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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
- Reporte de: Hyūga Hageshi
- Fecha: Verano, 220

Tal y como dicta el protocolo, Umikiba Kaido ha sido puesto en custodia preventiva, a fin de velar por la seguridad nacional y dirimir los detalles que han contribuido a su inesperado retorno. Sabemos de antemano que el sujeto en cuestión se ha redimido de cierta forma con la Aldea de la Lluvia, al contar con el apoyo de Arashikage-sama y Amedama Daruu tras lo acontecido en el Valle de los Dojos, pero debemos asegurarnos de que ésta no es una treta de la organización a la que perteneció todo este tiempo. Así pues, tomo la responsabilidad, como encargada de la misión que le fue encomendada a Umikiba Kaido antes de que cortara comunicación directa, de desentrañar los misterios de su desaparición y obtener todos los detalles necesarios que puedan colaborar, de aquí en más, a acabar de una vez por todas con el mal que representa Dragón Rojo.

El interrogatorio empezará el día de mañana a las 14:00 horas. Estimo que si avanzamos a un ritmo medianamente prudente, podríamos acabar en dos o tres días. Iré actualizando el reporte con los testimonios de Umikiba Kaido a medida de que vayamos tratando los temas de mayor interés.
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#2
La infiltración y el último contacto con Amegakure

Cómo ya sabéis, el Cabeza de Dragón que me llevó hasta la sede de la organización fue Hōzuki Shaneji. Era el objetivo más accesible, según lo que conversamos Hageshi y yo. Y efectivamente, resultó ser la mejor baza para completar la infiltración. Bastó con endulzarle el oído y hacerle creer que compartía la misma visión supremacista del clan para que me tomara cierta estima, o al menos la suficiente como para que estuviese dispuesto a llevarme hasta la base de operaciones, de la cuál, para aquél entonces, no teníamos conocimiento de su ubicación. Para llegar hasta ella, hay que embarcarse en un viaje por altamar. Nosotros partimos de un puerto en el País del Rayo, aunque con las coordenadas correctas, se podría acceder desde cualquier otro punto de ōnindo. Lo cierto es que Hibakari está a una semana en barco desde Kaminari. Durante este tiempo, me fue imposible encontrar un lugar apropiado para usar el Gentōshin. El espacio en el barco era muy reducido, sobre todo por el numeroso de esbirros que trabajaban para el Dragón. Corría el riesgo de que me vieran.

Una vez en Hibakari, nos recibió una segunda comitiva. Otra de las ocho Cabezas. Muñeca. O como realmente se llamaba, Masumi.


Masumi, el miembro más joven de la organización. Nunca logré descubrir cómo llegó a convertirse en uno de los ocho líderes, pero era evidente que tenía una conexión muy cercana al miembro más fuerte del grupo: Ryū. Una especie de relación padre-hija, por así decirlo. Además, la cría era un prodigio. Junto a Katame, participó en la masacre de las dos kunoichi de Uzushiogakure, allá en el Cañón del Secuestrado.

Status: Fallecida

Recorrimos parte de la isla y atravesamos varios acantilados y nos sumergimos en una especie de arrecife que daba acceso a las cavernas que servían de refugio. Ryūgū-jō, le llaman. Los aposentos del Dragón. Un conjunto de cuevas iluminadas por estalagmitas y estalactitas brillantes, una fortaleza creada por la naturaleza tan bien oculta así como infranqueable. Ligeramente inadecuada para vivir una vida placentera, hay que decirlo, pero cumplía con las necesidades básicas del grupo. Además, según las misiones de cada miembro, era poco el tiempo que pasaban allí, salvo la Anciana, un miembro tan antiguo como inamovible. Ella siempre estaba allí presente, en cuerpo y alma.


El miembro más antiguo el grupo. Sobre ella recae la fe que envuelve a Dragón Rojo. Es la sacerdotisa. La creadora de las costumbres y los fundamentos sobre los cuales se erige la organización.

