12/04/2016, 01:43
El muchacho se sentó junto a ella, apenas separados por un pequeño espacio. Ambos se limitaban a observar la plaza, en silencio. La situación era un tanto incómoda, o la menos lo era para la peliblanca que comenzaba a valorar si levantarse y marcharse de allí, pero tampoco quería parecer maleducada. Volvió a dar otro sorbo a su té, cuando la voz del chico rompío el silencio.
-Esto...me llamo Rin, de Ame y disculpa la pregunta...pero tu tienes el bakugan¿no?- El chico no se andaba por las ramas, una presentación y una pregunta directa en menos de diez palabras.
Mitsuki retiro la lata de té de sus labios lentamente, para poder girar su cabeza y mirar así al chico de cabello platino. Dudó durante unos instantes, estuvo tentada a levantarse y marcharse de allí corriendo. La última vez que alguien había reconocido sus ojos casi le cuesta la vida.
Escruto aquellos ojos gríses antes de retirar la mirada y devolverla al frente.
—Me temo que esa es una pregunta que prefiero no responder— volvió a dar un largo sorbo a su té, apurando el resto de lo que quedaba en su lata.
La joven prefería esquivar aquel interrogante, aunque sabía que su respuesta no tenía ninguna importancia. Si aquel chico había sido capaz de reconcer el Byakugan, podría deducir fácilmente por la negativa de la joven a hablar de que estaba en lo correcto.
-Esto...me llamo Rin, de Ame y disculpa la pregunta...pero tu tienes el bakugan¿no?- El chico no se andaba por las ramas, una presentación y una pregunta directa en menos de diez palabras.
Mitsuki retiro la lata de té de sus labios lentamente, para poder girar su cabeza y mirar así al chico de cabello platino. Dudó durante unos instantes, estuvo tentada a levantarse y marcharse de allí corriendo. La última vez que alguien había reconocido sus ojos casi le cuesta la vida.
Escruto aquellos ojos gríses antes de retirar la mirada y devolverla al frente.
—Me temo que esa es una pregunta que prefiero no responder— volvió a dar un largo sorbo a su té, apurando el resto de lo que quedaba en su lata.
La joven prefería esquivar aquel interrogante, aunque sabía que su respuesta no tenía ninguna importancia. Si aquel chico había sido capaz de reconcer el Byakugan, podría deducir fácilmente por la negativa de la joven a hablar de que estaba en lo correcto.