22/04/2016, 15:57
Otoño... Algunos árboles con sus hojas rojas y naranjas anunciaban el invierno venidero, pero la mayoría de los árboles del País del Fuego conservaban sus colores verdes con gran esplendor. Fue un viaje largo, pero después de cruzar distintos paisajes padre e hijo al fin habían llegado a su destino. A simple vista parecía un lugar de lo más normal, se trataba de un simple lago, pero por alguna razón aquel hombre alto y de cabellos negros lo había escogido para ser un sitio de entrenamiento.
-No pudiste haber elegido mejor lugar, no, no podíamos entrenar en un lago cualquiera... ¿En verdad teníamos que venir hasta la otra punta del mapa?- Se le escuchaba alegar a Tatsuya.
-No me hables en ese tono jovencito- Contestó con una voz fría y amenazante.
-¡Pe... perdóname Otōsama!- Dijo reverenciando a su padre de inmediato.
Llegaron a la orilla del lago por la mañana, era un lugar bonito y apacible en el cual se podían apreciar los primeros rayos de sol reflejados en las danzarinas aguas. El entrenamiento propuesto por el padre era algo peculiar, era de quedarse quieto. Podría parecer tonto que el no hacer nada se considerase una forma de practicar, pero era más que eso. Se trataba de quedarse inmóvil observando una hoja rojiza de un árbol, esperando a que esta cayera para asestarle una shuriken, podría ser poco o mucho tiempo, había que estar atento para cuando eso ocurriese.
-Debes aprender a ser paciente, debes aprender a acechar a una víctima, tienes que saber cuando es el momento justo y entonces podrás asesinar a tu enemigo sin que te vea venir- Indicaba el jounin.
-Entiendo perfectamente a que te refieres, entiendo lo de la paciencia...- "Pero la parte de asesinar no me convence..."
Entre los shinobis de Takigakure su padre es conocido como La guadaña del norte, aunque la verdad no hay una gran significado detrás de ese apodo, le dicen guadaña porque siempre anda cargando una Ōgama y le dicen del norte por ser oriundo de la Ribera del Norte. Lo que sí es cierto es que es uno de los mejores asesinos de la aldea, que sumado a la gran capa negra que porta le dan un toque tétrico, como si se asemejase a la muerte misma. Aquel hombre no siente remordimientos a la hora de cumplir su trabajo, aquel hombre conocido como Tenma... jefe del clan Takanashi.
Pero Tatsuya no es ni de cerca alguien así, el no se ve capaz de matar a alguien. El siempre ha tenido sus dudas respecto a ser shinobi, pero siendo el heredero del clan se vió obligado a convertirse en uno. Su padre raramente le ayuda a entrenar pues desea que su hijo se fortalezca por sí sólo, aunque la verdad esto sólo ha hecho que Tatsuya se retrase respecto a otros ninjas, prueba de ello es su pésimo ninjutsu.
-Quédate aquí entrenando, al llegar el mediodía ve a la aldea cercana que está al oeste de este lago.- Ordenó el jounin.
-Entendido- Respondió mientras asentía con la cabeza.
El hombre desapareció cómo el viento y el joven se quedó ahí parado con las manos detrás de la espalda. Observando y esperando, en un inicio parecía fácil, pero luego de tres horas empezaba a impacientarse, seguía de pie pero a estas alturas le estaba costando mantener la mirada fija en la hoja. Su pierna derecha le traicionaba y temblaba un poco, sentía que en cualquier momento las piernas se le iban a dormir.
"Me está costando concentrarme... ¿Cuando se va a caer esa pinche hoja?"
-No pudiste haber elegido mejor lugar, no, no podíamos entrenar en un lago cualquiera... ¿En verdad teníamos que venir hasta la otra punta del mapa?- Se le escuchaba alegar a Tatsuya.
-No me hables en ese tono jovencito- Contestó con una voz fría y amenazante.
-¡Pe... perdóname Otōsama!- Dijo reverenciando a su padre de inmediato.
Llegaron a la orilla del lago por la mañana, era un lugar bonito y apacible en el cual se podían apreciar los primeros rayos de sol reflejados en las danzarinas aguas. El entrenamiento propuesto por el padre era algo peculiar, era de quedarse quieto. Podría parecer tonto que el no hacer nada se considerase una forma de practicar, pero era más que eso. Se trataba de quedarse inmóvil observando una hoja rojiza de un árbol, esperando a que esta cayera para asestarle una shuriken, podría ser poco o mucho tiempo, había que estar atento para cuando eso ocurriese.
-Debes aprender a ser paciente, debes aprender a acechar a una víctima, tienes que saber cuando es el momento justo y entonces podrás asesinar a tu enemigo sin que te vea venir- Indicaba el jounin.
-Entiendo perfectamente a que te refieres, entiendo lo de la paciencia...- "Pero la parte de asesinar no me convence..."
Entre los shinobis de Takigakure su padre es conocido como La guadaña del norte, aunque la verdad no hay una gran significado detrás de ese apodo, le dicen guadaña porque siempre anda cargando una Ōgama y le dicen del norte por ser oriundo de la Ribera del Norte. Lo que sí es cierto es que es uno de los mejores asesinos de la aldea, que sumado a la gran capa negra que porta le dan un toque tétrico, como si se asemejase a la muerte misma. Aquel hombre no siente remordimientos a la hora de cumplir su trabajo, aquel hombre conocido como Tenma... jefe del clan Takanashi.
Pero Tatsuya no es ni de cerca alguien así, el no se ve capaz de matar a alguien. El siempre ha tenido sus dudas respecto a ser shinobi, pero siendo el heredero del clan se vió obligado a convertirse en uno. Su padre raramente le ayuda a entrenar pues desea que su hijo se fortalezca por sí sólo, aunque la verdad esto sólo ha hecho que Tatsuya se retrase respecto a otros ninjas, prueba de ello es su pésimo ninjutsu.
-Quédate aquí entrenando, al llegar el mediodía ve a la aldea cercana que está al oeste de este lago.- Ordenó el jounin.
-Entendido- Respondió mientras asentía con la cabeza.
El hombre desapareció cómo el viento y el joven se quedó ahí parado con las manos detrás de la espalda. Observando y esperando, en un inicio parecía fácil, pero luego de tres horas empezaba a impacientarse, seguía de pie pero a estas alturas le estaba costando mantener la mirada fija en la hoja. Su pierna derecha le traicionaba y temblaba un poco, sentía que en cualquier momento las piernas se le iban a dormir.
"Me está costando concentrarme... ¿Cuando se va a caer esa pinche hoja?"