8/04/2016, 14:14
—Claro, uno de manzana si no es molestia. — Noemi habló, y al parecer ella también quería probar aquel postre típico del lugar, bueno, de eso tampoco estaba totalmente segura, pero si ellos lo afirmaban, Eri no tenía por qué llevarles la contraria. -¡Qué guay, seguro que está muy rico, rico! - Exclamó emocionada.
-Oh, ¡pues marchando dos kakigōri y dos té verdes para las señoritas! - Kuro continuó con el ánimo de Eri, pero antes de marcharse por la puerta que debía ser la entrada de la cocina escuchó la dulce y aterciopelada voz de la mayor de las dos —Ahora… ¿Vamos a cualquier mesa? —El joven se llevó una mano a la frente, ¡se le escapaba todo aquel día! -Claro, mientras no os sentéis en la que están los clientes que está atendiendo mi abuelo, ¡el restaurante es todo vuestro! - Alegó, y esta vez si se fue.
Eri se levantó de su asiento y tomó a Noemi de la mano suavemente, tirándola hacia el centro de la estancia sin esperar un rechazo de la mayor -Nee, nee, Noemi-neesan, ¿nos podemos sentar al lado de la ventana? - Pidió con una sonrisa avergonzada, ya que anteponía sus propios deseos ante los de los demás, pero es que estaba muy emocionada. -Ahí, ahí, ¡vamos!
La peliazul corrió a sentarse sin hacer mucho ruido, pensando que si no daría muy mala imagen para el dueño del lugar y la regañarían, ¡eso era lo último que quería! Así que esperó a que Noemi se sentase con ella y esperaría mientras jugaba con sus pulgares hasta que Kuro trajese el pedido.
Y el pedido no tardó ni diez minutos, ya que ambas podrían vislumbrar a un joven buscando con la mirada a sus nuevas dos clientas con cara de duda, haciendo que Eri ahogase una sonrisa y se levantase para dar a conocer su ubicación -¡Aquí, Kuro-san! - El susodicho posó su vista en la pequeña, y luego en la rubia que con ella debería encontrarse, y se fue acercando hasta que llegó y depositó el pedido en la mesa.
-¡Qué aproveche!
-Oh, ¡pues marchando dos kakigōri y dos té verdes para las señoritas! - Kuro continuó con el ánimo de Eri, pero antes de marcharse por la puerta que debía ser la entrada de la cocina escuchó la dulce y aterciopelada voz de la mayor de las dos —Ahora… ¿Vamos a cualquier mesa? —El joven se llevó una mano a la frente, ¡se le escapaba todo aquel día! -Claro, mientras no os sentéis en la que están los clientes que está atendiendo mi abuelo, ¡el restaurante es todo vuestro! - Alegó, y esta vez si se fue.
Eri se levantó de su asiento y tomó a Noemi de la mano suavemente, tirándola hacia el centro de la estancia sin esperar un rechazo de la mayor -Nee, nee, Noemi-neesan, ¿nos podemos sentar al lado de la ventana? - Pidió con una sonrisa avergonzada, ya que anteponía sus propios deseos ante los de los demás, pero es que estaba muy emocionada. -Ahí, ahí, ¡vamos!
La peliazul corrió a sentarse sin hacer mucho ruido, pensando que si no daría muy mala imagen para el dueño del lugar y la regañarían, ¡eso era lo último que quería! Así que esperó a que Noemi se sentase con ella y esperaría mientras jugaba con sus pulgares hasta que Kuro trajese el pedido.
Y el pedido no tardó ni diez minutos, ya que ambas podrían vislumbrar a un joven buscando con la mirada a sus nuevas dos clientas con cara de duda, haciendo que Eri ahogase una sonrisa y se levantase para dar a conocer su ubicación -¡Aquí, Kuro-san! - El susodicho posó su vista en la pequeña, y luego en la rubia que con ella debería encontrarse, y se fue acercando hasta que llegó y depositó el pedido en la mesa.
-¡Qué aproveche!