25/03/2016, 17:45
—No podremos ir frente a frente contra esa cosa, aún con nuestras espadas estaríamos en desventaja en una lucha cuerpo a cuerpo —Exclamó para luego sobresaltarse de nuevo por una tercera embestida del jabalí—. No se me ocurre ningún plan decente, pensé en bunshins para distraerlo pero eso no elimina el riesgo a la hora de tener que acercarnos para atacar. —Agregó.
—Ya veo —Kazuma se mostraba pensativo—. No creo que utilizar clones sea buena idea… Digo, los cerdos son famosos por su buen olfato y este es un cerdo salvaje con sentidos aún más agudos —declaro—. Si hiciéramos clones seguramente los ignorará por no tener olor e iriá directamente a por nosotros.
La bestia yacía iracunda a los pies del árbol, golpeándolo con intenciones de derribar a quienes invadían su territorio. Desde la posición de ambos se podía notar que la bestia no caería ni aunque le dieran dos golpes críticos simultáneos, y probablemente tampoco caería con ataque similares. La única posibilidad de matarle se asomaba en forma de un combate de desgaste, pero aquello era más fácil de decir que de hacer.
Se esforzó en pensar una manera de lidiar con aquel problema, concentrado ignorando las sacudidas que lo derribarían si el chakra en sus pies llegaba a variar. Entonces algo acudió en su ayuda, una idea salvaje.
«Incluso jabalíes como este se pueden convertir en la presa de unos lobos… Claro no es cuestión de tamaño, sino de habilidad.»
—Podemos con él, pero necesitaremos trabajar en equipo y estar separados al mismo tiempo —una táctica tipo guerrilla era lo quería decir—. Mientras yo ataco por un costado, tú le atacaras y llamarás su atención por el otro y aprovechando esa distracción volveré a atacar.
El Ishimura era consciente de que aquello implicaba que uno de ambos tendría que estar en permanente cercanía de la bestia. El era un ninja y aquel era su deber, por lo que no se podría permitir poner a aquel chico en la zona más peligrosa. Además, aquel desafío que se le presentaba ahora había despertado su pasión por el combate y quería disfrutarlo en máxima cercanía y plenitud.
—Cúbreme, Tatsuya —le dijo mientras le entregaba su porta objetos con dos kunais, tres shurikens y un carrete de hilo shinobi dentro—. En cuanto estés listo dame aviso y comenzaré con el ataque.
Se levantó y se quedó en horizontal en la superficie del tronco, observando a su enemigo. Solo había dos cosas que le preocupaban en aquel momento; el comenzar con la lucha y el que Tatsuya estuviera psicológicamente listo para lo que venía. En aquel combate no podrían permitirse ni un instante de duda o miedo, pues aquello podria costarles la vida.
—Ya veo —Kazuma se mostraba pensativo—. No creo que utilizar clones sea buena idea… Digo, los cerdos son famosos por su buen olfato y este es un cerdo salvaje con sentidos aún más agudos —declaro—. Si hiciéramos clones seguramente los ignorará por no tener olor e iriá directamente a por nosotros.
La bestia yacía iracunda a los pies del árbol, golpeándolo con intenciones de derribar a quienes invadían su territorio. Desde la posición de ambos se podía notar que la bestia no caería ni aunque le dieran dos golpes críticos simultáneos, y probablemente tampoco caería con ataque similares. La única posibilidad de matarle se asomaba en forma de un combate de desgaste, pero aquello era más fácil de decir que de hacer.
Se esforzó en pensar una manera de lidiar con aquel problema, concentrado ignorando las sacudidas que lo derribarían si el chakra en sus pies llegaba a variar. Entonces algo acudió en su ayuda, una idea salvaje.
«Incluso jabalíes como este se pueden convertir en la presa de unos lobos… Claro no es cuestión de tamaño, sino de habilidad.»
—Podemos con él, pero necesitaremos trabajar en equipo y estar separados al mismo tiempo —una táctica tipo guerrilla era lo quería decir—. Mientras yo ataco por un costado, tú le atacaras y llamarás su atención por el otro y aprovechando esa distracción volveré a atacar.
El Ishimura era consciente de que aquello implicaba que uno de ambos tendría que estar en permanente cercanía de la bestia. El era un ninja y aquel era su deber, por lo que no se podría permitir poner a aquel chico en la zona más peligrosa. Además, aquel desafío que se le presentaba ahora había despertado su pasión por el combate y quería disfrutarlo en máxima cercanía y plenitud.
—Cúbreme, Tatsuya —le dijo mientras le entregaba su porta objetos con dos kunais, tres shurikens y un carrete de hilo shinobi dentro—. En cuanto estés listo dame aviso y comenzaré con el ataque.
Se levantó y se quedó en horizontal en la superficie del tronco, observando a su enemigo. Solo había dos cosas que le preocupaban en aquel momento; el comenzar con la lucha y el que Tatsuya estuviera psicológicamente listo para lo que venía. En aquel combate no podrían permitirse ni un instante de duda o miedo, pues aquello podria costarles la vida.