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La Villa de las Aguas Termales era el lugar idóneo para descansar. Como su propio nombre indica era imposible no pensar en ella cuando se pensaba en relajarse o en descansar. Cada lugar donde había una misera agua termal tenía un cartel que aseguraba que era igual que las de Yugakure. Pero ¿para qué ibas a ir a una de esas cuando podías ir a las originales?
Recibía cientos de visitantes cada día, la mayoría se quedaban mínimo un día para probar ese agua milagrosa que la Tierra les da para relajarse. Algunos estaban solo de paso, de camino al valle de Unraikyo o a las hermosas Cuevas Cristalinas. Otros iban a pasar unas bonitas vacaciones de una o dos semanas y solo pensaban salir del agua para comer y cagar. Todos ellos eran bienvenidos en aquel lugar.
Zhaoren Lyndis era una de esas personas. ¿De paso o para quedarse? Daba igual, cualquier noche en Yugakure iba a ser una noche mágica. Había todo tipo de alojamiento, desde el más barato al más caro, todos con una sección de agua termal preparada para todos sus huespedes. Los mejores restaurantes también. La kunoichi debería decidir. ¿Qué iba a hacer comer primero y bañarse despues? ¿Comer mientras se bañaba? ¿O bañarse y después comer?
Cualquier cosa para quitarse esa estúpida sensación de que alguien la vigilaba. Porque la tenía desde ayer y era completamente imposible que así fuese. ¿Por qué iba nadie a seguirla?
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Que los ninjas eran más rapidos que los ferrocarriles no era un secreto para la mayoria de la gente de Oonindo. Pero al fin y al cabo era una técnologia que estaba todavía pendiente de desarrollo, y la disposición de las redes ferroviarias también; pero permitian llevar grandes pesos de una manera más comoda, llevar a casi un par de centener de personas en sus vagones y también te ahorrabas el hecho de tener que caminar y cansarte.
Aun con esas, el viaje se hizo más largo de lo previsto para Lyndis, su tren se detuvo hasta en dos ocasiones, una Dios sabe por qué, y la otra porque un grupo de ganado había invadido las vías. En esta última, se asomó por la ventana dando un larguísimo suspiro, y dejándose caer sobre la silla posteriormente de forma exagerada. Para cuando llegó al pequeño poblado conocido por sus excelentes aguas termales, ya era de noche.
Por otro lado, todos los pasajeros tuvieron una compensación monetaria debido a lo sucedido, por lo que tampoco le afecto demasiado a la joven mas allá de un par de horas muertas, que se pasó durmiendo.
— Graaaaaaaagh... Me molesta todo el cuerpo de haberme acostado tan mal, joder — protestaba un par de metros alejada de la puerta de la estación, mientras zarandeaba uno de sus brazos algo doloridos. No llevaba mucho más que su mochila habitual de viaje, un macuto de tamaño medio. — En fin, a buscar un lugar donde pasar la noche, y comer algo. Estoy agotada y eso que ni me he movido.
Volvió a quejarse, acariciándose la nuca con la mano que no sujetaba su mochila, mientras se adentraba en las calles de la villa. Buscaba un lugar modesto, pues los lujos no iban con ella y generalmente juzgaba las cosas por su apariencia, pues no solían engañarla. Eso, o tenía muy buen ojo.
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Lyndis empezó a callejear por la villa en busca de un lugar asequible. Y así llegaría a un hogareño local que hacía esquina y tenía un cartel "Shuriken Flotante". Un dibujo de un shuriken sonrojado en un baño termal parecía ser su logo. Frente al local con puertas correderas tradicionales había una pequeña muchacha que no llegaba al metro veinte.
— Pa...pasen a... al Shuriken Flotante. — hablaba entre bostezos apoyada en una columna de madera que justo hacía la esquina del lugar.
Entonces giró el rostro y sus ojos se encontraron con los de Lyndis. Y se movieron a su bandana y luego a Lyndis otra vez. Sonrió de oreja a oreja, se despegó de la pared y cogió un pequeño letrero que había apoyado a su lado, en él se leía "Descuentos especiales a shinobis y kunoichis". Las dos coletas bajas rubias de la muchacha bailaron cuando ésta empezó su carrera hacia la kunoichi. Sus ojos azules no se apartaron ni un segundo de los de Lyndis.
