18/04/2016, 17:09
—No creo que esta noche logremos dormir tranquilamente —Rompió el silencio—. El animal que escuchamos nos ha de estar persiguiendo. —Aseveró.
—En esta situación no hay mucho que podamos hacer —de su bolso sacó un par de botellas con agua e hizo que una de ellas rodará hasta su compañero—. Si algo aparece para atacarnos tendremos que enfrentarlo, dado que huir en medio de la noche no es una opción.
La tenue luz del crepúsculo aún otorgaba un poco visión en aquel oscuro lugar. Pero la noche estaba cerca, con todos los peligros que esta pudiera traer. Kazuma no estaba seguro de que era aquello que les perseguía, pero estaba demasiado cansado como para pensar en ello. Por los momentos solo le interesaba dormir un poco y reponer sus energías.
«Me gustaría saber qué es lo que está tras nosotros y porque —tomo un sorbo de agua y sintió como su sediento cuerpo lo agradecía—. Teniendo en cuenta que según los aldeanos aquel jabalí era el mayor peligro de esta región, es poco probable que nos lleguemos a encontrar con algo peor que eso.»
Mientras apreciaba como la luz se hacía cada vez más escasa, repasaba en su mente lo que el Takanashi había hecho hacía unos momentos. Tomar su arma y limpiarla en silencio. Aquello probablemente fuera una de esas costumbres que adoptan los usuarios de la espada. Hacía mucho había leído que el darle mantenimiento a su arma ayudaba a los guerreros a mantenerse tranquilos y concentrados.
«Quizás también debería tener un hábito similar —Aunque era capaz de mantener la calma solo controlando su respiración—. Aunque a Bohimei no le hacen falta cosas como sacarle filo o limpiarla, creo que podría decirse que literalmente es un arma pura.»
El peso del cansancio comenzaba a ser más fuerte que él y trataba de arrastrarlo a un bien merecido sueño. Pero era consciente de que no podía bajar la guardia en aquel sitio, más aún luego de escuchar aquellos rugidos lamentables que parecían seguir su rastro. Por suerte no tendría que pasar aquella jornada solo. Colocó su confiable arma sobre su regazo y procedió a relajar la espalda en busca de un poco de comodidad.
«No tengo idea de que podría aparecer en medio de la noche o de qué forma podría atacarnos, pero sin importar lo que sea lo enfrentaremos juntos.» —Dejó que aquel consuelo se asentara en su mente mientras cerraba los ojos.
—En esta situación no hay mucho que podamos hacer —de su bolso sacó un par de botellas con agua e hizo que una de ellas rodará hasta su compañero—. Si algo aparece para atacarnos tendremos que enfrentarlo, dado que huir en medio de la noche no es una opción.
La tenue luz del crepúsculo aún otorgaba un poco visión en aquel oscuro lugar. Pero la noche estaba cerca, con todos los peligros que esta pudiera traer. Kazuma no estaba seguro de que era aquello que les perseguía, pero estaba demasiado cansado como para pensar en ello. Por los momentos solo le interesaba dormir un poco y reponer sus energías.
«Me gustaría saber qué es lo que está tras nosotros y porque —tomo un sorbo de agua y sintió como su sediento cuerpo lo agradecía—. Teniendo en cuenta que según los aldeanos aquel jabalí era el mayor peligro de esta región, es poco probable que nos lleguemos a encontrar con algo peor que eso.»
Mientras apreciaba como la luz se hacía cada vez más escasa, repasaba en su mente lo que el Takanashi había hecho hacía unos momentos. Tomar su arma y limpiarla en silencio. Aquello probablemente fuera una de esas costumbres que adoptan los usuarios de la espada. Hacía mucho había leído que el darle mantenimiento a su arma ayudaba a los guerreros a mantenerse tranquilos y concentrados.
«Quizás también debería tener un hábito similar —Aunque era capaz de mantener la calma solo controlando su respiración—. Aunque a Bohimei no le hacen falta cosas como sacarle filo o limpiarla, creo que podría decirse que literalmente es un arma pura.»
El peso del cansancio comenzaba a ser más fuerte que él y trataba de arrastrarlo a un bien merecido sueño. Pero era consciente de que no podía bajar la guardia en aquel sitio, más aún luego de escuchar aquellos rugidos lamentables que parecían seguir su rastro. Por suerte no tendría que pasar aquella jornada solo. Colocó su confiable arma sobre su regazo y procedió a relajar la espalda en busca de un poco de comodidad.
«No tengo idea de que podría aparecer en medio de la noche o de qué forma podría atacarnos, pero sin importar lo que sea lo enfrentaremos juntos.» —Dejó que aquel consuelo se asentara en su mente mientras cerraba los ojos.