Status: Vivo

A mi llegada, me recibieron el resto de Dragones. Unos presentes, otros no. Entiendo que Shaneji les comunicó acerca de mi intención de reclamar el lugar que había heredado tras la muerte de Katame, así que no parecieron tener mucho reparo durante el primer encuentro. Ahora entiendo que, para saber si mentía o no acerca de mi supuesto exilio, tenía que pasar primero la mayor prueba de todas. El filtro más poderoso que tenían ellos como grupo, y que, sabría año después, se trataba de una poderosa cláusula anti-traición: el Bautizo del Dragón.
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#3
El bautizo del Dragón y un vacío legal

Si bien pensábamos en un principio que el tatuaje era sólo una marca representativa que, con un poco de fūinjutsu; establecía una especie de conexión onírica entre todos los Cabeza de Dragón y que tenía como principal propósito poner en marcha el ritual de sucesión de la organización —el que mata a un Cabeza, se convierte directamente en el primer candidato a ocupar el cargo—. lo cierto es que estábamos lejos de la verdad. Creo que ese fue el error en toda la ecuación. Un error mío, sobre todo, por no prever que algo así era posible. Cuando llegó la hora de recibir el "Bautizo", como ellos le llamaban, lo hice confiado. En ese instante pensaba que se trataría de recibir el tatuaje y poco más. Pero, con el paso de los segundos, y al ver la preparación del ritual, entendí que no iba a ser tan sencillo. Lamentablemente era muy tarde para dar marcha atrás. No iba a completar la infiltración sin pasar esa prueba. Así que lo hice, asumiendo que podría afrontar las posibles consecuencias luego. Qué equivocado estaba.

La técnica es compleja. Requiere una cantidad exuberante de chakra, una secuencia de sellos larguísima y, entiendo yo, un conocimiento avanzado del Fūinjutsu. El sujeto se postra en una especie de círculo con extraños grabados y fórmulas de sellado que, tras los sellos manuales, empiezan a ser absorbidas por tu cuerpo, allí en donde elegiste tener la Marca. Ese es el primer paso. El segundo, consta de... echarte una buena siesta, tal y como lo indicó Otohime, la usuaria de la técnica. Esa fue la última vez que fui yo mismo. Cerré los ojos para no abrirlos más durante un largo tiempo.


Otohime no tenía otra función sino la de perpetuar el Bautizo. De hecho, era incapaz de usar alguna otra rama del Ninjutsu, así que su única especialidad era el Fūinjutsu. Aún así, tenía voz y voto, como cabeza de Dragón, y por lo general servía para inclinar la balanza en las votaciones para generar consenso hacia las tendencias de Ryū.

Status: Viva

Cuando despiertas, no eres consciente de todo lo que sucede mientras duermes. Al menos no inmediatamente. Han tenido que pasar casi dos años para poder recordar un poco de lo que aconteció durante el trance. Con Datsue hemos llegado a la conclusión que se trata de un proceso de sugestión a niveles tan profundos que el sello es capaz de reconvertirte a tal punto, que tu lealtad quede siempre arraigada a Dragón Rojo. Ahora entiendo que, para aquellos menos voluntariosos, el sello es una cláusula para evitar traiciones inminentes, porque es muy usual que en este tipo de grupos criminales existan mentiras veladas, puñaladas rastreras y conspiraciones. Esa cláusula evita todo esto. Todos tus objetivos deben estar alineados con la organización, aunque visto lo visto, con el paso del tiempo, uno es capaz de replantearse estas cuestiones más a menudo, sobre todo cuando tu nueva visión del mundo se antepone tanto a tu antigua moralidad. Pero aún así no fue suficiente. El sello te hace un lugar en Dragón Rojo a expensas de falsos recuerdos. De falsas traiciones. Te muestra eso que más duele, y lo intensifica. Pone a tus amigos en contra. Te aisla de formas insospechadas. Quedas solo. Muy solo.

Una semana después, se consumó mi traición. Desperté sin la necesidad de pensar siquiera en comunicarme contigo, Hageshi. Tú y Yui no erais más que agua de otro estanque, a este punto. Lo único que me interesó en ese momento era la de consumar mi lugar entre los Dragones, y así sucedió, durante la Primera Gran Reunión.

Se hablaron de muchas cosas, aunque el tema que más tuvo peso fue el de Uchiha Zaide. Cómo ya sabéis, para ese entonces, todos creíamos que Zaide estaba muerto o desaparecido. De hecho, Muñeca y Katame abandonaron el Cañón del Secuestrado creyendo que le habían machacado la cabeza a ese Uchiha hijo de puta. Pero, gracias a Kyūtsuki, un miembro del que hablaremos más largo y tendido más adelante; pudimos saber que aquello fue una chapuza. Zaide estaba vivo. ¿El cómo logró engañar a esos dos? pues con genjutsu, probablemente. Sus ojos son poderosos, como los de cualquier Uchiha, pero especialmente los suyos.

