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**Tsukiyama Daigo** · 24/12/2019, 01:24

Daigo no necesitó ninguna respuesta por parte de Kasaru, pues ya había encontrado todo lo que necesitaba escrito en su piel.

«No puede ser...»

Aunque sorprendido, el chico no dudó un solo segundo en lo que tenía que hacer en aquella situación.

Kasaru era una criminal, y quien sabe lo que había hecho para ser encerrada en la Prisión del Yermo.

—Voy a abrir, huye, por favor —le dijo en voz baja.

Pero ella le había salvado la vida, se lo debía, y nadie se merecía lo que le sucedería de ser atrapada.

¿Que cómo escaparía cuando solo había una ventana? Esperaba que Kasaru lo descubriera a tiempo, porque no tenían mucho.

—¡Esperen, no tiren la puerta, abriré! —gritó.

**Uchiha Datsue** · 24/12/2019, 15:21

La mujer le miró con una pregunta en sus orbes verdes: ¿por qué? Mas no la formuló. Se acercó a Daigo y le tomó del hombro, dándole un apretón. Su modo de darle un abrazo y darle las gracias, quizá.

Se inclinó a su oído y le susurró:

—Pregunta por Toru en El Bosque Encantado. Él te lo agradecerá por mí.

Se dirigió a la niña, le dio un gran abrazo y le besó la frente.

—Ojalá tuviésemos más tiempo. Ojalá pudiese decirte cuánto te añoro. —Las lágrimas brotaban de sus ojos verdes como la lluvia al caer sobre una hoja—. Sé feliz, hija mía. Y hagas lo que hagas, no sigas mis pasos.

—¡Pues abre de una puta vez, hostia! —se oyó rugir afuera.

Kasaru se había colocado el turbante y ya estaba preparada tras la ventana. Era un mal plan, pero era el único plan que tenían. Abuela y nieta se abrazaban en una esquina, llorando ambas, desconsoladas. Y Daigo, de pie, era el único que tenía la llave para que aquel fuese un final agridulce.

**Tsukiyama Daigo** · 25/12/2019, 01:42

Daigo asintió. Definitivamente tenía que visitar a ese Toru, pues todavía tenía preguntas que necesitaban respuestas.

El joven genin solo pudo presenciar la emotiva despedida entre madre e hija sin poder hacer nada al respecto.

Se giró hacia la puerta una vez Kasaru se había preparado y se dio dos golpecitos en la cara. Él también tenía que prepararse, pues todo dependería de como se desenvolviera la interacción que estaba a punto de ocurrir.

—¡Ya voy, ya voy! —dijo acercándose a la puerta.

Cuando el chico abrió la puerta, quienes se hallaban al otro lado se encontrarían con un Daigo recién despertado y ligeramente irritado por la situación.

—¿Pero esto a qué se debe?

**Uchiha Datsue** · 25/12/2019, 12:02

Un hombre de pelo corto y con gafas cuadriculadas, que no había visto en su vida, fue con quien se topó. Vestía la indumentaria de la Prisión del Yermo y, a su izquierda, la figura de una mujer le observaba tras una máscara blanca. Detrás de estos, a varios metros de distancia, pudo distinguir a un hombre que observaba curioso lo que acontecía.

A su izquierda, Kasaru abría muy lentamente la ventana corredera. Todavía no podía salir, o le verían de lleno. Iban a tener que medir muy, muy bien los tiempos si querían que aquello les saliese bien.

—En nombre de Nathifa-sama, y con la potestad otorgada por la Daimyo para buscar, inspeccionar y registrar cualquier propiedad si hay indicios fehacientes de estar hospedando a una presa fugada del acontecimiento que ahora se conoce como La fuga del Yermo, año 219 —el hombre casi le estampa en la cara un pergamino abierto con la firma y sello de Natsukatto Amura—, yo, Tomizawa Masahiro, le insto a apartarse y dejarnos inspeccionar la vivienda.

**Tsukiyama Daigo** · 1/01/2020, 07:41

«Demonios, traen esclavos... ¡eso lo complica todo!».

