24/04/2016, 19:10
—Llegamos, por fin llegamos. —Comentó aliviado.
Kazuma no recordaba la última vez que un simple pueblecito le había parecido un lugar tan hermoso. El bosque de verdad los había puesto a prueba; Llevándolos a situaciones y peligros más allá de lo imaginable y presentándoles misterios oscuros y extraños. Era curioso, pues en el último tramo, en que la vegetación era cada vez menos densa, sintió como aumentaba su emoción y su energía. A lo ultimo tuvo un arranque de vitalidad y adrenalina que le llevó a salir disparado de entre la arboleda.
—¡AL FIN! —Gritó, para luego dejarse caer sentado frente a la entrada del pueblo.
En eso una anciana que iba saliendo se les quedó mirando como si fueran fantasmas. Inmediatamente la reconoció; Era la vieja que alborotó a los pobladores y lo metió en aquel embrollo. La mujer se dio media vuelta y salió corriendo hacia el interior del pueblo.
—¿Sabes? —Se dirigió a Tatsuya en tono casual—. Me parece que no esperaba que regresara con vida, jejeje.
Pero aquello tenía sentido, pues ahora entendía porque los pobladores tenían tanto miedo de aquella bestia. Además, teniendo en cuenta lo salvaje y brutal que era aquel bosque, era natural el pensar que unos jóvenes como ellos terminarían perdiendo la vida. Pero lo cierto era que habían logrado su cometido y era momento de que todos lo supieran.
La anciana regresó con un par de sujetos que les miraban asombrados. Ninguno se atrevió a hacer preguntas. Solo les ayudaron a caminar hasta la pequeña plaza central, lugar donde la gente se había comenzado a reunir. De repente se alejaron un poco y tanto el Takanashi como Kazuma se vieron rodeados por un número creciente de pueblerinos.
«Ya veo…» —Comprendió que era lo que estaban esperando.
El Ishimura dejó caer pesadamente su bolso en el suelo y luego se agacho para tomar algo de adentro. Para cuando se levantó lo hizo sosteniendo el enorme trozo de colmillo grisáceo que el de ojos dispares había tomado del jabalí. Seguidamente lo arrojó sobre unos cuantos adoquines y el fuerte sonido dio fe de lo pesado y sólido que era.
—¡LA BESTIA HA MUERTO! —Rugió con toda la fuerza que su lastimado cuerpo le pudo proporcionar.
Y ante aquellas palabras el pueblo entero prorrumpió en vítores y aclamaciones. Con un rugido que hacía pensar que tenían mucho tiempo sin motivo alguno para celebrar. Puede que para aquellos Shinobis hubiese sido una jornada infernal, pero para los habitantes de aquel lugar olvidado por los dioses significó la salvación de su modo de vida.
—¡ESTA NOCHE HABRA UN FESTÍN PARA NUESTROS SALVADORES! —Gritó con fuerza un hombre y la multitud no tardó en apoyar su moción.
—¡Creo que debemos visitar al médico antes presentarnos a tal celebración! —Bramo con menos fuerza, pero aun así todos escucharon.
Las personas del pueblo los vieron y guardaron silencio por un instante. Estaban llenos de golpes, cubiertos por varios tipos de mugre, se veía que tenían múltiples picaduras y sarpullidos y que cargaban sus ropas hechas jirones. Pareciera que por un instante todos los habitantes se hicieron conscientes de las dificultades que habían pasado, pues ellos conocían aquella arboleda mejor que nadie y sabían a lo que habían enfrentado ese par de jovencitos.
—Por supuesto, no dejaré que se mueran en medio de la cena. —Una mujer salió de entre la multitud y sus palabras hicieron reír a todos.
Luego de escuchar algunas palabras se hizo obvio que era la encargada médica del lugar. Se veía un poco joven para ser médico, pero aún así todos los presentes demostraron tenerle mucho respeto. Se colocó detrás de ambos jóvenes y comenzó a llevarlos hacia la clínica mientras la gente se dispersaba y sumía al pueblo en una gran actividad.
«Bueno —Kazuma observó a Tatsuya—, aún tenemos varios asuntos pendientes, pero por ahora creo que deberíamos descansar y recuperarnos.»
Resultaba un pensamiento acertado; El curar sus heridas, permitirse una buena cena y tener un noche de sueño les permitiría estar en condiciones para continuar con lo que tuvieran que hacer.
