7/04/2016, 14:54
''Woh, vaya, Yota... ¿Cómo puede tratar a su madre así? ¡Jopetas! Pobre, si solo...''
-No se lo tengas en cuenta. Es demasiado impulsiva, supongo que es normal en una madre querer ver a su hijo triunfar y no al revés, pero a veces lo lleva al extremo- '' Aaaah, vale, entonces es porque Yota perdió... Si hubiese sabido que tenía una madre así no hubiese hecho nada en la arena... Total, yo... No haría orgulloso a nadie.''
También tenía que dejar de pensar que todo el mundo no tenía padres como ella, pero bueno, eso era otro asunto. Negó varias veces con la cabeza y sonrió al Sasagani - Tienes razón, pero es normal, ¿no? No te preocupes, ¡la próxima vez ella verá a su hijo triunfar! - Afirmó levantando la mano de las sábanas, cerrándola en un puño y apuntándolo al blanco techo de la estancia. - Así que no te disculpes por ella, Yota-niichan, es comprensible, ¡pero no hables así a tu madre! ojalá tuviese yo a la mía... - Divagó en voz alta, perdiendo su verdosa vista en los pliegues de las sábanas, intentando evadir la mirada carmesí de la cría de araña.
-Bueno, ¿Cómo lo llevas? ¡Tienes que darle una paliza a Ayame!- Forzó una sonrisa, no le apetecía hablar del torneo, solo quería jugar un rato y evadir sus propios pensamientos que la comían por dentro encerrada en sus cuatro paredes asignadas en el hospital. No quería ganar, pero tampoco quería perder, simplemente quería dejar de pelearse con aquellos que atesoraba tan fuerte en su corazón, contra sus amigos. -Y yo estaré allí para animarte-
-No... No voy a darle una paliza a Ayame, ¡qué... Qué cosas dices! - Exclamó, inquieta mientras se tocaba el mechón derecho con avidez. - Ella lo hará bien, ganará el torneo y se llevará la gloria. - Afirmó, cerrando los ojos. -Se lo merece, estoy segura -.
Se levantó de un salto y terminó de acostumbrarse a su equilibrio sobre sus dos piernas, luego volvió a mirar a Yota.
-Lo hiciste bien, ¿sabes? Seguro que tu madre está muy orgullosa ya que su pequeña arañita no se pudo ir sin envenenar al contrincante con su propio veneno, el veneno de la araña, ¿no, Yota? - Su voz sonaba neutra y una sonrisa falsa adornaba su rostro. No creía que estar ahí le sentaba bien, su mente volvía a jugar con las palabras, palabras que formaban frases hirientes para ella y no podía soportarlo, no aquí, ni ahora. - Gracias por haberme dejado pelear contigo, Yota-niichan
Lo mejor sería huir de la escena y esconderse cual avestruz en algún lugar sin luz.
-No se lo tengas en cuenta. Es demasiado impulsiva, supongo que es normal en una madre querer ver a su hijo triunfar y no al revés, pero a veces lo lleva al extremo- '' Aaaah, vale, entonces es porque Yota perdió... Si hubiese sabido que tenía una madre así no hubiese hecho nada en la arena... Total, yo... No haría orgulloso a nadie.''
También tenía que dejar de pensar que todo el mundo no tenía padres como ella, pero bueno, eso era otro asunto. Negó varias veces con la cabeza y sonrió al Sasagani - Tienes razón, pero es normal, ¿no? No te preocupes, ¡la próxima vez ella verá a su hijo triunfar! - Afirmó levantando la mano de las sábanas, cerrándola en un puño y apuntándolo al blanco techo de la estancia. - Así que no te disculpes por ella, Yota-niichan, es comprensible, ¡pero no hables así a tu madre! ojalá tuviese yo a la mía... - Divagó en voz alta, perdiendo su verdosa vista en los pliegues de las sábanas, intentando evadir la mirada carmesí de la cría de araña.
-Bueno, ¿Cómo lo llevas? ¡Tienes que darle una paliza a Ayame!- Forzó una sonrisa, no le apetecía hablar del torneo, solo quería jugar un rato y evadir sus propios pensamientos que la comían por dentro encerrada en sus cuatro paredes asignadas en el hospital. No quería ganar, pero tampoco quería perder, simplemente quería dejar de pelearse con aquellos que atesoraba tan fuerte en su corazón, contra sus amigos. -Y yo estaré allí para animarte-
-No... No voy a darle una paliza a Ayame, ¡qué... Qué cosas dices! - Exclamó, inquieta mientras se tocaba el mechón derecho con avidez. - Ella lo hará bien, ganará el torneo y se llevará la gloria. - Afirmó, cerrando los ojos. -Se lo merece, estoy segura -.
Se levantó de un salto y terminó de acostumbrarse a su equilibrio sobre sus dos piernas, luego volvió a mirar a Yota.
-Lo hiciste bien, ¿sabes? Seguro que tu madre está muy orgullosa ya que su pequeña arañita no se pudo ir sin envenenar al contrincante con su propio veneno, el veneno de la araña, ¿no, Yota? - Su voz sonaba neutra y una sonrisa falsa adornaba su rostro. No creía que estar ahí le sentaba bien, su mente volvía a jugar con las palabras, palabras que formaban frases hirientes para ella y no podía soportarlo, no aquí, ni ahora. - Gracias por haberme dejado pelear contigo, Yota-niichan
Lo mejor sería huir de la escena y esconderse cual avestruz en algún lugar sin luz.