Daigo sentía miedo. La situación parecía realmente complicada y si fallaba no solo él, sino Kasaru y toda su familia sufrirían las consecuencias.

Tenía que ser rápido al pensar y preciso en todas sus decisiones. El tiempo era crucial.

—¿¡A una fugada!? —exclamó sorprendido en cuanto le mostraron el pergamino.

«¿Quéhagoquéhagoquéhagoquéhago?»

El joven no era lo suficientemente listo para hacer un plan elaborado con velocidad, así que se limitó a confiar en su habilidad para mentir y actuar mientras mantenía su miedo a raya.

—Encontré a alguien en el desierto que parecía necesitar ayuda y le indiqué el camino para llegar hasta aquí.

Se apartó hacia la derecha lentamente mientras temblaba ligeramente, buscando que mantengan su atención en él, mostrándose sorprendido y ligeramente asustado por la idea de haber metido a un criminal en casa.

—Yo... ni siquiera imaginé que podría ser un criminal...

**Uchiha Datsue** · 3/01/2020, 22:13

El plan estaba en marcha —o la repentina improvisación, más bien—, y los engranajes empezaron a funcionar. Daigo vio que el hombre abrió tanto los ojos que parecían iban a salirle disparados a través de las gafas. Y la esclava que llevaba a su izquierda dio un paso adelante para introducirse definitivamente en la casa.

Al mismo tiempo, Kasaru se colaba por el hueco de la ventana para desaparecer de la vista de ellos dos. De ellos dos, sí…

… pero no de la tercera persona más retrasada. Una que tenía cara de… comadreja.

—¡Ey! ¡Alto! ¡Que… HOOOOOSTIIAAAAQUEEEEEEE?! —Se hundía. El suelo se había convertido en arenas movedizas que le tragaban cuánto más se esforzaba y forcejeaba por salir.

Todo se había ido a la mierda, pero Kasaru no había perdido el tiempo. Veloz, había corrido hasta el dromedario con intención de cabalgar hacia la libertad. El único problema era que la esclava que había entrado al interior de la vivienda ya se había dado la vuelta para perseguirla.

¿Intervendría Daigo? ¿O dejaría que el destino decidiese por él?

**Tsukiyama Daigo** · 6/01/2020, 10:23

Daigo dio un paso hacia adelante, decidido y preparado para salir disparado y detener a la esclava, para hacer todo lo que fuera necesario para ayudar a Kasaru a escapar.

Pero apenas llegó a pasar por la puerta cuando su cuerpo se detuvo por sí mismo.

«Si hago algo ahora probablemente tomen tanto a Gura como a Koku como cómplices».

Apretó los puños con rabia, sabiendo que de momento solo podía confiar en que Kasaru pudiera escapar a tiempo.

**Uchiha Datsue** · 9/01/2020, 18:32

Todo pasó muy rápido, en un abrir y cerrar de ojos. Daigo avanzó un paso, atravesando el umbral de la puerta, pero quedándose ahí. Tomizawa Masahiro se hizo a un lado, pero tampoco hizo nada por ayudar a su compañera —o esclava, más bien— en la captura de la fugitiva. Y la Esclava avanzó tres zancadas rápidas antes de levantar una mano en dirección a Kasaru, con todos los dedos salvo el pulgar apuntando en su dirección, en vertical.

¡Pampampampam!

Kasaru cayó al suelo como un fardo inerte. La sangre salpicó la arena, despedida desde su espalda. Así de fácil, así de sencillo. La Esclava había levantado cuatro dedos, y de ellos habían salido propulsados cuatro balas de hueso.

Daigo oyó un chillido horrible a su espalda. De la abuela. O de la nieta. Seguramente de ambas al mismo tiempo. A un lado, el hombre con cara de comadreja seguía luchando por salir de las arenas movedizas. Y, al frente, Kasaru se arrastraba en el suelo, incapaz de rendirse. La mano izquierda adelante, el pie derecho propulsándola. La mano izquierda adelante, el pie derecho haciendo fuerza… Medio metro. Otro medio. Buscando la salvación que suponía su dromedario.