Aquí viene la parte complicada. La única forma en la que alguien puede convertirse en un Cabeza de Dragón es matando a uno de los ocho Cabezas. Vale. El principal motivo por el que partí de Amegakure en primer lugar fue porque pensábamos que yo era el heredero al puesto de Katame, tras haberlo asesinado en Taikarune. Y a su vez, creíamos que Katame se había convertido en un Cabeza de Dragón al haber matado a Zaide, quien a su vez había obtenido el puesto tras haberse zurrado a Hayai, en el Cañón del Secuestrado.

Ya sé, es jodido de entender. Pero el caso es que, sabiendo que Zaide estaba vivo —pues la hermafrodita de Kyūtsuki le había visto en un Prisión, en el País del Viento—. toda la línea de sucesión que creíamos correcta, pues no lo es. Katame nunca se convirtió en un verdadero Cabeza de Dragón porque realmente nunca mató a Zaide. Por tanto, yo tampoco debía haber recibido el Bautizo. ¿Sí me sigues?

Así que el grupo se encontró con un pedazo de vacío legal. Aunque yo, cegado por mis vanidades, sabía cómo resolverlo: tenía que ir a por Zaide, y eliminar a ese cáncer de una vez por todas.
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#4
Destellos de democracia y nuevos rumbos

¿En dónde habíamos quedado? ... ah, sí. Zaide. Pfff, qué se yo. Muchos me recomendaron olvidarme de él. Que ya lograría mi lugar en Dragón Rojo de forma legítima. Pero ninguno sabía responderme el cómo. Así que me obsesioné. Mi fijación no iba a cambiar. Para ser un verdadero cabecilla, Zaide tenía que morir por el peso de mi espada. Claro que eso no iba a ser tan sencillo, pero ya os contaré porqué.

Antes de continuar con esa primera reunión y seguir discutiendo un par de asuntos importantes, teníamos que encargarnos de algo. Otohime pensaba que lo más prudente era fingir mi muerte, al menos durante un tiempo; porque sentía que era demasiado peligroso tener a dos de las Grandes Aldeas tocándote los huevos. Ya Uzushiogakure estaba metiendo las narices tras la muerte de las dos kunoichis, así que lo que menos querían tras mi contratación, era que la ira de Amekoro Yui se ciñera sobre ellos. Claro que tampoco sabían que en principio mi objetivo era infiltrarme, creo que omití ese y otros detalles de manera inconsciente, tratando de proteger mi lugar en la organización. Pero en fin, que a los ojos de la Tormenta, su hijo tenía que estar muerto.

Entiendo que al cabo del tiempo, encontrasteis mi "cadáver" ¿no es cierto? por allí, en algún punto del País del Bosque. Si os preguntáis el cómo, pues hay que darle las gracias a otra de las integrantes. Kyūtsuki. Kyūtsuki tiene una habilidad que escapa de mi razonamiento, pero es jodidamente útil. Ella es capaz de convertirse a sí misma y a otros en cualquier otra persona. No se trata de un simple Henge ni mucho menos, sino de algo más avanzado. Una técnica muy oscura. Más que un jutsu, yo lo llamaría hechizo. Un embrujo digno de un jodido demonio, si me lo preguntas a mí.


Kyūtsuki no es alguien en particular, sino que puede ser todo aquello que se proponga. El aura que le rodea siempre roza el misticismo, y aunque compartimos durante casi tres años, nunca logré verle el rostro. Siempre llevaba una máscara. Su voz, tampoco era la misma todos los días. Cambiaba. Lo más acertado para describirla es pensar en un camaleón. Me atrevo a decir que esta mujer —o hombre, ninguno está del todo seguro—. es uno de los miembros más importantes. Su habilidad principal, que le permite transformar su cuerpo y el de otros en alguien más, requiere de algo muy importante. Kyūtsuki necesita de un pedacito de piel de aquél al que pretende robar la identidad. No sé si se la come, lo lame o simplemente lo colecciona, pero la piel es parte del proceso. La transformación diría que es perfecta, tanto que incluso supera con creces a mi Ninpō: Otāmirā.

Status: Vivo, o viva, o ambas. Pero aún respira la/el hija/hijo de puta

Haciendo uso de su habilidad, y tras matar yo a ese pobre crío que tomó mi lugar ... volvimos a Ryūgū-jō.

