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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1

Agarro esta trama con hueco de nuevos y no cobro la misión

No vas a progresar nunca si estas todo el día acostada. — suspiró profundo y pegó dos aplausos. —¡Vamos, arriba! Ve a pedir una misión, ve a brindar tu ayuda, ve a entrenar. Haz algo productivo.

La pelicorta bajó un segundo el libro y lo miró por el borde del mismo.

Seguro que una misión rango D me va a hacer progresar bastante. — soltó con su tono sarcástico.

No me faltes el respeto eh. No te lo voy a repetir, levántate ya de la cama y haz algo.

Soltó un quejido con la boca y cerró el libro de golpe. Susumu se retiró de la puerta de la habitación de Jun y se escuchaba lentamente como se alejaban sus pisadas.

No te soporto más.

Evidentemente, eso solo lo dijo para sus adentros y solo la hubiera escuchado una persona que realmente cerca suya.

Se sentó en un costado de la cama y tomó sus botas para ponérselas. Luego tomó el trabajo de levantarse e ir equipándose poco a poco. Primero el portaobjetos, luego una sudadera que tenía de color negra lisa, la bandana característica de Amegakure y, por último tomaría su espada.

Salió de su casa, haciendo un gran trabajo de sigilo para no cruzarse con nadie de los que estaban allí, sobre todo su padre. En el camino hacia el edificio, jugaba con una moneda, tirándola para arriba con el dedo y recogiéndola. Repetidas veces hizo esta acción, en un intento de entretenerse en el camino y no pensar mucho que estaba yendo a pedir una misión, cosa que le parecía de lo más agotador en ese día.

Sin darle mucha importancia a todo lo que la rodeaba, ella feliz con su moneda se metió para el gran edificio. Luego de unos minutos, lo que tenía en la mano no era la moneda, sino un pergamino. Lo abrió y comenzó a leer que es lo que le había deparado su aldea para hacer en ese día.
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#2

No cobro esta misión.

La joven Jun no tuvo problema alguno en escabullirse por su casa como una ardilla en un bosque. Hacía y deshacía de forma diestra y sutil. Tal vez no de la forma más diestra y más sutil, pero le funcionaba. Llegó al Edificio de la Arashikage sin problemas y consiguió el pergamino de la misión D que le cambiaría la vida.



(D) Vaya por dios


Publicada en: Amegakure no Sato
Solicitante: Hito Shi
Lugar: Calles de la Aldea

Se me ha inundado la tienda, necesito a alguien capaz de manejar una fregona y un barreño. Mientras reparo los desagües y eso, alguien tiene que mantener a raya a la mala bestia del agua.

El pergamino venía con una dirección y especificaba que debía ir cuanto antes. Era una tienda de especias y si el agua llegaba a las especias todo estaría perdido. La tienda tenía un cartel con el kanji de fuego porque eran especias para cocinar especificamente, todo eso la haría facil de reconocer.
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#3
¿¡Fregona y barreño!?

Por un momento ella quería solo pensarlo eso, pero era tal la indignación que no pudo evitar exteriorizarlo. Tenía ganas de ir a su casa y mostrarle el pergamino a su padre solo para mostrarle que ella tenía razón ¿Quién era el psicópata que mandaba a un ninja a sacar agua de un local? Vamos, era una tarea que podía hacer una persona común y corriente.

El lado positivo que le veía es que, por lo menos, pensaba que no iba a tardar mucho en hacer esa tarea. No podía estar tan mal la tienda como para que tardase tanto, ¿verdad?

Guardó el pergamino, ya habiendo visto la dirección del lugar. Sabiendo que la misión era urgente, empezó a correr a una velocidad rápida para ella, intentando llegar cuanto antes a la tienda.
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#4
Dandose prisa, Jun no tardó en dar con el local en cuestión.

Desde fuera parecía de lo más normal, tenía una señal de neón con el kanji de fuego y un dibujo de una sarten para más inri. Si se fijaba en la lluvia y en el suelo, podría ver que el agua hacía una leve corriente en dirección a la entrada y que parecía que ésta estuviese un par de centimetros por debajo del nivel del suelo de la calle.

Así normal que se le inundase la tienda. ¿A quien se le ocurría construir así un local en Amegakure?
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#5
A pesar de su mejorable estado físico, pudo llegar bastante rápido a la dirección indicada en el pergamino. Lo primero que notó es que el local estaba un espacio más abajo que el nivel de la calle. Ahora todo tenía sentido, ese era el psicópata que llamaba a un ninja para sacar agua de un local. El mismo que tenía una tienda tan mal diseñada en Amegakure, que la lluvia es pan de cada día.

Sin querer detenerse en eso, entró al local sin mucha parsimonia.

¡Buenas! ¿Quién fue el que pidió una kunoichi para ayudar aquí?
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#6
¡Buenas! ¿Quién fue el que pidió una kunoichi para ayudar aquí?

