30/04/2016, 20:02
Luego del saludo ambos partieron rumbo a la casa del mentado herborista, Tatsuya llevaba con la correa al jabato como sí fuera un perro, aunque pronto terminó cargándolo pues le resultaba incómodo estarlo jalando cada que Shibō quería olfatear algo. Llegaron pronto a una humilde casita en la periferia del pueblo, un poco descuidada pero una casa al final de cuentas. Kazuma fue el primero en tomar la iniciativa y llamó a la puerta, recibiendo una respuesta casi inmediata.
—¡Ya voy! ¡Y les he dicho un millón de veces que soy un micólogo y no un jodido herborista!—Gritó una voz ronca. Luego la puerta se abrió lentamente, dejando ver a un anciano bajito y de semblante gruñón—. ¿Quiénes son y que quieren?
Tatsuya se puso un poco nervioso ante la agresividad con la que los inquiría el anciano. Pero no era su culpa haberlo confundido pues los demás habitantes les habian dicho que era un herborista. Inmediatamente se dispuso a remediarlo, caminó un poco y se inclinó en señal de disculpas.
-Perdón por la confusión señor, fue un malentendido.- Le dijo. -Mi nombre es Takanashi Tatsuya y mi acompañante es Ishimura Kazuma, hemos venido buscando su ayuda-
No sabía por dónde empezar, estaba el asunto del salpullido, de la tierra muerta, de los misterioso escritos en la cabaña. Eran demasiadas cosas al respecto que no hallaba como decirlo y el rostro del anciano lucía impaciente. Pensó que lo más indicado era únicamente mencionar el asunto de manera superficial.
-Señor, hay unos hongos extraños que hemos traído para que usted los analice- Dijo a secas -Hablamos con la médico del pueblo y ella nos dijo que nunca antes había visto esa especie de hongos-
Esperó entonces a que el micólogo les dijera si aceptaría ayudarlos o no, era su última esperanza de saber que es lo que ocurrió y si se negaba ya no habría más que hacer. Volteó a ver a Kazuma, talves si él le enseñaba los hongos podrían hacer que el viejo se interesara en el asunto, pues Tatsuya dudaba que sus palabras surtieran efecto considerando lo amargado que lucía el sujeto.
—¡Ya voy! ¡Y les he dicho un millón de veces que soy un micólogo y no un jodido herborista!—Gritó una voz ronca. Luego la puerta se abrió lentamente, dejando ver a un anciano bajito y de semblante gruñón—. ¿Quiénes son y que quieren?
Tatsuya se puso un poco nervioso ante la agresividad con la que los inquiría el anciano. Pero no era su culpa haberlo confundido pues los demás habitantes les habian dicho que era un herborista. Inmediatamente se dispuso a remediarlo, caminó un poco y se inclinó en señal de disculpas.
-Perdón por la confusión señor, fue un malentendido.- Le dijo. -Mi nombre es Takanashi Tatsuya y mi acompañante es Ishimura Kazuma, hemos venido buscando su ayuda-
No sabía por dónde empezar, estaba el asunto del salpullido, de la tierra muerta, de los misterioso escritos en la cabaña. Eran demasiadas cosas al respecto que no hallaba como decirlo y el rostro del anciano lucía impaciente. Pensó que lo más indicado era únicamente mencionar el asunto de manera superficial.
-Señor, hay unos hongos extraños que hemos traído para que usted los analice- Dijo a secas -Hablamos con la médico del pueblo y ella nos dijo que nunca antes había visto esa especie de hongos-
Esperó entonces a que el micólogo les dijera si aceptaría ayudarlos o no, era su última esperanza de saber que es lo que ocurrió y si se negaba ya no habría más que hacer. Volteó a ver a Kazuma, talves si él le enseñaba los hongos podrían hacer que el viejo se interesara en el asunto, pues Tatsuya dudaba que sus palabras surtieran efecto considerando lo amargado que lucía el sujeto.