1/05/2016, 23:34
La kunoichi sugirió apartarse del camino y eso fue justamente lo que hizo Tatsuya, vió a Mitsuki deprimirse un poco ante aquella escena y no era para menos. Era inevitable sentir compasión por aquellas personas, o al menos cualquiera que se dijera ser humano debería hacerlo. Reflexionó un poco sobre las palabras que le dijo la kunoichi: "Encontrar a alguien por quién valga la pena morir...". Tatsuya se quedó pensativo, ¿sería el capaz de dar su vida por alguien?, era difícil el sólo imaginarlo. Aquel no parecía el momento más adecuado para pensar en la muerte, además de la pena que sentía por las personas que llevaban el ataúd no pudo evitar sentir empatía al ver cómo Mitsuki se ponía melancólica. "No te aflijas Mitsuki-dono..."
-...No me gusta ver triste un rostro tan lindo como el tuyo- Pensó en voz alta mirando a Mitsuki, para caer en cuenta de la magnitud de sus palabras "¿LO DIJE O LO PENSÉ?"
Cuando una persona se encuentra mal a veces bastan unas cuantas palabras de aliento, aunque Tatsuya nunca a sido bueno en eso de platicar y menos de infundirle ánimos a alguien, su comentario lejos de ayudar sonaba totalmente fuera de lugar. "Bravo, soy el jodido rey de los pendejos". Intentar remediar el asunto dialogando podría sólo empeorar las cosas, así que para evitar un malentendido lo mejor era hacerse la vaca y fingir que no había pasado nada.
Para su suerte (buena o mala), la lluvia empezó a arreciar y tendrían que apresurar el paso para llegar al pueblo. El pajarito que antes cantaba dejó de trinar y los llantos se perdieron en el camino junto al desfile fúnebre. -Mitsuki-dono debemos irnos- Tomó la mano de la kunoichi y la instó a seguirle el paso mientras corrían por el camino que ahora se encontraba lleno de charcos.
Para él no era problema aquella carrerilla, pensaba que si llegaban rápido a la aldea podrían evitar mojarse demasiado. Aunque no pudo evitar notar algo extraño en los árboles, divisó una especie de adorno en ellos y le pareció raro. Además de extraños grabados en las piedras del lugar.
-...No me gusta ver triste un rostro tan lindo como el tuyo- Pensó en voz alta mirando a Mitsuki, para caer en cuenta de la magnitud de sus palabras "¿LO DIJE O LO PENSÉ?"
Cuando una persona se encuentra mal a veces bastan unas cuantas palabras de aliento, aunque Tatsuya nunca a sido bueno en eso de platicar y menos de infundirle ánimos a alguien, su comentario lejos de ayudar sonaba totalmente fuera de lugar. "Bravo, soy el jodido rey de los pendejos". Intentar remediar el asunto dialogando podría sólo empeorar las cosas, así que para evitar un malentendido lo mejor era hacerse la vaca y fingir que no había pasado nada.
Para su suerte (buena o mala), la lluvia empezó a arreciar y tendrían que apresurar el paso para llegar al pueblo. El pajarito que antes cantaba dejó de trinar y los llantos se perdieron en el camino junto al desfile fúnebre. -Mitsuki-dono debemos irnos- Tomó la mano de la kunoichi y la instó a seguirle el paso mientras corrían por el camino que ahora se encontraba lleno de charcos.
Para él no era problema aquella carrerilla, pensaba que si llegaban rápido a la aldea podrían evitar mojarse demasiado. Aunque no pudo evitar notar algo extraño en los árboles, divisó una especie de adorno en ellos y le pareció raro. Además de extraños grabados en las piedras del lugar.