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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#81
La sinfonía nocturna de aquella parte del Bosque de Hongos le mantenía despierto y relajado, pues entre ninguno de los sonidos se alcanzaba a percibir amenaza alguna. Ya habían pasado unas cuantas horas desde que comenzó su vigilia y por lo calmado que estaba todo se permitió creer que la noche pasaría sin problemas, o al menos eso parecía.

De algún lugar oculto entre las sombras un resoplido en forma de lamento le alcanzó. Inmediatamente abrió su ojos, que ya estaban parcialmente acostumbrados a la oscuridad. Al principio se concentró en determinar de dónde provenía el ruido, pero la serenata de las otras formas de vida se lo impedía.

«Veamos, ¿Dónde estás?» —Se encontraba bastante calmado a pesar de la situación de incertidumbre.

Como si no solo quisiera responderle si no también intimidarle, un rugido sacudió la noche e hizo que las inmediaciones se sumergieran en su silencio atemorizante. El bramido le sorprendió un poco, pero ahora al menos había silencio como para poder concentrarse.

Pudo escuchar las pisadas lentas y aquel sonido ahogado que hacían al aplastar ramas y al hundir el suelo blando. Lo peor de la situación es que se escuchaban claramente, pero aun así era difícil saber de dónde venían. Se le hizo obvio que se estaba enfrentando a un depredador que sabía moverse entre los árboles.

Pronto hubo un cambio; Ahora no solo se escuchaban sus pisadas, sino que también un jadear lento y desesperante. Luego se dejó percibir el esperado y familiar sonido de un cuerpo desplazándose a través de la maleza cercana. El Ishimura se puso en guardia y se colocó al frente del sitio por donde estaba seguro que saldría aquella bestia.

De entre las sombras emergió una figura tan negra como las mismas. Resultaba lo suficientemente grande como para que el de blanca cabellera retrocediera para tomar distancia. Pese a todo la amenaza de su aproximación, la imagen de aquella bestia resultaba más lastimera que atemorizante. Pues su silueta se podía percibir famélica y enfermiza, aunque su masa corporal seguía siendo de temer.

En cuanto estuvo más cerca lo pudo apreciar; Se trataba de un oso o al menos lo que solía serlo. La criatura se mostraba completamente enfermiza, con una hedionda espuma amarilla brotándole del hocico y unos ojos hundidos los cuales parecían lagrimear una sangre oscura y espesa. El shinobi hizo contacto visual con él y entendió que no se marcharía hasta comer algo, pues el retirarse igual significaba morir de hambre.

Ya veo —dijo susurrando—. Parece que estás sufriendo mucho y se ve que solo quieres alimentarte —elevó a Bohimei y retiró la capa de chakra que la mantenía sin filo. La esgrimió un par de veces en el aire y disfruto del sonido que hacía al cortarlo—, pero aquí solo has de encontrar una muerte segura.

Su suave voz parecía no haber llegado hacia ninguna parte, pues el oso reinicio su andar lamentable.

Kazuma sudaba pero no por el miedo o los nervios, ya que en todo caso el jabalí había resultado un oponente mucho más aterrador, si no por el calor nocturno que inundaba su cuerpo. La bestia fue la primera en atacar; Lanzó un zarpazo hacia el costado del espadachín, pero este lo evito y contestó haciéndole un corte en la pata.

Pero aquello había sido una finta, pues luego arrojó su otra garra contra el rostro del joven. El impacto le dio de lleno y le hizo retroceder unos pasos en silencio. La bestia se mostró confiada, esperando ver entre las sombras los girones de carne desgarrada en aquella cara.

Bushido: Kikai —Dijo mientras se levantaba como si nada, con un rostro que no tenía rasguño alguno—. Creo que eres el oponente ideal para probar una nueva técnica en la que he estado trabajando.

La negra criatura pareció percibir el desafío y en medio de un resoplido feroz se arrojó a por el Ishimura. Este por su parte hizo lo mismo, corriendo en busca de un curso de colisión. En cuanto cada uno estuvo al alcance del otro, comenzó el enfrentamiento silencioso. Aquel monstruo se irguió con sus impresionantes tres metros y abrió sus patas delanteras de par en par. Eran tan grandes que abarcaban casi todo el perímetro del joven. Entonces se comenzó a agachar con la mandíbula abierta mientras sus extremidades se cerraban en un abrazo mortal. Todo mientras mantenía sus negros orbes en los luceros grises de su presa.

Has perdido —susurro con calma mientras iniciaba el balanceo de su arma y mientras la oscuridad y la muerte se cernían sobre él—. Kumo-Ryuu: Mizakugiri.

Su espada inició un feroz y veloz movimiento desde su izquierda. Lo primero en ser rebanado fue la pata derecha, seguido por aquel grueso cuello y culminando con la pata izquierda. Todo en un solo movimiento silencioso de menos de un segundo, cuya forma de media luna acabó por completo con aquella bestia. El cuerpo cayó de forma pesada mientras que a sus pies se forma un enorme charco de sangre caliente y maloliente.

«Hum… —se dijo mientras sentía como el silencio volvía a ser llenado con los sonidos de bosque—. Salió bastante bien para ser la primera vez que la uso en combate.»

La mañana y la poca luz de esta le mostraría a Tatsuya una escena un tanto perturbadora. A unos metros de donde estaba durmiendo se encontraba lo que en vida parecía haber sido un oso, o al menos eso se podía intuir, pues le faltaba la cabeza y la mitad de las patas delanteras, que tampoco parecían estar por ninguna parte. Aquel cuerpo mutilado yacía sobre un pequeño lago de sangre negra y viscosa.

No muy lejos de él, en el árbol que ya había tomado con anterioridad se encontraba durmiendo Kazuma. Quien no se había tomado la molestia de despertar a Tatsuya para cambiar el turno de vigilia.
[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]
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RE: Un jabalí con guarnición de hongos y espadas - por Hanamura Kazuma - 20/04/2016, 17:50


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