Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Todos los participantes y visitantes fueron notificados del día y la hora en la que se celebraría la primera ronda del Torneo de los Dojos. Los participantes fueron reunidos en un punto de reunión a la salida de la ciudad y fueron conducidos hacia el estadio.
Era un edificio enorme, construído enteramente por vigas de madera y piedra, muy cuidadas. Se notaba que era nuevo, no sólo por la perfección de su estructura y la evidente falta de daños, propios de un lugar donde se combate, sino además evidente por el olor a fresno y a barniz que despedían las paredes cuando les fue cedida la entrada.
Les hicieron un tour muy rápido para que se hicieran a la idea del terreno donde iban a pelear. Por dentro, el estadio parecía todavía más amplio de lo que lo hacía por fuera. La arena era de hierba verde y tierra clara, suelta. Habían dispuesto, para hacer más animados los encuentros, dos pilares cilíndricos, de cinco metros de ancho y tres de alto, separados por tres metros, de piedra. Había un círculo pintado blanco en el centro de ambos pilares, en los que era obvio que tendrían que colocarse los combatientes cuando les tocara pelear.
A ambos lados del estado habían dos gradas que abarcaban casi toda la circunferencia, de bancos de madera ascendentes. Y en perpendicular con los cilindros, dos grandes muros de roca con una estancia hueca elevada. Según les habían explicado, en una de ellas se alojarían los tres kage, el dueño de los dojos y su seguridad. En la otra, los señores feudales y nobles invitados, también con su seguridad.
Los participantes fueron separados y conducidos a través del interior del estadio alrededor de la circunferencia por un pasillo de madera. A cada uno le tocó una puerta. Una sala, con otra puerta más, más grande, y un banco para tomar asiento. Era obvio que cuando la puerta se abriera, llegaría el turno de uno o de otro.
Aquél rato probablemente se les hizo interminable. A unos más que otros, porque tenían varias peleas por delante, y no podían ver el transcurso de las mismas.
Pero finalmente...
—¡Hayashi Haruto! ¡Aotsuki Ayame! —anunció una voz—. ¡Os toca!
La puertas de piedra se abrieron, y llegó la hora de pelear.
—El primer post de cada participante debe de ser antes del lunes 25 de enero.
—Para publicar el primer post, se ha de haber realizado el unific de entrada al evento o haber empezado un post con otro usuario, de entrada al evento. En este caso da igual si no se ha terminado.
—A partir de entonces, se considera que los participantes deberán postear como máximo 48 horas después del último post de su contrincante.
—Si este límite se rompe sin justificación, el usuario tiene una penalización y recibe los ataques y estrategias del turno del oponente sin opción a respuesta.
—Si pasan más de 96 horas una sóla vez o se rompe el límite de 48 tres veces sin justificación, el usuario queda descalificado.
—Se puede pedir alargar un día o dos el plazo para postear bajo determinadas circunstancias. Negociar en ausencias y se hablará.
—Se premiará la cordialidad, la capacidad de resolución de conflictos mediante el diálogo por privado, el buen rol y uso de los atributos, y la habilidad para saber llamar a un master sin enfadarse y aceptar sus resoluciones. Pedid master con moderación, por favor.
—Asímismo, se castigará severamente la creación de conflictos, la resolución con pelea y confrontación, y el uso excesivamente malo o abusivo de los elementos del sistema.
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22/01/2016, 17:46 (Última modificación: 23/01/2016, 19:52 por Aotsuki Ayame.)
El día había llegado. La primera ronda del ya famoso Torneo de los Dojos había comenzado.
Como un pajarillo inquieto, Ayame paseaba de arriba a abajo en la pequeña sala donde había sido recluida. Sin embargo, el sonido de sus pasos contra el suelo de piedra sólo conseguía ponerla más nerviosa, por lo que terminó sentándose en un banco que habían colocado para ella. Pero sus piernas parecían haber cobrado vida propia, y pronto sus rodillas siguieron con su frenético baile.
—¡Ah! ¡No soporto esto! —gimió para sí, con un hilo de voz.
Por suerte (o quizás para su desgracia), la agonía no iba a prolongarse durante demasiado tiempo. Y, de hecho, encontró algo con lo que entretenerse durante la espera. Cuando metió la mano en su portaobjetos, una voz desconocida para ella logró sobresaltarla.
