26/04/2016, 15:14
Luego de que el Ishimura eligió la opción que le pareció mas conveniente la señorita los guió a sus respectivas habitaciones, las cuales eran contiguas. A Tatsuya le sorprendió que le dejaran entrar con el bebé jabalí pues en ese tipo de lugares no suelen permitir el ingreso de animales, o eran muy democráticos o se lo permitieron por haberlos ayudado. La empleada se marchó y Kazuma le indicó que descansaría hasta la hora de la fiesta.
-Hasta la noche Kazuma-san- Inmediatamente entró también a su habitación.
El cuarto resultó ser más grande de lo que esperaba, además no era ni muy ostentoso ni muy simple, sino un intermedio entre ambos. Lo primero que hizo fue ordenar sus cosas y luego fue a ducharse tratando de cuidar el área donde tenía los puntos. Se tomó su tiempo para ello, el agua caliente le resultaba bastante agradable. No le costó demasiado arreglarse el cabello, lo tiene áspero como su padre pero dócil cómo su madre, es una combinación que evita una manutención compleja. Cuando terminó se dedicó a echarse el ungüento que le dió la doctora, sintió un gran alivio cuando la fría crema entró en contacto con la irritada piel de sus maltrechos pies.
Luego de eso acómodo unas almohadas para poder recostarse en un ángulo inclinado en la cama. A pesar del cansancio no podía conciliar el sueño. Dentro de aquel bosque rodeado de peligros lograba dormirse profundamente, pero ahora que estaba en la tranquilidad del pueblo sus pensamientos no le permitían que se dejara llevar por el sueño. Reflexionaba sobre todo lo que había vivido en esos tres días, fue una aventura muy dura, además empezó a recordar la historia que le contó Kaxuma sobre las Siete Espadas Legendarias de la Neblina. Total, meditaba sobre su propio futuro más que nada.
"De no ser por Kazuma, yo estaría muerto. Soy demasiado débil, ha sido mi culpa el no entrenar durante tanto tiempo. Siempre creí que para ayudar a los demás no se necesita ser alguien poderoso, basta con querer ayudar en cosas pequeñas para lograr un gran cambio... Pero... Ahora me doy cuenta que siendo un shinobi no tengo otra elección, debo fortalecerme si quiero ayudar a las personas. En un inicio me sentía enojado con mi padre por obligarme a convertirme en un ninja, pero quizás sea la mejor forma para que yo pueda hacer algo por los demás..."
Ahí estaba él teniendo un monólogo con sí mismo mirando todo y nada, aunque su vista estaba puesta en la pared sus ojos parecían observar algo que estaba más allá. Pronto un quejido le hizo desviar la mirada hacía el jabato, estaba ahí desparramado en el tapete por el hambre, Tatsuya entonces fue a por él, pensó en que podría ir a una tienda cercana por algo de frutas para el animalito, por un momento casi se lo lleva cargando, ya se habia acostumbrado a ello aunque tuviera la correa.
-Al final ya nunca te puse un nombre... Hmmm... Te llamaré Shibō- El jabato sólo lo miró confuso con sus tiernos ojitos.
No consideró necesario avisarle al ninja de Uzushio que saldría, creía que volvería antes del anochecer. Así pues se fue buscar al pueblo algo para "Shibō". Encontró una frutería, la tendera insitió en dejarle la fruta gratis en agradecimiento por salvarlos del monstruo del bosque, pero Tatsuya se negó y pagó de todas formas. Luego de eso la misma niña que vió en la plaza lo reconoció e iba acompañada de otros niños, el grupo insistió en que les contase cómo fue su aventura, el genin de Takigakure no se pudo negar y se le fue el tiempo en narrarles la aventura a los pequeños.
Sin embargo empezó a notar que el jabato se comportaba extraño, empezaba a temblar y le pareció muy raro. Con todo su pesar tuvo que dejar a los niños y pensó en ir a buscar un veterinario, pero después de vagar y vagar no encontró nada. Era de esperarse, si apenas había una clínica para las personas encontrar un veterinario se le haria imposible. En medio de su búsqueda el dueño del hostal lo vió preocupado y se acercó a él.
-¡Hey!, la fiesta ya empezó, deberías ir a la plaza, todo el pueblo los está esperando. Llamó su atención.
-Le agradezco mucho, iré en cuanto pueda- Reverenció al señor, no quería contarle su problema por ahora.
-Nosotros somos los que estamos agradecidos, siendo ninjas ustedes nos ayudaron aunque no fuera una misión, considérenlo un pago por sus servicios... Desde que Kusagakure fue destruida, la gente de este pueblo tiene problemas para solucionar los problemas, valga la redundancia-. El hombre se puso serio. -Ir a Amegakure o a Uzushiogakure requiere de un viaje muy largo, lo cual hace que en ocasiones no valga la pena. Y por ningún motivo recurriremos a Takigakure, que sólo esperaron a que la desgracia llegase al País del Bosque para apoderarse de nuestras tierras. Sentenció con firmeza.
-E-en-entiendo señor- A Tatsuya se le hizo un nudo en la garganta y sintió como si le apuñalasen el corazón, si esa gente se enteraba de que él era de Taki quizás no lo verían con los mismos ojos, no le preocupaba perder los privilegios que estaba recibiendo ni nada, simplemente no quería que lo odiasen por su lugar de origen.
-Pues bueno haz lo que tengas que hacer, nosotros te esperamos en el banquete. ¡Chao!- Se despidió el dueño del hostal.
