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**Tsukiyama Daigo** · 23/01/2020, 20:05

Sonrió al ver que el hombre era incapaz de ocultar lo mucho que le habían cautivado los ojos de Kasaru.

Daigo era un poco mejor en eso.

—Qué curioso. Hizo lo mismo por mí —dijo—. Cuando le devolví el favor, me dijo que me lo agradecerías por ella. Yo...

Se tomó un segundo. No sabía para qué estaba haciendo esto.

»Querría saber ¿Por qué la buscan? ¿Qué hizo?

**Sama-sama** · 23/01/2020, 20:14

Toru echó la cabeza hacia atrás y frunció el ceño, extrañado.

—¿Cómo que por qué la buscan? ¿Quién la busca? ¿Qué hizo? ¿Y qué favor fue ese? Honestamente, chico. ¡Sabes tú más que yo!

**Tsukiyama Daigo** · 23/01/2020, 20:21

Daigo suspiró. Parecía que no iba a encontrar mucho allí.

—No se preocupe. Ya me encargué de ello —le dijo—. Kasaru-san está bien.

**Sama-sama** · 23/01/2020, 20:27

Toru negó vehemente con la cabeza.

—No, hombre. ¡No me dejes con la duda ahora! ¿Qué le sucedió? La última vez que la vi fue hace muchos años, en uno de mis viajes. Ella decía ser una Moradora del Desierto, o algo así. Pero no parecía tener problemas. ¿Quién dices que la busca? ¿Y por qué? —quiso saber, realmente preocupado.

**Tsukiyama Daigo** · 23/01/2020, 22:26

—Uuuuh... —se rindió. Toru parecía genuinamente preocupado—. No sé exactamente qué había pasado, pero parecía que había escapado de prisión.

»La ayudé cuando la intentaron atrapar y... bueno. Ahora está viajando —y por eso, ahora el chico probablemente no debería pasarse por el País del Viento en un tiempo—. Eso es más o menos todo lo que sé. Siento no poder decirte más.

**Sama-sama** · 23/01/2020, 22:32

¡Pam! Daigo podría haberle dado un puñetazo en la boca del estómago, y no le hubiese dolido más.

—En… ¿En la prisión? Pero… ¡Pero si era un ángel de mujer! Eso no tiene… Bueno, tenía sus cosas, por lo poco que pude ver los días que compartí con ella. Como todos, supongo. Pero, ¡un ángel! —Toru negaba una y otra vez con la cabeza—. ¿Y por qué estaba en prisión? ¿Por qué la condenaron?

**Tsukiyama Daigo** · 23/01/2020, 22:40

Negó con la cabeza.

—No lo sé... pensé que usted tendría las respuestas —miró a un lado—. A mí también me pareció extraño, ¿sabe? Es difícil de creer que haya hecho algo malo.

Miró a Toru unos instantes. Le parecía alguien confiable.

—Esto... no sé si las conoce... —se rascó la nuca ¿Hacía bien en decirlo?—. pero su hija y su madre están aquí, en la aldea.

**Sama-sama** · 23/01/2020, 22:47

Toru suspiró mientras seguía negando con la cabeza. Aquello… Aquello era demasiado. No había permanecido por mucho tiempo con Kasaru, esa era la verdad. ¡Pero ella le había salvado la vida! Y él tenía buen ojo para calar a las personas. Sabía de quién se podía fiar y de quién no, y, sin duda, Kasaru era de esas pocas personas con las que podías contar si tu vida dependía de ello.

¿Qué habría hecho para acabar así?

—¿En serio? ¿Las trajiste contigo? No, no... No las conozco. ¡Ni siquiera sabía que tenía una hija, por todos los dioses! —Suspiró—. Es que yo hace unos años viajaba por el mundo, ¿sabes? ¡No hay rincón de Oonindo que no tenga mi huella! He visto de todo. He probado de todo. Cuando conocí a Kasaru, yo estaba medio muerto en el desierto. Es lo que tiene la experiencia, chico. Que a veces hace que te confíes de más. Me salvó la vida, eso te lo puedo asegurar. Pasamos nuestros buenos ratos, eso el viento del desierto lo sabe bien también. Pero yo tenía que seguir con mi viaje, y ella... Ella pertenecía al desierto —dijo, con cierto pesar en su voz.

**Tsukiyama Daigo** · 23/01/2020, 22:59

—Parece que es algo normal en ella, ¿eh? Lo de salvar vidas —dijo—. A mí también me salvó del desierto.

Sonrió. Todavía le daba vergüenza recordar la situación en la que ella lo encontró.

—Pero lo importante es que está bien, y seguro que lo estará durante mucho tiempo.

**Sama-sama** · 23/01/2020, 23:02

—Así que te salvó la vida, ¿eh? —suspiró—. Antes me comentaste que te dijo que te lo agradecería por ella, ¿no? Imagino que estaba en un buen apuro para no devolverte el favor. Sí, sí… Sin duda, ella se merece que haga honor a esa deuda. No sé lo que habrá hecho para acabar así, pero… Estoy convencido de que no es mala persona. Y eso es lo único que me importa.

Le hizo un gesto con la mano.

—Acompáñame, chico. Vamos a la sala donde guardo los artículos que no están a la venta.

Antes de nada, salió hasta la entrada de la tienda y colgó el cartel de: Cerrado. Luego, llevó a Daigo tras el mostrador, donde pasaron por una puerta que conducía a un pasillo, y este a otra puerta. Fortificada.