La niña vestía un kimono ancho que era fácil de reconocer como uno de los que te dan para que lleves en los baños termales. Era sencillo y de color azul pastel muy claro, casi indistinguible del blanco. Y también unas sandalias simples. Esas las vio especialmente bien cuando la chiquilla se tropezó ante ella y fue de boca contra el suelo, seguramente por no mirar donde pisaba, sino a Lyndis.
— ¡Auchie! — gritó al caer, y se levantó casi al instante, con un par de arañazos en el brazo con el que había parado su caida. — ¡Señora! ¡S-Señorita! ¿¡Sabe que hacemos descuento a kunoichis!? ¡Aquí en el Shuriken Flotante! ¡N-no solo tenemos baños termales, también somos un restaurante y una posada! ¡Puede pasar tantos días como quiera! ¡Y bañarse a todas horas! ¡Incluso si está de misión!
Se notaba que la niña se estaba conteniendo y reservandose muchas palabras para no agobiar a su clienta. Y aún así, había soltado un buen discurso en apenas unos segundos. Sostenía en cartel justo debajo de su barbilla para que Lyndis pudiese leer perfectamente que hacían descuento a ninjas.
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Tras caminar por un rato en las calles iluminadas por los faroles de papel, una chica se le acercaría insistiendo en que fuera a su local. Apenas se fijó en este mientras caminaba por la calle, pues la mayoria de las tiendas, posadas y demás tenian llamativos carteles o luces variopintas para llamar la atención de la gente. La muchacha,bastante bajita, se acercó al reconocer la insignia de la kunoichi, tropezando en el camino. Lyndis fue a asistirla, pero se levantó antes de poder siquiera reaccionar más allá de encorvarse un poco. Nada mas levantarse, insistió en Lyndis añadiendo que en su local se hacía descuento a los ninjas.
— Oouuhhmmm... — Farfulló un poco poniendo una mano en su mentón, y prestando más atención a la niña, y posteriormente al local. — ¿Baños y restaurante también has dicho? Suena interesante.
Le extendería la mano, para dejarse llevar por ella a donde fuera.
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— Oouuhhmmm... ¿Baños y restaurante también has dicho? Suena interesante.
El rostro de la niña se iluminó al instante. Aceptó la mano de Lyndis con las dos suyas y la arrastró, siempre que la kunoichi se dejara, al interior del local mientras le hablaba de las muchas virtudes que tenía:
— Sí, sí, los baños son enoooormes. Y si lo pide, señorita, le darán jabón que hace muuuucha espuma. Así podrá limpiarse la cara.
Una vez dentro, iría directa al mostrador, detrás del cual esperaba una mujer mayor que Lyndis y la niña juntas. En edad, claro.
— ¡Mamá, mira! ¡Una kunoichi! ¡Y tú diciendo que no iba a encontrar a nadie! — la niña puso la mano de Lyndis sobre el mostrados y puso los brazos en jarra, inflando el pecho con orgullo.
— Yo no dije eso, Lily-chan. Dije que eras demasiado bajita para que te vieran. — corrigió la mujer con voz suave y tono aterciopelado.
— ¡Pues eso es casi peor! — le contestó Lily inflando los mofletes en señal de protesta.
— Perdona a mi hija, tiene demasiada energia como puedes ver. Bienvenida al Shuriken Flotante. Me llamo Ukabi Makura, pero puedes llamarme Maku-chan. ¿Estás de paso? ¿Vienes a bañarte? ¿A comer?
Maku-chan era una mujer de unos treinta años largos con una larga melena de color verde palido recogida en una cuidada trenza que le caía por delante. Sus ojos eran de un verde mucho más oscuro y tenía una leve sonrisa maternal. Vestía un kimono igual al de su hija, tan holgado que era difícil distinguir su figura. Sobre todo, tras el mostrador.
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Ante la escena, la kunoichi bufó esbozando una sonrisa, y posteriormente soltando una suave carcajada, desviando la mirada desde Lilly a su madre.
—Baño, comida y alojamiento si puede ser — dijo levantando un dedo tras otro de su mano izquierda y tras ello echando su mochila hacia delante, para buscar su cartera.
Primero sacaría una billetera de color marrón oscuro, de donde sacaría un par de billetes; pero si podía quitarse algunas monedas, sacaría un pequeño monedero que imitaba a un tanuki, de diversas tonalidades marrones, y que se abría por la boca con un par de trozos metálicos con un sonoro click.