La Esclava le dejó saborear la miel, pero no más. Ante la mirada atónita de unos cuantos, se llevó una mano a la nuca y…

Bueno, ¿cómo decirlo? Lo más suave sería describir que tomó la primera de las vértebras torácicas, perforando la piel, y que luego… Y que luego se arrancó la jodida columna. Así de irreal, y así de real al mismo tiempo. Daigo lo pudo ver en primera plana, pues se encontraba literalmente a su espalda. Se arrancó la jodida columna y la usó de látigo, haciéndola restallar contra la espalda de Kasaru como si los papeles se hubiesen invertido y la esclava fuese otra.

Arrancó un quejido de dolor inhumano en la madre. Gura escapó corriendo de los brazos de su abuela y esta a duras penas pudo retenerla en la puerta, chillando ambas palabras inteligibles entre lloros y llantos.

Fue en ese momento que la Esclava lanzó un nuevo latigazo, pero esta vez para aprisionar el cuerpo de la criminal y arrastrarla hacia ella como a un perro. No, no como a un perro, porque eso hubiese requerido de más tacto, de más humanidad. Lo que hizo fue, más bien, tirar de ella como una bolsa de basura maloliente de la que te quieres deshacer cuanto antes.

—Noquéala y espósala. Ya hemos perdido suficiente tiempo —ordenó Masahiro.

**Tsukiyama Daigo** · 11/01/2020, 17:05

Todo pasó muy rápido, tan rápido que el peliverde simplemente no pudo nada al respecto cuando la Kaguya disparó a Kasaru, ni cuando esta cayó al suelo, ni cuando...

«No puede ser...»

El chakra es algo impresionante, ¿no creen? Permite que los humanos controlen los elementos, que jueguen con la mente de los demás, incluso a veces permitía que una persona tan débil como Tsukiyama Daigo fuera fuerte a veces.

Esta vez, el chico había visto a una persona arrancarse su propia columna vertebral para utilizarla como látigo y azotar a otra persona.

Kasaru gritó, su familia lloró, ¿y Daigo? Daigo solo pudo apretar los puños y la mandíbula con fuerza.

«Puedo ayudarla» se dijo, convencido. «puedo pelear por ella».

Otro latigazo, pero esta vez para atrapar a Kasaru. Daigo empezó a mirar a su alrededor, a planear lo que iba a hacer en ese momento. Miró al hombre con cara de comadreja, miró a Masahiro...

«¿Puedo ayudarla?» se preguntó, dudoso. «Puedo pelear... ¿y luego qué?»

Y se dio cuenta de que no se enfrentaba a bandidos ni villanos, sino a la ley del País del Viento, y ya no sabía si podía hacer algo al respecto.

No sabía si debía hacer algo al respecto.

**Uchiha Datsue**

Quizá porque ya no podía mantener la técnica, o quizá porque esta tenía un efecto limitado, el hombre con rostro de comadreja —que ya estaba hundido de cintura para abajo—, consiguió arrastrarse hasta su salida y caer a terreno firme, boca arriba. Sin aliento, tuvo que tomarse unos largos segundos antes de erguirse y dirigirse hacia el resto del grupo, sudando la gota gorda.

—¡Uff! Eso estuvo cerca. ¡Pensé que no lo contaba!

Masahiro le contempló por encima de las gafas un breve momento antes de volver a posar su mirada en la criminal.

—Tenías razón, Comadreja. Nos has llevado hasta ella. En cuanto volvamos a la prisión, obtendrás tu recompensa.

Mientras tanto, la Esclava cumplía a rajatabla la orden realizada por el guardia de prisión. Primero, noquearla. Y para ello descargó su puño, una, y otra, y otra vez en el rostro de Kasaru. Sin ningún tipo de pasión en ello. Sin furia, sin rabia, sin desesperación ni regocijo. Era como una máquina descargando golpes como la mayor de sus rutinas.

Kasaru forcejeaba. Levantaba una mano. Trataba de cubrirse inútilmente. Cada vez que recibía un impacto, su cabeza se balanceaba de arriba abajo y la sangre salpicaba la arena. Y seguía sin rendirse, y seguía sin rendirse, y seguía sin…

¡¡¡PAAAMMMM!!!

