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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Kurama yacía como muerto en un frío trono de cristal negro, en lo alto de una torre, más allá de los confines del mundo. En su momento la ubicación parecía de lo más apropiada. Un refugio. Un cuartel secreto desde donde trazar un plan maestro.

Ahora le parecía más bien una cárcel. El rincón donde la alianza entre las Tres Grandes trataba de aplastarle con la zapatilla como si se tratara de una cucaracha.

Estaba contrariado. Y todavía le irritaba más aquella voz. Había cogido la fea costumbre de reaparecer en el peor momento de todos. Le ponía nervioso. Las cosas que le dejaban de hacer sentir que tenía el control le ponían nervioso. Con el dedo índice, repiqueteaba el reposabrazos.

«Piénsalo, Kurama. ¿Cuánto tiempo queda? ¿Cuánto tardarán en derribar esa puerta? ¿Un año? ¿Unos meses? ¿Días...?» —La voz de Uzumaki Shiomaru no le había abandonado desde que reveló a Hanabi la identidad del cuerpo humano que habitaba. Casi le hacía desear apuñalarse en el pecho y quedarse dentro de Kuroyuki—. «Ah. Sólo es cuestión de tiempo.»

¿Quieres CALLARTE DE UNA PUTA VEZ? —Kurama cerró el puño y lo estampó contra el reposabrazos. Fingió que no le había dolido el golpe—. Mira, no sé cómo sigues vivo ni dónde reside el chakra que utilizas para mantenerte conmigo, pero juro que algún día te extirparé como el cáncer que eres y que siempre has sido para el mundo. Pero tengo cosas más importantes que hacer que eso. Así que... cállate.

«¿Por qué debería hacerlo? Si eso te pone nervioso y te hace caer... habré contribuído un poco a tu derrota.»

¿Y a ti qué te importa? Hijo de puta, intentaste quedarte con mi poder para dominar el mundo. ¿Ahora vas de héroe?

«Oh, no. Mi tiempo ya acabó, solo que... a diferencia de ti, he invertido todos estos años en la introspección. Sé lo que soy, sé lo que fui. No puedo cambiar eso. Pero me puedo permitir cambiar mi forma de ver las cosas. ¿Lo has probado alguna vez?»

Mi forma de ver las cosas es la que me ha traído hasta aquí. Qué coño sabrás tú. —El Kyūbi se levantó y comenzó a caminar por la sala. Con las manos, se agarró el cuero cabelludo y se rascó con impaciencia.

«Sé, por ejemplo, que estabas tan centrado en ti mismo que olvidaste que tus hermanos podían tener una opinión diferente a la tuya. Eso es lo que ha hecho fracasar a tu plan.»

Con el tiempo, ellos también comprenderán la verdad.

«Ah, pero eso es de lo que más careces, ¿recuerdas? Tiempo. Qué irónico.»

¡¡CÁLLATE!! Tu tiempo ya acabó, viejo decrépito. —Kurama gritaba en el centro de la sala del trono, en un silencio sepulcral, excepto por el eco que reflejaban las paredes de cristal—. Yo, sin embargo, soy un bijū. Soy eterno. Eterno... —repitió, como si dudase de las palabras. Pero, ¿por qué dudaba? Se echó a reír, y miró al techo, con los ojos muy abiertos, con una sonrisa que era una mueca desencajada y siniestra—. Viejo, ¿sabes cuál es la pieza más importante del ajedrez, ¿EH? ¿SABES CUAL ES?

«Con el tiempo, creo que he aprendido la respuesta a esa pregunta. Espero que tú también lo hagas, algún día.»

Me menosprecias, idiota. Como toda tu puta especie. ¡Seres inferiores! —Kurama apretó los puños., El suelo a su alrededor comenzó a agrietarse—. Soy eterno. Soy eterno. Soy eterno...

Unos golpes urgentes llamaron a la puerta. Sobresaltado, Kurama se dio la vuelta. La mirada preocupada de Kuroyuki se cruzó con la suya.

Kurama, señor... el enemigo está a las puertas de Yukio.

¿Qué?

«Horas, entonces.»
[Imagen: MsR3sea.png]

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