24/03/2016, 16:18
Kazuma caminaba de un lado a otro frente a la cavidad del árbol donde su compañero se encontraba recogiendo los preciados hongos. No solo estaba cubriéndole la espalda, sino que también estaba alerta ante cualquier pista que pudiera encontrar. Se mantenía alerta y a la espera de algo que rompiera el tétrico silencio que reinaba en aquel sitio. Por un instante se planteó el adentrarse en el nido de la bestia para ver si conseguía alguna pista sobre su comportamiento, pero por el momento no llegaría a hacer tal cosa.
«Quisiera terminar con esto rápido.» —Fue un deseo inocente que terminaría cumpliéndose.
De la más profunda y macabra de las quietudes, un sonido comenzó a retumbar por todo el claro. Los instintos del Ishimura le hicieron ponerse en guardia ante aquellos ruidos tan amenazadores, un pisar pesado como una carroza en carrera y un resoplar violento como el de una fragua. Lo más preocupante era que producía tanto eco que se hacía imposible adivinar por cuál de los pasajes se estaba acercando. Lo que si era seguro es que a medida que aquella amenazante serenata se volvía más fuerte, más grande era la imagen mental que tenían de aquella bestia.
—¡Kazuma-san! —Dijo para llamar la atención del Ishimura—. No logro saber por dónde viene exactamente. —Añadió con un tono de voz serio.
—Primero hay que observar —su expresión permanecía calma a pesar de que por dentro estaba bastante preocupado—. Subamos al árbol y esperemos a que aparezca.
Sin mediar más palabras el joven de ojos grises fue corriendo hasta el árbol y haciendo uso de todo el chakra que pudo comenzó a escalar. Era una especie de secuoya, muy alta y con pocas ramas de por medio. Pero en la parte media había una especie de muesca hecha por algún ave gigante, por lo que llegando ahí podrían hasta sentarse. Gracias al impulso inicial Kazuma logró llegar hasta aquel sitio alejado, estando ahora a unos veinte metros del suelo. Se sentó y aseguro su posición mientras recuperaba el aliento y esperaba a su compañero.
—¡Wowwwwww! —De pronto el poco aire que había logrado recaudar escapó de sus pulmones en un sonoro gesto de asombro en cuanto divisó al ser que había estado buscando.
La bestia pareció haber salido de la nada puesto que no emergió de ninguno de los ocho pasajes visibles, si no de otro más que estaba oculto por entre la maleza. Era monstruosa; con el alto del mas grande de los caballos y el ancho del más voluminoso de los carromatos. Tenía tres pares de afilados colmillos que sobresalían como cimitarras de entre sus labios. Kazuma lo observo, pensando en que solo se trataría de un jabalí más grande de lo normal… Pero aquello cambió cuando súbitamente el animal levantó su mirada hacia donde estaban ambos jóvenes.
—Ojos rojos como una tormenta de sangre, colmillos largos y afilados cual espadas, una espuma amarilla que mana de su hocico cual cascada y un rostro deforme por las venas hinchadas de ira —repitió con fidelidad las palabras dichas por los aldeanos—. Esto… Esto es un poco más abrumador y anormal de lo que esperaba… Dime ¿Qué opinas tú, Tatsuya? ¿Esperabas ver algo asi?
«Quisiera terminar con esto rápido.» —Fue un deseo inocente que terminaría cumpliéndose.
De la más profunda y macabra de las quietudes, un sonido comenzó a retumbar por todo el claro. Los instintos del Ishimura le hicieron ponerse en guardia ante aquellos ruidos tan amenazadores, un pisar pesado como una carroza en carrera y un resoplar violento como el de una fragua. Lo más preocupante era que producía tanto eco que se hacía imposible adivinar por cuál de los pasajes se estaba acercando. Lo que si era seguro es que a medida que aquella amenazante serenata se volvía más fuerte, más grande era la imagen mental que tenían de aquella bestia.
—¡Kazuma-san! —Dijo para llamar la atención del Ishimura—. No logro saber por dónde viene exactamente. —Añadió con un tono de voz serio.
—Primero hay que observar —su expresión permanecía calma a pesar de que por dentro estaba bastante preocupado—. Subamos al árbol y esperemos a que aparezca.
Sin mediar más palabras el joven de ojos grises fue corriendo hasta el árbol y haciendo uso de todo el chakra que pudo comenzó a escalar. Era una especie de secuoya, muy alta y con pocas ramas de por medio. Pero en la parte media había una especie de muesca hecha por algún ave gigante, por lo que llegando ahí podrían hasta sentarse. Gracias al impulso inicial Kazuma logró llegar hasta aquel sitio alejado, estando ahora a unos veinte metros del suelo. Se sentó y aseguro su posición mientras recuperaba el aliento y esperaba a su compañero.
—¡Wowwwwww! —De pronto el poco aire que había logrado recaudar escapó de sus pulmones en un sonoro gesto de asombro en cuanto divisó al ser que había estado buscando.
La bestia pareció haber salido de la nada puesto que no emergió de ninguno de los ocho pasajes visibles, si no de otro más que estaba oculto por entre la maleza. Era monstruosa; con el alto del mas grande de los caballos y el ancho del más voluminoso de los carromatos. Tenía tres pares de afilados colmillos que sobresalían como cimitarras de entre sus labios. Kazuma lo observo, pensando en que solo se trataría de un jabalí más grande de lo normal… Pero aquello cambió cuando súbitamente el animal levantó su mirada hacia donde estaban ambos jóvenes.
—Ojos rojos como una tormenta de sangre, colmillos largos y afilados cual espadas, una espuma amarilla que mana de su hocico cual cascada y un rostro deforme por las venas hinchadas de ira —repitió con fidelidad las palabras dichas por los aldeanos—. Esto… Esto es un poco más abrumador y anormal de lo que esperaba… Dime ¿Qué opinas tú, Tatsuya? ¿Esperabas ver algo asi?