30/03/2016, 16:28
(Última modificación: 30/03/2016, 17:01 por King Roga.
Razón: Se me había olvidado un detallito xD
)
Era una tarde de invierno en aquella ciudad, la nieve blanca adornaba los tejados de las casitas tradicionales, pero aquello no hacía disminuir el nivel de actividad de aquella ajetreada ciudad. Ventas y más ventas, compradores aquí y allá, gente de todo Ōnindo se congregaba ya sea para comprar o simplemente para pasar un buen rato. Cualquiera diría que es un buen lugar para un viaje de placer, pero para aquel muchacho y su madre era mas bien de negocios. La señora vestía un kimono de estilo Hōmongi de colores negros y plateados, era una mujer de unos 1.65 metros de alto, cabellos tan negros como la más oscura de las noches, su larga cabellera caía por su espalda hasta llegar a poco más arriba de los tobillos, llevaba un abanico a pesar de que no fuese época de calor, y lo que más resaltaba de aquella mujer eran unos ojos azules intensos, profundos como las aguas de los mares. Por su porte elegante paso al caminar cualquiera notaría que se trataba de una dama de alta sociedad.
-Tatsuya, pareces estar preocupado- Pronunció la mujer con una voz dulce pero que a su vez denotaba confianza.
-Okāsama- Volteó a ver a su madre. -Sí, lo estoy. Me preocupa el cambio de propietario de nuestra proveedora del País del Agua, los nuevos dueños subieron los precios de la nada- Afirmó el muchacho.
-No te estreses, es por eso que hemos venido a Yamiria, para realizar un contrato con un nuevo proveedor- Comentó la mujer, aunque ella no estaba del todo segura de lo que decía.
Los Takanashi eran unos grandes fabricantes de armas, la misma familia se acreditaba que el %75 de todas las armas empleadas por los ninjas de Takigakure eran de su fabricación. Si bien mantenían los mismos precios que cualquier otro fabricante tenían una buena clientela gracias a preferencia de la gente por la calidad de los metales y la elaboración artesanal de las armas en sí; el prestigio era clave para ganarse a los compradores, aunque había algunos tipos de armas que se reservaban para uso exclusivo de los ninjas del clan.
Sin embargo en fechas recientes se vieron obligados a disminuir la producción de katanas, debido a que la compañia a la que solían comprar el acero había sido adquirida por una familia llamada Hakaze, cambiando también el nombre de la empresa a Hakaze S.A. Esa empresa era de las pocas que distribuían acero Tamahagane, un acero de alta calidad para forjar espadas, pero debido al aumento de precio no podían seguir adquiriendo la misma cantidad. Usar acero inoxidable no era opción, si bien serviría para mantener la cantidad el material bajaba enormemente la calidad de las espadas.
-Necesitamos cerrar el contrato, de seguir así no podremos cubrir la demanda. Pero no te preocupes, tenemos unos días antes de la reunión de negocios, puedes distraerte mientras tanto- Dijo sonriente la mujer.
El muchacho volteó la vista al frente, Tatsuya esperaba que las cosas se dieran tal y como su madre decía. Tatsuya llevaba puesto un kimono de 3 kamons de color aquamarina con detalles en blanco, no llevaba la bandana puesta y su portaobjetos estaba en la maleta del hotel, pero lo que nunca podía faltar era su amada katana. Esperaba pasar un día tranquilo, aunque estaba nervioso por la sesión que se realizaría en unos días. Pronto algo llamó la atención de madre e hijo por igual, un espectáculo callejero, una pareja de jovenes ejecutaba una danza extraña, parecía como si fuera agún tipo de arte marcial pero a la vez un baile ritual. Todos los curiosos rodeaban a los jóvenes y dejaban monedas en un pedazo de tela que tenían acomodado.
"Que estilo de danza más raro." Pensó el muchacho, mientras la madre observaba serenamente.
-Tatsuya, pareces estar preocupado- Pronunció la mujer con una voz dulce pero que a su vez denotaba confianza.
-Okāsama- Volteó a ver a su madre. -Sí, lo estoy. Me preocupa el cambio de propietario de nuestra proveedora del País del Agua, los nuevos dueños subieron los precios de la nada- Afirmó el muchacho.
-No te estreses, es por eso que hemos venido a Yamiria, para realizar un contrato con un nuevo proveedor- Comentó la mujer, aunque ella no estaba del todo segura de lo que decía.
Los Takanashi eran unos grandes fabricantes de armas, la misma familia se acreditaba que el %75 de todas las armas empleadas por los ninjas de Takigakure eran de su fabricación. Si bien mantenían los mismos precios que cualquier otro fabricante tenían una buena clientela gracias a preferencia de la gente por la calidad de los metales y la elaboración artesanal de las armas en sí; el prestigio era clave para ganarse a los compradores, aunque había algunos tipos de armas que se reservaban para uso exclusivo de los ninjas del clan.
Sin embargo en fechas recientes se vieron obligados a disminuir la producción de katanas, debido a que la compañia a la que solían comprar el acero había sido adquirida por una familia llamada Hakaze, cambiando también el nombre de la empresa a Hakaze S.A. Esa empresa era de las pocas que distribuían acero Tamahagane, un acero de alta calidad para forjar espadas, pero debido al aumento de precio no podían seguir adquiriendo la misma cantidad. Usar acero inoxidable no era opción, si bien serviría para mantener la cantidad el material bajaba enormemente la calidad de las espadas.
-Necesitamos cerrar el contrato, de seguir así no podremos cubrir la demanda. Pero no te preocupes, tenemos unos días antes de la reunión de negocios, puedes distraerte mientras tanto- Dijo sonriente la mujer.
El muchacho volteó la vista al frente, Tatsuya esperaba que las cosas se dieran tal y como su madre decía. Tatsuya llevaba puesto un kimono de 3 kamons de color aquamarina con detalles en blanco, no llevaba la bandana puesta y su portaobjetos estaba en la maleta del hotel, pero lo que nunca podía faltar era su amada katana. Esperaba pasar un día tranquilo, aunque estaba nervioso por la sesión que se realizaría en unos días. Pronto algo llamó la atención de madre e hijo por igual, un espectáculo callejero, una pareja de jovenes ejecutaba una danza extraña, parecía como si fuera agún tipo de arte marcial pero a la vez un baile ritual. Todos los curiosos rodeaban a los jóvenes y dejaban monedas en un pedazo de tela que tenían acomodado.
"Que estilo de danza más raro." Pensó el muchacho, mientras la madre observaba serenamente.