6/04/2016, 04:35
Definitivamente no era la mejor manera de morir pero aquella parecía ser la que le había tocado a Noemi, una de las muertes más ridículas que sin lugar a dudas pasaría a la historia cumpliendo así con el objetivo de la vida de esta chica aunque no como se lo hubiese esperado. ~Puta vida… ~Siquiera podía morir con una sonrisa en el rostro porque no había hecho absolutamente nada memorable y eso podía confirmarlo tras haber visto su vida pasar frente a sus ojos.
Una vida casi totalmente desperdiciada en el cuidado y mantenimiento de una cabellera que pasaría a ser la envidia de prácticamente toda fémina. Un fracaso de shinobi e incluso como mujer, sin siquiera haber experimentado lo que es el verdadero amor o el temor de perder tu vida en manos de un enemigo al cumplir con tu deber como shinobi, nada de eso sería experimentado por esta chica ahora morada a punto de morir por asfixia bajo la grasa de un ebrio...
Pero por lo que parece los dioses solamente estaban bromeando con la joven kunoichi. El rubio que la había estado acompañando se las ingenió para agredirla con el abanico y usándola en un primer momento como soporte para hacer una palanca poco a poco la presión del obeso ente que estaba encima suyo fue aligerándose.
Si bien, no fue extremadamente rápido, el rubio poco a poco fue logrando levantar el peso del ebrio y con algo de ayuda del agua de la lluvia que no tardó en convertir en barro el piso la chica logró deslizarse de su prisión, deslizarse literalmente chocando contra las piernas de Yusei donde se quedaría tirada sosteniendo el peso de su torso con ambas manos estampadas en el suelo. —Gracias… —Diría una agitada kunoichi que intentaba recuperar el aliento ahí mismo en el suelo.
Tras unos segundos de respiración considerablemente agitada, Noemi se levantó como buenamente pudo evitando darse la cabeza contra el abanico y luego se alejaría al menos un paso con el cuidado necesario para no resbalar. —Supongo que te la debo… —Ahora es cuando la chica comenzaba a sentirse algo mal por como le había rechazado de semejante manera e incluso se replanteaba el aceptar esa invitación pero había algo que tomaba prioridad. —Aunque ahora mismo no tiene sentido que hable de acompañarte en la cena… —Con eso dicho la chica desvió su mirada a su propio cuerpo, principalmente su lado izquierdo, brazo, pierna, parte del vientre, todo embarrado y ni hablemos de su espalda y cabellera.
—Así que… No sé, ¿Algún otro día te parece? O si quieres puedo pagarte lo de una cena en cualquier restaurante de Taki, tu dirás. —Si se prestaba atención se podría notar como los ojos de la chica evitaban hacer contacto directo con los ajenos, principalmente por pena de haberle tratado tan mal y haber sido salvada por él. Aunque su idea de reservarse a cierto Uchiha seguía vigente y nada la haría cambiar de parecer.
Una vida casi totalmente desperdiciada en el cuidado y mantenimiento de una cabellera que pasaría a ser la envidia de prácticamente toda fémina. Un fracaso de shinobi e incluso como mujer, sin siquiera haber experimentado lo que es el verdadero amor o el temor de perder tu vida en manos de un enemigo al cumplir con tu deber como shinobi, nada de eso sería experimentado por esta chica ahora morada a punto de morir por asfixia bajo la grasa de un ebrio...
Pero por lo que parece los dioses solamente estaban bromeando con la joven kunoichi. El rubio que la había estado acompañando se las ingenió para agredirla con el abanico y usándola en un primer momento como soporte para hacer una palanca poco a poco la presión del obeso ente que estaba encima suyo fue aligerándose.
Si bien, no fue extremadamente rápido, el rubio poco a poco fue logrando levantar el peso del ebrio y con algo de ayuda del agua de la lluvia que no tardó en convertir en barro el piso la chica logró deslizarse de su prisión, deslizarse literalmente chocando contra las piernas de Yusei donde se quedaría tirada sosteniendo el peso de su torso con ambas manos estampadas en el suelo. —Gracias… —Diría una agitada kunoichi que intentaba recuperar el aliento ahí mismo en el suelo.
Tras unos segundos de respiración considerablemente agitada, Noemi se levantó como buenamente pudo evitando darse la cabeza contra el abanico y luego se alejaría al menos un paso con el cuidado necesario para no resbalar. —Supongo que te la debo… —Ahora es cuando la chica comenzaba a sentirse algo mal por como le había rechazado de semejante manera e incluso se replanteaba el aceptar esa invitación pero había algo que tomaba prioridad. —Aunque ahora mismo no tiene sentido que hable de acompañarte en la cena… —Con eso dicho la chica desvió su mirada a su propio cuerpo, principalmente su lado izquierdo, brazo, pierna, parte del vientre, todo embarrado y ni hablemos de su espalda y cabellera.
—Así que… No sé, ¿Algún otro día te parece? O si quieres puedo pagarte lo de una cena en cualquier restaurante de Taki, tu dirás. —Si se prestaba atención se podría notar como los ojos de la chica evitaban hacer contacto directo con los ajenos, principalmente por pena de haberle tratado tan mal y haber sido salvada por él. Aunque su idea de reservarse a cierto Uchiha seguía vigente y nada la haría cambiar de parecer.