Un puñetazo directo a la sien que la dejó grogui. Una de sus manos, que apretaba con fuerza la camisa de la Esclava, aflojó su agarre. Su cabeza cayó, ladeada, y sus ojos aterrizaron en Daigo. En su madre. En su hija…

¡PPAAAAMMM!

Fue la última vez que la vio.

La Esclava procedió a cruzar los brazos de Kasaru tras la espalda y esposarla.

—En vista de su colaboración, voy a intentar creerme que en verdad no sabían de la condición de esta criminal. —Cosa que era muy difícil de creer viendo como anciana y niña no dejaban de sollozar, abrazadas en el suelo—. No se preocupen, no les volverá a molestar —miró al resto—. Venga, vámonos. Cuanto antes volvamos a Inaka, mejor.

La Esclava se cargó a Kasaru al hombro —con una facilidad pasmosa, hay que decir— y, si Daigo no hacía o decía nada para impedirlo, emprenderían su marcha de vuelta a Inaka.

**Tsukiyama Daigo** · 11/01/2020, 18:17

Daigo no hizo nada, Daigo no dijo nada. Los iba a dejar marchar, los iba a dejar llevarse a la madre de Gura, los iba a dejar llevarse a la hija de Koku, los iba a dejar llevarse a la persona que le había salvado la vida.

Y entonces lo entendió: por supuesto que debía hacer algo al respecto. Al fin y al cabo esto era su culpa.

«Kasaru-san... te encontraron porque me llevaste a Inaka, ¿verdad?»

El grupo se empezó a marchar mientras Daigo, furioso consigo mismo por no haberse dado cuenta hasta ahora, realizó cuatro sellos y sopló con toda la violencia con la que el desierto lo había tratado hasta el momento.

—¡NO!

Giró la cabeza en horizontal repentinamente y disparó una cuchilla de viento hacia las piernas de la esclava y quienquiera que estuviese cerca suyo, rezando porque el impacto los derribara y les impidiera volver a levantarse.

**Uchiha Datsue** · 12/01/2020, 18:15

Y entonces, sucedió lo que muchos catalogarían de milagro, y otros tantos de la desgracia más grande del mundo. Cuando todo parecía estar perdido para Kasaru, cuando la ley iba a cumplirse y la paz y tranquilidad iba a continuar en aquella pequeña aldea —si bien una paz triste y trágica para algunos de ellos—, sucedió lo impensable.

Lo inimaginable.

Lo grandioso.

Tsukiyama Daigo se posicionó. Tarde, pero lo hizo, con la determinación y la fuerza de un vendaval. Como el mismo que se precipitó sobre las piernas de la Kaguya y la hizo hincar la rodilla, derrumbándose sobre el suelo y soltando el fajo que era Kasaru.

Daigo oyó un grito, más no vino de la Esclava, sino de Masahiro. Él también había recibido el impacto, y chillaba y lloraba retorciéndose en el suelo, agarrándose unas piernas que no dejaban de sangrar. La Esclava, en cambio, no sangraba. Ni daba muestras de dolor. Primero, por su gran resistencia. Y, segundo, quizá porque un esclavo ni siquiera tenía derecho a quejarse.

—¡P-pero chico! ¿A q-qué viene esto, hombre? —Comadreja se había librado por los pelos y había corrido a cobijarse tras el poste que mantenía al dromedario atado.

La Esclava tuvo que esforzarse por levantarse. No porque diese muestras de dolor, simplemente porque sus piernas no parecían funcionarle correctamente. Miró a Daigo a través de la máscara, y le apuntó con un dedo.

Se oyó un chasquido, y un hueso salió disparado en dirección al pecho del kusajin.

**Tsukiyama Daigo** · 12/01/2020, 21:00

Daigo jadeaba con su corazón latiendo a mil por minuto, quizá en parte por lo inesperadamente agotado que se encontraba. ¿Acaso se había excedido con su anterior técnica? Estaba seguro de que se encontraba dentro de sus límites...