La reunión continuó al día siguiente. Sólo entonces pude entender el verdadero funcionamiento de la organización. Solemos creer que, en este tipo de grupos criminales, siempre hay un líder que toma todas las decisiones sin que sea cuestionado por ninguno de sus miembros. Allí no funcionaba así. De hecho, según La Anciana, que Dragón Rojo tuviera ocho miembros servía a mantener una efectiva democracia que, hasta entonces, había mantenido con vida al grupo. En teoría, ningún Cabeza de Dragón era más que el otro. Todos tenían voz y voto en la mesa cuando se discute algo. La opinión de todos era oída y escuchada. De todas formas, a mí me parecía una mera ilusión, si os sois sinceros. Sí, cada quién votaba lo que le salía del culo, pero lo cierto es que gran parte de los miembros originales solían estar de acuerdo en casi todo. Y, por lo general, en las discusiones solía ganar siempre la tendencia que favorecía a su miembro más fuerte, que es Ryū.

Claro que el primer tópico a discutir fue si tenía yo potestad de votar. La mayoría eligió que no, así que hasta que no me ocupara del asunto de Zaide, sólo podía estar presente, y dar mi opinión. Luego hablamos de un asunto bastante interesante. Había un miembro que no estaba particularmente de acuerdo con que la organización se siguiera fondeando de la comercialización de Omoide. Muchos estuvieron ligeramente de acuerdo, pero el estúpido de Shaneji no puso sobre la mesa un plan de financiación alternativo y la idea no coló. Además, Money era un acérrimo defensor del negocio y no estaba muy por la labor de permitir que sus arcas disminuyeran por los caprichos existenciales de un bruto como el Hōzuki.


Money. La traducción a nuestra lengua es dinero. Con eso ya podéis intuir que él era quien se encargaba en mayor medida de la economía de la organización. Era el administrador, tanto de la mercancía, como de la producción, distribución, venta y consumidor final. Manejaba la cadena de inicio a fin. Solía asignarnos algunas rutas para controlar el proceso, así que abajo dejo un listado de las locaciones en donde tengo conocimiento que hay fábricas aún activas, y el nombre de muchos de los clientes más usuales dentro de Arashi no Kuni. Obviar la de Coladragón, por supuesto. De esa ya se encargó la buena de Ayame.

Status: Mas muerto que la 1, y bien merecido que se lo tenia.

La charla finalizó con algunos detalles respecto al encuentro de Kyūtsuki con Zaide. Se me proporcionó la locación, un par de contactos y dinero suficiente para la "misión". Con eso me fue suficiente. Al cabo de un par de días, Muñeca y yo partimos al País del Viento. ¿Nuestro nuevo destino?

La Prisión del Yermo.
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#5
La prisión del Yermo y la supuesta muerte de Uchiha Zaide

No sé yo que pensará la nueva Arashikage de mí cuando le entreguéis todas las cintas. Menudo coñazo, ¿eh? esto ya parece un podcast. Así que permítanme contaros esta parte sin mucho detalle. Voy a ser lo más conciso posible. La cagué. La cagué yendo al País del Viento, mostrándome a Datsue. Desde luego creía que aún os llevabáis mal, Uzu y Ame, y que ese cabrón no iba a soltar prenda. Pero todo cambia. Heme aquí, soy prueba viviente de ello ¡jajaja! y bueno, que la cagué dentro de la Prisión del Yermo, también.

Verán, Zaide estaba preso, allí dentro. No sabemos cómo cayó en ese maldito agujero del infierno —si aquél no es el lugar de donde vienen todos los demonios, pues estaba cerca de cerlo—. que se encontraba en la mitad del puto desierto. La cárcel contaba con custodios contratados de Kusagakure, así que supongo que el viejo Kenzou os tuvo que haber dicho algo de la fuga. ¿Sí? ¿No? bueno, la cuestión es que mi objetivo era infiltrarme junto con unos guardias comprados con pasta. Tomé la forma de uno y entramos. La Prisión estaba dividida en varios niveles, cada uno más profundo que el otro, donde ubicaban a los presos según su peligrosidad. Zaide estaba en uno de los últimos.

Si entrar fue difícil, bajar mucho más. Un par de errores desembocaron a una fuga parcial de las celdas superiores y ahí todo se fue a la mierda. Mientras tanto, en lo profundo, finalmente dimos con Zaide.

Zaide solía ser un yonki de mierda. Un farlopeado de cojones. Pero ya Kyūtsuki nos había advertido, que le había visto en su mejor forma, y que ya no era el de antes. Había renacido estando allí adentro. No le hice caso y luchamos. Luchamos duro. Así fue como Masumi, alias Muñeca, murió.

Pensarán que fue Zaide quién la mató. Pero no. En realidad, fui yo. No a propósito, claro, pero no lo vi venir. El cambiazo. Zaide la usó para sustituirse con el Kawarimi, y el resto es historia.

La pelea continuó y vencí. Le maté. O eso creía, o eso creía...