Kazuma no recordaba la última vez que un simple pueblecito le había parecido un lugar tan hermoso. El bosque de verdad los había puesto a prueba; Llevándolos a situaciones y peligros más allá de lo imaginable y presentándoles misterios oscuros y extraños. Era curioso, pues en el último tramo, en que la vegetación era cada vez menos densa, sintió como aumentaba su emoción y su energía. A lo ultimo tuvo un arranque de vitalidad y adrenalina que le llevó a salir disparado de entre la arboleda.
—¡AL FIN! —Gritó, para luego dejarse caer sentado frente a la entrada del pueblo.
En eso una anciana que iba saliendo se les quedó mirando como si fueran fantasmas. Inmediatamente la reconoció; Era la vieja que alborotó a los pobladores y lo metió en aquel embrollo. La mujer se dio media vuelta y salió corriendo hacia el interior del pueblo.
—¿Sabes? —Se dirigió a Tatsuya en tono casual—. Me parece que no esperaba que regresara con vida, jejeje.
Pero aquello tenía sentido, pues ahora entendía porque los pobladores tenían tanto miedo de aquella bestia. Además, teniendo en cuenta lo salvaje y brutal que era aquel bosque, era natural el pensar que unos jóvenes como ellos terminarían perdiendo la vida. Pero lo cierto era que habían logrado su cometido y era momento de que todos lo supieran.
La anciana regresó con un par de sujetos que les miraban asombrados. Ninguno se atrevió a hacer preguntas. Solo les ayudaron a caminar hasta la pequeña plaza central, lugar donde la gente se había comenzado a reunir. De repente se alejaron un poco y tanto el Takanashi como Kazuma se vieron rodeados por un número creciente de pueblerinos.
«Ya veo…» —Comprendió que era lo que estaban esperando.
El Ishimura dejó caer pesadamente su bolso en el suelo y luego se agacho para tomar algo de adentro. Para cuando se levantó lo hizo sosteniendo el enorme trozo de colmillo grisáceo que el de ojos dispares había tomado del jabalí. Seguidamente lo arrojó sobre unos cuantos adoquines y el fuerte sonido dio fe de lo pesado y sólido que era.
—¡LA BESTIA HA MUERTO! —Rugió con toda la fuerza que su lastimado cuerpo le pudo proporcionar.
Y ante aquellas palabras el pueblo entero prorrumpió en vítores y aclamaciones. Con un rugido que hacía pensar que tenían mucho tiempo sin motivo alguno para celebrar. Puede que para aquellos Shinobis hubiese sido una jornada infernal, pero para los habitantes de aquel lugar olvidado por los dioses significó la salvación de su modo de vida.
—¡ESTA NOCHE HABRA UN FESTÍN PARA NUESTROS SALVADORES! —Gritó con fuerza un hombre y la multitud no tardó en apoyar su moción.
—¡Creo que debemos visitar al médico antes presentarnos a tal celebración! —Bramo con menos fuerza, pero aun así todos escucharon.
Las personas del pueblo los vieron y guardaron silencio por un instante. Estaban llenos de golpes, cubiertos por varios tipos de mugre, se veía que tenían múltiples picaduras y sarpullidos y que cargaban sus ropas hechas jirones. Pareciera que por un instante todos los habitantes se hicieron conscientes de las dificultades que habían pasado, pues ellos conocían aquella arboleda mejor que nadie y sabían a lo que habían enfrentado ese par de jovencitos.
—Por supuesto, no dejaré que se mueran en medio de la cena. —Una mujer salió de entre la multitud y sus palabras hicieron reír a todos.
Luego de escuchar algunas palabras se hizo obvio que era la encargada médica del lugar. Se veía un poco joven para ser médico, pero aún así todos los presentes demostraron tenerle mucho respeto. Se colocó detrás de ambos jóvenes y comenzó a llevarlos hacia la clínica mientras la gente se dispersaba y sumía al pueblo en una gran actividad.
«Bueno —Kazuma observó a Tatsuya—, aún tenemos varios asuntos pendientes, pero por ahora creo que deberíamos descansar y recuperarnos.»
Resultaba un pensamiento acertado; El curar sus heridas, permitirse una buena cena y tener un noche de sueño les permitiría estar en condiciones para continuar con lo que tuvieran que hacer.