—¡Habaki Karamaru! ¡Sasagani Yota! ¡Os toca!
«Yota... ¿Ese era el chico araña? ¿Se habrá traído los seis brazos?» Se preguntó, con las manos entretenidas en su quehacer. No le sonaba; sin embargo, el nombre del otro chico: Karamaru. Por lo que no se pudo hacer una idea de qué tipo de contrincante le podría haber tocado.
—¡Uchiha Nabi! ¡Hanaiko Daruu! ¡Os toca!
—¿Daruu? —exclamó, y del sobresalto terminó de pie.
Nuevamente, no conocía el nombre de Nabi. Y en aquella ocasión se alarmó notablemente al pensar en su compañero de aldea. ¿Cómo le iría? ¿Sería muy fuerte su contrincante? ¿Estaría bien...? De un momento a otro, comenzó a ensoñar para sí misma lo que pasaría si ambos acabaran encontrándose en el torneo. Sin duda alguna, sería una batalla muy emocionante y quizás...
Quizás podría demostrarle que había mejorado desde la última vez que se habían enfrentado.
Pasaron varios largos minutos. Unos minutos cargados de tensión durante los cuales Ayame trataba en vano de escuchar algo a través de las paredes que la rodeaban. Exclamaciones, gritos de sorpresa, de horror, de júbilo, ánimos, abucheos... cualquier cosa le habría servido para hacerse una idea. Pero la habitación estaba perfectamente insonorizada, y no se enteraría del resultado de los demás combates hasta que no terminara la ronda.
—¡Hayashi Haruto! ¡Aotsuki Ayame! —anunció la voz repentinamente—. ¡Os toca!
Entonces, la puerta se abrió ante ella con un desagradable crujido y la luz del exterior bañó la sala. Ayame entrecerró los ojos con un débil gesto de dolor, repentinamente cegada.
[color=dodgerblue]—¿Haruto? Otro nombre desconocido... —cuando recuperó la visión, tragó saliva y respiró hondo varias veces. Tenía todo preparado, sólo tenía que caminar al frente y salir al campo de combate. Pero si era tan simple, ¿por qué le pesaban tanto las piernas?—. Bueno, vamos allá...
Se armó de todo el coraje que pudo y salió al exterior. La arena crujió bajo sus sandalias, pero el sonido quedó rápidamente eclipsado por los vítores de un público ya extasiado de haber contemplado con anterioridad dos combates. Ayame, aunque abrumada, ya sabía lo que se iba a encontrar en cuanto pusiera sus pies allí, ya que les habían hecho un pequeño recorrido por las estancias del estadio antes del evento, por lo que no se sorprendió al verse en una enorme arena dominada por dos pilares cilíndricos por lo menos el doble de alto que ella y la suficiente superficie como para sentirse cómoda de pie sobre ellos.
Sin pensárselo demasiado, se plantó junto al pilar que tenía más cerca de sí y con un ágil salto se plantó sobre el círculo que le correspondía para dar el gong de combate. Desde allí tenía una buena vista del panorama, y su primer impulso fue buscar a su oponente en el otro extremo del estadio.
El día había llegado desde temprano haruto se preparo tanto físicamente como psicologicamente para el combate, este día seria glorioso ya que ganara o perdiera podría demostrar frente a su padre y a todo el mundo cuanto había mejorado desde la ultima vez y la verdad es que haruto estaba totalmente confiado de lo que iba a hacer, llego temprano al estadio y luego de que los organizadores le dieran un vuelta por la arena fue internado en un cuarto no muy grande y en donde se podía oír, absolutamente nada.
La impaciencia se apodero de haruto después de un buen rato, se levanto del banco que ya había acomodado cerca a la puerta para intentar escuchar algo y lo volvió a poner en su sitio lo ultimo que quería que pensaran era que era un abusivo que tomaba las cooas que no era suyas y las desordenaba; después empezó a caminar hacia un lado y otro una y otra vez, el silencio lo perturbaba.
Cuando por fin pudo escuchar una voz fue para anunciar el primer combate,no conozco a ninguno de esos, ¿sera fuertes? se pregunto.