La realidad es que Zaide me usó. ¿Cómo? con sus ojos, probablemente. Me hizo creer que le había matado, y como el genjutsu no es lo mío, pues caí redondito. Su plan era seguirme de regreso a la guarida y matarlos a todos. Principalmente a Ryū, con quien tiene desde hace un tiempo bastante diferencias.

Pero espérate, sé que eso te interesa, pero déjame contarte algo. En el camino de regreso, me encontré con perro rastrero en las calles de Tanzaku. Ah... claro, Ayame-chan nos vio. ¿A que sabéis de quién hablo? eh, eh?

Del infame Uchiha Akame, claro.
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#6
Postrado, hundido. Una sombra del gran ninja que alguna vez fue. Víctima de la droga azul, enganchado al Omoide. Akame consumía para rememorar su grandiosidad en su cabeza, o esa era la sensación que me daba al verlo. Tardé un tiempo en darme cuenta. Por su rostro, claro. Akame está deformado por profundas quemaduras y no lucía exactamente como él. Pensé en matarlo. Para ese entonces, Datsue y yo teníamos una pequeña discrepancia por lo de Keisuke, y bueno, llevarle la cabeza de su hermano haría la gracia. Claro que yo no sabía que Uzu le había traicionado —o eso es lo que pensaba él en ese momento—. y que si se lo servía en bandeja de plata, les iba a estar haciendo el trabajo. Así que decidí... ¡reclutarlo! ¡a Akame! ¡A la rata, como le llama mi buen Daruu! —y con razón—. ¿en qué estaba pensando?

Supongo que creía poder domesticarlo, pero no. Algo que dije encendió una llama en su interior, y a partir de ahí; Akame se escapó de mis manos. Ya era el segundo monstruo que liberaba en menos de una semana. ¿Vaya que sí le hice mal a ōnindo, eh? vaya que sí...

De camino al País del Agua, en una de esas noches, Akame desapareció con esa técnica suya, que usó en el primer Torneo. Me confesó, tiempo después, que había vuelto para pagarle con la misma moneda al hijo de puta que le apuñaló por la espalda. No sé de quién estaba hablando, pero cuando volvió, se le vio muy a gustito. Así que...

Ajá, sí, el puerto de las Aguas Termales. Ahí nos esperaba Shaneji, con el barco Baratie. ¿Lo recuerdas, el de Taikarune? el cabrón tenía a Kano-san y a su familia trabajando para él.

En fin, que nos echamos a la mar. Yo... abandoné el barco por unos días, pues tenía temas que tratar en las profundidades del océano. Craso error. Dejar a Akame sólo en ese barco.

Sigamos mañana, o a este ritmo, voy a perder la maldita voz.
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#7
Los dos nuevos Ryūtos: la alianza de los Uchiha

Desconozco los detalles, porque ya os dije, no estuve en Baratie durante la segunda mitad del viaje. Sé lo que sucedió por la conexión del Bautizo, así que todos vimos cómo Akame se zurraba a Shaneji. Decía que si no movía ficha él primero, Shaneji le haría lo mismo, esa era su justificación. De todas formas, creo que Akame no estaba por la labor de ser esbirro de nadie y en cuanto vio una oportunidad, la tomó. Si quería sentirse seguro allí en las filas de Dragón Rojo, debía hacerlo ocupando el nicho de un Cabeza de Dragón. Lo que sucedió luego, para mí, sigue siendo un misterio.

Cuando llegué a Ryūgū-jō, me entero de que Zaide ya había estado allí, y que su plan era acabar con todos nosotros. Cobrarse las del Cañón del Secuestrado, la de su difunta hermana... demasiada historia entre ellos que aún desconozco. Creo que lo hubiese logrado de no haberse encontrado con Akame, que le tumbó la chapuza. Y no sé cómo hizo, pero la rata convenció al águila de tomar su lugar en la organización. El que se había ganado legítimamente cuando se cargó a Hayai. Ya Akame había sido Bautizado, y para mi sorpresa, en la antesala a la Gran Reunión —una que sentaría precedente y significaría, para el pesar de todos, el principio del fin—. Zaide apareció con el sello puesto, también.

Así, Dragón Rojo por fin había logrado restaurar a las ocho cabezas. Pero como imaginarás, Ryū no parecía demasiado contento, y aunque podían haberse tratado de matar el uno al otro ahí mismo, lo cierto es que ambos tenían otros planes. La intención de Ryū era la de adoctrinar a Zaide. La de Zaide, robarle la gran influencia que tenía Ryū en el concilio de Dragones. Ninguno de los dos lograría su objetivo, no al menos a corto plazo, y por el capricho de ambos, Zaide y Ryū acabarían perdiendo, tiempo después, lo más preciado para ellos: uno el orgullo, y otro el poder.

