27/04/2016, 14:53
-Muchas gracias Kazuma-san, veré que puedo hacer- Hizo reverencia que era tanto una despedida como un agradecimiento.
Se puso a pensar en lo que dijo Kazuma sobre lo que pudo haberle hecho mal al jabato, pensó en la posibilidad de que incluso tuviera una indigestión o que la fruta hubiera estado podrida hasta que cayó en cuenta de algo "¡Eso es!" El joven se fue corriendo de inmediato de regreso al hostal, cuando llegó se dirigió rápidamente a su habitación y lo primero en lo que puso sus ojos fue en el paquetito de hongos envueltos en hojas. Despúes de repasar sus palabras dedujo que esas setas podrían ayudarle.
"Claro, debí pensarlo antes"
Ahora que recordaba la guarida del jabalí estaba rodeada de esos diminutos hongos rosa de manchitas verdes, quizás le ayudaban a digerir o algo así. Sería normal que construyera su madriguera en un lugar en el que pudiera proveérselos fácilmente a sus crías. Tomó unos cuantos y el jabato casi que por reflejo empezó a comerlos dando suaves bocaditos, estaba totalmente seguro de que eso era lo que le hacía falta.
Después de unos minutos el pequeño Shibō dejó de temblar, parecía estar mejor. Tatsuya lo colocó en una canasta que previamente le había pedido al ama de llaves, le acomodó un cojín adentro y dejó que la criatura se durmiese. Ya tenía un problema menos, ahora sólo le faltaba decidir si iría a la fiesta y sí les diría la verdad a la gente del pueblo. Entonces se recostó en la cama, con los brazos cruzados detrás de su cabeza y mirando fijamente al techo, meditando sobre lo que sería correcto o no.
"Yo ya sabía que ser de Takigakure podría causarme problemas, fue por eso mismo que me vine sin la bandana. Pero ahora que la gente me trata de esa manera me siento extraño." Cerró los ojos por unos momentos y respiró hondo, luego de eso su mente pareció aclararse. "Me estoy mortificando de más, lo mantendré en secreto e iré a la fiesta ya que si no voy o si les digo la verdad de ambas maneras les arruinaré la celebración."
Se levantó entonces pero no planeaba irse así con la ropa que le habían dado en la clínica, se puso a revisar en un armario y encontró un yukata blanco que le pareció lo más adecuado para ir a la celebración. Después de arreglarse miró al pequeño Shibō durmiendo y sonrió, lo dejaría en la habitación mientras el se iba a la fiesta. Partió rumbo a la fiesta ya más animado aunque como siempre nunca podía dejar el ninjatō.
Cuando llegó a la plaza había bastante gente rodeando la hoguera, un grupo de chicas vestidas elegantemente ejecutaban una danza alrededor de esta. El olor de la carne a las brasas inundaba el lugar y no había nubes en el firmamento por lo que las estrellas iluminaban en todo su esplendor aquella noche. Rápidamente intentó localizar a Kazuma entre la multitud, si hubiera tenido que identificarlo sólo por la ropa hubiera tenido problemas, pero aquel cabello blanco era inconfundible.
-¡Kazuma-san!- Lo llamó muy animado y luego corrió hacia él. -Tenías razón, Shibō sólo necesitaba un poco de hongos, se alivió en cuanto le dí un poco de los que recogí en la madriguera- Comentó sonriente. -Además, al final decidí venir, no iba a aguarles la fiesta.- Finalizó.
Se puso a pensar en lo que dijo Kazuma sobre lo que pudo haberle hecho mal al jabato, pensó en la posibilidad de que incluso tuviera una indigestión o que la fruta hubiera estado podrida hasta que cayó en cuenta de algo "¡Eso es!" El joven se fue corriendo de inmediato de regreso al hostal, cuando llegó se dirigió rápidamente a su habitación y lo primero en lo que puso sus ojos fue en el paquetito de hongos envueltos en hojas. Despúes de repasar sus palabras dedujo que esas setas podrían ayudarle.
"Claro, debí pensarlo antes"
Ahora que recordaba la guarida del jabalí estaba rodeada de esos diminutos hongos rosa de manchitas verdes, quizás le ayudaban a digerir o algo así. Sería normal que construyera su madriguera en un lugar en el que pudiera proveérselos fácilmente a sus crías. Tomó unos cuantos y el jabato casi que por reflejo empezó a comerlos dando suaves bocaditos, estaba totalmente seguro de que eso era lo que le hacía falta.
Después de unos minutos el pequeño Shibō dejó de temblar, parecía estar mejor. Tatsuya lo colocó en una canasta que previamente le había pedido al ama de llaves, le acomodó un cojín adentro y dejó que la criatura se durmiese. Ya tenía un problema menos, ahora sólo le faltaba decidir si iría a la fiesta y sí les diría la verdad a la gente del pueblo. Entonces se recostó en la cama, con los brazos cruzados detrás de su cabeza y mirando fijamente al techo, meditando sobre lo que sería correcto o no.
"Yo ya sabía que ser de Takigakure podría causarme problemas, fue por eso mismo que me vine sin la bandana. Pero ahora que la gente me trata de esa manera me siento extraño." Cerró los ojos por unos momentos y respiró hondo, luego de eso su mente pareció aclararse. "Me estoy mortificando de más, lo mantendré en secreto e iré a la fiesta ya que si no voy o si les digo la verdad de ambas maneras les arruinaré la celebración."
Se levantó entonces pero no planeaba irse así con la ropa que le habían dado en la clínica, se puso a revisar en un armario y encontró un yukata blanco que le pareció lo más adecuado para ir a la celebración. Después de arreglarse miró al pequeño Shibō durmiendo y sonrió, lo dejaría en la habitación mientras el se iba a la fiesta. Partió rumbo a la fiesta ya más animado aunque como siempre nunca podía dejar el ninjatō.
Cuando llegó a la plaza había bastante gente rodeando la hoguera, un grupo de chicas vestidas elegantemente ejecutaban una danza alrededor de esta. El olor de la carne a las brasas inundaba el lugar y no había nubes en el firmamento por lo que las estrellas iluminaban en todo su esplendor aquella noche. Rápidamente intentó localizar a Kazuma entre la multitud, si hubiera tenido que identificarlo sólo por la ropa hubiera tenido problemas, pero aquel cabello blanco era inconfundible.
-¡Kazuma-san!- Lo llamó muy animado y luego corrió hacia él. -Tenías razón, Shibō sólo necesitaba un poco de hongos, se alivió en cuanto le dí un poco de los que recogí en la madriguera- Comentó sonriente. -Además, al final decidí venir, no iba a aguarles la fiesta.- Finalizó.