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23/08/2021, 17:27
(Última modificación: 23/08/2021, 17:27 por Kaminari Chika.)
—Baño, comida y alojamiento si puede ser
— Oh, no te preocupes por el dinero, querida. Ya pagaras cuando te vayas. De momento, ten. — le pasó una llave con una pequeña placa de madera con un tres grabado en ella en el llavero. — La habitación tres está preparada ya. Las habitaciones están en el piso de arriba, por si quieres subir a dejar algo.
Hizo un gesto señalando las escaleras que había pegadas a la pared izquierda del lugar.
— Hay otras escaleras al lado de los baños, también. Aquí a la derecha está el comedor y la cocina, ahí encontraras a mi hija, la mayor, pidele lo que quieras comer y cuando te vayas a bañar la avisas para que te dé cualquier cosa que necesites, ¿vale? No tengas pena en pedirle lo que sea. Para eso estamos.
Le explicó con una sonrisa. Lyndis pudo ver como Lily volvía a salir fuera a cazar nuevos clientes mientras su madre le explicaba todo a la kunoichi.
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23/08/2021, 20:41
(Última modificación: 24/08/2021, 20:09 por Zhaoren Lyndis. Editado 1 vez en total.)
— Uhm, de acuerdo. Yo soy Lyndis, Lyndis Zhaoren, un placer Makura — respondió algo extrañada, al negarle esta sus honorarios y mientras todavía estaba buscando su dinero, lo guardó de vuelta. — Está bien, dejaré las cosas y creo que primero iré a bañarme. Buena suerte, pequeña — añadió despidiéndose de la pequeña con una mano, mientras se recolocaba la mochila en la espada.
Caminaría entonces a las escaleras que se elevaban, buscando la habitación mencionada, mientras miraba la llave en un simple gesto de curiosidad. El local era como esperaba, ligeramente pequeño y estrecho pero humilde y acogedor. Paredes, suelo y techo de madera, e iluminado con algunos farolillos. Le resultaba bastante agradable. Al alcanzar su habitación, abriría la puerta y esta se podría deslizar a un lado al interior de la pared, seguramente para conservar y optimizar aún más espacio.
Si nada la interrumpía, dejaría sus cosas allí mismo y se tronaría el cuello en un gesto de cansancio seguido de un suspiro. Buscaría a la hermana mayor, como le había indicado Makura, para que le ofreciera ya fuera toallas y un kimono de la propia estancia para cuando se secara.
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24/08/2021, 20:46
(Última modificación: 24/08/2021, 20:49 por Kaminari Chika. Editado 1 vez en total.)
Lyndis encontraría a la hermana mayor detrás del mostrador del comedor. Estaba sacándole brillo a unos platos para dejarlos amontonados con cuidado a un lado.
— Buenas. — la saludó al verla.
Durante un breve instante, antes de que la chica sonriese de forma cordial, Lyndis vio una breve mueca de disgusto.
— ¿En qué puedo ayudarte?
La chica tras el mostrador era como una versión varios años más joven que la que se encontraba en el recibidor. Tenía el cabello todavía más largo, recogido en una larga coleta baja.
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Se recostó un poco sobre la barra, apoyando los brazos cruzados en esta pero manteniéndose todavía de pie, por lo que estaba inclinada hacia delante.
— Me llamo Lyndis. Lyndis Zhaoren, un placer, y seré tu clienta — dijo añadiendo su habitual sonrisa picara, arqueando y entrecerrando un ojo. Después, alzó un dedo. — Me gustaria darme un baño en las aguas termales antes de cenar, y tu madre me dijo que te pidiera a ti las toallas y lo que fuera necesario
En lo que ella lo preparaba, se recompondría irguiendose, y mirando alrededor un poco. No parecía haber nadie mas que ella en la estancia, o por lo menos no había nadie allí en ese momento salvo la persona que le estaba atendiendo.
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— Me llamo Lyndis. Lyndis Zhaoren, un placer, y seré tu clienta Me gustaria darme un baño en las aguas termales antes de cenar, y tu madre me dijo que te pidiera a ti las toallas y lo que fuera necesario
Sin dejar de poner una sonrisa cordial, la chica le devolvió la presentación a la kunoichi.