Poco después cuando haruto estaba otra vez a perder la calma de no saber cuando era su turno se rompió el silencio y anunciaron el segundo encuentro pero igual a la anterior no conocía los nombres de los participantes; haruto decidió tomar otra posición y acostarse en el suelo a mirar hacia el techo para calmar sus ansias, luego metió su diestra al porta objetos y saco una de sus kunai modificadas y empezó a lanzarla al aire para luego atraparla, para distraerse un poco.
Después de un buen rato de estar lanzando la kunai por los aires una vez mas se volvió a romper el silencio y esta vez haruto quedo perplejo, tanto que no tomo la kunai si no que esta caro a unos cinco centímetros de su cara. Las puertas de piedra se abrieron para dar paso al siguiente combate, esta vez era turno de haruto, así que se levanto del suelo tomo su kunai y se dirijo hacia la entrada de la arena, una vez mas el silencio fue roto pero esta vez por los gritos y aplausos de los espectadores, parecían muy animados, seguramente los combates anteriores debieron de haber sido excepcionales; una vez estuvo dentro del campo de batalla pudo ver una figura femenina ya postrada en uno de los cilindros de unos tres metros de largo así que aparto su vista de todo el publico y con un salto llego hasta su cilindro, hizo una venia a su oponente y le miro fijamente a los ojos.
25/01/2016, 16:32 (Última modificación: 25/01/2016, 17:55 por Aotsuki Ayame.)
Pasaban los segundos de manera inexorable, y Ayame era capaz de sentir los latidos de su corazón en las sienes, al compás de los aplausos del público. Mientras esperaba a su contrincante, de pie sobre aquel pilar, le pareció que los gritos de júbilo que la rodeaban se transformaban repentinamente en aullidos de terror y dolor y no pudo evitar encogerse sobre sí misma, abrazando su costado con uno de sus brazos.
El tiempo seguía corriendo... ¿Es que su oponente no iba a venir?
«Ah, allí está.» Pensó con alivio, al percibir una figura en el otro lado del estadio.
Haruto saltó sobre su respectivo pilar. Era apenas un chiquillo, apenas un niño notablemente más bajito que ella. Tenía el pelo rubio, con las patillas sobresalientes recogidas enmarcando su rostro. Un rostro infantil en el que destacaban sus ojos cristalinos, de pestañas más oscuras de lo que debería ser normal. ¿Acaso se maquillaba? Un kimono de color aguamarina, en el que llamaban la atención varios rayitos dorados, constituía su vestimenta. Pero lo que hizo que Ayame volviera a palidecer terriblemente fue el ver la bandana que lucía sobre la frente y cuyo símbolo, aunque parcialmente oculto por los mechones de pelo que caían sobre él, era inconfundible:
Takigakure
«¿Qué es esto? ¿Una cruel broma del destino?» Pensó, con amargura contenida.
Abrió la boca, dispuesta a saludar a su contrincante. Pero las palabras murieron en sus labios. No se le ocurría qué debía decir en una situación así. Por eso se limitó a levantar el dedo índice y corazón extendidos frente a su pecho en el sello de la confrontación.
—Suerte —dijo, simple y llanamente.
Tal era su conmoción que parecía haber olvidado los modales. Ni una reverencia, ni un saludo a los Kages de las aldeas, fue dirigido en aquella ocasión. Ayame flexionó ligeramente las rodillas y tensó todos los músculos de su cuerpo, dispuesta a moverse en cualquier momento.
Estado de Ayame
• PV:
100/100
–
• CK:
140/140
–
100/100
–
Objetos: Bomba de humo, Hilo shinobi (3 usos), Kunai, Shuriken x5
Mi oponente era una chica de Amegakure era un poco mayor que yo, su cabello era de color negro y ademas su vestimenta me llamo mucho la atención utilizaba tonos azulados en toda su ropa,después de un par de segundo de fijarme en mi oponente pude percatarme que ella ya se estaba preparando para la batalla estaba esperando la señal que daba comienzo a nuestra batalla.
No sabia que esperar, ni de que oponente se tratase; como podría ser un genin cualquiera, pero también podría ser una prodigio y hasta podría terminar muerto el día de hoy, los nervios me invadían incluso mi diestra empezó a temblar un poco cuando la acerque a mi porta objetos; una gota de sudor cayo a un lado de mi ojo izquierdo, empezaba a hacer mucho calor, o eso creía, amenos que fueran los nervios de la batalla.