Pero antes que nada, la Gran Reunión. Aquí viene lo bueno...

... Hablemos de Umigarasu.
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#8
Un plan maestro: la resurrección de una de las Antiguas

Verán, sé que es fácil creer que Dragón Rojo siempre fue una organización de poca monta. Un grupo de disociados criminales que sólo buscan dinero y reputación en los círculos de infamia. Un puñado de desadaptados, vamos, que les cuesta seguir las reglas del juego. En apariencia, eso eran. Pero en lo más profundo, mientras nuestra influencia se extendía junto al Omoide hasta los rincones más lejanos de Hibakari se cocía algo gordo. Muy gordo.

Incluso antes de yo llegar a Dragón Rojo, los ryūtos estaban sentando las bases para ejecutar el plan maestro que les permitiría trascender. Evolucionar. Después de todo, un Dragón no vivirá mucho tiempo volando por ahí, a por libre, antes de que los reinos reúnan la valentía de tratar de cazarlo. En el caso de Sekiryū, sucedía lo mismo. La única forma de perdurar en el tiempo, sería si contáramos con la protección de uno de esos reinos. El cómo, pues, sencillo. Usando a Kyūtsuki. Su habilidad, ya os lo dije antes. Es importantísima. Ser todos y nadie a la vez tiene sus ventajas, y ella lo aprovechó para infiltrarse en el castillo del Señor Feudal del País del Agua como uno de sus criados. Una vez dentro, fue cambiando de pieles, subiendo escalafones dentro de la jerarquía. Lento, pero seguro. Espiando y recolectando información precisa. Estudiándolo, a él, a Umigarasu.

Ya entendéis por dónde van los tiros. Dragón Rojo planeaba matar a Umiragasu desde adentro, que Kyūtsuki tomara su identidad, y controlar el feudo desde el corazón de la nobleza. Nadie tenía que enterarse de nada. Umigarasu seguiría vivo, pero iba a ser el camaleón quien tomase las verdaderas decisiones. De esta forma, nos blindábamos. Nadie podría hacernos daño. Dragón Rojo controlaría todo el País del Agua a su merced.

Claro que en la teoría se dice fácil, pero Kyūtsuki se encontró con dificultades, en la práctica. Llegó un punto donde ya no podía escalar más, y aunque conocía muy bien a Umigarasu desde afuera —de cómo actuaba, de cómo se movía en público, de sus gestos, de su voz—. en la privacidad de sus consortes, aún ignoraba muchas cosas. Ahí estaba el verdadero riesgo, que si íbamos a matarle, tenía que ser en ese momento. No iba a poder acercarse más. Era dar el golpe, o...

Creo que si el objetivo era otro Feudal de pacotilla de otro País más blandengue, hubiese sido posible. Pasa que —y corríjanme si me equivoco, porque ustedes deben saber más de ese canijo que yo—. ese viejo es un hijo de puta en toda regla, y ha sabido aprovechar la libertad estratégica que le brinda el aislamiento del País del Agua del resto de ōnindo para hacer de las suyas. Lo controla todo. Kasukami está llena de mafias a las que el tipo les paga muy bien. Lo de Umigarasu es un Feudo criminal controlado por esbirros y mercenarios. Era evidente que sabía mucho de Dragón Rojo. Además, éramos un grupo en ciernes que encajaban muy bien en sus predilectos gustos. Así que, en vista de nuestra reputación, el viejo hizo una oferta, y la oferta se discutió en la Gran Reunión.

Quería contratarnos. Pero no como una simple mafia, sino que fuéramos directamente su Guardia Personal. El tipo no es tonto. Creo que era consciente de que en nuestras filas contábamos con shinobis muy poderosos. Ryū y Zaide, los primeros. ¿Quién mejor que estas calamidades para protegerle?... y con ello, ganaríamos acceso a un sin fin de cosas. Seguridad. A mucho dinero. A Kasukami, que no es sino el centro más grande de operaciones de estos malditos mafiosos. En fin, la gloria.

Y si aquello no era suficiente, decidió revelarnos el plan maestro.

Shaneji y yo fantaseamos alguna vez con ésto. Y es que, en los planes de Umigarasu, estaba la de resurgir, algún día, a la Antigua aldea de la Niebla. A la sangrienta. Y cuando sucediera, la iba a dejar en manos de nosotros. De Dragón Rojo.

