14/05/2015, 01:28
Dos personas caminaban por el sendero que los llevaba hacia Taikarune, uno de los lugares turísticos más atractivos del pequeño país del Fuego, una de aquellas figuras era una mujer de un cabello color rubio ceniza que iba hablando con entusiasmo. Parecía una mujer normal y corriente, salvo por el detalle de la bandana de Amegakure que llevaba en su cintura; el chaleco muestra de su rango y el gigantesco Kyodai Sensu que llevaba en la espalda.
— Ya verás cómo te encantara el lugar Atsi. La colección del museo es impresionante, y la pequeña ciudad es realmente bella; se nota que le pusieron mucho esmero a aquellas casas; además, el que sean de madera le da cierto encanto rustico. —
— Suena interesante madre, además creo que ya nos estamos acercando a la entrada del pueblo... ¿Tienes que ir a hacer aquel encargo, no? — Ahora hablaba la otra persona, un joven apenas unos centímetros más bajos que su madre. Iba cubierto totalmente por una túnica, con la capucha tapando su rostro a pesar del resplandeciente sol y el clima cálido que había.
Madre e hijo ya estaban entrando en la pequeña ciudad; las casas de madera ocupaban casi toda la vista que uno podía abarcar; si uno alzaba la mirada, podía observar el arco de piedra que con todo su esplendor, tapaba en sombras buena parte del pueblo. También se llegaba a ver el acantilado y el enorme castillo de piedra.
— Si Atsi, pero no te preocupes, en un rato estará hecho y ya iremos a ver todo juntos, ¿Si? Ve a recorrer el lugar mientras, ya nos encontraremos aquí más tarde. — Nada más terminar de decir lo que quería, Sora hizo un sello y desapareció en una nube de humo blanco.
“Teatral como siempre mama…”
Sabiendo que disponía de un buen tiempo para recorrer el lugar a sus anchas, pues su madre era propensa a distraerse tras terminar sus tareas, el joven empezó a recorrer las calles del pueblo, caminando entre la multitud a paso ligero y asegurándose de tener bien puesta la capucha. Parecía haber muchas personas mayores en aquel lugar y esas solían ser las más escandalosas cuando lo veían.
En un momento dado, giro para internarse en un callejón y evito por los pelos chocar con otro muchacho que parecía estar saliendo del mismo; Atsushi se detuvo y se dio vuelta para mirar al otro muchacho, del que le llamo la atención su cabello blanco.
— Disculpa; fue un error mío. No mire adecuadamente si venia alguien… — Mientras el joven Nagano se disculpaba, su interlocutor podía mirar con todo detalle el rostro del joven, pues la capucha se había corrido hasta casi caerse sin que el otro se diera cuenta…
— Ya verás cómo te encantara el lugar Atsi. La colección del museo es impresionante, y la pequeña ciudad es realmente bella; se nota que le pusieron mucho esmero a aquellas casas; además, el que sean de madera le da cierto encanto rustico. —
— Suena interesante madre, además creo que ya nos estamos acercando a la entrada del pueblo... ¿Tienes que ir a hacer aquel encargo, no? — Ahora hablaba la otra persona, un joven apenas unos centímetros más bajos que su madre. Iba cubierto totalmente por una túnica, con la capucha tapando su rostro a pesar del resplandeciente sol y el clima cálido que había.
Madre e hijo ya estaban entrando en la pequeña ciudad; las casas de madera ocupaban casi toda la vista que uno podía abarcar; si uno alzaba la mirada, podía observar el arco de piedra que con todo su esplendor, tapaba en sombras buena parte del pueblo. También se llegaba a ver el acantilado y el enorme castillo de piedra.
— Si Atsi, pero no te preocupes, en un rato estará hecho y ya iremos a ver todo juntos, ¿Si? Ve a recorrer el lugar mientras, ya nos encontraremos aquí más tarde. — Nada más terminar de decir lo que quería, Sora hizo un sello y desapareció en una nube de humo blanco.
“Teatral como siempre mama…”
Sabiendo que disponía de un buen tiempo para recorrer el lugar a sus anchas, pues su madre era propensa a distraerse tras terminar sus tareas, el joven empezó a recorrer las calles del pueblo, caminando entre la multitud a paso ligero y asegurándose de tener bien puesta la capucha. Parecía haber muchas personas mayores en aquel lugar y esas solían ser las más escandalosas cuando lo veían.
En un momento dado, giro para internarse en un callejón y evito por los pelos chocar con otro muchacho que parecía estar saliendo del mismo; Atsushi se detuvo y se dio vuelta para mirar al otro muchacho, del que le llamo la atención su cabello blanco.
— Disculpa; fue un error mío. No mire adecuadamente si venia alguien… — Mientras el joven Nagano se disculpaba, su interlocutor podía mirar con todo detalle el rostro del joven, pues la capucha se había corrido hasta casi caerse sin que el otro se diera cuenta…