Extrajo una llave de la palma de su mano. Quizá aquel vendedor no fuese un simple vendedor, después de todo. De fūinjutsu, al menos, controlaba. La cerradura hizo un ¡clic! muy pesado cuando giró la llave, y cuando accedieron a la sala que daba, Daigo…

Bueno, a saber qué le pasó por la cabeza. Porque lo único que había eran estanterías y estanterías llenas de pergaminos.

—Mi legado. El fruto de tantos y tantos años de trabajo, chico. Esto que ves aquí… Esto que ves aquí es el mayor tesoro del mundo. Y te lo dice alguien que ha visto de todo.

**Tsukiyama Daigo** · 23/01/2020, 23:18

—No, si no hace...

Quiso protestar, pero la verdad es que tenía mucha curiosidad.

Toru salió de la tienda y cambió el cartel a cerrado para que no pasara ningún nuevo cliente. Luego lo llevó a través de una puerta y cruzaron un pasillo, solo para encontrarse con una puerta fortificada.

Usando Fūinjutsu, el hombre extrajo una llave de su mano y abrió la puerta.

En ese momento, solo un pensamiento recorrió la mente de Daigo: ¿Dónde me he metido?

Aparentemente, en una sala llena de estanterías y pergaminos.

—El mayor tesoro del mundo... —repitió, asombrado, aunque no entendía lo que veía—. Qué..¿qué es todo esto?

**Sama-sama** · 23/01/2020, 23:20

—Verás, cuando me dedicaba a viajar por el mundo no solo me limité a recolectar todo tipo de souvenirs y recuerdos. También… esto —abrió las manos, señalando cada pergamino como si fuese una joya preciosísima—. El corazón de los ninjas de todos los rincones de Oonindo. De criminales y bandidos incluso. De ninja de toda Villa y de toda tierra. De toda sangre y de todo clan. Sus mejores técnicas, Daigo. Eso me ofrecieron. Guardadas en un pergamino gracias a mi destreza con el fuuinjutsu. ¡La propia Kasaru me ofreció el suyo!

Sí, había oído bien. Contenido en aquella habitación estaban todos los jutsus habidos y por haber. O eso, al menos, aseguraba Toru.

—Por desgracia, tras un pequeño incidente con cierto gato… Bueno, me encontré con todas las estanterías tiradas en el suelo. No hubo daños graves, pero… Se me descatalogaron todos los pergaminos. Así que no sé qué pergamino guarda qué técnica.

Putos gatos. Siempre le habían caído mal. El sentimiento era mutuo, eso podía asegurarlo.

—Adelante, Daigo. Quiero que tomes uno de estos pergaminos. Escoge uno al azar. Y, quizá… Quizá Kasaru, indirectamente, te salve la vida una segunda vez.

**Tsukiyama Daigo** · 24/01/2020, 00:26

Todo lo que le decía Toru sonaba como la cosa más genial del mundo. ¿Una persona que viajaba por el mundo y recolectaba las técnicas de todos los ninjas? ¿¡Cómo no lo había conocido antes!?

Y ahora le ofrecía uno de ellos. El corazón de un ninja desconocido.

—Yo... —no supo que decir, así que optó por agradecerlo con una reverencia—. Muchas gracias, Toru-san

Volvió a erguirse, tomó un pergamino al azar y sonrió.

»Espero un día reemplazarlo con una técnica propia para su colección.

**Sama-sama** · (Última modificación: 24/01/2020, 00:35 por Uchiha Datsue.)

Daigo decidió.

Como decidió semanas atrás salvar a Kasaru, aun con todos los problemas que ello le traería. Había perdido la mitad de la recompensa, pero, a cambio, había obtenido otra cosa. ¿Mejor? ¿Peor? Solo el tiempo lo diría. Solo el instante en que necesitase hacer uso de aquel pergamino, abriéndolo ante el peligro, descubriría si el dado lanzado al aire había caído en cien o uno.

Por el momento, tendría que contentarse sabiendo que, al menos, contaba con algo. Y que ese algo se lo debía a Kasaru.

—¡Ja! Doy por sentado que lo harás, muchacho. Ah, y ten cuidado de abrir el pergamino contra un objetivo muy cercano. Hay técnicas ahí adentro que estallan en un área muy grande. Podrían darte de rebote —le advirtió—. Oh, y, especialmente, acuérdate que hay técnicas ahí adentro que tienen un alcance muy corto. Podrías echarla a perder contra un enemigo lejano.

¿Consejos contradictorios? Por supuesto que sí. Sin saber qué narices contenía el pergamino elegido por Daigo, era difícil aconsejar nada.

**Tsukiyama Daigo** · (Última modificación: 24/01/2020, 00:55 por Tsukiyama Daigo.)

Daigo miró el pergamino que había tomado durante unos segundos. No tenía ni idea de lo que había dentro suyo, pero una cosa era cierta: se lo debía a Kasaru, y a la vez se lo había ganado. Por eso tenerlo en sus manos le dio confianza.

«Gracias, Kasaru-san. Prometo que lo usaré bien».

Ahora, ¿qué pasaría el día que lo abriese? El consejo de Toru le daba a entender que podría pasar cualquier cosa, así que debía... ¿estar preparado para todo?

¿Pero cómo podía uno hacer eso?

—Yo... lo tendré en cuenta —respondió ante su consejo, sin saber en verdad qué hacer al respecto—. De verdad se lo agradezco, Toru-san.