— Encantada, Zhaoren-san. Yo me llamo Ukabi Sasu y espero poder servirte lo mejor posible durante tu estancia. — se llevó una mano al pecho para gesticular lo comprometida que estaba con su puesto de trabajo. — Ves pasando y ahora voy yo con las toallas y todo lo necesario. Esperame en el vestuario que hay antes de los baños, por favor.
Le señaló la puerta de los baños y se marchó por una puerta mientras tarareaba una cancioncita alegre.
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— Muchas gracias — dijo mirando como esta se marchaba a una zona interior para el personal.
Lyndis por su parte se dirigiría en dirección contraria a los baños, fijandose por si había un cartel que distinguiera que eran baños para un hombres, mujeres o mixto; entrando en el de mujeres si este estaba y entrando en un descansillo antes de los baños donde habría algunas taquillas metálicas, seguramente donde dejar pertenencias y ropas, así como un par de bancos para sentarse.
Se sentaría en uno de estos, esperando a que Sasu llegara con lo prometido; unas toallas y seguramente un kimono del establecimiento en el que se hospedaba.
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No era un lugar grande, así que los baños no es que fueran mixtos, es que eran los únicos que había. Antes de entrar a estos había una pequeña estancia con estanterias en ambas paredes con un enorme banco en el centro del lugar. Todo era de madera cuidadosamente barnizada para evitar que la humedad le hiciese daño alguno, ya que los vapores de los baños entraban por mucha puerta que las separase.
— Aquí estoy. — anunció al entrar detrás de Lyndis. — Uy, pero ¿qué haces aún vestida?
Dejó unas toallas, un albornoz y un kimono en el banco al lado de la kunoichi y se acercó a ella. Parecía tener intención de ayudarla a desvestirse, pero cuando estuvo a escasa distancia de Lyndis, ésta sintió un pinchazo en el antebrazo. Al girarse, vería a Sasu sujetando un senbon ensangrentado. Empezaría a notar una extraña sensación de hormigueo por el brazo y antes de poder reaccionar, sentiría que el brazo derecho dejaba de responderle.
Sasu se quedaría ahí mirándola como si ya hubiese hecho su trabajo, mirándola con la mayor expresión de asco que Lyndis había visto en meses.
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La joven kunoichi se puso de pie, acercandose a ella para recoger las toallas en mano ayudandola por cortesía.
— No queria entrar sin antes.... Ay[/gold] — se quejó al sentir un pequeño pinchazo, reculando los brazos hacia atras alzando un poco el brazo por la molestia, y viendo como este sangraba un poco. — [color=gold]¿Qué? — Pregunto completamente sorprendida viendo la herida, pero al echar la mirada hacia delante pudo ver en la mano de la chica una aguja. — ¿¡Pero qué coj...!?
Y entonces, un cosquilleo empezó a extenderse por el brazo, sintiendolo adormilado en un principio, quiso mover el brazo y fue un simple gesto que negó el uso de este. Lyndis apretó los dientes, frunciendo el ceño, mientras se llevaba el brazo bueno a la herida y se echaba hacia atras, dejando un par de metros entre ellas.
— ¿A qué coño viene esto? ¿Buscas pelea? ¿Tantas ganas tienes de que te destroce esa bonita cara? — Sus ojos se volvieron agudos, y tanto iris como pupila se redujeron bastante acentuando el enfado en su rostro.
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— ¿¡Pero qué coj...!?
Sasu se quedó mirandola como si esperase algo, pero parecía que lo único que se había quedado paralizado era el brazo de la kunoichi.
— ¿Qué? — preguntó mientras miraba la aguja y el liquido que había untado en ella, ignorando por completo a Lyndis.
— ¿A qué coño viene esto? ¿Buscas pelea? ¿Tantas ganas tienes de que te destroce esa bonita cara?
— Callate, maldita salvaje. Se suponía que este veneno te paralizaría entera. Tsk, da igual. Te apuñalaré el corazón y a tomar por culo. — y esta vez, de frente y sin apuñalar por la espalda, todo fue mucho menos fluido.
Lyndis podría ver que Sasu era tremendamente inexperta en esto de pelear, hizo un movimiento tremendamente exagerado para intentar apuñalarla de nuevo con la aguja, esta vez en el pecho. No hacía falta ser ninguna genio para saber que si te daban con un paralizante muscular en el pecho, igual su corazón no lo contaba.
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