— Soy Hayashi Haruto, y la suerte la vas a necesitar tu —, dije tratando de provocarla para saber si era de las que se dejaba llevar por las ofensas. Incline un poco mi cuerpo luego tense mis musculo y justo después de esto sonó el platillo que daba inicio al combate.
¡Doongg!
Rápidamente termine de llevar mi diestra hacia mi porta objetos y de ella saque dos shurikens entre mis dedos anular e indice, para luego al instante pegar un salto hacia adelante y lanzarlas, una hacia cada costado de ella.
Haruto bajó la mano hasta su portaobjetos. Parecía temblar ligeramente, a Ayame incluso le pareció ver una gota de sudor resbalando por su rostro. No podía culparle, se encontraban ante los ojos de miles de personas. Y entre esos miles de personas se encontraban los ojos de los máximos representantes de sus respectivas aldeas. Sin embargo, ella respiró hondo por la nariz y arrugó el ceño, centrándose en lo que estaba por venir.
«Va a empezar con armas, no con técnicas.» Se dijo.
— Soy Hayashi Haruto, y la suerte la vas a necesitar tu.
La respuesta de su oponente le arrancó un amago de sonrisa a Ayame. Estaba entre sus lemas el nunca subestimar a sus adversarios, fuera cual fuese la causa, pero aquella altivez proveniente de un niño como Haruto...
—Ya lo veremos —respondió, encogiéndose de hombros ligeramente.
¡Doongg!
Haruto se llevó la mano derecha al portaobjetos, y Ayame hizo exactamente lo mismo. Él le lanzó dos proyectiles a una altura media, a sus dos costados, pero ella sólo tuvo que estirar las piernas bruscamente para saltar hacia arriba y dejar pasar las armas por debajo.
—Se te han visto las intenciones —le comentó, al tiempo que arrojaba los dos shuriken que había sacado del portaobjetos hacia Haruto, que se encontraba también en el aire al haber saltado hacia ella.
Los proyectiles se dirigían hacia la parte inferior de su cuerpo a toda velocidad, pero parecía que Ayame no los había lanzado para impactar directamente contra él, porque las armas volaban para pasar, como mínimo, a medio metro de cada lado del cuerpo del shinobi. ¿Acaso había errado el tiro?
El público soltó una exclamación ahogada.
No. Por supuesto que no había errado.
En mitad del salto, Haruto sentiría una súbita tirantez a la altura de las piernas. Como si algo le hubiese bloqueado el avance. El hilo que unía los dos shuriken, prácticamente invisible a los ojos de un novato como él, serviría como centro de apoyo para que las armas giraran en torno a su cuerpo, atándole las piernas firmemente, y terminaran clavándose en su cuerpo.
Ayame aterrizaría sin problemas sobre el mismo pilar, pero teniendo en cuenta la brusca detención de Haruto en el aire, era posible que él terminara besando el suelo.
Estado de Ayame
• PV:
100/100
–
• CK:
140/140
–
100/100
–
Objetos: Bomba de humo, Hilo shinobi (3 usos), Kunai, Shuriken x5
1 AO desvelada: Hilo shinobi atado a dos shuriken en la sala de espera
Daño recibido
Daño causado
Shuriken: 8 PV/corte superficial, 12 PV/corte e impacto directo por shuriken
Han pasado 48 horas después del último post. Haruto recibe 1 penalización. Es el turno de Haruto.
El invisible hilo de alambre que unía los dos shurikens se enrolló en torno a las piernas de Haruto sin que este pudiera hacer nada por evitarlo. El ataque de Ayame le había pillado desprevenido en el aire, y las estrellas de metal enseguida tomaron su cuerpo como eje y comenzaron a girar en torno a él, rápidamente. Cada vez más cerca... Cada vez más cerca...
El hilo constriñó sus piernas, los shuriken terminaron clavándose en ellas y la propia inercia del salto le hizo caer con estrépito en el hueco de tres metros que quedaba entre los dos pilares de los que habían iniciado la contienda.
Ahora con las dos piernas inmovilizadas y dos armas clavadas en sus muslos, ¿qué haría el joven shinobi de Takigakure?
