30/03/2016, 15:53
Se movió un poco y un quejido acompañó a una ola de dolor le cruzó todo el cuerpo. Abrió los ojos y entonces su desorientación comenzó a disiparse. El jabalí le había embestido y arrojado contra aquel árbol, ahora que veía la niebla carmesí y el suelo por debajo de él lo recordaba.
«Parece que perdí la conciencia por un instante.» —Aquello tenía sentido dada la magnitud del golpe.
Observo los alrededores y no pudo distinguir ninguna silueta. Trato de moverse, pero su cuerpo entumecido le dificultaba aquella simple tarea. Se arrojó del lugar donde había quedado y aunque aterrizó con un leve golpe, sintió como iba recuperando un poco de movilidad.
«¿Qué habrá pasado con Tatsuya?» —Resultaba en extremo preocupante el pensar que pasaría con su compañero si recibía un ataque igual a ese.
A Kazuma lo había salvado la gran resistencia de Bohimei, sin embargo su compañero no tenía aquella ventaja. Un golpe directo podría matarle en lugar de solo mandarle a volar. Quería ayudarle pero su estado y la densa neblina le impedían ir a buscarle. Se levantó tembloroso y trato de dar algunos pasos hacia alguna parte. Pero entonces escuchó el inconfundible sonido del envite del jabalí, seguido por aquel sonido chisporroteante del flujo de chakra de Tatsuya.
«Por allá están... —se dijo mientras seguía el sonido a tropezones—, debo acercarme más si quiero atacar.»
El sonido le llamaba a través de la nube roja. Cada vez podía sentir más cerca el chillido de dolor de la bestia con la cual su compañero estaba peleando. Su estado tembloroso no le permitiría acercarse mucho, pero ya de por si necesitaba a estar a cierta distancia para realizar su ataque. Su oportunidad llegó en cuanto escuchó como el jabalí se daba a la fuga, superado por el ataque del Takanashi.
«Kibaku Fuda: Kassei-ka —Y entonces la etiqueta que había puesto en su kunai estalló—. Fue buena idea preparar un plan b.»
Luego de la explosión lo único que se escuchó fue el sonoro golpe de una masa de carne contra el suelo y unos cuantos resoplidos más. Después de eso todo fue silencio absoluto… Los jóvenes habían acabado con aquella bestia y por ahora la lucha había terminado.
«Cielos, al fin —pensó mientras se dejaba caer sentado, pues para él aquello era el último aliento del animal—. Que ser tan aterrador, no me extraña que los aldeanos lo consideraran un peligro extremo.»
Mientras yacía descansando pudo percibir como la niebla se iba dispersando con lentitud.
«Parece que perdí la conciencia por un instante.» —Aquello tenía sentido dada la magnitud del golpe.
Observo los alrededores y no pudo distinguir ninguna silueta. Trato de moverse, pero su cuerpo entumecido le dificultaba aquella simple tarea. Se arrojó del lugar donde había quedado y aunque aterrizó con un leve golpe, sintió como iba recuperando un poco de movilidad.
«¿Qué habrá pasado con Tatsuya?» —Resultaba en extremo preocupante el pensar que pasaría con su compañero si recibía un ataque igual a ese.
A Kazuma lo había salvado la gran resistencia de Bohimei, sin embargo su compañero no tenía aquella ventaja. Un golpe directo podría matarle en lugar de solo mandarle a volar. Quería ayudarle pero su estado y la densa neblina le impedían ir a buscarle. Se levantó tembloroso y trato de dar algunos pasos hacia alguna parte. Pero entonces escuchó el inconfundible sonido del envite del jabalí, seguido por aquel sonido chisporroteante del flujo de chakra de Tatsuya.
«Por allá están... —se dijo mientras seguía el sonido a tropezones—, debo acercarme más si quiero atacar.»
El sonido le llamaba a través de la nube roja. Cada vez podía sentir más cerca el chillido de dolor de la bestia con la cual su compañero estaba peleando. Su estado tembloroso no le permitiría acercarse mucho, pero ya de por si necesitaba a estar a cierta distancia para realizar su ataque. Su oportunidad llegó en cuanto escuchó como el jabalí se daba a la fuga, superado por el ataque del Takanashi.
«Kibaku Fuda: Kassei-ka —Y entonces la etiqueta que había puesto en su kunai estalló—. Fue buena idea preparar un plan b.»
Luego de la explosión lo único que se escuchó fue el sonoro golpe de una masa de carne contra el suelo y unos cuantos resoplidos más. Después de eso todo fue silencio absoluto… Los jóvenes habían acabado con aquella bestia y por ahora la lucha había terminado.
«Cielos, al fin —pensó mientras se dejaba caer sentado, pues para él aquello era el último aliento del animal—. Que ser tan aterrador, no me extraña que los aldeanos lo consideraran un peligro extremo.»
Mientras yacía descansando pudo percibir como la niebla se iba dispersando con lentitud.