Al entrar en el local, Jun vería que el plan del tendero no era tan descabellado, un poco imprudente pero no de completa locura. En la misma entrada había otro desnivel que subía y se creaba un canal en perpendicular a la puerta que llevaba hasta una enorme rendija que debería actuar de desagüe. Debería, porque ahora podía ver que no solo no tragaba agua sino que parecía expulsarla.

Dentro de la tienda, el dueño había dispuesto una especie de barricadas de metal que impedía que todo el agua del canal entrase. Sin embargo, era algo improvisado, aún tenía numerosas fugas que provocaban la inundación del interior.

Ya era hora. ¡No te quedes mirando y entra aquí! ¡Y cuidado con no tirar nada!

Un hombre mayor estaba en el interior sacando agua con un barreño tan rápido como podía. Había varios sacos colgados del techo y sobre repisas altas, esos estarían a salvo incluso si llegase a inundarse, pero también había pequeños botes que no cabían en las más altas y estaban algo más abajo.

¡Vamos!
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#7
La entrada del local parecía estar perfectamente calculada para que no pase agua, pero era un poco loco todo el plan. Al escuchar al hombre para que entre de inmediato al interior, pasó con sumo cuidado para intentar no hacer ningún desastre.

Aquella escena, cuanto menos, le parecía un poco tragicómica. Se notaba que el señor estaba preocupado por le agua, pero realmente le parecía loco que le esté pasando eso en la aldea donde vivían.

Intentaría buscar los elementos para sacar agua lo más rápido que pueda, teniendo en cuenta que no conocía el lugar y recién llegaba.

Esto es una locura señor.

Si ya había encontrado el respectivo barreño, le seguiría con la acción de sacar agua de dicho lugar.
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#8
En cuanto Jun pasó la barricada, el hombre prácticamente le lanzó el barreño, y tuvo en sus manos el dispositivo definitivo de sacar agua. El anciano entonces saltó la barricada hacia fuera, para coger la rendija y arrancarla del suelo.

Esto es una locura señor.

Muchas gracias, preciosa. ¡Mueve esas manos y deja esa lengua!

Tras manosear un poco la boca del desagüe volvió a aparecer saltando al interior de la tienda, completamente empapado.

Voy a necesitar un cuchillo más gordo. ¡No dejes que suba el nivel del agua!

Y acto seguido desapareció hacia el interior de la tienda.

Jun vería que la barricada tenía varias fugas, agujeros por los que se colaban pequeños chorros de agua, además de la que se colaba por debajo. Podía intentar tapar alguno y aliviarse la carga o ir hundiendo barreño y sacando agua. Iba a necesitar imaginación o aguante.
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#9
Como si el señor estuviera jugando al baloncesto, le tiró la barreño a las manos ni bien entró al lugar. Fue entonces cuando el hombre dejó el área libre y fue a ver el foco central del problema. «Más manos menos lengua. Espero que este tipo no esté dando ordenes todo el día.»

Cuando dijo que iba a necesitar un cuchillo más grande, estuvo a punto de ofrecerle su espada, pero el señor se fue inmediatamente del lugar. Veía como el agua seguía entrando por la barricada, cosa que hizo que instantáneamente empiece a usar el aparato para sacar el agua. Notó que había un par de pequeños agujeros, que iba a necesitar tapar de alguna manera para que le aliviane un poco la tarea que estaba realizando.

Pensó por un segundo, mientras usaba el barreño, que podía intentar meter la katana por uno de los agujeros, si es que tenían el grosor necesario, para que deje de entrar el agua. Lo intentaría con el arma envainada, cosa de no dañar mucho la barricada, y se sacó su sudadera, viendo si podía meterlo por debajo de la barricada, por lo menos para detener por un tiempo la que entraba por debajo.
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#10
Jun reaccionó rápido a intentar lidiar con las fugas de la barricada improvisada. Su sudadera, apretada contra la parte baja, limitaría el influjo de agua hacia la tienda. Sin embargo, pronto se daría cuenta de que los imperfectos de la barricada no los podía tapar con su vaina. Los agujeros eran pequeños y su vaina era bastante más grande.

Entre lo que entraba de esos agujeros y lo que podía colarse por debajo, ahora que estaba medio taponado por su sudadera, tampoco tenía que estar freneticamente sacando agua. Podía hacerlo a un ritmo constante pero sin prisa. Si se lo tomaba con filosofia, podía ser hasta relajante.

Entonces sintió un gota de agua en la nariz. Un suave golpecito húmedo desde arriba. Si alzaba la mirada al techo vería una humedad y una gotera que caía justo donde ella estaba. Y no había ni rastro del señor.
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#11
La sudadera pudo alivianar un poco el trabajo que estaba haciendo, teniendo que sacar el agua cada tanto y no tan frenéticamente. Cuando parecía que la situación venía para mejor, la chica sintió una gota en su nariz, que hizo que miré directamente al techo.

