2/05/2016, 18:55
—¿Estás seguro de qué este es el pueblo del que te habló tu padre?— preguntó la peliblanca mientras observaba los alrededores con intranquilidad —Quizás nos equivocamos de dirección...—
-Tiene que ser este, no había ningún desvio en el camino que tomamos- Él trataba se relajarse más no podía debido a la extraña atmósfera del lugar. -Debemos buscar un lugar para resguardarnos en caso de que empieze a llover de nuevo- Aquello era más fácil decirlo que hacerlo.
Mitsuki estaba inquieta y eso lo ponía más nervioso a él, pero no podía mostrar su miedo para no preocupar a la kunoichi. Sentía la imperiosa necesidad de mostrarse valiente y quedar bien con ella. Sonrió esperando que ella se sintiera segura al ver que él figía estar calmado cuando en realidad Tatsuya estaba a punto de salir corriendo como cachorro asustado. Pero iba a hacer el esfuerzo de ser caballeroso con la chica de Uzushio... Que aquello resultara bien era otra cosa.
-Acompáñame, no tienes de que preocuparte- Pronunciaron sus labios aunque sus ojos decían todo lo contrario.
Dió suavemente un paso, y luego otro... Hasta que sus piernas dejaron de temblar y se permitió avanzar sin problemas. En efecto no había rastros de que hubiera nadie en la calle, el rechinido de alguna madera suelta podría erizarles la piel mientras el viento silbaba entre los callejones vacios. Dislumbró a lo lejos lo que parecía ser una especie de fonda o un bar, era el único lugar con la puerta abierta pero una cortina no dejaba ver el interior.
"Sólo espero que no pase nada raro"
Podría parecer algo tonto pero depués de lo que habían visto era imposible no creer que algo les fuera a saltar encima, volteó a ver a Mitsuki y con un movimiento de cabeza le señaló el lugar. Caminaron hasta el lugar y Tatsuya se dispuso a correr la cortina que les impedía el paso. Al entrar sólo había unas cuantas personas ahí adentro, no había lumbre alguna que iluminara el sitio, estaba en completa penumbra y la única luz era la que provenía de la ventana rota. Nadie hizo caso a la prescencia de los shinobis, todos tenían las caras largas y estaban en silencio.
-Bu-bue-buenas tardes- Tartamudeó el shinobi de Takigakure.
Inmediatamente todos aquellos que los habían ignorado en un inicio voltearon sus cabezas hacia ambos jóvenes como si sus cuellos se hubieran movido de manera automática, clavaron sus miradas en los forasteros. Los ojos de los ahí presentes no parecían tener brillo alguno, eran ojos que parecían no tener vida y nadie dijo palabra alguna, sólo observaban, cómo si los dos genins fueran algo extraño para ellos.