Chasqueó la lengua, decepcionado de sí mismo.

Pero eso no le bajó los ánimos. Planeaba seguir peleando aunque tuviera que escupir su propio corazón y golpear a la esclava con él, porque era en estos momentos cuando el boxeador de verdad se crecía. El desafío de pelear contra una persona mucho más fuerte que él, saber que tenía que darlo todo... solo lo hacía más fuerte.

La esclava miró al peliverde y lo apuntó con uno de sus dedos.

Sabiendo lo que sucedería a continuación, Daigo ladeó su cuerpo y se apartó de la trayectoria del proyectil.

—¡Entrad a casa y cerrad la puerta! —Le ordenó a Kasaru y Gura—. Todo estará bien cuando acabe.

Su mirada decidida se volvió a clavar en la esclava.

Vida

200/200

–

0

–

Chakra

115/160

–

-63

–

+18

–

*contra todo pronóstico activado
*Agotado

Inventario:

Hitai-ate (Frente)
Esposas supresoras de chakra (colgadas de la parte derecha de su cadera)
Esposas supresoras de chakra (colgadas de la parte izquierda de su cadera)

**Uchiha Datsue** · 12/01/2020, 21:34

—¡T-tienes… aaaghh… tienes permiso para matarlo, Esclava! ¡Mátalo! ¡Maaaaaaatalooooo! —rugió Masahiro, que trataba de hacerse un torniquete en la pierna derecha con una manga rasgada. Después todavía le quedaría la izquierda.

Mientras tanto, abuela y nieta asintieron, horrorizadas. La anciana terminó por asentir y levantar el puño, en señal de confianza y agradecimiento a Daigo —uno que ni tan siquiera era capaz de expresar con palabras—, antes de refugiarse en el interior de la vivienda.

La Kaguya decidió atacar justo en ese momento. Tan solo le hizo falta un sello, el de la Serpiente, y tras aspirar una gran bocanada de aire expulsó un torrente de barro que poco a poco fue solidificándose frente a ella y formando un gran gólem. Su sirviente. Su propio esclavo.

El gran ser de piedra necesitó dos zancadas antes de tener a Daigo al alcance de la mano, momento en el cual trató de aplastarle con la base de su puño, en un golpetazo de arriba abajo.

**Tsukiyama Daigo** · 13/01/2020, 02:40

Daigo suspiró aliviado, ahora que Gura y Koku habían entrado a casa podía pelear sin problemas. Miró a un lado, solo para comprobar que comadreja no se había marchado y empezó a avanzar.

No corría, pues no podía precipitarse y arriesgarse a cometer un error tonto, sino que caminaba con ambos puños cerrados a ambos costados, sin perder de vista a la esclava y el golem que se estaba creando lentamente.

«Demonios... no puedo ponerme a gastar chakra en ti» pensó, sabiendo que agotar sus ya de por sí pequeñas reservas de chakra podía ser su perdición.

El golem, una vez fue creado, recortó fácilmente la distancia entre él y Daigo con dos largas zancadas mientras el boxeador se preparaba para defenderse.

Cuando el monstruo alzó su enorme brazo, el genin decidió intentar ser el primero en golpear dando un paso hacia adelante para pisar con fuerza con su pie izquierdo, que ya empezaba a brillar.

El resplandor pasó en tan solo un instante de la planta de su pie hasta pierna, que empujaba; luego su cadera, que giraba con fuerza junto a su torzo; luego su hombro y su brazo izquierdos, que acababan de potenciar su puño para que saliera disparado directo hacia el torso del coloso.

En caso de impactar, el golem sería destruido y el peliverde continuaría acercándose a la Kaguya, ahora con una de sus esposas en la diestra y la zurda preparada con sus dedos índice y corazón estirados.

Vida

200/200

–

0

–

Chakra

76/160

–

-39

–

*contra todo pronóstico activado
*Agotado

Inventario:

Hitai-ate (Frente)
Esposas supresoras de chakra (colgadas de la parte derecha de su cadera)
Esposas supresoras de chakra (colgadas de la parte izquierda de su cadera)