Daños: 24 PV
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Han pasado 96 horas después de la última masterización. Haruto queda descalificado. Ayame puede terminar el post con un último mensaje.
Pero los minutos pasaban, y el chico de Takigakure no se levantaba, ni siquiera se movía. Yacía completamente inconsciente en el suelo, con las piernas inmovilizadas por aquel hilo de acero que había supuesto su derrota.
El público comenzó a murmurar, inquieto. ¿Acaso había terminado ya el combate?
Un hombre apareció repentinamente junto al cuerpo inerte de Haruto. Sus rasgos estaban ocultos tras una máscara blanca, así como su cuerpo estaba envuelto en una densa túnica de color negro. Se agachó junto al chico y le colocó la yema de su dedo índice y corazón a un lado de su cuello bajo la atenta mirada de un público que contenía la respiración.
—¡HAYASHI HARUTO HA CAÍDO! —intervino entonces el comentarista—. ¡¡¡AOTSUKI AYAME PASA A LA SIGUIENTE RONDA!!!
»¡Uchiha Datsue! ¡Kagami Reiji! ¡Os toca!
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Tal y como había planeado, los dos shuriken tensaron el hilo que los unía en torno a las piernas de Haruto, atándolo. En mitad del aire como estaba, el chico no pudo hacer nada por evitarlo, y terminó cayendo de mala manera en el hueco que quedaba entre los dos pilares de partida. Ayame ahogó un gesto de dolor compasivo cuando el cuerpo de su oponente dio con el suelo, levantando una nube de polvo y arena a su paso. Sin embargo, no podía bajar la guardia en aquel crucial momento, por lo que levantó las manos para realizar la técnica que debería rematarlo allí mismo, mientras estuviera ocupado deshaciéndose de las ataduras.
—¿Eh?
Sin embargo, se detuvo a medio camino. Los segundos pasaban, y Haruto seguía tumbado en el suelo. No hacía ningún movimiento que indicara que se fuera a levantar de un momento a otro. De hecho, ni siquiera se movía un ápice.
El público comenzó a murmurar alrededor.
La visión del cuerpo de Haruto se traslocó con la del un cuerpo ensangrentado tirado en mitad de un bosque en llamas.
«¿Lo he matado?» Se preguntó Ayame, con un débil jadeo. Y al pensar en aquella posibilidad, todo a su alrededor giró bruscamente y se sumió momentáneamente en las tinieblas. Por un momento se sintió desfallecer. Tenía frío. Le temblaban las manos con violencia. ¿Le había matado? Debería bajar y...
Pero alguien se le había adelantado. Una persona enfundada en una capa y con el rostro oculto tras una máscara había aparecido súbitamente en el estadio. Agachado como estaba junto al cuerpo del shinobi de Takigakure, posó los dedos índice y corazón sobre su arteria carótida. Estaba tomando sus constantes vitales.
«No puedo haberlo matado... No puedo...» El corazón le retumbaba en las sienes con un furioso ritmo de tambor.
Aquellos breves segundos se transformaron en horas para ella, y entonces...
—¡HAYASHI HARUTO HA CAÍDO! —la misma voz que los había llamado a combatir intervino entonces, y Ayame sintió que el alma se le caía a los pies. Pero...—. ¡¡¡AOTSUKI AYAME PASA A LA SIGUIENTE RONDA!!!
Durante un instante se quedó paralizada. Trataba de asimilar lo que estaba sucediendo a su alrededor, pero todo iba demasiado deprisa para que pudiera hacerlo. Había pasado de ronda. Eso quería decir que Haruto no estaba muerto. ¡Y eso significaba que ella había vencido!
Suspiró, profundamente aliviada. Una buena parte del público prorrumpió en aplausos, aunque los vítores fueron más bien escasos. Estaba claro que aquel público se alegraba de que hubiese sido ella quien había pasado la ronda, pero no aclamaban un combate épico y digno de ver para ellos.
«La verdad es que ha sido fácil... Demasiado fácil... ¿Serán así todos los shinobi de Takigakure?»
Realizó una escueta reverencia de despedida, y se dio media vuelta para volver a su sitio original.
Nuevamente, ninguna muestra de respeto hacia los Kage.