24/04/2016, 21:25
En cuanto salieron del bosque Tatsuya se espantó al ver a Kazuma saltar de repente y lanzar un grito como de victoria, por unos segundos soltó al jabato que también se espantó y tuvo que agarrarlo en pleno vuelo. Le pareció que a pesar de la actitud calmada y seria que mostraba Kazuma este seguía siendo un niño al final de cuentas. No podía culparlo, el también estaba feliz de que pudieran salir del bosque, de hecho si hubiera tenido unos tres o cuatro años menos Tatsuya también habría hecho lo mismo. Una señora se les quedó viendo y ante la escena pareció ir a avisar de su llegada al resto de pobladores.
—¿Sabes? —Se dirigió a Tatsuya en tono casual—. Me parece que no esperaba que regresara con vida, jejeje.
-Que poca fé nos tenían- Dijo como si estuviera desilusionado.
Pronto la señora regresó junto a unos hombres y acompañaron a los shinobis hasta el centro del pueblo. El pelinegro se sentía algo incómodo al ver como la gente se aglomeraba a su alrededor y los veían con extrañeza. No le agradaban las multitutes y menos que se le quedaran viendo de la manera que lo hacían, se sentía apenado y el rubor llenó sus mejillas, mientras el jabato observaba con interés a la gente.
Kazuma entonces sacó el trozo de colmillo de jabalí y lo mostró como un trofeo ante todos los presentes, quienes de inmediato empezaron a vitorearlos proclamándolos como sus héroes. Tatsuya bajó la mirada pues se sentía muy avergonzado en medio de la algarabía, no estaba acostumbrado a los halagos y menos a una ovación de tal magnitud, aunque pronto cesó pues debían ir a que el médico los atendiese.
Por un momento sintió la mirada de Kazuma, y Tatsuya se la devolvió. "Aún queda un misterio por resolver". Y con esta idea se dispuso a seguir a la señorita que parecía ser la médico del lugar.
Una niña se acercó para ver al jabato, de seguro le había parecido tierno pero el joven debía acompañar a Kazuma y a la doctora. La joven los llevó a una clínica un poco pequeña, a su llegada Tatsuya vió a un anciano acercarse con lo que parecía ser su portaobjetos, cayó en cuenta de que se trataba del posadero del lugar donde se habia alojado.
-Joven, usted olvidó esto el día que se marchó, estuve a punto de venderlo en caso de que no volviera- Dijo sin ningún remordiento el sujeto.
-Puuueeesss... Graciasss- No sabía si indignarse o no por el hecho de que no les hubieran tenido confianza en que volverían.
Se puso a revisarlo sacando una por una las shurikens especiales de su clan a ver si estaban completas, no podía darse el lujo de perderlas pues aunque se podían reponer su padre seguramente lo regañaría. Al ver que estaban cabales suspiró de alivio, ahora sólo tocaba que la doctora los ayudase con sus heridas. A Tatsuya no le preocupaban demasiado las heridas en sí, sino el extraño salpullido provocado por haber entrado en contacto con los hongos misteriosos, sus dedos a estas alturas se mostraban ya levemente despellejados y le ardían horriblemente.
—¿Sabes? —Se dirigió a Tatsuya en tono casual—. Me parece que no esperaba que regresara con vida, jejeje.
-Que poca fé nos tenían- Dijo como si estuviera desilusionado.
Pronto la señora regresó junto a unos hombres y acompañaron a los shinobis hasta el centro del pueblo. El pelinegro se sentía algo incómodo al ver como la gente se aglomeraba a su alrededor y los veían con extrañeza. No le agradaban las multitutes y menos que se le quedaran viendo de la manera que lo hacían, se sentía apenado y el rubor llenó sus mejillas, mientras el jabato observaba con interés a la gente.
Kazuma entonces sacó el trozo de colmillo de jabalí y lo mostró como un trofeo ante todos los presentes, quienes de inmediato empezaron a vitorearlos proclamándolos como sus héroes. Tatsuya bajó la mirada pues se sentía muy avergonzado en medio de la algarabía, no estaba acostumbrado a los halagos y menos a una ovación de tal magnitud, aunque pronto cesó pues debían ir a que el médico los atendiese.
Por un momento sintió la mirada de Kazuma, y Tatsuya se la devolvió. "Aún queda un misterio por resolver". Y con esta idea se dispuso a seguir a la señorita que parecía ser la médico del lugar.
Una niña se acercó para ver al jabato, de seguro le había parecido tierno pero el joven debía acompañar a Kazuma y a la doctora. La joven los llevó a una clínica un poco pequeña, a su llegada Tatsuya vió a un anciano acercarse con lo que parecía ser su portaobjetos, cayó en cuenta de que se trataba del posadero del lugar donde se habia alojado.
-Joven, usted olvidó esto el día que se marchó, estuve a punto de venderlo en caso de que no volviera- Dijo sin ningún remordiento el sujeto.
-Puuueeesss... Graciasss- No sabía si indignarse o no por el hecho de que no les hubieran tenido confianza en que volverían.
Se puso a revisarlo sacando una por una las shurikens especiales de su clan a ver si estaban completas, no podía darse el lujo de perderlas pues aunque se podían reponer su padre seguramente lo regañaría. Al ver que estaban cabales suspiró de alivio, ahora sólo tocaba que la doctora los ayudase con sus heridas. A Tatsuya no le preocupaban demasiado las heridas en sí, sino el extraño salpullido provocado por haber entrado en contacto con los hongos misteriosos, sus dedos a estas alturas se mostraban ya levemente despellejados y le ardían horriblemente.