9/04/2016, 14:59
—Fue más rápido de lo que imaginé… — Eri asintió a la afirmación de la chica, y el moreno solo alcanzó a sonrojarse levemente, mostrando otra de sus ya conocidas sonrisas. -Vaya, la verdad es que, con tan poca clientela... Las cosas marchan rápido cuando hay clientes - Declaró un tanto avergonzado mientras dejaba los postres y la bebida en la mesa.
-Muchas gracias - Agradeció después de que hiciese lo mismo su compañera de mesa y no tardó en llevarse una buena porción de helado a la boca, concordando con lo que diría Noemi. -¡Está muy bueno, sí! - Exclamó mientras volvía a meterse otra cucharada, y otra, y otra, hasta que rápidamente el helado se fue terminando.
-Eri-chan tu cabe- No pudo terminar la frase, ya que la joven susodicha ya se andaba llevando una mano a la frente, con un gesto de dolor cubriéndole el rostro. ''Mi... Mi cabeza... Duele...'' Había comido demasiado rápido y el frío no le había jugado una buena pasada, así que se quedó quieta para que se le pasase el dolor, con un ojo entreabierto mientras observaba a la muchacha de Takigakure sin ningún problema de cabeza, quizás debería fijarse de ella, tomarla como una buena referencia...
Suspiró lentamente mientras Kuro desviaba la mirada de la mesa con el ceño fruncido ante los gritos de los nuevos clientes, y Eri, tras estabilizar su pequeño dolor, lo comprendió todo.
Los clientes que eran atendidos por el abuelo del moreno no eran clientes, ¡eran maleantes! Y al parecer querían todo el dinero, o si no lo pagarían caro, palabras textuales que pudo escuchar Eri. Sin embargo, antes de que la peliazul pudiese actuar de forma propia, tan rápido como el rayo, Kuro saltó las mesas con destreza y pateó el estómago de uno de los intrusos, el cual tenía a su abuelo cogido por el cuello de su túnica, enviándolo un par de metros tras de él, casi rozando la puerta de entrada del restaurante. El otro que estaba con él - eran dos los que se encontraban dentro del recinto -, no perdió tiempo y se encaró en una pelea cuerpo a cuerpo con el moreno. El abuelo, por su parte, al caer al suelo se golpeó con el pico de la mesa más cercana y perdió el conocimiento, pero Kuro, inconsciente de lo que pasaba, no cayó en cuenta de lo que le sucedió al hombre.
Pero no caería en cuenta rápidamente, ya que había incluso más merodeadores por el lugar.
De la ventana salieron otras tres personas, sumando cinco ladrones, y dos de ellos tomaron a la rubia desprevenida, el otro tomó a la de Uzushiogakure, intentando impedirles el movimiento.
-¡Aki! ¿Cómo no nos habías dicho que habían semejantes bombones de postre en este restaurante? - Alegó uno de los que sujetaban a la rubia, perforándola con la mirada. -Termina rápido con el mequetrefe y quitales todo el dinero de la caja, ¡nos llevamos a las chicas! - Afirmó mientras forcejeaba con la rubia.
Sin embargo, no habían caído en algo.
Las jóvenes eran ninjas.
-Muchas gracias - Agradeció después de que hiciese lo mismo su compañera de mesa y no tardó en llevarse una buena porción de helado a la boca, concordando con lo que diría Noemi. -¡Está muy bueno, sí! - Exclamó mientras volvía a meterse otra cucharada, y otra, y otra, hasta que rápidamente el helado se fue terminando.
-Eri-chan tu cabe- No pudo terminar la frase, ya que la joven susodicha ya se andaba llevando una mano a la frente, con un gesto de dolor cubriéndole el rostro. ''Mi... Mi cabeza... Duele...'' Había comido demasiado rápido y el frío no le había jugado una buena pasada, así que se quedó quieta para que se le pasase el dolor, con un ojo entreabierto mientras observaba a la muchacha de Takigakure sin ningún problema de cabeza, quizás debería fijarse de ella, tomarla como una buena referencia...
Suspiró lentamente mientras Kuro desviaba la mirada de la mesa con el ceño fruncido ante los gritos de los nuevos clientes, y Eri, tras estabilizar su pequeño dolor, lo comprendió todo.
Los clientes que eran atendidos por el abuelo del moreno no eran clientes, ¡eran maleantes! Y al parecer querían todo el dinero, o si no lo pagarían caro, palabras textuales que pudo escuchar Eri. Sin embargo, antes de que la peliazul pudiese actuar de forma propia, tan rápido como el rayo, Kuro saltó las mesas con destreza y pateó el estómago de uno de los intrusos, el cual tenía a su abuelo cogido por el cuello de su túnica, enviándolo un par de metros tras de él, casi rozando la puerta de entrada del restaurante. El otro que estaba con él - eran dos los que se encontraban dentro del recinto -, no perdió tiempo y se encaró en una pelea cuerpo a cuerpo con el moreno. El abuelo, por su parte, al caer al suelo se golpeó con el pico de la mesa más cercana y perdió el conocimiento, pero Kuro, inconsciente de lo que pasaba, no cayó en cuenta de lo que le sucedió al hombre.
Pero no caería en cuenta rápidamente, ya que había incluso más merodeadores por el lugar.
De la ventana salieron otras tres personas, sumando cinco ladrones, y dos de ellos tomaron a la rubia desprevenida, el otro tomó a la de Uzushiogakure, intentando impedirles el movimiento.
-¡Aki! ¿Cómo no nos habías dicho que habían semejantes bombones de postre en este restaurante? - Alegó uno de los que sujetaban a la rubia, perforándola con la mirada. -Termina rápido con el mequetrefe y quitales todo el dinero de la caja, ¡nos llevamos a las chicas! - Afirmó mientras forcejeaba con la rubia.
Sin embargo, no habían caído en algo.
Las jóvenes eran ninjas.