El acero peregrino

[Sasaki Reiji]

—Quizás tengas razón tú y lo que haya que hacer sea decir la verdad —Bueno. En parte si. Mentir siempre creaba después una bola de nieve mas grande.—. Siento cambiar tanto de opinión, pero esto es un lío... Sea como sea, cuanto antes lo hagamos más fácil será.

Le resté importancia. Era normal. La situación era cuanto menos complicada y liosa. Estaba confundido hasta yo.

—. ¿La gente es siempre así de feliz aquí? El mundo es duro y cruel, ¿no deberíais de prepararlos para lo peor?

»Es posible que el clima ayude, supongo. Aquí las cosas son... más coloridas.

No podía comprar mucho. Allí el clima era peor, y la ciudad parecía mas triste y oscura, pero encerrado en aquella celda no había tenido tiempo se hacer turismo por su ciudad natal.

—Yo creo que la felicidad que estas viendo aquí es gracias al duro trabajo de Hanabi-sama. El clima y los colores ayudan, pero si nuestro líder fuese alguien cruel y despiadado, dudo mucho que vieras esa felicidad en los rostros de la gente.

Aunque había peros. Excepciones. Como en todas partes supongo. También había casos concretos. Claro.

—Pero supongo que uzushiogakure también puede tener su lado oscuro, aunque no para todo el mundo. No te dejes guiar por lo que te voy a contar, pero está bien que lo sepas. Yo no tengo buenos recuerdos de la academia. Yo era un bicho raro y nadie quería estar con el bicho raro, pero que si estabas con él, eras cómo el.

Y esperaba que a ella no le pasara solo por venir de otro pais. Aunque seguramente los estudiantes serian mucho menores que ella, y seguro que se llevaba bien con los niños. Ademas, era mucho mas diestra que yo, seguro que seria popular.

—Para mi fueron años muy duros de soledad. Pero como te digo, es un caso muy concreto y fue hace tiempo.

Y hablando de tiempo...

—¿Prefieres dar una vuelta y ver el resto de la ciudad o quieres ir a descansar un rato? Ha sido un viaje largo y una llegada muy dura, supongo que estarás cansada.

Y yo. Pero eso no iba a decirlo en voz alta. Si ella quería seguir visitando la ciudad la llevaría a todas partes.

[Sama-sama]

—Yo creo que la felicidad que estas viendo aquí es gracias al duro trabajo de Hanabi-sama. El clima y los colores ayudan, pero si nuestro líder fuese alguien cruel y despiadado, dudo mucho que vieras esa felicidad en los rostros de la gente. Pero supongo que uzushiogakure también puede tener su lado oscuro, aunque no para todo el mundo. No te dejes guiar por lo que te voy a contar, pero está bien que lo sepas. Yo no tengo buenos recuerdos de la academia. Yo era un bicho raro y nadie quería estar con el bicho raro, pero que si estabas con él, eras cómo el.

Yuuna golpeó en el hombro a Reiji amistosamente.

—Bueno, si me siento sola, supongo que puedo tenerte a ti, ¿eh? Y a Katsudon.

—¿Prefieres dar una vuelta y ver el resto de la ciudad o quieres ir a descansar un rato? Ha sido un viaje largo y una llegada muy dura, supongo que estarás cansada.

La muchacha se desperezó y pareció pensárselo unos segundos. Sí, a decir verdad, no le vendría mal un descanso. Aunque eso supusiese tener que comenzar el trámite de la estancia en casa de Reiji, con todo lo que eso conllevaba. Pero habían sido muchos días de viaje. Había estado al borde de la muerte. Los parques de Uzushiogakure podrían esperar unas horas, ¿no?

—Todos estamos cansados —asintió Yuuna—. Será mejor que vayamos a tu casa y acabemos con ello cuanto antes.

»Gracias por todo, Reiji-kun.



Fin.