30/04/2016, 18:17
—Buenos días —Kazuma vería que su compañero ya se había arreglado—.Ya me encontraba listo para salir desde hace unas horas, únicamente estaba esperando a que te despertases, parece que te desvelaste mucho el día ayer. —Rió un poco.
—Buenos días —contesto primero—. Si… Disculpa por eso, es que me fui a dormir muy tarde —observó a su compañero y noto que efectivamente ya estaba listo—.Ya averigüe donde vive el herborista, así que pongámonos en marcha.
Con la seguridad de que su compañero le seguiría, Kazuma se puso en marcha hacia donde le aseguraban que encontrarían a aquel sabio del bosque.
Un camino de tierra le llevó hasta las afueras del pueblo a un sitio con bastantes árboles y con pocas o ninguna señal de que estaba habitado. Camino durante un rato, hasta que dio con un sendero que llevaba hacia un viejo edificio. Al acercarse más, se pudo notar que era una estructura vieja y un poco descuida. Contrastaba mucho con el impecablemente y cuidado jardín que le rodeaba y el gran invernadero que estaba a unos diez metros de la misma. Aquello parecía la guarida de un ermitaño y por lo que había escuchado, al susodicho experto no le agradaba mucho la gente.
—Tocare a ver —dijo Kazuma, que luego se acercó hasta la puerta—. Buenas, buscamos el herborista. —Exclamó luego de darle tres golpecitos en la vieja madera.
—¡Ya voy! ¡Y les he dicho un millón de veces que soy un micólogo y no un jodido herborista!—Gritó una voz ronca. Luego la puerta se abrió lentamente, dejando ver a un anciano bajito y de semblante gruñón—. ¿Quiénes son y que quieren?
—Buenos días —contesto primero—. Si… Disculpa por eso, es que me fui a dormir muy tarde —observó a su compañero y noto que efectivamente ya estaba listo—.Ya averigüe donde vive el herborista, así que pongámonos en marcha.
Con la seguridad de que su compañero le seguiría, Kazuma se puso en marcha hacia donde le aseguraban que encontrarían a aquel sabio del bosque.
Un camino de tierra le llevó hasta las afueras del pueblo a un sitio con bastantes árboles y con pocas o ninguna señal de que estaba habitado. Camino durante un rato, hasta que dio con un sendero que llevaba hacia un viejo edificio. Al acercarse más, se pudo notar que era una estructura vieja y un poco descuida. Contrastaba mucho con el impecablemente y cuidado jardín que le rodeaba y el gran invernadero que estaba a unos diez metros de la misma. Aquello parecía la guarida de un ermitaño y por lo que había escuchado, al susodicho experto no le agradaba mucho la gente.
—Tocare a ver —dijo Kazuma, que luego se acercó hasta la puerta—. Buenas, buscamos el herborista. —Exclamó luego de darle tres golpecitos en la vieja madera.
—¡Ya voy! ¡Y les he dicho un millón de veces que soy un micólogo y no un jodido herborista!—Gritó una voz ronca. Luego la puerta se abrió lentamente, dejando ver a un anciano bajito y de semblante gruñón—. ¿Quiénes son y que quieren?