Tuvimos que votar, como es entendible. Zaide estuvo plenamente en contra, él apostaba por una Revolución. Acabar con el feudalismo. Dar un golpe sobre la mesa y zarandear la estructura geopolítica de ōnindo. Decía que teniendo al pueblo de nuestro lado, todo era posible.

La tendencia de Ryū era más comedida. Aceptar la oferta era encontrar la estabilidad que tanto ansiaban, y que si había que dar ese golpe sobre la mesa, sería cuando tuvieran la seguridad de que el plan no iba a fallar. Además, éramos conscientes de que los planes de Zaide serían rápidamente fulminados por las Tres Grandes, que sin saber el porqué, ahora tenían una Alianza. Era demasiado peligroso. Así que, al final de la votación, la decisión quedó en manos de Ryū.

Aceptaríamos la oferta de Umigarasu, y acabaríamos reuniéndonos con él casi un mes después para discutir y negociar. Akame, Money, Otohime y yo conformamos el equipo de infiltración.

Pero antes de eso, incluso antes de acabar la reunión, se discutió algo más. La vida de una mujer. La votación acabó en empate, y cuando se empata en Sekiryū, sólo hay cabida a una cosa:

Al Kaji Saiban.
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#9
Batalla de colosos: Ryū vs Zaide

Ya lo han podido comprobar en el Torneo, pero para futuras ocasiones —estoy seguro de que vendrán a por mí los hijos de puta—. he armado un perfil de habilidades de esas dos bestias. Sugiero que la información le sea proveída a todo aquél que corra el riesgo de encontrarse con alguno de ellos. Ambos parecen haberse recuperado ya de las secuelas del Kaji Saiban —que no es sino un ritual de combate que tiene lugar cuando dos tendencias acaban en empate, y los dos más fuertes de ambas, deciden enfrentarse—. pero resulta innegable que Zaide, teniendo un ojo menos, y Ryū, que debe respirar por un sólo pulmón; pueden ser ligeramente más vulnerables que si ambos estuviesen enteros.

De todas formas, no hay que subestimarlos. Que la muerte de los Feudales en el torneo sea una prueba viviente de ello.
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#10
Delirios de grandeza y una última traición

Meses después, llegó el momento de viajar a Kasukami. Ya os comenté que la comitiva estaba integrada por cuatro personas: Akame, Money, Otohime, y yo. Money era el negociador, Akame y yo el respaldo por si algo salía mal. Otohime... pues, una turista más. El viaje tenía un pero, sin embargo, y es que no llegaríamos a su palacio como invitados grandilocuentes, esperando ser recibidos con los honores de alta alcurnia. Umigarasu nos puso una prueba. Teníamos que infiltrarnos en Kasukami y posteriormente en su complejo palaciego sin ser detectados. Esto, a según, como una oportunidad para probar las defensas del puerto, de la ciudad, y de los Distritos Alto y Bajo. Ya mismo te digo que no es para nada sencillo infiltrarse allí, si es que estáis pensando en hacerlo en un futuro. Además, tras haberlo logrado exitosamente, hemos expuesto las debilidades y fallas en su sistema de detección, así que entiendo que, hoy por hoy, ya han cubierto exitosamente estas pequeñas grietas. Lo cierto es que Umigarasu no sólo cuenta con la protección del puerto y los muelles por las mafias que controlan los distintos sectores, sino que además, tiene un ejército de shinobi y guardias de Élite que moran por la ciudad. Dos de ellos, entiendo que los más habilidosos, le acompañaban a él, como custodios.

Kasukami cuenta con una especie de técnica de detección que funciona muy similar al Kirigakure no Jutsu. Si un código de alarma se activa por la posible intrusión de algún enemigo, la niebla cubre todo, y si estás en contacto con ella, expeles una especie de estela que asumo reacciona al chakra, y de esta forma pueden no sólo detectar la amenaza, sino también ubicarla rápidamente.

Mi grupo logró avanzar pese a las dificultades, y camelados como nobles, accedimos al distrito Alto, y posteriormente, al castillo. Poco después, nos recibió el mismísimo Umigarasu, que no tardó en cumplir todas las expectativas que tenía con él...

... un viejo decrépito, postrado en un trono, apenas sostenido por un bastón. Lo ves, y no das un duro por él. Lo ves, y piensas en que no es más que otro anciano que ha vivido una eternidad sin tener que mover un dedo, ni siquiera para limpiarse el culo. Como suelen ser los feudales, vaya.

