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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#51
La niebla rojiza comenzaba a dispersarse, llevándose con ella parte de la sensación de peligro que se había acumulado en aquel campo de batalla. El joven de ojos grises se encontraba sentado en el suelo, a la espera de que el dolor de su cuerpo se esfumara con lentitud. Aun permanecía en cierto grado de alerta residual cuando desde el vapor carmesí una joven figura se acercó hacia él.

Me alegra que te encuentres bien, Kazuma-san.

Sí… Un tanto maltrechos —la lucha había sido tanto difícil como violenta y sus heridas darían fe de ello—, pero ambos estamos vivos y con nuestro objetivos cumplidos… Creo que estamos bien.

Se levantó con movimientos temblorosos pero calmados, como los de un anciano. En parte fue para ir a buscar su espada que había quedado tirada a unos metros de él y en parte fue para tener una mejor vista del enorme cadáver que acababan de crear. Aun estando muerta, las dimensiones de aquella bestia resultaban atemorizantes. Con el tiempo hasta su enorme cuerpo sería consumido por la naturaleza y entonces el bosque podría tener un poco de paz, aunque nada podía ocultar la posibilidad de que aquel ambiente hostil llegará a engendrar un nuevo monstruo como aquel.

«No se… Hay algo sobre todo esto que aún me inquieta un poco.»

Camino un poco hasta alcanzar su preciada arma y con movimientos lentos pero elegantes la volvió a poner donde solía descansar, en su espalda y con la empuñadura sobresaliendo por encima de su hombro. Observo sus alrededores y fue testigo de cómo su compañero se aventuraba en búsqueda de un colmillo que pudiese probar que había cumplido con lo prometido.

Este es el trofeo de tu cacería —dijo mientras lo sujetaba con el brazo izquierdo extendido—. Es probable que cuando regresemos al pueblo ya habrá caído la noche. —Añadió.

Puede que se convierta en una decoración con una buena historia tras ella. —Admitió mientras tanteaba el considerable peso de aquella gran pieza de marfil grisáceo.

Puede que alguien en su sano juicio diera todo aquello por terminado, y puede que las heridas y dificultades le convencieran de retirarse tranquilamente a casa… Pero a Kazuma no le gustaba dejar cabos sueltos cuando se trataba del deber. Decidió revisar la guarida de la bestia en busca de alguna pista que pudiera señalarles el motivo por el cual había caído en tal locura.

Se acercó al enorme agujero en la base del árbol, tan grande que pasaba fácilmente, y lo primero que percibió fue el inconfundible olor de algo que había muerto. Se adentro un poco más. Estaba húmedo y oscuro como cualquier madriguera. Por unos instantes supuso que no había nada anormal, pero entonces encontró no una respuesta, sino algo que provocaba más preguntas.

Entre la tierra mohosa de la guarida encontró una gran osamenta que inequívocamente pertenecía a otro jabalí, uno más pequeño que el que habían enfrentado, claro. Pero no estaba solo en aquel lecho, pues a su alrededor estaban los restos dispersos de lo que parecía haber sido una camada de crías de jabalí.

«Aún están descomponiéndose, así que deben de haber muerto hace poco —le costaba protegerse de aquello, pues olor ardía en los ojos y la nariz—. Probablemente era la hembra de aquel monstruo, pero en su locura jamás le permitió ir a alimentarse y entonces ella y sus crías murieron.» —Lo antinatural de aquella escena le causaba demasiada inquietud.

Roso con el pie una de las calaveras a las cuales aún no le crecían colmillos y por un instante sintió lástima, al ver marcas de grandes mordidas en ellas. Ese sentimiento fue reemplazado por el desconcierto cuando algo comenzó a moverse en aquel agujero. Busco en toda la amplitud que sus grises ojos podían abarcar pero aun así no encontró nada. Se puso en guardia y comenzó a dar pasos hacia atrás mientras esperaba que algo pudiera saltarle encima.

¿Pero qué rayos? —No supo cómo reaccionar cuando sintió que algo salía de la madriguera pasando por debajo de sus piernas abiertas.

Unos instantes después aquello golpearía al Takanashi, una bestia idéntica a la muerta y con el potencial de matarle, dentro de una década quizás. Apenas podría sentir el impacto en el tobillo y poco tendría de mortal aquella pequeña bola de pelos no más grande que un conejo. La pequeña criatura de pelaje rayado con los colores del suelo del bosque, golpeaba contra su pierna y chillaba con la ternura de un cerdito enojado.
[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]
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Mensajes en este tema
RE: Un jabalí con guarnición de hongos y espadas. - por Hanamura Kazuma - 2/04/2016, 16:21


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