Tatsuya sólo reverenció para despedirse, estaba muy preocupado para decir nada. ¿Era correcto seguir ocultándoles a las personas de la villa su verdadera identidad? Además aún tenía al pequeño puerquito enfermo entre los brazos, se encontraba en medio de una encrucijada y no tenía ni las remota idea de que era lo que debía hacer. Esto se le estaba complicando aún más que la pelea con el propio jabalí gigante.
-Hasta la noche Kazuma-san- Inmediatamente entró también a su habitación.
El cuarto resultó ser más grande de lo que esperaba, además no era ni muy ostentoso ni muy simple, sino un intermedio entre ambos. Lo primero que hizo fue ordenar sus cosas y luego fue a ducharse tratando de cuidar el área donde tenía los puntos. Se tomó su tiempo para ello, el agua caliente le resultaba bastante agradable. No le costó demasiado arreglarse el cabello, lo tiene áspero como su padre pero dócil cómo su madre, es una combinación que evita una manutención compleja. Cuando terminó se dedicó a echarse el ungüento que le dió la doctora, sintió un gran alivio cuando la fría crema entró en contacto con la irritada piel de sus maltrechos pies.
Luego de eso acómodo unas almohadas para poder recostarse en un ángulo inclinado en la cama. A pesar del cansancio no podía conciliar el sueño. Dentro de aquel bosque rodeado de peligros lograba dormirse profundamente, pero ahora que estaba en la tranquilidad del pueblo sus pensamientos no le permitían que se dejara llevar por el sueño. Reflexionaba sobre todo lo que había vivido en esos tres días, fue una aventura muy dura, además empezó a recordar la historia que le contó Kaxuma sobre las Siete Espadas Legendarias de la Neblina. Total, meditaba sobre su propio futuro más que nada.
"De no ser por Kazuma, yo estaría muerto. Soy demasiado débil, ha sido mi culpa el no entrenar durante tanto tiempo. Siempre creí que para ayudar a los demás no se necesita ser alguien poderoso, basta con querer ayudar en cosas pequeñas para lograr un gran cambio... Pero... Ahora me doy cuenta que siendo un shinobi no tengo otra elección, debo fortalecerme si quiero ayudar a las personas. En un inicio me sentía enojado con mi padre por obligarme a convertirme en un ninja, pero quizás sea la mejor forma para que yo pueda hacer algo por los demás..."
Ahí estaba él teniendo un monólogo con sí mismo mirando todo y nada, aunque su vista estaba puesta en la pared sus ojos parecían observar algo que estaba más allá. Pronto un quejido le hizo desviar la mirada hacía el jabato, estaba ahí desparramado en el tapete por el hambre, Tatsuya entonces fue a por él, pensó en que podría ir a una tienda cercana por algo de frutas para el animalito, por un momento casi se lo lleva cargando, ya se habia acostumbrado a ello aunque tuviera la correa.
-Al final ya nunca te puse un nombre... Hmmm... Te llamaré Shibō- El jabato sólo lo miró confuso con sus tiernos ojitos.
No consideró necesario avisarle al ninja de Uzushio que saldría, creía que volvería antes del anochecer. Así pues se fue buscar al pueblo algo para "Shibō". Encontró una frutería, la tendera insitió en dejarle la fruta gratis en agradecimiento por salvarlos del monstruo del bosque, pero Tatsuya se negó y pagó de todas formas. Luego de eso la misma niña que vió en la plaza lo reconoció e iba acompañada de otros niños, el grupo insistió en que les contase cómo fue su aventura, el genin de Takigakure no se pudo negar y se le fue el tiempo en narrarles la aventura a los pequeños.
Sin embargo empezó a notar que el jabato se comportaba extraño, empezaba a temblar y le pareció muy raro. Con todo su pesar tuvo que dejar a los niños y pensó en ir a buscar un veterinario, pero después de vagar y vagar no encontró nada. Era de esperarse, si apenas había una clínica para las personas encontrar un veterinario se le haria imposible. En medio de su búsqueda el dueño del hostal lo vió preocupado y se acercó a él.
-¡Hey!, la fiesta ya empezó, deberías ir a la plaza, todo el pueblo los está esperando. Llamó su atención.
-Le agradezco mucho, iré en cuanto pueda- Reverenció al señor, no quería contarle su problema por ahora.
-Nosotros somos los que estamos agradecidos, siendo ninjas ustedes nos ayudaron aunque no fuera una misión, considérenlo un pago por sus servicios... Desde que Kusagakure fue destruida, la gente de este pueblo tiene problemas para solucionar los problemas, valga la redundancia-. El hombre se puso serio. -Ir a Amegakure o a Uzushiogakure requiere de un viaje muy largo, lo cual hace que en ocasiones no valga la pena. Y por ningún motivo recurriremos a Takigakure, que sólo esperaron a que la desgracia llegase al País del Bosque para apoderarse de nuestras tierras. Sentenció con firmeza.
-E-en-entiendo señor- A Tatsuya se le hizo un nudo en la garganta y sintió como si le apuñalasen el corazón, si esa gente se enteraba de que él era de Taki quizás no lo verían con los mismos ojos, no le preocupaba perder los privilegios que estaba recibiendo ni nada, simplemente no quería que lo odiasen por su lugar de origen.
-Pues bueno haz lo que tengas que hacer, nosotros te esperamos en el banquete. ¡Chao!- Se despidió el dueño del hostal.
Tatsuya sólo reverenció para despedirse, estaba muy preocupado para decir nada. ¿Era correcto seguir ocultándoles a las personas de la villa su verdadera identidad? Además aún tenía al pequeño puerquito enfermo entre los brazos, se encontraba en medio de una encrucijada y no tenía ni las remota idea de que era lo que debía hacer. Esto se le estaba complicando aún más que la pelea con el propio jabalí gigante.