Pero las apariencias engañan. Ese fue mi error. El de Dragón Rojo. Y será el nuestro si nos dejamos subestimar por lo que aparenta ese hombre, porque en realidad, así como lo es Sekiryū, y como lo son los Generales de Kurama, Lord Shimizu Umigarasu es también un enemigo peligroso. Demasiado, diría yo.

Lo supimos rápido. Que, realmente, habíamos sido engañados. Que las propuestas de Umigarasu habían sido sólo mentiras fundadas en forma de anzuelo para que picásemos y cayéramos en la trampa. Una trampa cuyo único objetivo era el exterminar a Dragón Rojo. ¿Para qué más mafias, verdad? realmente no les necesitaba. Ni a mí, ni a Akame. Mucho menos a Otohime ni a Money. Le cundía deshacerse de esos dos. De Ryū y Zaide. Eran demasiado peligrosos, entiendo. Un par de perros que por más bozal que le pongas, en algún momento, morderán la mano que les da de comer. Y quizás no se equivocaba. En algún momento, a futuro, luego de "consolidar" el poder de Kirigakure, era muy probable que intentasen deshacerse de él.

¿Qué lograrían el cometido, llegado el caso?

No lo sé.

No lo sé.

Porque...

Joder. Mira, a ver cómo te lo explico, Hageshi. Ese viejo, ese viejo es... es como Ryū. ¿Leíste el expediente que armé la sesión anterior, verdad? ahí lo expresé claramente. No sé que clase de poder es el que tiene, mi intelecto no da para tanto. Pero vamos, que el hombre no sólo es fuerte por naturaleza, sino que hay algo que lo hace incluso más fuerte. Como una fuente de energía que no sé de dónde mierda sale, pero que una vez la consume, todo en él cambia. Su chakra aumenta considerablemente. No, no considerablemente, absurdamente es una mejor palabra. También su físico cambia. Rasgos. Rasgos estéticos muy notorios. Los ojos, la piel, los párpados. Con esto te quiero decir que sea lo que sea, Umigarasu puede hacerlo. Es capaz de invocar ese poder.

Luego está su ojo. Él llevaba un parche. Pensábamos que era tuerto. Pero antes de intentar asesinarnos, allí en pleno Palacio, no los mostró. ¿Sabes el sharingan, verdad? esos ojos rojos que tienen los Uchiha. Bueno. Umigarasu tenía uno. Se jactó de haberlo obtenido gracias a un contacto. ¿Las Náyades, creo que les llamó? sí, eso. Oye, pero espera. Ese nombre me suena familiar... creo que... espera. Daruu me habló de algo así. ¡Oh, mierda! ¡Carajo! ¡Hostia puta, sí! ¡Las Náyades! ¡qué pequeño es el mundo joder!

Mierda, que me voy por las ramas. Ajá, y no era un ojo común. Su forma era... extraña. Distinta. Tal y como la de Zaide durante el Kaji Saiban, cuando rompió la realidad y volvió de la muerte misma, gracias a esos ojos.

No es broma cuando digo que ese clan debe estar maldito, ya te digo.
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#11
Yo estaba listo para morir ahí mismo, sabes. Realmente siempre lo he estado. Lo estuve cuando Katame. Lo estuve cuando Zaide, en la Prisión. Lo estuve en Yūgakure, con Shaneji. Lo estuve en el fondo del mar, con la Reina del Océano. Incluso lo estoy ahora, aunque Yui-sama me haya asegurado de que mis pecados han sido perdonados. La cuestión es que, por más listo que esté, la guillotina nunca parece terminar de caer. Por x o y. O soy muy listo, o tengo mucha suerte, o sencillamente no me quieren allí abajo, en el infierno.

En fin, que Akame me salvó la vida. Podría haberme dejado allí, a merced de Umigarasu y sus esbirros, pero me llevó con él con esa técnica suya y aparecimos por arte de magia en Tanzaku Gai.

El resto es historia. Sentimos cómo Money moría gracias al vínculo. Otohime, por alguna razón, no lo hizo. Quizás la mantienen con vida por alguna razón que desconozco. O tal vez ella era la traidora. Quién sabe. Pero sabemos que alguno de los dragones estaba trabajando con Umigarasu, dándole información desde adentro. Por descarte, si no es Otohime, tendría que ser la perr@ de Kyūtsuki. Porque a Zaide y a Ryū los intentaron matar en Ryugūjo, pero fracasaron en el intento.

Esa noche Dragón Rojo perdió todo. Zaide había tenido razón, y eso no le dio sino la potestad que necesitaba para que su próximo golpe sobre la mesa pudiera suceder. Ojo por ojo.

Tú me quitas algo, y yo te lo quito todo.
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