

Así de simple. Así de fácil.

—Bueno, ¡pero estaréis hambrientos! Vamos, vamos. Sentaos que en seguida os preparo una sopa riquísima. Daigo, ¿te quedas a dormir, verdad? Claro que sí, ya es muy tarde ahora para estar por ahí afuera. Vamos, vamos. Sentaos a la mesa.

**Tsukiyama Daigo** · 21/12/2019, 17:34

«Lo que cualquiera hubiese hecho...»

A Daigo le gustaba pensar que así era, que el primer instinto de cualquier persona era hacer el bien, pero eso no cambiaba nada para el peliverde, quien nunca olvidaría el gesto de Kasaru.

Esto último no llegaría a decírselo, pues Koku se apresuró hacerlos abandonar el tema y empezar con la cena.

Sonrió.

—Si no es mucha molestia.

Comieron y charlaron y compartieron tiempo juntos e incluso, si Gura así lo quiso, Daigo le contó un cuento distinto a Gura aquella noche.

Finalmente el joven fue a dormirse. Le quedaba poco tiempo de viaje, pero el desierto le había demostrado que necesitaba estar en sus mejores condiciones para cruzarlo.

**Uchiha Datsue** · 22/12/2019, 17:29

Despertó con la primera luz del alba. Cuando los rayos de sol, todavía tímidos, se quedaban tras la persiana de la única ventana de la vivienda. Cuando los ronquidos de la anciana se habían transformado en el silencio de quien aguanta el aliento. Cuando la suave respiración de Gura se había transformado en un chillido de sorpresa, parcamente interrumpido por una mano que le tapó la boca. La mano de Kasaru.

¡Toc, toc, toc! Más que llamar, alguien aporreaba la puerta.

—¡Abran! ¡Abran! ¡Abran o echaremos la puerta abajo!

**Tsukiyama Daigo** · 22/12/2019, 19:43

«¿Qué...?»

Daigo, confundido y ligeramente asustado por la situación en la que repentinamente se encontraba, dirigió su mirada hacia la única persona que parecía entender la situación.

—¿Qué está pasando? —le preguntó a Kasaru en voz baja, mientras se acercaba a ella y Gura—. ¿Qué quieren?

**Uchiha Datsue** · 22/12/2019, 20:26

Kasaru no contestó, pero Daigo pudo leer la respuesta a su pregunta en la frente de ella: 812. Ese era el número que tenía marcado en su piel, y que el kusajin pudo leer perfectamente gracias a que tenía el turbante a medio poner.

¡Pum!

Las bisagras de la puerta apenas resistieron el tremendo golpetazo que recibieron desde el otro lado. Otro golpe más, y esa puerta estaría lamiendo el suelo. Escucharon voces al otro lado.

Iban a volver a cargar.