¡MIERDA! — sabía que si empezaba a caer agua desde arriba, iba a ser más fácil que se moje el producto. —¡ESTÁ CAYENDO AGUA DEL TECHO! — gritó fuerte, esperando que el señor se encuentre en su cercanía para que sepa del problema.

Sin esperar mucho, decidió que, en el momento que no usaba el barreño, lo ponía debajo de la gotera y, cuando lo tenía que volver a usar, tiraba el agua de que estaba cayendo del techo.

No iba a durar mucho así, pero no le había dado nada más para arreglárselas y, encima, de la nada el dueño de la tienda desapareció.
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#12
¡MIERDA! ¡ESTÁ CAYENDO AGUA DEL TECHO!

¡JAJAJA! ¡BIENVENIDA A AMEGAKURE!

Las goteras del techo estaban lejos de los estantes donde aún había sacos y bolsas de productos, casi como si alguien las hubiese apartado a propósito. Alguien a quien ya le hubiese pasado lo de las goteras y hubiese tomado precauciones para esta vez.

El plan de Jun era un plan. Pero el agua seguía y seguiría cayendo durante mucho tiempo, más del que iba a durar esa misión y más de lo que iba a durar ella aguantando el fuerte. Pronto, la sudadera estaba completamente empapada y ralentizaba el agua levemente.

Las gotas del techo eran cada vez más frecuentes y ya no podía permitirse soltar el barreño por todo el agua que entraba de frente.

Entonces el anciano volvió a aparecer y saltó la barrera con familiaridad.

¡Ya he encontrado el machete! — dijo mientras se dirigía al desagüe de nuevo.

Sin pensarselo dos veces, clavó el machete directamente dentro del desagüe.

¡Me cago en...!

Siguió penetrando el desagüe con el machete, pero no sonaba metalico, algo estaba cortando. Algo que no era metalico ni carnico.
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#13
Lindo momento para el humor, eh. «Hijo de perra.»

Se dio cuenta que su plan era un poco estúpido. Al fin y al cabo, lo que iba a mantener aquel local con vida era usar el maldito y efectivo barreño. Para agregarle más inconvenientes al asunto, la sudadera empezaba a dejar pasar un poco más el agua. Y el otro tipo estaba con un machete haciendo no sé que. Poco a poco, se iba sintiendo parte de todo ese caos, ya se le estaba haciendo normal y estaba empezando a convivir con el. Incluso, le empezaba a agradar un poco.

Lo que realmente le molestaba era usar tanto el barreño, pero era lo único que tenía que hacer para sacar la cantidad de líquido que entraba al lugar.

No sé hasta donde fuiste para encontrar esa cosa, pero yo tengo una katana conmigo. Bueno, creo que se nota bastante que la llevo encima.

Era evidente que ese tipo de armas iban a destacar más en una persona como Jun, que no tenía un porte físico tan destacable.
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#14
Lindo momento para el humor, eh.

Toda la respuesta que obtuvo fue una risilla del hombre mientras salía, machete en mano. Después, todo fue gruñidos y maldiciones entredientes mientras apuñalaba el desagüe abierto.

No sé hasta donde fuiste para encontrar esa cosa, pero yo tengo una katana conmigo. Bueno, creo que se nota bastante que la llevo encima.

Lo que me faltaba, pedirle su katana a un ninja de Amegakure. Ni loco. Además, las katanas no valen ni para fregar el suelo. En cambio, mi machete es una maquina. Sino, miralo.

Sacó el machete del desagüe y al parecer, en algo sí que se había clavado. Una enorme bola de pelo que aglomeraba otra clase de porquerias, convirtiendose en una verdadera amenaza, estaba clavada en la punta del rudimentario machete.

El pestazo de dicha bola era tal, que hasta Jun desde dentro podría oler el amargo hedor de esa mata de pelo. El hombre agitó el arma, lanzando la bola al otro lado de la calle.

¡A tomar por culo, hombre! — y volvió a machetear el desagüe.

Parecía que seguía sin tragarse el agua, ¿cuanta mierda puede haber en un solo agujero?
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#15
No se iba a poner a discutir con el señor si su katana era o no efectiva, lo único que quería era que termine de hacer lo que esté haciendo lo más rápido posible.

De la nada un olor totalmente asqueroso se introdujo por las fosas nasales de la chica ¿Cómo podía haber algo tan pestilente en ese desagüe? Parecía que alguien no mantenía muy limpio su local. No le sorprendía, ni siquiera podía arreglar el problema de raíz que era que le entraba agua por todos lados.

Dios mío, que asco ese olor.

No le quedaba mucho más que seguir sacando el agua del local, maldiciendo a su padre en su cabeza por hacerla salir de su casa.
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